Cuatro formas de combatir el pecado sexual

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English: Four Ways to Fight Sexual Sin

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Por Sam Allberry sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por María del Pilar Ferré


El pecado sexual va en contra de lo que Dios creo a los humanos para ser. La Biblia nos enseña esta lección en Proverbios 5 cuando el sabio le alerta al joven casado sobre el adulterio.

No serás joven, o casado, o un hombre, pero la sabiduría en este texto aplica a ti como a cualquier otra persona. Cometer adulterio con una mujer no es la única forma de pecado sexual, pero sigue un patrón común a todos. Escuchar este pasaje nos ayudará a todos. Como se desarrolla en el pasaje, se nos presentan cuatro pasos que necesitamos para evitar el pecado sexual.

Contenido

1. Huir de la tentación.

El autor exhorta a escuchar:

Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. (Proverbios 5:1-3)

El pecado sexual normalmente es atractivo. Tiene cierto encanto que invita y atrae con un discurso seductor y suave. También es adictivo: "Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan". (Proverbios 5:22) Como el apetito, cuanto más alimentes el pecado sexual, más aumentará. Cuanto más nos comprometamos, más sentiremos que lo necesitamos, más fácil será hacerlo, y más difícil será detenerlo.

Entonces necesitamos huir.

Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa. (Proverbios 5:7-8)

Huir del pecado sexual significa hacer todo lo que podamos para evitarlo. Para alguno de nosotros, significará restingir lo que vemos en Internet, o no ver determinados programas de televisión, o ser más cuidadosos en los eventos sociales a los que asistimos, o terminar con alguien (aunque signifique el mundo para nosotros), o cambiar de trabajo.

Si cualquiera de estas opciones parece una exageración, escuchen nuevamente cómo termina: "Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez". (Proverbios 5:23). El pecado sexual es atractivo y adictivo, y esta es una combinación letal. Cada acción y sacrificio lo valen.

2. Considera el futuro.

El autor quiere que veamos todo lo que resulta al final: "Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido". (Proverbios 5:11). El pecado sexual tiene sus consecuencias. Podemos hablar de estas cosas como una "aventura" o "de una noche", pero en realidad, estos pecados no son tan fáciles de contener.

No te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos". (Proverbios 5:8-10)

El pecado sexual parece muy atractivo ahora, pero a la larga todo se ve diferente: "Y dirás: «¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina!. No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores". (Proverbios 5:12–13). Los sabios consideran su final antes de llegar ahí.

3. Defiende tu matrimonio.

El joven casado necesita ver cuán positivamente sobrecogedor es disfrutar plenamente la sexualidad en el matrimonio.

Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial. ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. Bendita sea tu fuente. Goza con la esposa de tu juventud. Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. Que sus pechos te satisfagan siempre. Seducido siempre en el amor de ella. (Proverbios 5:15–19)

La Biblia no se avergüenza del placer del sexo en el matrimonio. Algunas imágenes dejan librado poco a la imaginación. Pozo y manantial, los dos son imágenes de la sexualidad femenina, como la fuente es de la sexualidad masculina. No nos deberíamos sorprender con este tipo de imágenes en la Biblia. Dios es quien diseñó la sexualidad humana, con la intención que el esposo y la esposa lo disfruten en su unión sexual.

Este pasaje se dirige a un hombre ("seducido siempre en el amor de ella"), y también se habla desde su perspectiva. Pero es igualmente cierto en cómo la mujer es maravillada y seducida por el deseo sexual de su marido. Pablo lo aclara en el Nuevo Testamento:

El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. (1 Corintios 7:3-4)

Pero hay una seducción alternativa que se nombra: "¿Por qué, hijo mío, dejarte seducir por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena?". (Proverbios 5:20). Se puede sentir excitante y vertiginoso como la plenitud romántica en el matrimonio, pero sabemos lo devastador que puede ser caer en el adulterio. Puede romper toda una vida, emocional, física, espiritual y económicamente.

¿Qué pasa con aquellos, como yo, que están solteros? Este tipo de lenguaje puede resultar doloroso. Escuchamos sobre la seducción de la satisfacción sexual, y es difícil de escuchar. Debemos perseverar, defender las enseñanzas de la Biblia y honrar al lecho matrimonial manteniendo la pureza en nuestras vidas. Y tenemos que defender el compromiso que tenemos con Cristo. El lenguaje de la seducción que puede ser tan difícil de escuchar es una imagen de lo que experimentaremos en la eternidad con Él. Estamos comprometidos a él y necesitamos honrar nuestra relación, con él, siendo fieles a él.

4. Recuerda, Dios está mirando.

Todo lo que hacemos, decimos, y pensamos, está al alcance de Dios: "Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas". (Proverbios 5:21).

Es una advertencia para nosotros. Podemos engañar a otros, pero jamás podermos engañar a Dios. No hay pensamiento del cual él no haya visto ni que supiera de pies a cabeza. Dios ve cada palabra que escribimos en nuestros buscadores.

Dios ve nuestro pecado. Pero también ve cada esfuerzo en ser puros y piadosos. Él sabe cuando batallamos, sabe por lo que estamos pasando. Puede ser que uno parezca no entender realmente el tipo de conflicto que se atraviesa o que sepa realmente el dolor que uno está viviendo, como luchar contra la tentación. Pero Jesús sí lo hace. Él se acerca a nosotros, como nosotros nos acercamos a él. Para él, nuestros esfuerzos nunca pasan desapercibidos. Y mientras peleamos por la pureza, él pelea por y para nosotros.


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