Considérense los unos a otros, como estimular el amor

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English: Consider Each Other How to Stir Up Love

© Desiring God

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Por John Piper sobre Comunión y Hospitalidad
Una parte de la serie Hebrews

Traducción por Adriana Quintero


Hebreos 10:23-25

Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; 24 y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.

Contenido

¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?

Cuando nos levantamos por la mañana y enfrentamos el día, ¿qué nos decimos a nosotros mismos acerca de nuestras esperanzas para el día? Cuando observamos desde el principio hasta el fin del día, ¿qué es lo que queremos que suceda porque hemos vivido? ¿Qué diferencia quiere que haga su vida? Cuando usted observa desde el principio hasta el fin del día, ¿qué es lo que quiere que suceda porque usted ha vivido? ¿Qué influencia queremos que tenga nuestra vida?

Si decimos: "Yo ni siquiera pienso así, solo me levanto y hago lo que tengo que hacer", entonces nos separamos de un medio básico de gracia y de una fuente de orientación, fortaleza, creatividad y alegría. Está clarísimo en la Biblia, al igual que en este texto, que Dios desea que nosotros conscientemente aspiremos a algo significativo en nuestros días. La voluntad revelada de Dios para nosotros es que cuando nos levantemos por la mañana no andemos sin rumbo durante el día y no dejemos simplemente que solo las circunstancias dicten lo que hagamos, sino que aspiremos a algo —que nos enfoquemos en cierto tipo de propósito—. Me refiero a niños y adolescentes, y a adultos —solteros, casados, viudos, madres y adultos de todo oficio—.

No tener un objetivo es semejante a no tener vida. Las hojas muertas en el traspatio pueden desplazarse más que cualquier otra cosa, más que el perro, más que los niños. Si el viento sopla en cierta dirección, ellas se desplazan en esa dirección. Si el viento cambia de dirección, ellas cambian de dirección. Caen, rebotan, saltan, se pegan a una cerca, pero no tienen ningún propósito. Están llenas de movimiento y vacías de vida.

Dios no creó a los seres humanos a Su imagen para que no tuvieran ningún rumbo, como hojas muertas que se desplazan por el traspatio de la vida. Él nos creó para que tuviéramos un propósito —para que tuviéramos un enfoque y un objetivo para todos nuestros días—. Y esto no es opresivo. No es esclavitud. No es agotador. Descubrir para qué fuimos creados y proceder con todo el poder de Dios (Colosenses 1:29) es liberador (Gálatas 5:13) y es estimulante. Jesús dijo: "Mi comida es hacer la voluntad del que me envió" (Juan 4:34). ¡Comida! Aspirar día a día a hacer lo que fuimos destinados a hacer es como comer: da vida y energía, en lugar de quitarla. Tarde o temprano moriremos si hacemos lo que fuimos destinados a hacer.

Podemos ser jóvenes o viejos. Eso es decisión de Dios, no nuestra. Pero cuando morimos haciendo lo que fuimos destinados a hacer morimos bien y plenos.

El objetivo y el enfoque de nuestras vidas como cristianos

1. Recibamos nuestra esperanza

¿Pueden considerar conmigo lo que estos tres versículos nos enseñan del objetivo y del enfoque de nuestras vidas como cristianos? Dios puede usar esos versículos para traer un enfoque clarísimo a nuestras vidas. Él puede usarlos para quitar toda la confusión y para darnos una claridad lúcida, brillante, precisa y resplandeciente sobre el propósito de nuestros días.

Primero, el versículo 23 dice: "Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió". Ahora bien, eso no es algo que hacemos con nuestras manos o con nuestros pies. No vamos a la cocina para hacer esto, o al estudio, o al otro lado de la calle o a la escuela. Esto no se hace donde cualquiera pueda verlo. Esto es un asunto del corazón. Recibamos nuestra esperanza. Aceptemos nuestra esperanza. Seamos persona llenas de esperanza. Tengamos esperanza en Dios, porque Dios nos ha hecho promesas y Él es fiel. Él prometió escribir Sus leyes en nuestro corazón (10:16) y obrar en nosotros lo que es agradable delante de Él (13:21); Dios prometió nunca más acordarse de nuestros pecados e iniquidades (10:17); Dios prometió que nos hará perfectos por siempre mediante un único sacrificio (10:14); Dios prometió que nunca nos dejará ni nos desamparará (13:5); y Dios prometió traer bien de todo nuestro dolor (12:10). Y Él cumple Su palabra.

Pero eso no nos proporciona un enfoque suficiente para el día. Dios no nos creó para que nos acurrucáramos debajo de las cobijas y para que tuviéramos esperanza en Dios todo el día en la cama. Sin algún efecto en nuestra vida, la esperanza en Dios sería invisible y no daría ninguna gloria pública al poder de Dios, ni a Su sabiduría, ni a Su bondad ni a Su confiabilidad. Si la acción de tener esperanza en Dios fuera el único objetivo para el cual Él nos creó, entonces el versículo 24 sería palabras fútiles, pero no lo son. Dios nos creó, en primer lugar, para que tuviéramos esperanza en Él, y luego para que hiciéramos visible esa esperanza por medio del efecto que esta tiene en nuestra vida. Ese efecto está descrito en el versículo 24 y debe ser el enfoque de nuestra vida diaria. Por eso nos levantamos cada día.

2. Estimulémonos unos a otros al amor y a las buenas obras

Leamos eso en el versículo 24: "Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras". Ese es el propósito para nuestra vida. Como cristianos esto es a lo que aspiramos desde la mañana hasta la noche. Observemos cuidadosamente que eso no se refiere a lo que podríamos esperar. No expresa que consideremos cómo amarnos unos a otros y hacer buenas obras. Eso sería bíblico y correcto, pero nos referimos a algo diferente: "Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras". Centrémonos en ayudar a los demás a ser personas amorosas. Busquemos estimular a los demás a hacer buenas obras. Y, desde luego, eso significa asimismo que si los demás necesitan ayuda y estimulo nosotros también. Por lo tanto, apuntaríamos a las maneras en que podemos pensar, sentir, hablar y actuar para estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. El propósito de nuestras vidas no es solo amar y hacer buenas obras, sino también ayudar a estimular a los demás al amor y a las buenas obras.

3. Considerémonos unos a otros

Pero seamos más precisos. Hay algo en este texto que es muy difícil de traducir a nuestra lengua. La palabra "considerar", ("Consideremos cómo...") es utilizada otra vez en el libro, a saber, en Hebreos 3:1, donde el escritor dice: "Considerad a Jesús". Es decir, observarlo, pensar en él, enfocarse en él, estudiarlo, ocupar nuestra mente en él. "Jesús" es el objeto directo del verbo "considerar". "Considerad a Jesús". ¿Considerar qué? Considerar a Jesús. Pues en Hebreos 10:24 la gramática es la misma: el objeto directo de la palabra "considerar" es "unos a otros". Literalmente dice: "Considerémonos unos a otros".

¿Considerar qué?

Considerarnos unos a otros. Pero esto es casi imposible de traducir a nuestra lengua con el resto de la oración porque sería muy irregular. Tendría que ser algo como esto: "Considerémonos unos a otros a la estimulación del amor y de las buenas obras". Es un uso de la lengua terrible —es un buen orden griego de las palabras, pero un uso terrible de nuestra lengua—. Lo mejor que podemos hacer, al parecer, es decir: "Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras".

Pero yo quiero que comprendamos el matiz del original para que podamos sentir la fuerza de esto como objetivo y enfoque diarios para nuestra vida. Este es, literalmente, el llamado de Dios, que nos consideremos unos a otros, es decir, mirarnos unos a otros, pensar unos en otros, enfocarnos unos en otros, estudiarnos unos a otros, ocupar nuestra mente unos en otros. El objetivo de este enfoque en los demás es pensar en maneras de estimularlos al amor y a las buenas obras.

Pensemos en los adolescentes, por ejemplo. Hay muchísimos adolescentes en Belén que están vivos para Dios. Hemos sentido el amor de Dios por nosotros y hemos experimentado el poder de Su perdón. Deseamos hacer Su voluntad. Sin embargo, como la mayoría de las personas, nos levantamos muchos días y sentimos que no tenemos un propósito. ¿Qué sentido tiene? ¿Para qué estudiar? ¿Para qué trabajar? Nos decaemos durante el día y tratamos de sentirnos bien con música, con comida y con amigos, pero no sentimos que haya algún sentido o algún propósito.

Los invito a que escuchen la palabra de Dios en Hebreos 10:24. Cuando nos levantemos en la mañana, consideremos a los demás —pensemos en ellos, tengámoslos en cuenta, razonemos sobre ellos, meditemos sobre ellos, reflexionemos sobre ellos— con este objetivo consciente: ¿Qué podemos hacer hoy para que ellos sean estimulados al amor y a las buenas obras? Ahora bien, existe una razón para vivir y un propósito para todos los días que nunca será aburrido. Cada día es nuevo y distinto. La gente cambia, al igual que sus circunstancias. Nosotros cambiamos. No obstante, el llamado es el mismo: considerar, considerar y considerar a las personas con quienes trataremos hoy. ¿Cómo son ellas? ¿Cómo somos nosotros? ¿Cómo será la situación? ¿Qué ayuda a una persona a ser amorosa? ¿Cuál es el origen de las buenas obras verdaderas? Esta es la razón para vivir que tiene un enfoque suficiente para ser práctica y una grandeza suficiente para durar toda la vida.

Congreguémonos y animémonos unos a otros

Veamos el pasaje para encontrar la respuesta de cómo emprender esto. El versículo 24 nos da el enfoque y el objetivo: "Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras". Luego el versículo 25 nos da las instrucciones, el cómo; dice: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros". Nos dice dos cosas: la primera, que no dejemos de congregarnos; la segunda, que nos exhortemos unos a otros.

Cuando estaba creciendo escuchaba que se referían a este versículo a menudo como un argumento para la asistencia regular a los servicios de adoración. "No dejen de congregarse, vengan a la iglesia con regularidad". Y esa no es una aplicación incorrecta de ese pasaje, ya que una de las más importantes maneras de exhortación y de estimulación la recibimos de la predicación de la Palabra de Dios en el poder del Espíritu de Dios (Hebreos 13:22 llama el Libro de Hebreos la "palabra de exhortación").

Pero en el contexto, el tipo de congregación a la vista parece ser aquel en el cual los miembros se "exhortan unos a otros". El versículo 25 es clarísimo: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros". El "unos a otros" indica que existe algo mutuo. Los unos exhortan a los demás y los demás exhortan a los unos. Cada uno hace o dice algo que exhorta. Si preguntamos a qué corresponde eso en nuestra iglesia, yo diría que los grupos pequeños es lo más cercano —es la razón por la que considero que este ministerio es absolutamente indispensable—. Soy gran partidario de la predicación. Hay algo en la Palabra de Dios que pide que se anuncie, que se proclame y que sea motivo de regocijo —también que se discuta y que se enseñe—. Pero no tengo ninguna ilusión de que la predicación sea suficiente en la vida de los creyentes. El Nuevo Testamento, y en especial este Libro de Hebreos, nos exhorta una y otra vez a un tipo de ministerio mutuo en el que todos los creyentes exhorten a los demás.

Por lo tanto, les pido que reflexionemos sobre nuestra vida: ¿Cuál es nuestra situación con respecto al versículo 25? Hay dos grupos: aquellos que se congregan para exhortarse unos a otros y aquellos que han creado la costumbre de no congregarse. Veamos esta pequeña frase del versículo 25: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre". La no participación en un grupo pequeño puede crear una costumbre. ¿Cuál es nuestra costumbre?

David Livingston aparece al reverso del folleto de adoración como "pastor de ministerios de adultos y grupos". Eso significa que él está aquí para ayudarnos a terminar la costumbre de no participar en grupos pequeños. Dios nos está llamando, a través de Su Palabra, a terminar la costumbre de la falta de participación y a fortalecer la costumbre de participar en la congregación de grupos pequeños donde se animan unos a otros. No es la única manera de estimular a los demás al amor y a las buenas obras, pero es la manera enfatizada en este pasaje.

¿Qué tipo de ánimo?

Solo nos queda una última pregunta: ¿Qué tipo de ánimo estimula a los demás al amor y a las buenas obras? No es obvio para algunos que esta pregunta tenga que ver con Dios. Mucha gente piensa que el amor y las buenas obras son cosas buenas que buscar, y muchos dirían que animar a los demás es la manera de hacerlo —y quizás ni sean cristianos—. O quizás son cristianos que se enfocan muy poco en Dios. Por ejemplo, en el diario de ayer, una iglesia fue descrita de esta manera: "Mientras [el pastor] hablaba de enviar a misioneros, la sensación era que su congregación existía para elevar la autoestima de sus miembros". Sea esa o no una descripción precisa de esa iglesia, el punto es este: muchas iglesias tratan de estimular el amor y las buenas obras de esa manera.

Pero esa no es la manera bíblica. La clave para estimular el amor bíblicamente está expresada en el versículo 23: "Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió". La clave para el amor, en el Nuevo Testamento —el tipo de amor que engrandece a Dios y no al hombre—, es la esperanza arraigada en la fidelidad de Dios. ¡Recibamos nuestra esperanza! ¡Valoremos nuestra esperanza! Porque Dios es fiel. Él cumple Sus promesas. Sin este tipo de esperanza, que nos sostenga día a día a través de todas las frustraciones desalentadoras y las decepciones aplastantes, no tendríamos ninguna fuerza, ninguna energía ni alegría para alentar a nadie al amor y a las buenas obras. Pero si confiamos en Dios, y no en nosotros mismos, siempre tendremos algo alentador y esperanzador para decir, a saber: "Podemos confiar en Dios, podemos confiar en Dios. No tengo fuerza, pero podemos confiar en Dios".

Recursos para una situación difícil

Permítanme concluir con un ejemplo que aparece nueve versículos más adelante. ¿Cómo haríamos para alentar y sostener el amor de nuestro grupo pequeño si algunos de los miembros fueran a dar a la cárcel en un entorno hostil? Eso es lo que sucedió aquí. Y el resto del grupo sabía que si iban a visitarlos a la cárcel —una reunión de grupo pequeño en la cárcel— todos tendrían graves problemas. ¿Dónde podríamos obtener los recursos —el valor y la gracia para poner nuestra vida y nuestras pertenencias en peligro— para ir a alentar a nuestros hermanos y hermanas en prisión?

Para la respuesta veamos los versículos 34 y 35: "Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes". Fueron a verlos y se metieron en graves problemas. ¿Dónde obtuvieron ese valor para amar y para alentar a amar? Siguiente frase: ". . .sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión". Es decir, porque nos aferramos a la profesión de nuestra esperanza. Recibimos nuestra esperanza. Valoramos nuestra esperanza en Dios por encima del valor actual de nuestro hogar y de nuestros bienes, e incluso de nuestra vida. El versículo 35 dice: "Por tanto", y repite lo que dice el versículo 23, "no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa". Esto es lo que nos exhorta a arriesgar nuestra vida, y este es el mensaje que hay que llevarles. Dicho mensaje estimulará el amor en ellos, porque lo estimuló en nosotros.

En resumen:

1) Que el objetivo de nuestra vida sea considerar a los demás —estudiarlos, conocerlos, entenderlos— con el fin de estimularlos al amor y a las buenas obras. 2) Asegurémonos de lograr esto al congregarnos a menudo con otros creyentes con el propósito específico de alentarnos unos a otros. 3) Que el corazón de esa exhortación recuerde cuán grande es nuestra esperanza en Cristo y que podemos confiar en Dios.

Y al ver que el final de la era se aproxima, el versículo 25 dice que hagamos esto mucho más, no menos. ¿Por qué? Como dijo Jesús: "Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo" (Mateo 24:12-13).


Citas bíblicas tomadas de LBLA.


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