Cómo Orar por una Iglesia Desolada

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English: How to Pray for a Desolate Church

© Desiring God

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Por John Piper sobre Oración

Traducción por Manuel Bento Falcón


Daniel 9:11-23

La razón porque he titulado este mensaje “Cómo Orar por una Iglesia Desolada” es que veo a muchos desolados en la iglesia Cristiana de hoy. La ruina de Jerusalén y la cautividad de Israel en Babilonia son reflejos de la iglesia de hoy en muchos lugares alrededor del mundo. Hay puñados de vida y pureza y profundidad y fidelidad y poder y celo alrededor del mundo. Dios nunca abandonará a su pueblo y hará que se cumpla sus propósitos globales, incluso si tiene que usar un remanente para hacerlo.

Pero mucho del movimiento Cristiano de hoy día se ha convertido en una desolación de desobediencia y desunión y deshonra al nombre de Cristo. Así que la forma en que Daniel ora por la desolación de su pueblo es un apunte de cómo podemos orar por la desolación del nuestro.

Tres Aspectos de la Desolación del Pueblo de Dios

Dejadme mencionar tres aspectos de la desolación del pueblo de Dios en este texto para ver si no estáis de acuerdo en que suena bastante parecido al movimiento Cristiano de hoy día.

1. La Gente Está Cautiva de Fuerzas Impías

Dos veces, en los versículos 11 y 13, Daniel dice que la calamidad de la cautividad en Babilonia fue advertida en la ley de Moisés. Por ejemplo, en Deuteronomio 28:36 Moisés dice que si el pueblo abandona a Dios, “El SEÑOR te llevará a ti ... a una nación que ni tú ni tus padres habéis conocido, y allí servirás a otros dioses.” Esto se hizo cierto en Babilonia.

En 1520, Martín Lutero escribió un ensayo que tituló “La Cautividad Babilónica de la Iglesia.” Lo que quería decir era que fuerzas y poderes que eran extraños a Cristo y a su Palabra habían capturado la mente y el corazón de la iglesia. Estaba en atadura con fuerzas impías.

Esta es la situación de gran parte de la iglesia hoy. Millones de asistentes a la iglesia hoy día piensan de la misma forma que lo hace el mundo. Las asunciones simples que gobiernan el comportamiento y las elecciones vienen más de lo que se absorbe de nuestra cultura que de la Palabra de Dios. La iglesia comparte la aventura amorosa del mundo con la prosperidad y la comodidad y el ego. Muchos grupos de Cristianos no son tan diferentes del espíritu de Babilonia, a pesar de que el Señor dice que somos extranjeros y exiliados y que no debemos conformarnos a este tiempo. Así, como el antiguo Israel, mucha de la iglesia de Dios hoy es cautiva de fuerzas impías.

2. La Gente Es Culpable y está Avergonzada

Daniel emplea la mayoría de su oración confesando los pecados del pueblo. Por ejemplo el versículo 5: “hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.” En otras palabras, tenemos una gran culpa delante de Dios. Y debido a esta culpa real existe una vergüenza real. Se menciona en los versículos 7 y 8. La RSV tiene la frase “confusión en el rostro” -“nuestra confusión en el rostro.” Literalmente significa, “a nosotros pertenece la vergüenza en el rostro.” Lo que hemos hecho es tan terrible y conocido que nuestra cara se vuelve roja y queremos cubrirla y huir corriendo. Así se sentía Daniel acerca del pueblo de Dios. Su culpa y su vergüenza eran grandes.

Hoy día en la iglesia hay una conciencia intranquila. Hay un sentimiento profundo de que deberíamos ser radicalmente diferentes, vivir en al borde de la eternidad con valores y comportamientos contra culturales de amor y justicia y servicio que acepte riesgos, mostrando que nuestra ciudadanía está en el cielo. Pero entonces, nos miramos al espejo y vemos que la iglesia no tiene ese aspecto. Y el resultado es un sentimiento de vergüenza basado en la culpa real de la incredulidad y la desobediencia. Pasamos por nuestros días con las caras cubiertas, y apenas nadie conoce que somos discípulos de Jesús.

3. El Pueblo Era el Oprobio entre las Naciones

Versículo 16b: “Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.” “Oprobio” (en la RSV, LBLA) significa reproche, u objeto de desprecio. Significa que las naciones veían a los derrotados y dispersos israelitas y se reían. Se burlaban del Dios de Israel.

En muchos lugares, esa es la forma en que es para la iglesia Cristiana. Ha convertido el nombre de Jesús en un objeto de desprecio debido a su duplicidad -intentando vivir según el apelativo de Cristiana y aún así marchando al son del tambor del mundo. Así que el mundo ve el nombre de “Cristiano” como algo que no es radicalmente diferente -quizás una buena forma de añadir un pequeño componente de espiritualidad a las otras partes de la vida que básicamente permanecen igual.

Así que cuando Daniel ora por las desolaciones del pueblo de Israel, yo escucho una oración por las desolaciones de la iglesia Cristiana -cautiva a fuerzas impías, culpable y avergonzada, y un oprobio entre las naciones.

Cuatro Formas de Orar por una Iglesia Desolada

Ahora, ¿Cómo oramos por una iglesia así?

1. Ve a la Biblia

Primero, oramos por una iglesia desolada comenzando donde lo hizo Daniel. Vamos a los libros.

Versículo 2: “en el año primero de su reinado [El reinado de Darío], yo, Daniel, pude entender en los libros...” Los libros eran los del profeta Jeremías y otros libros bíblicos. La oración comienza con la Biblia.

George Mueller dijo que durante años intentó orar en las mañanas sin empezar por la Biblia. E inevitablemente, su mente vagaba. Entonces comenzó con el Libro, y convirtió el Libro en oración al tiempo que leía, y durante 40 años fue capaz de mantenerse centrado y poderoso en oración.

Sin la Biblia en nuestras oraciones, estas serán tan mundanas como la iglesia que intentamos liberar de la mundanalidad. La oración de Daniel comienza con la Biblia y está saturada con la Biblia. Frase tras frase viene directamente de las Escrituras. Hay alusiones a Levítico (26:40) y Deuteronomio (28:64) y Éxodo (34:6) y Salmos (44:14) y Jeremías (25:11). La oración rebosa una visión bíblica de la realidad, porque rebosa con la Biblia.

He observado que aquellos cuyas oraciones están más saturadas con la Escritura generalmente son más fervientes y más efectivos en oración. Y donde la mente no rebosa con la Biblia, el corazón generalmente no rebosa con oración. Esto no es idea mía. Jesús apuntaba a ello en Juan 15:7 cuando dijo, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.” (Juan 15:7, LBLA). Cuando dice, “Si mis palabras permanecen en vosotros...,” quiere decir, “Si mis palabras saturan vuestra mente…si mis palabras dan forma a vuestra manera de pensar…si mis palabras son memorizadas y tienen justo la misma posibilidad de venir a vuestra mente que los anuncios publicitarios...entonces oraréis como para sanar las desolaciones de la iglesia.”

Así que la primera forma de orar por una iglesia desolada es ir al Libro. Satura tu mente con la Biblia. Ora la Escritura.

2. Confesar Nuestro Pecado

La segunda manera de orar por una iglesia desolada es confesar nuestros pecados. Unos 12 versículos de la oración de Daniel son de confesión: los versículos 4-15. Esto significa ser sincero sobre Dios y sobre el pecado.

Significa reconocer el pecado como pecado y llamarlo con malos nombres, y no con apelativos suaves: cosas como la iniquidad y la rebelión y lo malo (v. 5) e infidelidades y vergüenza (v. 7) y desobediencia (v. 10). Significa reconocer a Dios como justo (v. 7) y grande y temible (v. 4) y misericordioso y perdonador (v. 9). Significa sentirse quebrantado y con remordimientos y culpable (v. 8) delante de Dios.

¡Delante de Dios! Existe una diferencia entre sentirse miserable porque el pecado ha hecho nuestra vida miserable y sentirse quebrantado porque nuestro pecado ha ofendido la santidad de Dios y ha traído reproche sobre su nombre. La confesión de Daniel -una confesión bíblica- está centrada en Dios. No se trata de admitir que hayamos convertido nuestra vida en miserable. El asunto es admitir que hay algo mucho peor que nuestra miseria, es decir, ofender la santidad y la gloria de Dios.

Así que oramos por una iglesia desolada yendo al Libro y confesando nuestros pecados.

3. Recordar Misericordias Pasadas Sabiendo que Dios Nunca Cambia

La forma de orar por una iglesia desolada es recordar las misericordias pasadas, y ser fortalecidos en que Dios nunca cambia.

Versículo 15: “Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa...” Daniel sabía que la razón porque Dios salvó a Israel de Egipto no era porque Israel fuese muy bueno. Salmos 106:7-8 (LBLA),

Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo. No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder.

La oración por una iglesia desolada se sostiene por el recuerdo de las misericordias pasadas. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). Si Dios salvó al pueblo rebelde una vez en el Mar Rojo, puede salvarlos de nuevo. Así que cuando oramos por una iglesia desolada, podemos recordar días más brillantes que hayamos conocido, y los días más oscuros de los que fue salvada.

Es por esto que la iglesia de la historia es tan valiosa. Ha habido días malos antes de que apareciese Dios. Los periódicos de esta semana han estado llenos de estadísticas acerca de la espiral descendente de violencia y corrupción en América. La historia de la iglesia es un gran antídoto para la desesperación en tiempos como este. Leer sobre la decadencia y la violencia del siglo 18 en Inglaterra antes de que Dios enviase a George Whitefield y John Wesley es como leer los periódicos de hoy. Por ejemplo,

Solamente cinco o seis miembros del parlamento iban siquiera a la iglesia...La plaga, la viruela e infinidad de enfermedades que consideramos menores hoy no tenían cura...la vestimenta era cara, había tantos pobres en la ciudad vistiendo harapos que estaban como sus camas, llenas de piojos...Las penas por los crímenes parecen bárbaras hoy (colgar a la gente por robos menores)...Chicos jóvenes y a veces chicas, quedaban atados a sua maestros durante siete años de aprendizaje. Trabajaban seis días a la semana, cada día desde el amanecer al anochecer y a menudo más...Si no tenías suerte y estabas muriendo de hambre, podías ser considerado fuera de la ley y ser echado a la fetidez de la prisión de New Gate. Desde allí, podías tener una oportunidad de ir al Nuevo Mundo en un bote cargado de prisioneros de todos los tipos...[La embriaguez era rampante] y la ginebra se le daba también a los bebes, para mantenerlos callados, resultando en ceguera y a menudo muerte [¿Creías que dar crack a los bebes era algo nuevo?]...El amor de la gente por atormentar a los animales en corridas de toros sólo era igualado por su deleite en las ejecuciones públicas. (“Avivamiento y Revolución,” Historia Cristiana 2, pp. 7-8)

Todo eso y más, incluyendo una iglesia desolada, corrupta y sin poder. Pero Dios se movió con un gran avivamiento. Y para añadir esperanza sobre esperanza a nuestras oraciones, utilizó a dos hombres que no podían ponerse de acuerdo en puntos teológicos significativos y uno de ellos tenía sobrepeso y el otro tenía una altura de 5 pies y 3 pulgadas y pesaba 128 libras.

Oramos por una iglesia desolada recordando las misericordias pasadas, los triunfos pasados de la gracia. Recordamos que la historia no es más una línea recta hacia abajo de lo que es una línea recta hacia arriba.

4. Apela al Celo de Dios por la Gloria de Su Propio Nombre

Finalmente, oramos por una iglesia desolada apelando al celo de Dios por la gloria de su propio nombre.

Fijaos como la oración llega a su clímax en los versículos 18b-19: “no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de ti, sino por tu gran compasión. 19) ¡O Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío! Porque tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.”

La gente de Dios se conoce por su nombre. Y Dios tiene un celo infinito por su propio nombre. No dejará que sea reprochado y convertido en oprobio indefinidamente. Esa es nuestra más profunda confianza. Dios está dedicado a Dios. Dios está dedicado con una pasión explosiva a la gloria de su nombre y la verdad de su reputación.

Así que ese es el fondo de nuestra oración por una iglesia desolada. Somos llamados por tu nombre. Vivimos por tu nombre. No para el nuestro, O Señor, no para el nuestro, sino para dar gloria a tu nombre. Por amor a tu nombre, O Señor, salva. Por amor a tu nombre, revive. Por amor a tu nombre purifica y sana y da poder a tu iglesia, O Señor. Porque somos llamados por tu nombre.


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