Criando a los hijos para la Gloria de Dios, Primera Parte

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English: Parenting for the Glory of God, Part 1

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Por John Piper sobre Crianza de los Hijos
Una parte de la serie Exalt '94 Cincinnati OH

Traducción por Luximar Arenas Petty


Como había pensado y orado acerca de la tarea que me fue asignada en estos dos mensajes (hoy y mañana), lo que creo que debería hacer es entrelazar tres realidades juntas: adoración, porque es el tema de Exaltar 94; la crianza de los hijos, porque en eso consiste el ser padres; y Dios, porque Él es la realidad Suprema en cada conferencia y seminario y la vida de todo.

Un texto bíblico donde estas tres realidades están claramente entrelazadas es el Salmo 78:1-7.

1Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. 2En parábolas abriré mi boca; hablaré cosas escondidas desde tiempos antigüos, 3que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. 4No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, su poder y las maravillas que hizo. 5Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos; 6para que la generación venidera lo supiera, aún los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos, 7para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos;

Observe tres aspectos cruciales:

1. Hay que transmitir el mensaje de padres a hijos.

Versículo 5: “Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos”.

2. El contenido del mensaje es la verdad acerca de Dios.

Versículo 4: “No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, su poder y las maravillas que hizo”.

3. El propósito de este mensaje de verdad es una vida de confianza en Dios.

Versículo 7: “… para que ellos pusieran su confianza en Dios”.

En primer lugar, está la realidad de Dios, el tesoro más importante, la herencia más importante, el legado más importante del mundo.

En segundo lugar, está la relación entre padres e hijos diseñada por Dios como el medio principal para transmitir la verdad de una generación a otra.

Y en tercer lugar, está el propósito de transmitir el mensaje, el cual no es sólo contenido en la cabeza, sino una profunda confianza en el corazón. Y yo creo que nosotros no nos equivocaríamos en llamar el propósito de esta transmisión adoración. Nuestro objetivo como padres no es simplemente almacenar en las cabezas de nuestros hijos el conocimiento acerca de Dios, sino inspirar el corazón de nuestros hijos a adorar a Dios.

Esa es mi mayor preocupación en estos dos mensajes, describir la adoración y al Dios de la adoración y el proceso de transmitir la adoración, que nuestros hijos crezcan no sólo conociendo acerca de Dios sino que puedan adorar al Dios que ellos conocen.

Principio # 1: La primacía de la influencia inconsciente.

Noventa y nueve por ciento de las acciones que usted lleva a cabo y que influyen en sus hijos son acciones no premeditadas. Hay cientos, quizás miles de ellas cada día. Sus expresiones faciales, su postura, su tono de voz, sus gestos, sus respuestas hacia el perro o al clima, y la crisis deslizante, y el grifo que gotea, y el esposo que llega tarde, las noticias de la televisión, y otras cientos de expresiones espontáneas que reflejan quien es usted realmente. Noventa y nueve por ciento del comportamiento que influye en sus hijos no es premeditado.

Principio # 2: El poder contagioso de un ejemplo feliz.

Sus hijos lo más probable es que imitarán lo que ellos ven que lo hace a usted más feliz, no lo que oyen que usted les dice que hagan o aún lo que ellos le ven hacer pero que a usted no le gusta hacer. Principalmente, imitarán lo que ellos le ven hacer que parece que lo hace más feliz.

Las implicaciones de estos dos principios son que como padres debemos dedicar nuestra mayor energía en llegar a ser un cierto tipo de persona, no tratar de dominar estrategias de crianza. Nunca funcionará. Nunca dejará de producir el 99% de las acciones que influyen en sus hijos de forma espontánea. Se volvería loco si trata de sopesar varias opciones antes de los cientos de acciones por minutos que conforman su día y sus relaciones. Su única esperanza, si desea influenciar a sus hijos a favor de Dios, es ser un cierto tipo de persona aferrada con Dios, que cuando reaccione espontáneamente lo que ellos vean sea a Dios.

Y si sus hijos imitan lo que realmente le hace más feliz, entonces la prioridad como padres debe ser encontrar su más profunda satisfacción en Dios, para que su gozo en El desborde en lo que dice y hace.

Con esto en mente déjeme tratar de abordar este gran cúmulo de temas: adoración, la crianza de los hijos y Dios.

Contenido

La esencia y magnitud de la adoración

Lo que encuentro en el Nuevo Testamento es una indiferencia impresionante de las formas externas y los lugares de adoración, y al mismo tiempo una intensificación radical de la adoración como una experiencia íntima y espiritual la cual por consiguiente no tiene límites e impregna toda la vida, incluso el hogar y todo lo que sucede entre padres e hijos.

Así que lo que quiero tratar de hacer en lo que resta de nuestro tiempo en esta mañana es llegar a:

  1. La esencia de la auténtica, radical, experiencia íntima llamada adoración;
  2. Y por qué es que esta experiencia no sólo viene a expresarse en las reuniones de la congregación sino que también impregna la vida cotidiana.

Mi respuesta de antemano es que lo esencial, lo vital, lo indispensable, de un corazón dispuesto a adorar es la experiencia de estar satisfechos con Dios. Y la razón de que esta adoración impregna toda la vida es que todo comportamiento cristiano está debidamente motivado por la sed de una mayor satisfacción en Dios.

La exuberancia infinita de Dios por sí mismo

Ahora déjeme tratar de llevarlo conmigo en un proceso de reflexión bíblica que espero lo convencerá que estas son cosas verdaderas.

Comienzo con Dios. La raíz de nuestra pasión y sed por Dios es su propia exuberancia infinita de sí mismo. El origen de mi búsqueda por satisfacción en la gloria de Dios es el celo de Dios que su propia satisfacción en su propia gloria de ser conocida y compartida por su pueblo.

Dios está infinitamente comprometido a preservar y mostrar su gloria en todo lo que Él hace desde la creación hasta la redención. Y en este compromiso vemos su celo y amor y satisfacción en su gloria.

Dios crea para su gloria.

Isaías 43:6-7 “Diré al norte: "Entrégalos;" y al sur: "No los retengas." Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho”.

Dios elige a Israel para su gloria.

Jeremías 13:11 “Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá"--declara el SEÑOR--"a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon”.

Dios los rescata de Egipto para su gloria.

Salmos 106:7-8 “Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo. No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder”.

Dios refrena su ira en el exilio para su gloria.

Isaías 48:9,11 “Por amor a mi nombre contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo contigo a fin de no destruirte… Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro”.

Dios envía a Cristo a la tierra para su gloria.

Romanos 15:8-9 “… Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios… y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia”.

Juan 17:1 “… Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti.”

Dios envía su hijo por segunda vez para su gloria.

2 Tesalonicenses 1:8-10 “… y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros.”

En otras palabras Dios está satisfecho de manera rebosante y sin ninguna vergüenza con su propia gloria que dedica todas sus energías para hacer que su gloria sea conocida. La creación del universo, la historia de la redención y la consumación de todas las cosas son dirigidas en última instancia por esta gran pasión en el corazón de Dios – regocijarse por completo en su propia gloria por lo que es conocido y alabado en todas las naciones.

Una y otra vez en los Salmos Dios ordena que su gloria sea proclamada entre las naciones. Salmos 96:3 “Contad su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos”. Y luego ordena a los pueblos alabar su gloria. Salmos 117:1, “Alabad al SEÑOR, naciones todas; alabadle, pueblos todos”.

¿Es esto amor?

Y ahora reflexione en esto por un momento. ¿No es el entusiasmo desbordante de Dios sobre su propia gloria la raiz y fundamento del nuestro; si Dios esta tan satisfecho con su gloria que Él hace de su manifestación el objetivo de todo lo que hace, entonces no es su propia satisfacción en sí mismo la raíz de nuestra satisfacción en Él?

Pero exponiéndolo así no se llega al fondo del asunto. Para llegar al fondo del asunto necesitamos preguntarnos por qué es un acto de amor para Dios ser tan auto-glorificado; y por qué, si venimos a compartir su satisfacción en sí mismo, es la esencia y el centro de la adoración.

Dios debe darse a sí mismo

La respuesta a la primera pregunta – Por qué es un acto de amor para Dios ser tan auto-glorificado que Él hace todo lo que hace para su propia gloria – vino a mí con la ayuda de C.S. Lewis cuando yo estaba examinando el hecho que en Efesios 1:6, 12 y 14 Pablo dice que Dios lleva a cabo todas sus obras de redención de tal manera que nosotros podamos alabar su gloria. En sus primeros días como cristiano, Lewis estaba molesto por los mandamientos de Dios para alabarle. Le parecían vanos.

Pero entonces vio algo absolutamente crucial que muestra por qué esto no es vano de hacer sino algo profundamente amoroso de Dios. He aquí la visión de suma importancia que él escribió:

El hecho mas obvio acerca de alabar… se me escapo extrañamente… yo nunca me había dado cuenta que todo el gozo desborda espontáneamente en alabanza… El mundo resuena con alabanzas – los enamorados alaban a sus amantes, los lectores su poeta favorito, los viajeros alaban el paisaje, los jugadores alaban su juego favorito – se alaba el tiempo, los vinos, las comidas, los actores, los caballos, las universidades, los países, los personajes históricos, los hijos, las flores, las montañas, las estampillas raras, escarabajos extraños, e incluso algunas veces a los políticos y académicos… Mi mayor dificultad acerca de la alabanza de Dios dependía en mi increíble negación a nosotros, respecto a lo supremamente valioso, lo que nos deleita hacer lo que en realidad no podemos dejar de hacer, acerca de todo lo demás que valoramos.

Yo creo que nos deleitamos en alabar que nos regocijamos porque la alabanza no simplemente expresa sino que completa el gozo; es la consumación de su proclamación. No está fuera de complemento que los enamorados se mantengan diciéndose el uno al otro cuán bellos son, el deleite está incompleto hasta que se expresa. (Reflexiones sobre los Salmos, págs. 93-95).

En otras palabras, la alabanza sentida y genuina no es incrustada artificialmente al gozo. Es la consumación del gozo. El gozo, en algunos bello o valioso, no está completo hasta que es expresado en una especie de alabanza.

Ahora, si Dios nos ama de la manera que la Biblia dice que Él nos ama entonces debe darnos lo que es mejor para nosotros. Y lo que es mejor para nosotros es Él mismo. Así que, si Dios se nos da a sí mismo, para nuestro gozo, y nada menos. Pero, si nuestro gozo –si nuestra satisfacción en Dios – está incompleta hasta que llegue el cumplimiento en alabanza, entonces Dios no sería amor si El fuese indiferente a nuestra alabanza. Y si Él no nos ordena alabarlo, Él no estaría ordenándonos estar satisfechos como podríamos estar, y eso no sería amor.

Así que lo que surge en la reflexión es que la auto exaltación de Dios - El hace todo para manifestar su gloria y ganar nuestra alabanza – no es falta de amor, es la única manera en la que un Dios infinitamente todo glorioso puede amar. Su mayor regalo de amor es darnos a compartir en la misma satisfacción que tiene en sí mismo, y entonces llamar esa satisfacción a su máxima consumación en la expresión de alabanza.

El amor de Dios es expresado reiteradamente por los mandamientos bíblicos que nos regocijemos en el Señor (Filipenses 4:6) y que nos deleitemos en el Señor (Salmos 37:4) y que sirvamos al Señor con alegría (Salmos 100:2) y que estemos alegres en el Señor (Salmos 32:11), y por la promesa múltiple que “en tu presencia hay plenitud de gozo; a tu diestra, deleites para siempre” (Salmos 16:11).

De todo esto concluyo que lo esencial, lo vital, lo indispensable, la definición esencial de adoración es la experiencia de estar satisfechos con Dios. Esto es el por qué Jesús y los apóstoles fueron impresionantemente indiferentes a las formas externas y tan radicales en la intención interior de la adoración auténtica y espiritual de adoración. Sin la experiencia de satisfacción sincera en Dios, las alabanzas son vanas. Si la alabanza genuina puede fluir de un corazón sin satisfacción en Dios, entonces la palabra “hipocresía” no tiene significado, y las palabras de Jesús carecen de sentido cuando Él dice, “este pueblo con los labios me honra, (es decir, con alabanzas), pero su corazón (es decir, su satisfacción) está muy lejos de mi”. (Mateo 15:8).

La satisfacción es nuestro servicio

La razón por la que la satisfacción en Dios es el centro de la adoración es que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él. Comprender esto es absolutamente crucial, porque hay muchas personas que creen que Dios es honrado por el cumplimiento obediente de las ordenanzas exteriores. Pero nosotros sabemos bien que no es así.

Si yo llego a casa con flores en mi aniversario de bodas y le digo a Noel que lo hice por obligación marital, ella no se sentirá tan honrada como si yo le dijera que amo hacerlo y que me hace feliz. De hecho, ella se siente honrada en proporción directa al grado en que para mi traer las flores y pasar la noche con ella me hace feliz.

Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos con Él.

Las implicaciones de esto son inmensas para el ministerio de la crianza de los hijos.



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