Combatir la Codicia observando a Otras Personas

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Revisión a fecha de 18:55 22 nov 2011; Pcain (Discusión | contribuciones)
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English: Fighting Covetousness by Looking at Others

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Paula García-Jones


Este artículo deriva de una conversación entre el cuerpo pastoral sobre cómo evitar la codicia. Fred Johnson había llamado nuestra atención al hurto y a las mentiras de Acán en versículo 11 del Capítulo 7 de Josué. Jericó había caído ante Israel mas el botín de la ciudad no debía ser capturado. Sin embargo, Acán se apropió de un manto así como también de oro y plata. Los escondió e intentó engañar a los líderes.

¿Por qué lo hizo? Al ser apresado, Acán responde de la siguiente manera: “Los codiciaba y me apropié de ellos” (Josué 7:21). La codicia. El deseo de Acán por la plata, el oro y el manto era mayor que su deseo de comunión con Dios.

En Hebreo, no hay diferencia entre la palabra para deseo y la palabra para codicia. Codiciar significa desear algo excesivamente. Y la manera de medir si el deseo es excesivo es comparándolo con el deseo hacia Dios. Si el deseo te aparta de Dios en lugar de acercarte a Él, entonces se trata de codicia y es un pecado.

Sospecho que la razón por la cual los Diez Mandamientos comienzan con el mandamiento que dice: “No tengas otros dioses, además de mí” (Éxodo 20:3) y finaliza con el mandamiento que dice: “No codiciarás” (Éxodo 20:17) es porque se trata, en esencia, del mismo mandamiento. Agrupan a los otros ocho y demuestran su procedencia.

No codiciar significa no desear cosa alguna de manera tal que disminuya el poder de Dios como tesoro supremo en tu vida. Y no tener a otros dioses aparte de Dios significa lo mismo: No valores a nada ni a nadie de forma tal que compita con el lugar supremo que Dios ocupa en tu vida. Llamamos idolatría a la desobediencia al primer mandamiento e idolatría es como llama Pablo a la desobediencia al décimo mandamiento (Colosenses 3:5).

Así, la razón por la que Acán robó y mintió es porque Dios no era su supremo tesoro. No estaba satisfecho con lo que Dios prometía para él. Probablemente esa sea la razón por la cual Josué le dijo a Acán cuando éste fue descubierto: “Hijo mío, honra y alaba al Señor” (Josué 7:19). Cuando preferimos cualquier otra cosa por encima de él, estamos degradando la gloria de Dios. Ese fue el principal pecado de Acán. Desear el oro más que a Dios equivale a codicia lo cual, a su vez, equivale a idolatría.

Entonces, el cuerpo pastoral continuó insistiendo en este tema y debatiendo sobre la manera de asegurarnos de que nuestras vidas permanezcan libres de esta terrible enfermedad: la de desear otras cosas antes que a Dios, codiciar, ser idólatras. Hablamos acerca de la importancia de la palabra de Dios. “En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti” (Salmos 119:11). Por supuesto. Amén. Todos estuvimos de acuerdo con eso.

Otra de las principales sugerencias surgió de los Filipenses. Pablo describe el estado en que todos deseamos estar: “Todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:7-8). Eso es exactamente lo opuesto de codicia. Es también lo opuesto de idolatría. Es la satisfacción suprema en Cristo. Es la libertad.

Pero, Pablo, ¿Cómo hemos de lograrlo? ¿Nos puedes dar una recomendación práctica que podamos utilizar para luchar por sentirnos satisfechos en Cristo? Esto es lo que advertimos en Filipenses 3:17 y es realmente sorprendente: “Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado” (Filipenses 3:17).

En este versículo podemos encontrar una manera práctica de ayudarnos a lograrlo: elijan a algunas personas cuyas vidas demuestren que atesoran a Cristo por sobre todas las cosas. Luego, “fíjense” en ellos. Obsérvenlos. Esa es, para Pablo, una buena manera de conquistar la codicia.

Por ejemplo, hay algunas personas en el templo de Belén cuya madurez , sabiduría y fecundidad espiritual en su matrimonio son tan admirables que los observo y pienso en ellos con frecuencia. Cuando a veces tengo dificultades con respecto a lo que debo sentir y hacer en mi matrimonio, pienso en lo que ellos harían. Creo que eso es a lo que Pablo se refiere.

Me gustaría agregar que también es bueno tener algunos santos como referencia para “fijarnos” en ellos. Para eso existen las biografías.

Por eso nosotros, como pastores, exhortamos a todos ustedes a huir de la codicia. A derribar a todos sus ídolos. A considerar todas las cosas como pérdida “por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, nuestro Señor”. Habiten la palabra de Dios cada día pero también procuren buscar a aquellos que viven de este modo y “fíjense” en ellos. Lo que podrán ver, si los observan con atención, es el poder y la belleza de Cristo. La imagen que verán llenará sus almas y sus almas satisfechas no necesitarán robar ni mentir. Y sus vidas otorgarán a Dios el valor supremo.

Observándolos a ustedes y a Pablo y a Cristo con regocijo.

El Pastor John


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