Cómo Matar el Pecado, Parte 2

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English: How to Kill Sin, Part 2

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written

Traducción por Desiring God


Romanos 8:10-17

Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia. 11 Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros. 12 Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne, 13 porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, 17 y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El.

Hace dos semanas les pedí que enfocáramos nuestra atención en los versículos 12 y 13 de esta porción de Romanos, e intentamos contestar la primera de cuatro preguntas que formulamos. El versículo 12 dice: “Así que, hermanos”, y el “Así que”, es la consecuencia de la gloriosa verdad expresada en el versículo 11, nuestro cuerpo mortal va a ser levantado de la muerte y será vivificado por el Espíritu de Dios. Podremos disfrutar, por siempre, en cuerpo y alma, de la presencia de Dios, tal y como él lo deseó desde el principio. “Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne [nuestra vieja y rebelde naturaleza], para vivir conforme a la carne”, --usted no le debe nada a la carne, sino enemistad y guerra. La carne ha tratado de matarle desde el día que nació. No una sus fuerzas con el enemigo ni pague su propia destrucción al ceder a la carne. Usted no es deudor de su carne.

En el versículo 13, el apóstol Pablo continua diciendo, “porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Usted no le debe nada a la carne, pero le debe todo al Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es quien le dará vida para resurrección (versículo 11). Incluso ahora, usted solo podrá alcanzar victoria sobre su pecado “por el Espíritu”. “Pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Usted le debe al Espíritu su resurrección final para vida eterna, (versículo 11) y al Espíritu de Dios le debe la perseverancia que necesita para lograr llegar a la resurrección como un creyente en guerra contra el pecado. Si trata de sobrevivir como cristiano, por alguna otra vía que no sea “por el Espíritu”, no tendrá éxito, morirá en el intento. Hace dos semanas traté de mostrarle que hay una amenaza real y que el llamado a combatir el pecado es de vital importancia.

Usted, probablemente, solo jugará al cristianismo sin pasión, sin vigilias, sin batallas encarnizadas, ni actitud de guerra en su mente, hasta que comprenda que la vida es una guerra en que arriesga su alma. Si se encuentra así en esta mañana, su posición es bien precaria. El enemigo le tiene cautivo en un sueño, en un estado de paz mental como si nada serio estuviera en riesgo. Pero Dios, en su misericordia, le tiene aquí esta mañana, y tiene este sermón destinado para despertarle y ponerle en pie de guerra.

Jesús dijo en Mateo 11:12, “Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza”. ¿Desea entrar en el reino de los cielos? ¡Conquístelo violentamente! Pero, ¿violencia contra quién o contra qué? Escuche la respuesta de Jesús: “Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno” (Mateo 18:8) ¿Desea entrar a la vida? Conquístela violentamente. Corte su mano o su pie si le es necesario para alejarse de pecar. Jesús ilustra la forma más radical en que puede atacar su propio pecado, no el pecado de otros, sino su propio pecado.

Tenga presente en Romanos 8:13: “pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” ¿Desea entrar en la vida eterna? ¿Desea vivir? Sea violento. Adquiera una mentalidad de guerra. No esté en paz con sus propios oídos, ni con sus ojos, no esté en paz con su lengua, ni con sus pies, ni con sus manos, todos le traicionan como Judas. No esté del lado de su enemigo para convertirse en instrumento del pecado y hacerle guerra a su propia alma. Haga morir las obras de su carne.

Contenido

La Violenta Guerra en la Vida Cristiana

Ed Welch, preparándose para su libroUn Banquete en la Tumba [A Banquet in the Grave] (Presbyterian & Reformed Publishing, 2001), dijo:

…existe un camino difícil hacia el auténtico autocontrol… El autocontrol no es para los tímidos. Cuando deseamos crecer en él, no solo nos alimentamos de la sobreabundancia en Jesucristo, también nos exigimos a nosotros mismos un odio por el pecado…. La única actitud posible hacia nuestros deseos desmedidos es la total declaración de guerra… algo en la guerra agudiza nuestros sentidos…Usted escucha una rama pequeña partirse o el susurro de las hojas y se pone en posición de ataque. Alguien tose y usted ya está listo para halar el gatillo. Incluso días después de no dormir, la guerra nos mantiene vigilantes.

¡Hay un sendero violentamente difícil en la verdadera vida cristiana! ¿Pero violencia contra quién o qué? No es violencia contra otras personas. Es una violencia contra todos los impulsos que nos hacen ser violentos con otras personas. Es una violencia contra todo aquello que nos motiva a convivir pacíficamente con nuestro propio pecado y crearnos un estado de paz mental. Es una violencia contra toda nuestra lascivia, y contra los deseos que nos esclavizan, los deseos por la comida o por la cafeína, por el azúcar o por el chocolate, los deseos por el alcohol o por la pornografía, o por el dinero o la vanidad, o la aprobación de otros, o por el poder, o la fama. Es violencia contra lo que nos impulsa, en nuestra propia alma, al racismo y a la indiferencia hacia la injusticia, la pobreza y el aborto.

El cristianismo no es acomodarnos y vivir en paz con este mundo, solo sería una religión más. “Pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. El cristianismo es la guerra contra nuestros impulsos pecaminosos.

Trabajemos un poquito más esta mañana en las tres preguntas que formulamos hace dos semanas y que aún no hemos respondido.

1. ¿Cuáles Son “Las Obras de la Carne” que Debemos Matar?

Pablo está retomando algo que ya había mencionado en Romanos 6. Acompáñeme a recordar algunos versículos de este capítulo. Tomaremos tres versículos para arrojar un poco de luz sobre Romanos 8:13. Primer versículo, Romanos 6:13, “ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo [es decir, sus cuerpos] al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” ¿Cuáles son, entonces, “las obras de la carne” que tenemos que hacer morir? Son las que estamos a punto de cometer cuando nuestros cuerpos son “instrumentos de iniquidad”, debemos hacerlas morir antes que ocurran.

Segundo versículo, Romanos 6:12, “Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias”. Cuando el cuerpo mortal es tomado cautivo por el pecado para hacerlo obedecer a la lujuria, entonces vemos “las obras de la carne” que deben hacerse morir.

Tercer versículo, Romanos 6:6, “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”. Menciono este versículo con el fin de recordarle una crucial y distintiva verdad cristiana, la de hacer morir las acciones pecaminosas del cuerpo, particularmente, cuando usted está unido por la fe a Jesucristo. Usted está muerto para el pecado y vivo para Dios. Cuando usted hace morir las obras de la carne está convirtiendo en una práctica lo que es en Cristo. “[…] sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido”. Cuando Cristo murió, nosotros también morimos juntamente con él, si es que permanecemos unidos a él por la fe. Por lo tanto, debemos demostrar que hemos muerto con él haciendo morir las obras pecaminosas de la carne ¡Alcanzamos el éxito en nuestra violencia contra el pecado porque ya tenemos la victoria! Jesucristo quebró el poder del pecado. Solo podemos matar el pecado que ya ha sido destruido al morir nosotros en Cristo. Esto es cristianismo, no una autosuperación moral.

Así que la respuesta a la primera pregunta, ¿qué son las obras de la carne que menciona Romanos 8:13? Son las obras que son incitadas por el pecado, la lujuria o la injusticia, y que pudiéramos estar a punto de cometer. El pecado es mucho más profundo que las obras del la carne. Las obras de la carne son el instrumento del pecado. Cuando nuestro cuerpo está a punto de pasarse al lado del enemigo, nosotros hacemos morir estas obras. En esta guerra contra nosotros mismos, hacemos morir a los traidores.

2. ¿Qué Significa Hacer Morir?

La respuesta es «sofocar las pecaminosas obras de la carne». Las obras de la carne provienen de algún lugar. Usted debe cortarles la línea de la vida, el flujo de sangre. Jesús dijo, “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre”. Las obras pecaminosas tienen una línea de vida que debe ser cortada.

En otras palabras, existe una actitud del corazón que da origen a las “obras de la carne”. Es un asunto del corazón. Debemos cortarnos las manos y sacarnos los ojos (no literalmente, esto no nos haría bien), con este tipo de violencia del corazón, mataremos los frutos malos cortando la mala raíz.

¿Cuál es la mala raíz de las “obras de la carne”? Puede verla en Romanos 8:7. ”Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”. La raíz de las “obras de la carne” que debemos matar es la carne hostil hacia Dios y que no se sujeta ni puede someterse a él. Versículo 13: “porque si vivís conforme a la carne, moriréis”. En este texto, la carne es el gran enemigo. Es enemigo por su hostilidad e insubordinación hacia Dios. A la carne no le agrada Dios y no quiere ser dirigida por él.

Así que para matar “las obras de la carne” que producen esta enemistad, debemos cortar su fuente de procedencia, agujerear su tubería conductora y detener el flujo de su sangre. Las obras de la carne deben hacerse morir antes que ocurran, para ello debemos cortar la raíz de la hostilidad y la insubordinación que reniega de Dios.

3. ¿Cómo Puede Hacer Morir las Obras de la Carne “Por el Espíritu”?

Permítanme ofrecerles la respuesta siguiendo tres pasos, cada uno con un texto diferente.

Paso Uno: Fije Su Mente en las Cosas del Espíritu

Note como en Romanos 8:5-6 Pablo habla de la carne y del Espíritu (el mismo contraste que aparece en el versículo 13): “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, (piensan) en las cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte (como dice el versículo 13a), pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz (como dice el versículo 13b)”. El primer paso para la respuesta es: hacer morir las obras de la carne por el Espíritu se logra al “pensar en las cosas del Espíritu”. Usted no solo ve la tentación y le dice NO. Si, va a hacer morir las obras de la carne por el Espíritu debe dirigir su mente, su corazón, y su perspectiva espiritual hacia otra dirección, particularmente hacia las “cosas del Espíritu”.

Paso Dos: Fije su Mente en la Palabra de Dios y las Realidades que Representa

¿Cuáles son las “cosas del Espíritu”? Si en el momento de la tentación, para matar el pecado, vamos a poner nuestras mentes y corazones en las “cosas del Espíritu”; entonces debemos saber qué es lo que estamos buscando para poner nuestras mentes y corazones en las cosas del Espíritu. El texto clave es 1ra a los Corintios 2:13-14 donde Pablo dice que sus enseñanzas son palabras inspiradas por Dios. Éste es el único versículo en el Nuevo Testamento, además de Romanos 8.5, donde es usada la frase “cosas del Espíritu”. Pablo habla de sus revelaciones de esta manera “[…] lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, […] 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.

Aquí “las cosas del Espíritu” son las palabras habladas por los apóstoles. De lo que deduzco que cuando Romanos 8:5 dice “pero los que son del Espíritu, [piensan] en las cosas del Espíritu”. Pablo quiere decir que los que son del Espíritu ocupan sus mentes en la Palabra de Dios y en la realidad que representa. Estas son “las cosas del Espíritu” que el hombre natural rechaza y la persona espiritual acepta. Hacer morir las obras de la carne “por el Espíritu” es pensar “en las cosas del Espíritu”, y ahora vemos que significa recibir la Palabra de Dios, y la realidad que señala, hablada por sus profetas inspirados.

Esto es especialmente significativo porque, en Efesios 6:17, la “Palabra de Dios” es llamada “la espada del Espíritu”. Y las espadas son usadas para matar, y esto es lo que hacemos “por el Espíritu” en Romanos 8:13. Matamos las obras de la carne por el Espíritu, al reacondicionar nuestra mente en las “cosas del Espíritu”, al dar la bienvenida y recibir la “Palabra de Dios” en nuestras mentes y corazones, y al tomar la letal espada del Espíritu para matar al pecado.

Paso Tres: Por Oír con Fe, no por las Obras de la Ley

¿Qué hace para que el poder del Espíritu por la Palabra de Dios se convierta en una poderosa obra de muerte contra el pecado? La respuesta es clara en Gálatas 3:5, “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”. La respuesta es que el Espíritu nos otorga el poder milagroso para hacer morir al pecado, no por las obras de la ley sino por el “oír con fe”.

¿Por qué Pablo dice “por el oír con fe” en lugar de “por fe”? Lo hace para enfatizar que la fe acepta, recibe y abraza algo que ya ha escuchado antes, particularmente la “Palabra de Dios” que es la espada del Espíritu con que matamos el pecado.

¿Cómo lo hace? Bueno, respondamos esta pregunta con un sermón completo cuando regrese. Pero no les dejaré indefensos en esta mañana. En esta mañana decimos que cuando la tentación venga, usted tiene a su favor un ¡NO! resuelto y poderoso. Vea la Palabra de Dios, especialmente a aquellas promesas donde dice que Dios hará y estará más para nosotros que cualquier promesa del pecado. Si usted cree a Dios (y esa es la batalla principal) entonces cortará la raíz del pecado.

Sumerja su mente y oídos en la fuente de la verdad, de la vida y del poder (en las promesas de Dios), y cuando venga la tentación, tome todas estas palabras de satisfacción, esta espada del Espíritu, crea en ella, y por ella podrá cortar la raíz del mal. Haga morir la raíz del pecado.


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