Cuatro promesas para cuando una relación termina

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{{info|Four Promises for Our Breakups}}Cuando las relaciones se rompen es muy doloroso. Nos duele a causa del rechazo de los demás y también porque expone nuestros defectos.  
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{{info|Four Promises for Our Breakups}}Las rupturas en las relaciones son muy dolorosas. Nos duelen porque sentimos el rechazo de los demás pero también porque exponen nuestros defectos.  
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Cuando el enojo se calma, meditamos para determinar qué fue lo que no alcanzó las expectativas de nuestro novio o novia.  
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Cuando se nos pasa el enojo, nos examinamos para determinar por qué no alcanzamos las expectativas de nuestro amigo, novio o novia.  
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Entonces, ¿qué esperanza Dios ofrece a los cristianos para el dolor causado por las rupturas de relaciones?  
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Entonces ¿qué esperanza ofrece Dios a los cristianos en medio del dolor de las rupturas?  
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La pregunta surgió de parte de un joven quien preguntó al Pastor John, lo cual será unos de los futuros episodios del programa en la internet Pregunte al Pastor John.  
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La pregunta la hizo un joven, que le escribió al pastor John en lo que será uno de los próximos episodios de ''Ask Pastor John'', la serie de ''podcast'' de preguntas y respuestas al pastor Piper.  
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Lo siguiente es una transcripción editada de la respuesta del Pastor.  
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Lo siguiente es una transcripción editada de la respuesta del pastor.  
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Déjeme comenzar con algunos ejemplos de rupturas dolorosas.  
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Permítanme comenzar con algunos ejemplos de rupturas dolorosas.  
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*Tienes trece años y recibes una nota de tu mejor amigo o amiga en la escuela diciendo: “No quiero ser mas tu amigo o amiga”.
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*Tienes trece años y recibes una nota de tu mejor amigo o amiga de la escuela que dice: “No quiero ser más tu amigo/a”.
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*Estas de novio o novia y empiezas a sentir que podría ser algo hermoso y duradero y tu novio o novia te dice: “Me parece que no deberíamos continuar”.
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*Estas saliendo con alguien y empiezas a sentir que esto podría llegar a ser algo hermoso y duradero, y tu novio o novia te dice: “Me parece que no deberíamos continuar”.
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*Te has comprometido y a dos meses de la boda, cuando todo esta en marcha, tu prometido o prometida dice: “No sé si quiero casarme, no puedo seguir. Creo que no va a funcionar”.
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*Te comprometiste y a dos meses de la boda, cuando todo está en marcha, tu prometido o prometida te dice: “No puedo seguir, no sé si quiero casarme. Creo que no va a funcionar”.
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*Has intentado varias veces ser parte de varios grupos en la iglesia o en el trabajo y nunca nadie se comunicó contigo o trató de ver cómo estabas. Todas tus iniciativas de amistad no prosperan. Te encuentras solo la mayoría del tiempo. Nadie te llama. Nadie te invita a salir o a hacer algo.
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*Has intentado una y otra vez ser parte de varios grupos en la iglesia o en el trabajo y nunca nadie se comunicó contigo o trató de ver cómo estabas. Todas tus iniciativas de amistad quedan en la nada. Te encuentras solo la mayoría del tiempo. Nadie te llama. Nadie te invita a salir o a hacer algo.
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Ahora, a su manera, cada una es una increíble experiencia dolorosa de rechazo.  
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Ahora bien, a su manera, cada una es una experiencia de rechazo increíblemente dolorosa.  
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'''Seis malas reacciones cuando las relaciones que se rompen'''  
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'''Seis malas reacciones ante una ruptura'''  
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Déjenme mencionar seis posibles reacciones que no resuelven el problema. Son escapes . Y por lo tanto espero y oro para que la gente escuche y pueda decir: hay otra manera de avanzar.  
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Déjenme mencionar seis posibles reacciones que no resuelven ni encaran el problema. Son escapatorias. Y por lo tanto espero y oro para que la gente las escuche y pueda decir: “hay otra manera de avanzar”.  
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Número uno. Podríamos experimentar pensamientos suicidas. Hemos invertido tanto en esta relación que sin ella la vida simplemente no vale la pena vivir. Número dos. Podríamos expresar nuestro dolor con ira. “¡Qué imbécil! ¿Quién lo o la necesita de todos modos?”
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Número uno. Podríamos experimentar pensamientos suicidas. Hemos invertido tanto en esa relación que parece que sin ella la vida simplemente no vale la pena.
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Número tres. Podríamos recluirnos en una gran soledad. Transformarnos ermitaños y nunca más correr el riesgo de entrar en una relación similar.  
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Número dos. Podríamos expresar nuestro dolor con ira, diciendo cosas como: “¡Qué imbécil! ¿Quién la necesita de todos modos?”.  
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Número cuatro. Podríamos tratar de medicar nuestro dolor bebiendo o comiendo en exceso o entregarnos totalmente al trabajo y no prestar atención a la gente nunca más.  
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Número tres. Podríamos recluirnos en una soledad absoluta, transformarnos ermitaños sociales y nunca más correr el riesgo de entrar en una relación similar.  
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Número cinco. Podríamos reaccionar castigándonos a nosotros mismos a través de anorexia o cortes. Conocí una joven que se cortaba su abdomen cada tanto para ir al hospital a que le den puntos. Y le pregunté, “¿Qué puedes compartir conmigo, lo que sea, que me ayude a entender lo qué esto significa? Y ella me respondió, “ Disfruto la atención que me dan en la emergencia”. Por lo tanto, podríamos llegar al extremo de cortarnos o no comer.  
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Número cuatro. Podríamos tratar de medicar nuestro dolor bebiendo o comiendo en exceso o entregándonos totalmente al trabajo sin prestar atención a la gente nunca más.  
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Número seis. Podríamos poner doble esfuerzo en mejorar nuestro cuerpo y así finalmente ganar la admiración de alguien. Entonces ella va a trabajar en su figura. Va a arreglarse su cabello. Comprarse un nuevo ajuar. Ella va a hacer más ejercicio. El va a tomar algunas clases. El quiere ser un buen conversador. Vamos a arreglar lo externo así alguien nos va a querer.  
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Número cinco. Podríamos reaccionar con odio hacia nosotros mismos, castigándonos a través de la anorexia o los cortes. Conocí una joven que se cortaba el abdomen cada unos meses para ir al hospital a que le den puntos. Le pregunté: “¿Qué puedes compartir conmigo, lo que sea, que me ayude a entender qué significa esto?”. Y ella me respondió: “Disfruto la atención que me dan en la sala de emergencias”. De esa manera, podríamos llegar al extremo de cortarnos o de no comer.  
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Ahora todas esas reacciones prácticamente dejan dejan sin tocar el problema principal, el gran doloroso signo de pregunta que ha causado esta ruptura. Ninguna de estas reacciones trata la identidad central, la relación central y el gozo central.  
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Número seis. Podríamos poner el doble de esfuerzo en mejorar nuestro aspecto externo y así finalmente ganar la admiración de alguien más. Entonces ella va a ejercitarse para modelar su figura, va a arreglarse más el cabello y va a comprarse todo un guardarropas nuevo. Y él va a hacer más ejercicio, va a tomar algunas clases. “Quiero ser un buen conversador, voy a arreglar mi apariencia y así alguien va a quererme al fin”.
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Ahora bien, todas esas reacciones prácticamente no llegan a tocar el problema principal, el gran doloroso signo de pregunta que ha causado esta ruptura. Ninguna de estas seis reacciones trata con el centro de mi identidad, ni de mis relaciones, ni de mi gozo.  
'''Mi identidad'''  
'''Mi identidad'''  
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Es aquí donde Jesús, el señor del universo, el salvador del mundo, es absolutamente esencial para atender esas cosas. El obra cuatro cosas en nosotros.  
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Es aquí donde Jesús, el Señor del universo, el Salvador del mundo, es absolutamente esencial para atender a estos asuntos. Él obra de cuatro maneras en nosotros.  
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'''1. Un Dios quien nos creó'''  
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'''1. Dios nos creó'''  
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Dios nos creó por lo tanto debemos confiar en su sabiduría, soberanía, y bondad, no deberíamos considerarnos como defectuosos o indignos. Si lo hacemos no estamos confiando en él. Él nos hizo con la inteligencia, la personalidad y cuerpo que tenemos. Y si ponemos en tela de juicio que él nos ha redimido, que no podemos ser amados o ser útiles, entonces estamos mintiendo acerca de Dios. No confiamos en él.  
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Dios nos creó para que confiemos en su sabiduría, soberanía y bondad, y para que no desechemos nuestra vida considerándonos defectuosos e indignos. Si lo hacemos, no estamos confiando en él. Él nos hizo con la inteligencia, la personalidad y el cuerpo que tenemos. Si juzgamos por nosotros mismos que él no nos puede redimir, que no es posible que nos ame o que seamos útiles, entonces estamos mintiendo acerca de Dios. No confiamos en él. En primer lugar, él le da sentido a nuestra vida en la tierra, puesto que él no se equivoca ni crea nada defectuoso. Ese es el primer punto. Él nos creó.
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'''2. Un Dios que nos ama'''  
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'''2. Dios nos ama'''  
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Dios nos acepta, nos perdona y nos ama a pesar de todos los efectos y nuestros defectos que alejan a la gente de nosotros. Si confiáramos en él, él nos justifica sin pedir nada a cambio. Ésta es la preciosa doctrina de la justificación por la fe solamente. No debemos alcanzar una medida primero y luego ser aceptados por Dios. Sí por los demás, pero no por Dios. Somos aceptos a causa de Jesus. Por Cristo y sus perfecciones, no nuestras perfecciones. Y alcanzamos esa medida solo por la fe. Este es el hecho fundamental de nuestra existencia e identidad. Es nuestra relación central, y es un regalo y supera a todas las otras relaciones.  
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Dios nos acepta, nos perdona y nos ama a pesar de todos los efectos o defectos que puedan alejar a la gente de nosotros. Si confiamos en él, él nos justifica sin pedir nada a cambio. Esta es la preciosa doctrina de la justificación solo por la fe. No necesitamos primero alcanzar una medida para luego ser aceptados por Dios. Sí puede pasar con los demás, pero no con Dios. Somos aceptos a causa de Jesús. Por Cristo y sus perfecciones, no nuestras perfecciones. Y accedemos a esa justificación solo por la fe. Este es el hecho fundamental de nuestra existencia e identidad. Es nuestra relación central, es un regalo y supera en valía a todas las otras relaciones.  
'''3. Dios nos satisface'''  
'''3. Dios nos satisface'''  
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Él nos satisface. Cristo satisface con algo infinitamente más grande que una buena imagen de de mí mismo. Concretamente, él mismo.  
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Él nos satisface. Cristo nos satisface con algo infinitamente más grande que una buena imagen de nosotros mismos. Concretamente, nos satisface con él mismo.  
La felicidad más grande no está en que nos guste lo que vemos cuando nos paramos frente al espejo.  
La felicidad más grande no está en que nos guste lo que vemos cuando nos paramos frente al espejo.  
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La felicidad más grande no está cuando nos paramos frente al mundo o frente a tu novia y que les guste lo que ven.  
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La felicidad más grande no está en pararse frente al mundo o frente a tu novia y que a ellos o a ella les guste lo que ven.  
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La felicidad más grande ni siquiera está cuando nos paramos delante de Dios y sentir que él está contento. Tengo que admitir que eso sería espectacular, y me gustaría, y lo obtendré, Dios permita, por nuestra fe en Cristo.  
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La felicidad más grande ni siquiera está en pararnos delante de Dios y lograr que a él le guste lo que ve. Tengo que admitir que eso sería espectacular; me gustaría, y lo obtendré si Dios lo permite, porque por la fe tengo acceso a Cristo.  
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La satisfacción suprema de nuestra alma es estar parado frente a Dios y quedar pasmados por la belleza fuera de nosotros. Él es todo en ese momento, y él es nuestro gozo más alto. El gozo más alto lo tenemos cuando nos olvidamos de nosotros mismos ante la presencia de una belleza infinita.  
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La satisfacción suprema de nuestra alma es estar parado frente a Dios y quedar pasmados por la belleza de Dios, que vemos fuera de nosotros mismos. Él es todo en ese momento y él es nuestro gozo más grande. El gozo más grande es lo que tenemos cuando nos olvidamos de nosotros mismos ante la presencia de una belleza infinita.  
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'''4. Un Dios que nos fortalece'''  
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'''4. Dios nos fortalece'''  
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Porque tenemos una identidad central creada por Dios y amada por Dios en Cristo basada en Cristo y una satisfacción central porque vemos a Dios como lo más hermoso en las bases de todo eso, ahora tenemos una fuerza interior para movernos hacia el mundo. Ya no necesitamos más anhelar la aceptación de la gente, nos deleitamos ofreciéndonos en servicio a los demás. Todas nuestras relaciones, por lo tanto, no están sustentadas en el anhelo sino en el servicio, las cuales pueden o no tener el efecto derivado que la gente espera. Pero ese no es el punto. Solo es algo derivado.  
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Porque tenemos una identidad central creada por Dios, una relación central con él en la que somos aceptos y amados por Dios en Cristo sobre la base de lo que hizo Cristo, y una satisfacción central porque vemos a Dios como lo más hermoso sobre la base de todo lo anterior, ahora tenemos la fuerza interior para salir al mundo. Ya no necesitamos seguir buscando la aceptación de la gente, sino que nos deleitamos ofreciéndonos en servicio a los demás. Por lo tanto, ninguna de nuestras relaciones está basada en el anhelo de recibir algo sino en el servicio, lo cual puede o no tener el efecto derivado de que la gente quiera estar con nosotros. Pero ese no es el punto. Solo es algo derivado.  
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O sea, no estoy diciendo que la vida no tiene dolor por relaciones. Cada una de esas pérdidas que describí pueden pasarles a los cristianos. Van a pasar. Y van a salir lastimados. Lo que estoy diciendo que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para ser útiles en la vida y gozosos a través de esa clase de rechazo y dolor.
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En resumen, no estoy diciendo que en la vida no vamos a sentir dolor por las relaciones. Cada una de esas pérdidas que describí puede pasarle a un cristiano. Va a suceder. Y van a salir lastimados. Lo que digo es que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida útil y gozosa en medio de esa clase de rechazo y dolor.

Revisión de 15:35 17 feb 2016

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Sobre esta Traducción
English: Four Promises for Our Breakups

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Por Tony Reinke sobre Relaciones

Traducción por Susana Belvedere

Las rupturas en las relaciones son muy dolorosas. Nos duelen porque sentimos el rechazo de los demás pero también porque exponen nuestros defectos.

Cuando se nos pasa el enojo, nos examinamos para determinar por qué no alcanzamos las expectativas de nuestro amigo, novio o novia.

Entonces ¿qué esperanza ofrece Dios a los cristianos en medio del dolor de las rupturas?

La pregunta la hizo un joven, que le escribió al pastor John en lo que será uno de los próximos episodios de Ask Pastor John, la serie de podcast de preguntas y respuestas al pastor Piper.

Lo siguiente es una transcripción editada de la respuesta del pastor.

Permítanme comenzar con algunos ejemplos de rupturas dolorosas.

Ahora bien, a su manera, cada una es una experiencia de rechazo increíblemente dolorosa.

Seis malas reacciones ante una ruptura

Déjenme mencionar seis posibles reacciones que no resuelven ni encaran el problema. Son escapatorias. Y por lo tanto espero y oro para que la gente las escuche y pueda decir: “hay otra manera de avanzar”.

Número uno. Podríamos experimentar pensamientos suicidas. Hemos invertido tanto en esa relación que parece que sin ella la vida simplemente no vale la pena.

Número dos. Podríamos expresar nuestro dolor con ira, diciendo cosas como: “¡Qué imbécil! ¿Quién la necesita de todos modos?”.

Número tres. Podríamos recluirnos en una soledad absoluta, transformarnos ermitaños sociales y nunca más correr el riesgo de entrar en una relación similar.

Número cuatro. Podríamos tratar de medicar nuestro dolor bebiendo o comiendo en exceso o entregándonos totalmente al trabajo sin prestar atención a la gente nunca más.

Número cinco. Podríamos reaccionar con odio hacia nosotros mismos, castigándonos a través de la anorexia o los cortes. Conocí una joven que se cortaba el abdomen cada unos meses para ir al hospital a que le den puntos. Le pregunté: “¿Qué puedes compartir conmigo, lo que sea, que me ayude a entender qué significa esto?”. Y ella me respondió: “Disfruto la atención que me dan en la sala de emergencias”. De esa manera, podríamos llegar al extremo de cortarnos o de no comer.

Número seis. Podríamos poner el doble de esfuerzo en mejorar nuestro aspecto externo y así finalmente ganar la admiración de alguien más. Entonces ella va a ejercitarse para modelar su figura, va a arreglarse más el cabello y va a comprarse todo un guardarropas nuevo. Y él va a hacer más ejercicio, va a tomar algunas clases. “Quiero ser un buen conversador, voy a arreglar mi apariencia y así alguien va a quererme al fin”.

Ahora bien, todas esas reacciones prácticamente no llegan a tocar el problema principal, el gran doloroso signo de pregunta que ha causado esta ruptura. Ninguna de estas seis reacciones trata con el centro de mi identidad, ni de mis relaciones, ni de mi gozo.

Mi identidad

Es aquí donde Jesús, el Señor del universo, el Salvador del mundo, es absolutamente esencial para atender a estos asuntos. Él obra de cuatro maneras en nosotros.

1. Dios nos creó

Dios nos creó para que confiemos en su sabiduría, soberanía y bondad, y para que no desechemos nuestra vida considerándonos defectuosos e indignos. Si lo hacemos, no estamos confiando en él. Él nos hizo con la inteligencia, la personalidad y el cuerpo que tenemos. Si juzgamos por nosotros mismos que él no nos puede redimir, que no es posible que nos ame o que seamos útiles, entonces estamos mintiendo acerca de Dios. No confiamos en él. En primer lugar, él le da sentido a nuestra vida en la tierra, puesto que él no se equivoca ni crea nada defectuoso. Ese es el primer punto. Él nos creó.

2. Dios nos ama

Dios nos acepta, nos perdona y nos ama a pesar de todos los efectos o defectos que puedan alejar a la gente de nosotros. Si confiamos en él, él nos justifica sin pedir nada a cambio. Esta es la preciosa doctrina de la justificación solo por la fe. No necesitamos primero alcanzar una medida para luego ser aceptados por Dios. Sí puede pasar con los demás, pero no con Dios. Somos aceptos a causa de Jesús. Por Cristo y sus perfecciones, no nuestras perfecciones. Y accedemos a esa justificación solo por la fe. Este es el hecho fundamental de nuestra existencia e identidad. Es nuestra relación central, es un regalo y supera en valía a todas las otras relaciones.

3. Dios nos satisface

Él nos satisface. Cristo nos satisface con algo infinitamente más grande que una buena imagen de nosotros mismos. Concretamente, nos satisface con él mismo.

La felicidad más grande no está en que nos guste lo que vemos cuando nos paramos frente al espejo.

La felicidad más grande no está en pararse frente al mundo o frente a tu novia y que a ellos o a ella les guste lo que ven.

La felicidad más grande ni siquiera está en pararnos delante de Dios y lograr que a él le guste lo que ve. Tengo que admitir que eso sería espectacular; me gustaría, y lo obtendré si Dios lo permite, porque por la fe tengo acceso a Cristo.

La satisfacción suprema de nuestra alma es estar parado frente a Dios y quedar pasmados por la belleza de Dios, que vemos fuera de nosotros mismos. Él es todo en ese momento y él es nuestro gozo más grande. El gozo más grande es lo que tenemos cuando nos olvidamos de nosotros mismos ante la presencia de una belleza infinita.

4. Dios nos fortalece

Porque tenemos una identidad central creada por Dios, una relación central con él en la que somos aceptos y amados por Dios en Cristo sobre la base de lo que hizo Cristo, y una satisfacción central porque vemos a Dios como lo más hermoso sobre la base de todo lo anterior, ahora tenemos la fuerza interior para salir al mundo. Ya no necesitamos seguir buscando la aceptación de la gente, sino que nos deleitamos ofreciéndonos en servicio a los demás. Por lo tanto, ninguna de nuestras relaciones está basada en el anhelo de recibir algo sino en el servicio, lo cual puede o no tener el efecto derivado de que la gente quiera estar con nosotros. Pero ese no es el punto. Solo es algo derivado.

En resumen, no estoy diciendo que en la vida no vamos a sentir dolor por las relaciones. Cada una de esas pérdidas que describí puede pasarle a un cristiano. Va a suceder. Y van a salir lastimados. Lo que digo es que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida útil y gozosa en medio de esa clase de rechazo y dolor.


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