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English: How to Find Strength in the Strength of God

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Carlos Diaz


¿Cómo haces una tarea con la fortaleza de otra? ¿Cómo ejerces tu volundad para hacer algo en tal forma que estás confiando en la voluntad de otro para hacerlo realidad?

Aquí hay algunos pasajes de la Biblia que pone esta duda sobre nosotros:

Presentando A.P.T.A.T. (A.O.C.H.D. en Español)

En 1983 di mi respuesta en un sermón, y hasta este día no he logrado mejorar sobre estos cinco pasos resumidos en el acróstico, A.O.C.H.D.

En 1984 J.I. Packer publicó el libro Mantener al Paso con el Espíritu, y dió los mismos pasos en las páginas 125–126. Él lo llama “Enseñanza Santa Augustiniana”. Esto llamado por “actividad intensa” pero esta actividad “no es la menos autosuficiencia en el espíritu”. En vez de eso dice "Sigue esta serie de cuatro etapas”:

Primero, como alguien que quiere hacer todo el bien que puede, observa qué tareas, oportunidades y responsabilidades te hacen frente. Segundo, ora por ayuda en éstas cosas, reconociendo que sin Cristo tú no puedes hacer nada—nada fructífero, eso es (Juan 15:5). Tercero, ve a trabajar con una buena voluntad y un corazón animado, esperando ser ayudado como pediste que fuera. Cuarto, da gracias a Dios por la ayuda dada, pide perdón por tus propias fallas en el camino, y pide más ayuda para la próxima tarea. La Santidad Augustiniana es una santidad laboriosa, basada en repeticiones interminables de esta serie.

Mis cinco pasos omiten su primer paso (“nota cuáles tareas están en frente tuyo”). Divido su segundo paso en dos: A. Admite (su palabra, “reconoce”) que no puedes hacer nada. O. Ora por la ayuda de Dios para realizar la tarea. Luego, parto su tercer paso en dos. Dice “espera obtener ayuda por lo que pides”. Luego con esa expectativa, “ve a trabajar con buena voluntad”. Digo, C. Confía en una promesa en particular de la ayuda de Dios. Luego, en esa fé, Hazlo (H) confia. Finalmente, ambos decimos D. Da gracias a Dios por la ayuda recibida.

  1. Admitir
  2. Orar
  3. Confiar
  4. Hacer
  5. Dar gracias

Confía en las Promesas de Dios

Pienso que la C en medio es muy importante. Confiar en una promesa. Este es el paso que pienso está ausente en la mayoría de los intentos de los cristiano para vivir la vida cristiana. Ciertamente es mi error más común.

La mayoría de nosotros enfrentamos una tarea difícil y recordamos decir, “Ayúdame, Dios. Te necesito”. Pero entonces avanzamos de R hacia A – Rezar a Actuar. Rezamos y entonces actuamos. Pero esto nos roba un paso muy poderoso.

Luego que rezamos por la ayuda de Dios, deberíamos recordar nosotros mismos de una promesa en específico que Dios ha realizado. Y ajustar nuestras mentes sobre ella. Y poner nuestra fe en ella. Y decirle a Dios: “Te creo, ayuda a mi incredulidad. Aumenta mi fe en esta promesa. Estoy confiando en ti, Seños, aquí voy”. Luego actúa.

Pablo dice que nosotros “caminamos por la fe” (2 Carta a los Corintios 5:7) y “vivimos por la fe” (Gálatas 2:20). Pero para la mayoría de nosotros esto permanece vago. ¿Cómo hacemos esto hora tras hora? Lo hacemos recordándonos nosotros mismo de promesas específicas y en concreto que Dios ha realizado y que Jesús ha adquirido con su sangre (2 Carta a los Corintios 1:20). Entonces simplemente no rezamos por la ayuda hora tras hora, confiamos en esas promesas en específico hora tras hora.

Cuando Pedro dice, “Deja a aquél que sirve, sirva en la fortaleza que suministra Dios”, hacemos esto no solamente rezando para esa provisión, sino rezando en la promesa de la provisión en situaciones específicas. Pablo dice que Dios “proporciona el Espíritu para ti escuchando con fe” (Gálatas 3:5). Eso es, escuchamos una promesa y la creemos para una necesidad en particular, y el Espíritu Santo viene a ayudarnos a través de esa promesa creída.

10 Promisas para Memorizar

Aquí pues está mi sugerencia para cómo hacer esto. Memoriza unas pocas promesas que son aplicables en forma universal y que te servirán en casi toda situación donde enfrentes una tarea a ser realizada “en la fortaleza que Dios provee”. Luego a medida que esas tareas se presenten, Admite que no puedes hacerlo por tu propia cuenta. Reza por la ayuda que necesitas. Luego trae a la mente una de tus promesas memorizadas, y confía en ella – pon tu fe en ella. Luego actúa — ¡creyendo que Dios está actuando en tu accionar! Finalmente, cuando estés listo, dale las gracias.

Aquí hay diez promesas para ayudarte a comenzar. De estas, la que más uso a menudo es Isaías 41:10.

  1. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes; porque soy tu Dios; te fortaleceré, te ayudaré, te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
  2. “Mi Dios suplirá todo lo que les falte conforme a sus riquezas en gloria de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19)
  3. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en ustedes toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, puedan abundar para toda buena obra.” (2 Carta a los Corintios 9:8)
  4. No corran tras el dinero, sino más bien confórmense con lo que tienen, pues Dios ha dicho: ‘Nunca te dejaré ni te abandonaré.’ Y nosotros hemos de responder confiados: ‘El Señor es mi socorro, no temeré. ¿Qué pueden hacerme los hombres?’” (Hebreos 13:5–6)
  5. “El SEÑOR Dios es sol y escudo; el Señor da la gracia y la gloria, y no niega sus bienes a los que proceden con rectitud.” (Salmos 84:11)
  6. “El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?” (Romanos 8:32)
  7. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.” (Salmos 23:6)
  8. “Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes.” (Santiago 4:7)
  9. “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad. Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo.” (2 Carta a los Corintios 12:9)
  10. “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me glorificarás”. (Salmos 50:15)

Nunca ceses de reflexionar en las palabras de Pablo: “Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” (Gálatas 2:20). No Soy Yo. Aún Yo Soy. Por la Fe.


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