Cuando el miedo se apodera de ti

De Libros y Sermones Bíblicos

El otoño pasado mi esposo tuvo el privilegio de ir a Turquía a hablar en una conferencia para trabajadores cristianos. Aun cuando sentí emoción por esa oportunidad, también tuve algunas dudas debido a las actividades terroristas en la vecina Siria. Gracias a la tecnología moderna, pensábamos hablar por medio de FaceTime todos los días para mantenernos en contacto cercano.

Un día durante esa semana, nuestra hora acordada para comunicarnos pasó sin que tuviera contacto con mi esposo. Tal vez se retrasó, fue mi razonamiento. Busqué algún mensaje de texto…negativo. Revisé para asegurarme que el timbre tenía activado el volumen lo suficientemente alto…afirmativo. Tal vez está enfrascado en una conversación con alguien…Pero a medida que los minutos se transformaban en horas, el miedo empezó a apoderarse de mí. Desafortunadamente, mientras veía las noticias del mundo, me enteré que había terroristas cerca de la frontera turca.

Mientras el miedo comenzaba a consumirme, mi mente imaginó los peores escenarios posibles. ¿Acaso unos terroristas asaltaron la conferencia y se llevaron prisioneros? ¿Qué debía hacer? Mi mente analizó distintas situaciones: explicarle a nuestros hijos lo que había pasado, buscar un trabajo para mantener a la familia y preguntarme si debería vender la casa. Cuando finalmente mi esposo pudo llamar ya yo había decidido dónde mudarnos y el monto por el cual vendería la casa. Como pude descubrir, él estaba bien.

El miedo alimenta la irracionalidad

Cuando el miedo se apodera de ti, toda capacidad para razonar se evapora. La vida se vuelve abrumadora y las promesas de Dios son lanzadas por la ventana. Cuando Moisés envió espías a Canaán para que recogieran información para el pueblo de Israel, el miedo a los gigantes amenazadores fue más evidente que cualquiera de las bendiciones que Canaán ofrecía. Aun cuando, de manera obediente, recogieron la fruta de la tierra, su informe hacía énfasis en todos los obstáculos aparentemente imposibles que enfrentaron.

“Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel, y este es el fruto de ella. Solo que es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes de Anac” (Números 13:27-28). A medida que los espías exageraban y daban el informe más negativo posible, se comparaban con langostas y afirmaban que la tierra los devoraría (Números 13:32-33).

Esta exageración temible contaminó a los israelitas, quienes cayeron en llanto y quejas contra Moisés y Aarón, ¡hasta los llevó a decir que desearían haber muerto en el desierto (Números 14:2-3)!

Parece que Israel olvidó la promesa de Dios de darles la tierra de Canaán, a pesar de los obstáculos que parecían muy intimidantes. “Tú mismo envía hombres a fin de que reconozcan la tierra de Canaán, que voy a dar a los hijos de Israel” (Números 13:2). Si los israelitas hubiesen confiado realmente en la promesa de Dios, ni los enemigos de Canaán debían haber sido una amenaza para ellos. Dios daría a Israel la Tierra Prometida, tal como le dijo a Abraham cientos de años atrás. Y en nuestros momentos de miedo y pánico, Dios también nos susurra promesas.

Combatiendo el miedo

Cuando el miedo empiece a asomarse y el “qué pasaría si” comienza a consumir tu mente, recuerda estos siete puntos:

1. La verdad de Dios — ¿Está ocurriendo realmente lo que estoy pensando? ¿O es solo mi imaginación desbordada? Pablo nos recuerda considerar todo lo verdadero, lo digno, lo justo, lo puro, lo amable, lo honorable, si hay algún virtud o algo que merece elogio (Filipenses 4:8).

2. La presencia de Dios — Podemos ser consolados recordando que no estamos solos. Dios está con nosotros. “Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1).

3. La gracia de Dios — Dios promete darnos toda la gracia suficiente para cada prueba que se presente en nuestro camino. “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.” Le dijo Jesús a Pablo. Por tanto, con Pablo, “gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí” (2 Corintios 12:9).

4. La soberanía de Dios — Dios posee el control de todas las situaciones de nuestras vidas. “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4:34–35).

5. Dios escucha — Derrama tu corazón sobre Dios al rezar. “Al Señor esperé pacientemente, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor” (Salmos 40:1).

6. La confiabilidad de Dios — “El día en que temo, yo en ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Salmos 56:3-4).

7. El plan global de Dios — No importa que tan horrible parezca esta prueba, Dios promete utilizar todo junto para bien, para los que son llamados conforme a su propósito (Romanos 8:28). Puede que no veamos lo bueno de nuestra situación en el momento, pero podemos estar seguros de que Dios tiene una sonrisa oculta detrás de la nube negra.

Así que cuando tu hijo sea diagnosticado con cáncer, o cuando sepas que un ser querido tuvo un accidente de tránsito, o si tu esposo llega a casa con la noticia que fue despedido, prepárate para la lucha. No dejes que el enemigo del miedo se apodere de ti y te haga prisionero. Combátelo con las promesas de la palabra de Dios y su carácter inalterable.