Cómo los cristianos se preparan para el sufrimiento

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English: How Christians Prepare for Suffering

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Por Jonathan Parnell sobre Sufrimiento

Traducción por Christina Henderson


El apóstol Pablo sufrió. Y sufrió verdaderamente.

Fue puesto en prisión. Fue golpeado, con frecuencia casi hasta morir. En cinco ocasiones diferentes recibió 195 azotes completos a manos de sus compatriotas Judíos. Recibió tres palizas con varas de madera. Fue apedreado una vez y también naufragó otras tres veces. Y también están los interminables peligros de viajar en el primer siglo, más otras incontables experiencias, mencionadas y sin mencionar en el Nuevo Testamento (2 Corintios 11:21-33).

No pasa mucho tiempo antes de que nos preguntemos cómo le fue posible hacerlo. ¿Cómo fue capaz de soportar tanto dolor? ¿De soportar una pérdida tan grande? ¿Cómo se preparó Pablo para sufrir?

La respuesta está en Filipenses 3:7-8.

Contenido

Estimándolo Todo Como Pérdida

En su sermón en 1992, “Llamados a Sufrir y Regocijarnos: Por la Excelencia del Conocimiento de Cristo,” John Piper despliega la trascendencia de que Pablo contara su ganancia como pérdida. Básicamente, el apóstol echó una larga mirada a su vida aparte de Cristo. Todas las cosas que él valoraba – su nacionalidad Judía, su lugar en las altas esferas de la sociedad religiosa, su adherencia a la ley – él echó una larga mirada a esta lista y escribió “PERDIDA” sobre ella con un gigantesco rotulador Sharpie.

Y después dio aún un paso más.

No eran simplemente los valores de su vida personal en el pasado. Ni tampoco era simplemente “cualquier ganancia que él tuviera.” Pablo mira hacia el futuro y declara todas las cosas como pérdida. Todas las cosas ahí fuera que pudieran pasar como positivas. Todo lo bueno que él todavía ha de experimentar, y todo aquello que él nunca experimentará. Comparadas con Jesucristo, todas las cosas son pérdida.

Este Es el Cristianismo Normal

Y a menos que pensemos que todo ello coloca a Pablo sobre un pedestal piadoso, que él está en un nivel espiritual que nosotros nunca podríamos alcanzar, Piper nos recuerda que este tipo de cálculo Cristiano es normal (Mateo 13:44; Lucas 14:33). Considerar a Jesucristo mejor que toda otra cosa en el mundo está en el núcleo de lo que significa ser un Cristiano.

Puede que valga la pena leer esta última frase un par de veces más, hasta sentirla incómoda. Muchos de nosotros somos muy rápidos en consolar nuestros corazones cuando el más pequeño viento incómodo sopla. ¿Pero qué acerca de la convicción? Es cosa buena que no nos sintamos cómodos con un Cristianismo aguado ajeno a la Biblia. No es justicia por medio de obras decir que la fe salvífica en Jesús significa que nosotros tenemos que amarle realmente. Si es justicia por medio de obras pensar que ese amarle realmente es la razón de que seamos salvos. Pablo dijo que todas las cosas son pérdida comparadas con el valor incomparable de conocer a Jesús. Pablo lo dijo, y también deberíamos nosotros.

Jesús Es Mejor

Y así es como Pablo se preparaba para el sufrimiento. Él veía a Jesús como superior a toda otra cosa. Piper lo traza de esta forma:

El sufrimiento no es nada más que el deshacerse de todas las cosas malas o las cosas buenas que el mundo ofrece para nuestro disfrute – reputación, estima de los colegas, trabajo, dinero, cónyuge, vida sexual, hijos, amigos, salud, fuerza, vista, oído, éxito, etc. Cuando estas cosas se quitan (a la fuerza o por las circunstancias o por elección propia), nosotros sufrimos. Pero si hemos seguido a Pablo y la enseñanza de Jesús y ya las hemos contado como pérdida a cambio del valor incalculable de ganar a Cristo, entonces nosotros estamos preparados para sufrir.

Esto significa que si atesoramos a Jesús, entonces cada aspecto del sufrimiento en nuestras vidas es perder algo que ya habíamos declarado como pérdida.

Si al convertirse en un Cristiano, usted escribe en grandes letras rojas “PÉRDIDA” por encima de todas las cosas en el mundo, con excepción de Cristo, entonces cuando Cristo le llame a renunciar a alguna de esas cosas, ello no es extraño ni inesperado. Puede que el dolor y el pesar sean grandes. Las lágrimas pueden ser abundantes, tal como fueron para Jesús en Gethsemaní. Pero estaremos preparados. Sabremos que el valor de Cristo sobrepasa todas las cosas que el mundo puede ofrecer y que en perderlas nosotros ganamos más de Cristo.

Amarle a Él Hoy

Ninguno de nosotros conoce las tristezas que pueden esperarnos mañana y que estamos seguros de encontrar si Jesús tarda. Tampoco sabemos cuáles son las dificultades por las que Dios nos llamará a pasar. Pero aunque no las conozcamos, nosotros podemos estar preparados para ellas. Y la forma como nos preparamos para las aflicciones entonces es ganando más de Cristo ahora.

Ello no minimizará el dolor. En absoluto. Pero nosotros sabremos, aún en la más oscura de las noches, que Jesús es nuestro Dios y nuestro todo, que él es nuestra Roca y tesoro, que él es más que suficiente.

La forma como nos preparamos para nuestros sufrimientos de mañana es cultivando hoy nuestro amor por Jesús.



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