Conserva la presencia de Dios

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De vacaciones, guardé una copia de los sermones de Jonathan Edwards en mi mesita de noche como una forma de ir a dormir con la mente centrada en Dios. Uno de esos sermones se llamó "Manteniendo la Presencia de Dios." Fue predicado en un día de ayuno en toda la colonia, en abril de 1742. La segunda ola del Primer Gran Despertar había culminado en los alrededores, y Edwards estaba viendo tanto las consecuencias buenas y malas del Renacimiento. El vio peligros espirituales acechando por todas partes. Al año siguiente, al predicar su famosa serie sobre los afectos religiosos, el se convertiría en el analista y estudiante de corazones humanos más cuidadoso que haya despertado en el Renacimiento. Lo que el vio en esos corazones era mixto.  
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Mientras estaba de vacaciones, guardaba una copia de los sermones de Jonathan Edwards en mi mesita de noche a manera de ir a dormir con la mente centrada en Dios. Uno de esos sermones se llamaba "''Keeping the Presence of God''" (Conservando la presencia de Dios). El sermón se predicó en un día de ayuno en toda la colonia, en abril de 1742. La segunda ola del primer gran despertar había alcanzado la cúspide en los alrededores y Edwards observaba las consecuencias buenas y malas del avivamiento. Vio peligros espirituales acechando por todas partes. Al año siguiente, mientras predicaba su famosa serie sobre los afectos religiosos, se convertiría en el analista y estudioso de corazones humanos más prudente que haya despertado durante el avivamiento. Lo que vio en esos corazones era mixto.  
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Así que en este sermón, "Manteniendo la Presencia de Dios", su objetivo era estimular cristianos activos a estar atentos de que su exuberancia no llegara a ser orgullo. Los exhortó a entregarse a la vigilia y la oración, así como a mantenerse quebrantados, humildes y felices en el buen trabajo de Dios en sus vidas.  
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Así que en este sermón, "Conservando la presencia de Dios", su objetivo era estimular a los cristianos del avivamiento a estar atentos de manera que su exuberancia no se convierta en orgullo. Los exhortó a permanecer vigilantes y entregarse a la oración de manera que permanezcan quebrantados, humildes y felices en la buena obra de Dios en sus vidas.  
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¡Oh, qué diferente es el camino de la madurez cristiana señalada por Edwards al camino que la mayoría de los cristianos sigue hoy en día. Hay una especie de actitud arrogante hacia nuestra seguridad hoy en día. Hay poco de temor, poca vigilia, ímpetu, cuidado y vigilancia sobre nuestras almas. Hay una especie de actitud informal, negligente y descuidada hacia la posibilidad de que podamos hacer naufragio de nuestra fe y no echarle mano de la vida eterna. Tenemos la noción de que la seguridad es una especie de cosa mecánica, automática. Oramos una vez para recibir a Jesús. Somos salvos y no hay lugar para "ocuparnos de (nuestra) salvación con temor y temblor" (Fil. 2:12). Eso no es lo que Edwards vio en la Biblia.  
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¡Oh, qué diferente es el camino de la madurez cristiana que señaló Edwards del camino que la mayoría de los cristianos sigue hoy en día! Existe una especie de actitud arrogante hacia nuestra seguridad hoy en día. Existe poco de temor, poca vigilia, sinceridad, cuidado y vigilancia de nuestras almas. Existe una especie de actitud informal, negligente y descuidada con respecto a la posibilidad de que naufraguemos en nuestra fe y fallemos en aferrarnos a la vida eterna. Tenemos la idea de que la seguridad es algo mecánico y automático. Hicimos la oración una vez para recibir a Jesús, somos salvos y no hay lugar para "ocuparnos de (nuestra) propia salvación con temor y temblor" (Fil. 2:12). Eso no es lo que Edwards vio en la Biblia.  
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Por lo tanto, el le ruega a su pueblo, y yo les ruego a ustedes, que "mantengan la presencia de Dios". No es automático. El texto de Edwards es 2 Crónicas 15:1-2, que contiene las palabras: "El Señor. Si tú le buscas, el será hayado por tí, pero si le abandonas, él te abandonará". Dado que no queremos que Dios nos abandone, debemos ser vigilantes sobre nuestras almas para que no le abandonemos. Es cierto que Dios nunca abandonará a Sus propios hijos. Pero la prueba de que somos Sus hijos es que El obra en nosotros la vigilancia para no abandonarlo. El no abandono de Dios es el trabajo que El hace en nosotros para evitar que Lo abandonemos (Fil. 2:12-13).  
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Por lo tanto, Edwards ruega a su pueblo, y yo les ruego a ustedes, que "conserven la presencia de Dios". No es algo automático. El texto que Edwards señala es 2 Crónicas 15:1-2, que dice: "El SEÑOR estará con vosotros mientras vosotros estéis con Él. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará”. Puesto que no queremos que Dios nos abandone, debemos vigilar nuestras almas no sea que le abandonemos. Es cierto que Dios nunca abandonará a sus propios hijos. Pero la prueba de que somos sus hijos es que Él obra en nosotros para que seamos vigilantes y no le abandonemos. Dios no nos abandona porque obra en nosotros para evitar que lo abandonemos (Fil. 2:12-13).  
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Lo más sorprendente en este sermón que era nuevo para mí, fue la advertencia de que, incluso el contemplar a Cristo puede ser una trampa. Esto parece poco probable porque en 2 Corintios 3:18 Pablo dice: "Todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando unánimes la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen de un grado de gloria a otro". En otras palabras, ver la gloria de Cristo en el evangelio es un gran medio de llegar a ser como Jesús. Así es como somos santificados - viendo a Cristo.  
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Lo más impactante en este sermón y que era nuevo para mí, fue la advertencia de que, incluso el contemplar a Cristo puede ser una trampa. Esto parece poco probable ya que en 2 Corintios 3:18 Pablo dice: "Todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando unánimes la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen de un grado de gloria a otro". En otras palabras, ver la gloria de Cristo en el evangelio es un excelente medio para llegar a ser como Jesús. Así es como somos santificados, viendo a Cristo. ¿Por qué entonces Edwards nos advierte que ver a Cristo puede ser una trampa? Lo hizo debido a lo que leyó nueve capítulos más adelante en 2 Corintios 12:7-10. Pablo dice que estuvo "inmerso en el paraíso" (v. 3) y que se le había dado "visiones y revelaciones del Señor" (v. 1). Luego dice que a causa de estas visiones y revelaciones del Señor, se le ha dado una "espina en la carne" (v. 7) para evitar que se enaltezca. Pablo suplicó al Señor que se la quitara (v. 8), pero el Señor dijo que su propia gracia brillará más intensamente en la debilidad de Pablo causada por la espina a que si estuviera entero.  
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Así que, ¿por qué Edwards nos advierte que ver a Cristo puede ser una trampa? Lo hizo debido a lo que leyó nueve capítulos más adelante en 2 Corintios 12:7-10. Pablo dice ahí que él ha estado "inmerso en el paraíso" (v. 3) y que se le había dado "visiones y revelaciones del Señor" (v. 1). Luego dice que a causa de estas visiones y revelaciones del Señor, se le ha dado una "espina en la carne" (v. 7) para evitar que se envanezca. Pablo suplicó al Señor que se la quitara (v. 8). Pero el Señor dijo que Su propia gracia brillará más intensamente en la debilidad de Pablo causada por la espina a que si el estuviera entero.
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Esto significa que las visiones de Pablo del Señor eran peligrosas para su alma. Tuvo que ser lisiado por una espina para que estas visiones no le hicieran daño. Esta es la manera en que Edwards lo dice:
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Esto significa que las visiones de Pablo del Señor eran peligrosas para su alma. Tuvo que ser lisiado por una espina para que estas visiones no le hicieran daño. Esta es la forma en que Edwards lo dice:  
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Existe un gran peligro. Sé que altos grados de la presencia espiritual de Dios tienden en gran manera a frenar y mantener bajo el orgullo. Sin embargo, no todo es gracia. Y aunque en estos casos habrá mucho que frenar de una manera, así habrá mucha tentación y provocación que vendrá de otra manera. Las tentaciones en estos casos son a menudo extremas. El ser muy amado y exaltado por Dios tiende a alimentar el orgullo de sobremanera, si es que queda algo. El mismo apóstol Pablo no estaba fuera de peligro (2 Cor. 12:7).
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Hay un gran peligro. Sé que grandes grados de la presencia espiritual de Dios tienden en gran manera a frenar y mantener bajo el orgullo. Pero sin embargo, no es toda la gracia. Y aunque en estos casos habrá mucho para frenar de alguna manera, así hay mucho para tentar y provocar de otra manera. Las tentaciones en estos casos son a menudo muy grandes. El ser muy amado y exaltado por Dios tiende a alimentar el orgullo a sobremanera, si es que queda algo. El mismo apóstol Pablo no estaba fuera de peligro (2 Cor. 12:7).  
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En otras palabras, el peligro del orgullo espiritual es tan sutil que incluso debemos estar atentos en el lugar de mayor santificación: viendo la gloria del Señor. Si hay algún remanente de orgullo en nosotros, incluso la gloria pura puede torcerse para alimentarlo.  
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En otras palabras, el peligro del orgullo espiritual es tan sutil que incluso debemos estar atentos en el lugar de mayor santificación - viendo la gloria del Señor. Si hay algún remanente de orgullo en nosotros, incluso la gloria pura puede ser distorsionada para alimentarle.  
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Por lo tanto, les exhorto, y a mí mismo, con las palabras de Jonathan Edwards: "Será necesario tener la mayor vigilia imaginable con respecto a este asunto y suplicar con toda honestidad al gran escudriñador de corazones: porque aquel que se fía de su propio corazón es un necio" (Works, vol. 22, pág. 531)
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Por lo tanto, les exhorto, y a mi mismo, en las palabras de Jonathan Edwards: "Será necesario tener la mayor vigilia imaginable con respecto a este asunto, y muy seriamente pedirle al gran buscador de corazones: "porque aquel que confía en su propio corazón es un tonto" (Works, vol. 22, pag. 531)
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Última versión de 16:22 12 dic 2012

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Sobre esta Traducción
English: Keep the Presence of God

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Por John Piper sobre Orgullo

Traducción por Ileana Fernandez Oakes


Mientras estaba de vacaciones, guardaba una copia de los sermones de Jonathan Edwards en mi mesita de noche a manera de ir a dormir con la mente centrada en Dios. Uno de esos sermones se llamaba "Keeping the Presence of God" (Conservando la presencia de Dios). El sermón se predicó en un día de ayuno en toda la colonia, en abril de 1742. La segunda ola del primer gran despertar había alcanzado la cúspide en los alrededores y Edwards observaba las consecuencias buenas y malas del avivamiento. Vio peligros espirituales acechando por todas partes. Al año siguiente, mientras predicaba su famosa serie sobre los afectos religiosos, se convertiría en el analista y estudioso de corazones humanos más prudente que haya despertado durante el avivamiento. Lo que vio en esos corazones era mixto.

Así que en este sermón, "Conservando la presencia de Dios", su objetivo era estimular a los cristianos del avivamiento a estar atentos de manera que su exuberancia no se convierta en orgullo. Los exhortó a permanecer vigilantes y entregarse a la oración de manera que permanezcan quebrantados, humildes y felices en la buena obra de Dios en sus vidas.

¡Oh, qué diferente es el camino de la madurez cristiana que señaló Edwards del camino que la mayoría de los cristianos sigue hoy en día! Existe una especie de actitud arrogante hacia nuestra seguridad hoy en día. Existe poco de temor, poca vigilia, sinceridad, cuidado y vigilancia de nuestras almas. Existe una especie de actitud informal, negligente y descuidada con respecto a la posibilidad de que naufraguemos en nuestra fe y fallemos en aferrarnos a la vida eterna. Tenemos la idea de que la seguridad es algo mecánico y automático. Hicimos la oración una vez para recibir a Jesús, somos salvos y no hay lugar para "ocuparnos de (nuestra) propia salvación con temor y temblor" (Fil. 2:12). Eso no es lo que Edwards vio en la Biblia.

Por lo tanto, Edwards ruega a su pueblo, y yo les ruego a ustedes, que "conserven la presencia de Dios". No es algo automático. El texto que Edwards señala es 2 Crónicas 15:1-2, que dice: "El SEÑOR estará con vosotros mientras vosotros estéis con Él. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará”. Puesto que no queremos que Dios nos abandone, debemos vigilar nuestras almas no sea que le abandonemos. Es cierto que Dios nunca abandonará a sus propios hijos. Pero la prueba de que somos sus hijos es que Él obra en nosotros para que seamos vigilantes y no le abandonemos. Dios no nos abandona porque obra en nosotros para evitar que lo abandonemos (Fil. 2:12-13).

Lo más impactante en este sermón y que era nuevo para mí, fue la advertencia de que, incluso el contemplar a Cristo puede ser una trampa. Esto parece poco probable ya que en 2 Corintios 3:18 Pablo dice: "Todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando unánimes la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen de un grado de gloria a otro". En otras palabras, ver la gloria de Cristo en el evangelio es un excelente medio para llegar a ser como Jesús. Así es como somos santificados, viendo a Cristo. ¿Por qué entonces Edwards nos advierte que ver a Cristo puede ser una trampa? Lo hizo debido a lo que leyó nueve capítulos más adelante en 2 Corintios 12:7-10. Pablo dice que estuvo "inmerso en el paraíso" (v. 3) y que se le había dado "visiones y revelaciones del Señor" (v. 1). Luego dice que a causa de estas visiones y revelaciones del Señor, se le ha dado una "espina en la carne" (v. 7) para evitar que se enaltezca. Pablo suplicó al Señor que se la quitara (v. 8), pero el Señor dijo que su propia gracia brillará más intensamente en la debilidad de Pablo causada por la espina a que si estuviera entero.

Esto significa que las visiones de Pablo del Señor eran peligrosas para su alma. Tuvo que ser lisiado por una espina para que estas visiones no le hicieran daño. Esta es la manera en que Edwards lo dice:

Existe un gran peligro. Sé que altos grados de la presencia espiritual de Dios tienden en gran manera a frenar y mantener bajo el orgullo. Sin embargo, no todo es gracia. Y aunque en estos casos habrá mucho que frenar de una manera, así habrá mucha tentación y provocación que vendrá de otra manera. Las tentaciones en estos casos son a menudo extremas. El ser muy amado y exaltado por Dios tiende a alimentar el orgullo de sobremanera, si es que queda algo. El mismo apóstol Pablo no estaba fuera de peligro (2 Cor. 12:7).

En otras palabras, el peligro del orgullo espiritual es tan sutil que incluso debemos estar atentos en el lugar de mayor santificación: viendo la gloria del Señor. Si hay algún remanente de orgullo en nosotros, incluso la gloria pura puede torcerse para alimentarlo.

Por lo tanto, les exhorto, y a mí mismo, con las palabras de Jonathan Edwards: "Será necesario tener la mayor vigilia imaginable con respecto a este asunto y suplicar con toda honestidad al gran escudriñador de corazones: porque aquel que se fía de su propio corazón es un necio" (Works, vol. 22, pág. 531)



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