Cuando Dios retiene el sueño

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English: When God Withholds Sleep

© Desiring God

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Por Stacy Reaoch sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus

Cómo lidiar con noches inquietas

2:40 am. Los números rojos me miran a través de la oscuridad de la habitación, retándome a tratar de volver a dormir. Mientras me muevo y giro, tratando de ponerme cómoda, mi mente se enciende como si el gallo acabara de cantar. Antes de darme cuenta, mis pensamientos están en marcha, tratando de averiguar el horario del viaje compartido para la semana, o calculando cuándo tendré tiempo para terminar una tarea, o reproduciendo una conversación difícil. Eventualmente me quedo sintiéndome exhausta y frustrada al mismo tiempo. ¿Acaso Dios no da sueño a Su amado (Salmo 127:2)? ¿Por qué se ha convertido esto en una prueba de rutina para mí?

El insomnio ha sido el aguijón en mi carne por varios años. En algún momento en medio de despertarme en la noche para amamantar bebés o cuidar a un niño enfermo o atender a alguien que tuvo una pesadilla, mis ciclos de sueño se alteraron significativamente. Ser madre ha entrenado mi oído para despertar con el más mínimo ruido, y una vez que estoy despierta, mi mente se enciende y es difícil volver a apagarla.

Despierta en la noche

Ya sea que la causa sean niños, turnos de trabajo nocturnos o ansiedad, la batalla contra el insomnio es una prueba común. He intentado remedios naturales, ejercicio, tiempo de pantalla limitado, lectura e incluso medicamentos recetados para tratar de resolver el problema. Pero la mayoría de las veces, nada parece tener un efecto duradero. Una petición frecuente de oración mía es dormir mejor. Algunas noches, esa oración es contestada. Me siento como una mujer nueva cuando duermo continuamente durante seis horas o más. He llegado a estar profundamente agradecida por una buena noche de sueño. Pero la mayoría de las veces, dormir constantemente durante la noche ha sido una lucha —una lucha que puede hacerme sentir agotada y desanimada.

A veces, las palabras del Salmo 127:2 han dolido: “Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a Su amado dará Dios el sueño”. En mis peores momentos, he cuestionado el amor de Dios por mí. ¿Por qué haría esa promesa y luego me dejaría tantas noches inquietas?

Pero ¿qué pasa si Dios muestra Su amor por nosotros no solo a través del don del sueño, sino también a través del don del insomnio? ¿Podría Él usar noches de insomnio para acercarnos más a Sí Mismo? ¿Para depender de Él en cada momento del día?

Cuando cae la noche

Si has luchado para poner tu mente en reposo y dormir por la noche, es probable que hayas experimentado un poco de ansiedad antes de acostarte. Otra noche inquieta podría dificultar el cuidado de tus hijos, terminar la reunión de la junta con los ojos abiertos o tener la claridad mental para una entrevista.

Pero a medida que cae la noche, Dios ya conoce nuestras necesidades. Jesús nos recuerda que no debemos estar ansiosos por nuestra vida (Mateo 6:25-34) —y eso incluye las próximas ocho horas. Si Dios se preocupa por las criaturas más pequeñas que nos rodean, ¿cuánto más se preocupará por nosotros? La preocupación no beneficia nada, sino que nos roba la paz, la alegría y, a menudo, más horas de sueño.

En vez de ahogarnos en las preocupaciones del mañana, podemos meditar en las promesas de Dios de cuidarnos. Dios ya sabe cuántas horas de sueño necesitamos para funcionar al día siguiente. Él es nuestro Padre bueno y fiel. Podemos confiar en Él con nuestro sueño, o la falta de él. Podemos acostarnos para descansar, confiando en Aquel que nunca adormece ni duerme (Salmo 121:4), y pedirle que cumpla por nosotros las palabras de David: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo Tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).

Batalla de medianoche

Tal vez eres como yo. Generalmente no tengo problemas para conciliar el sueño. Los eventos del día y cuatro hijos me dejan completamente exhausta a la hora de dormir. Son esos ruidos durante la noche los que me despiertan y hacen que mi mente corra como el motor de un automóvil. ¿Qué podemos hacer en esos momentos? Hemos orado por una buena noche de descanso, pero aquí estamos nuevamente, despiertos.

El Salmo 119:147-148 nos da una idea de cómo podríamos pelear nuestra batalla de medianoche:

Me anticipé al alba, y clamé;

Esperé en Tu palabra.

Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,

Para meditar en Tus mandatos.

Es fácil despertarse y comenzar a tratar de resolver nuestros mayores problemas, o al menos el menú de la cena de la semana. ¿Por qué no te unes al salmista para pedir ayuda? En vez de dejar que nuestras mentes nos alejen de nuestro tan necesario sueño, tal vez podamos orar para que Dios nos ayude a confiarle nuestras preocupaciones. Y ya sea que el sueño llegue o no, podemos meditar en Sus promesas en vez de pensar en nuestros problemas.

Otro salmista escribió: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?”. Cuando abrimos los ojos en medio de la noche, podríamos hacer la misma pregunta. ¿De dónde viene nuestro socorro en las horas más oscuras de la noche? “[Nuestro] socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1-2).

Nuestra esperanza no está en ocho horas perfectas de sueño, sino en un Dios fiel en quien podamos confiar para sostenernos al día siguiente. Él promete darnos fuerza en nuestra debilidad y proporcionarnos Su gracia que nos basta (2 Corintios 12:9).

Mañana de ojos agotados

Mi oración constante para dormir toda la noche me ha hecho inclinarme hacia las promesas de Dios como nada más lo ha hecho. En medio de mis ojos agotados y mi cuerpo rezagado, soy presionada a confiar en Cristo por fuerzas. Mi falta de buen descanso me ha hecho depender de Dios de una manera que no lo haría si normalmente duermo bien durante siete horas.

Me encuentro dependiente de Él para tener fuerzas para levantarme y servir a mi familia cuando realmente quiero quedarme en cama una hora más. Dependiente de Él para tener paciencia con mis hijos cuando me siento extra irritable. Dependiente de Él para el autocontrol cuando tengo la tentación de consumir una montaña de azúcar y cafeína para seguir adelante. Dependiente de Él por el tiempo y el enfoque necesarios para terminar un proyecto o prepararme para el estudio bíblico. En cada uno de estos momentos, es hermoso ver nuestras propias deficiencias y darnos cuenta de nuestra necesidad por la gracia de Dios para que nos sostenga.

Nuestro gozo no proviene de la fuerza de una noche completa de sueño, sino de la fuerza que Dios nos da en Sí Mismo: “Bienaventurado el hombre que tiene en Ti sus fuerzas, en cuyo corazón están Tus caminos” (Salmo 84:5).

Nuestra esperanza pasada y futura

Jesús puede simpatizar con nuestro insomnio. La noche antes de Su crucifixión, pasó una noche agonizante despierto en el jardín de Getsemaní, rogándole a Dios que pasara la copa (Marcos 14:32-42). Sus propios amigos y discípulos le fallaron al quedarse dormidos cuando les pidió que se mantuvieran despiertos para orar. Los acontecimientos desalentadores del día venidero mantuvieron a Jesús despierto durante toda la noche. Él entiende nuestra angustia, nuestro cansancio, nuestra frustración. Su noche de insomnio vino en la cúspide de Él enfrentando el evento más insoportable de todos los tiempos —asumiendo el pecado del mundo.

Y debido a Su gran amor y sacrificio, tenemos la esperanza de que algún día nuestra falta de sueño sea cambiada por un descanso perfecto en la eternidad. A medida que nuestros cuerpos terrenales luchan contra la fatiga, recordamos que en el cielo ya no estaremos cansados. Dios nos dará nuevos cuerpos que estarán perfectamente descansados ​​en Él.

Mientras tanto, Dios tiene un propósito en nuestro insomnio. Puede usar nuestra debilidad para hacernos dependientes de Él, mostrándonos Su amor y cuidado con cada minuto que pasa del día. Él puede usar nuestro cansancio para empujarnos a apoyarnos en Él como el Dios todo suficiente, todo sabio y todopoderoso, y para saber que cuando somos débiles con el insomnio, entonces somos fuertes en Él.


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