Cuatro razones para compartir nuestras batallas personales con los inconversos

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''Hannah, quien escucha el programa, escribe con una muy buena pregunta: « ¡Hola Pastor John! Tengo una amiga musulmana y estoy apuntándole a su salvación a través de nuestra amistad, pero nunca comparto mis debilidades (debilidades morales, malos hábitos, aun mis propias dificultades con el pecado). Me privo de contarle por temor a que si comparto esas cosas, Cristo y yo nos vamos a ver mal delante de ella. Mi pensamiento es, ¿por qué hablaría de mis debilidades con un inconverso, si ellos no pueden ayudar de todas maneras? O si debería hablar acerca de mis debilidades con un inconverso, ¿cuál es el objetivo y esperanza al contarles mis debilidades personales? ¿Me podría ayudar a elaborar esto? »''  
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''Hannah, que escucha el programa, escribe para hacernos una muy buena pregunta: «¡Hola, Pastor John! Tengo una amiga musulmana y me propuse valerme de nuestra amistad para predicarle el evangelio, pero nunca comparto mis debilidades (debilidades morales, malos hábitos, aun mis propias luchas con el pecado). Me privo de contarle por temor a que si comparto esas cosas, eso nos haga ver mal delante de ella a Cristo y a mí. Lo que pienso es, ¿por qué hablaría de mis debilidades con un inconverso, si ellos no pueden ayudar de todas maneras? O en caso de que debiera hacerlo, ¿cuál es el objetivo y la esperanza al contarle mis debilidades personales? ¿Me podría ayudar a reflexionar en este tema.''  
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Hannah dice que ella evita hablar de sus debilidades con su amiga musulmana o con otros inconversos por temor a que Cristo y ella se vean mal. Eso es una preocupación bíblica real y valida porque la Biblia reiteradas veces nos llama a que nuestra luz brille para que la gente vea nuestras buenas obras y de gloria al Padre (vea Mateo 5:16; 1 Pedro 2:12). Por lo tanto no está mal querer que los inconversos nos vean como hacedores de bien en lugar de fracasos morales.  
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Hannah dice que ella evita hablar de sus debilidades con su amiga musulmana y con otros inconversos por temor a que Cristo y ella sean vistos con malos ojos. Es una preocupación bíblica real y válida porque la Biblia reiteradas veces nos llama a dejar que nuestra luz brille para que la gente vea nuestras buenas obras y gloria al Padre (vean Mateo 5:16; 1 Pedro 2:12). Por lo tanto, no está mal querer que los inconversos nos vean como hacedores de bien en lugar de fracasos morales.  
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Pero, siempre hay un pero, pero con esa preocupación necesitamos traer otra inquietud; por ejemplo, el comunicar un falso perfeccionismo y una visión del evangelio que no funciona en revelar la promesa del constante perdón de los pecados y la justificación del cristiano. O sea, Hannah necesita maniobrar entre ser indiferente a la demostración del poder de Dios, como que eso no importa por un lado y por otro lado la comunicación de un evangelio que minimiza el perfeccionismo.  
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Pero —siempre hay un pero— a la par de esa preocupación necesitamos tener otra inquietud; concretamente, el comunicar un falso perfeccionismo y una visión del evangelio que no se deleita en la promesa del constante perdón de los pecados y la justificación del impío. O sea, Hannah necesita maniobrar entre dos posibilidades que debe evitar: por un lado, ser indiferente a la demostración del poder de Dios, como si eso no importara, y por otro lado, comunicar un perfeccionismo que minimiza el evangelio.  
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Por lo tanto yo mencionaría quizás cuatro razones por las cuales Hannah debería compartir sabia y humildemente con inconversos, incluyendo su amiga musulmana, sus propias batallas: batallas de confianza, batallas de fidelidad, batallas de obediencia a Jesús y de vivir una vida consistente con su misericordia, sus promesas y su palabra.  
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Por eso, yo mencionaría quizás cuatro razones por las cuales Hannah debería compartir sabia y humildemente con inconversos, incluida su amiga musulmana, sus propias batallas: batallas por la confianza en Dios, batallas por la fidelidad, batallas por obedecer a Jesús y llevar adelante una vida coherente con su misericordia, sus promesas y su palabra.  
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Entonces primero, ella debería hacer esto porque así lo hizo el apóstol Pablo. El muy abiertamente dice en 2da Corintios 12:7 que un aguijón le fue dado en su carne, un mensajero de satanás para atormentarlo, para que no se enaltezca. El escribe, «Tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí. Y él me ha dicho», Dios dice, Jesús dice, «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2da Corintios 12:8-9). Es por eso que pensé en este pasaje: «Debilidad», porque ella está preocupada acerca de compartir su debilidad. Y he aquí Pablo aprovecha su debilidad para glorificar a Cristo. Por lo tanto ella necesita tener esto en mente.  
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Primero, ella debería hacer esto porque así lo hizo el apóstol Pablo. Él dice muy abiertamente en 2 Corintios 12:7 que le fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarlo, para que no se enaltezca, y escribe: «Tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí. Y él me ha dicho», Dios dice, Jesús dice, «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:8-9). Es por esta palabra que pensé en ese pasaje: «debilidad», porque a ella le preocupa compartir su debilidad, y aquí Pablo aprovecha su debilidad para glorificar a Cristo, así que ella necesita tener esto en mente.  
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Y al final de Romanos 7, y sí, yo creo que Romanos 7 es experiencia cristiana en ese debate, « ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? » Y luego exclama, « Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro » Y después vuelve a bajarse. « Así que yo mismo, por un lado sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne», en otras palabras, cuando mi carne toma control, « a la ley del pecado» (Romanos 7:24-25). Y él solo lo expresa audazmente sin reparo.  
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Por otra parte, al final de Romanos 7 —y sí, yo creo que Romanos 7 trata de la experiencia cristiana—, él dice: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte. Y luego exclama con gozo: «Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro». Después vuelve atrás: «Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne», en otras palabras, cuando mi carne toma el control, «a la ley del pecado» (Romanos 7:24-25). Así lo expresa audazmente y sin reparos.  
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Por lo tanto, el ejemplo de Pablo debe darnos libertad para hablar de nuestros quebrantamientos y debilidades e inclusive, creo, nuestras luchas con el pecado, siempre teniendo cuidado acerca de lo que es apropiado en cada situación que se presenta. Entonces, esa es la primera razón.  
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Por ende, el ejemplo de Pablo debe darnos libertad para hablar de nuestro quebrantamiento y debilidades e incluso, creo, sobre nuestras luchas con el pecado, siempre siendo sensibles a lo que es apropiado decir en cada situación que se presenta. Entonces, esa es la primera razón.  
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Segundo, creo que deberíamos estar dispuestos a compartir nuestras debilidades no vaya a ser que demos la impresión de una falsa imagen de lo que significa estar convertido a Cristo y lo que significa ser santificado. Juan dice en 1ra Juan 1:8-10 « Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos », en verbo presente, « y la verdad no está en nosotros. Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros. »
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Segundo, creo que deberíamos estar dispuestos a compartir nuestras debilidades con los incrédulos, no vaya a ser que demos una falsa imagen de lo que significa estar convertido a Cristo y lo que significa ser santificado. Juan dice en 1 Juan 1:8-10: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos», con el verbo en tiempo presente, «y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros».  
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Ahora muchos inconversos, esta ha sido mi experiencia a lo largo de los años, muchos inconversos no consideran seriamente al cristianismo porque ellos creen que el estándar de conducta que se espera de ellos es inconcebible. Por un lado ellos no saben nada acerca del poder del Espíritu Santo y por otro lado ellos pueden tener graves errores de concepto acerca de perfección, de la gente que es cristiana y a qué se parecen. Y Hannah podría ayudarlos a tener una visión clara de lo que es una conversión y de la vida cristiana si ella hablara de manera real en relación al Espíritu Santo.  
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Ahora bien, muchos inconversos —esta ha sido mi experiencia a lo largo de los años— no consideran seriamente el cristianismo porque creen que el estándar de conducta que se espera del cristiano es inconcebible. Por un lado, no saben nada acerca del poder del Espíritu Santo y, por otro lado, puede que tengan un concepto muy errado acerca de la perfección y acerca de la gente que es cristiana y cómo son. Hannah podría ayudarlos a tener una visión clara de lo que es una conversión y de la vida cristiana si les habla del tema de una forma realista y en relación con el Espíritu Santo.  
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Tercero, deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades y luchas porque esto daría la esperanza a los inconversos de que los cristianos somos gente real con problemas reales en vez de una raza moral superior la cual, por supuesto, ellos saben que no somos así de todas maneras.  
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Tercero, deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades y luchas porque esto daría esperanza a los inconversos, al ver que los cristianos somos gente real con problemas reales en vez de una raza moral superior que, por supuesto, ellos ya saben que no somos de todas maneras.  
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Por último, cuarto deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades aun con inconversos en orden de magnificar la extraordinaria gracia y paciencia de Dios en Cristo. Pablo hace esto en 1ra Timoteo 1:16. Él dice: « Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en El para vida eterna ». Por lo tanto el punto aquí es que la verdadera naturaleza del evangelio, la verdadera naturaleza de la gracia y misericordia en Cristo, se resalta cuando le describimos a los inconversos cuán precioso es el perdón para nosotros y cuán preciosa en la paciencia de Dios para con nosotros cuando luchamos para obedecer, aun después de convertirnos en cristianos.  
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Por último, cuarto, deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades aun con inconversos para exaltar la extraordinaria gracia y paciencia de Dios en Cristo. Pablo hace esto en 1 Timoteo 1:16: «Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna». El punto aquí es que la verdadera naturaleza del evangelio, la verdadera naturaleza de la gracia y misericordia en Cristo, se resaltan cuando le explicamos a los inconversos cuán precioso es el perdón para nosotros y cuán preciosa en la paciencia de Dios para con nosotros cuando luchamos para obedecer, aun después de convertirnos al cristianismo.  
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Entonces yo concluiría que Hannah debe meditar no solamente qué debilidades debería mencionar, sino también debería meditar en por qué Cristo es valioso para ella respecto a sus debilidades. En otras palabras, hablar de sus debilidades no es el punto. Hablar acerca de Cristo y su paciencia y su gracia y su valor y grandeza en relación a sus debilidades, ese es el punto. Es una manera de hablar de Cristo. Por lo tanto quizás ella debería solo ajustar la categoría de pregunta. No solo preguntar, ¿debería hablar de mis debilidades? sino, ¿debería hablar de la gloria de Cristo en relación a mis debilidades?  
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Entonces, yo concluiría que Hannah debe meditar no solamente en qué debilidades debería mencionar, sino también en por qué Cristo es valioso para ella en vista de sus debilidades. En otras palabras, hablar de sus debilidades no es el punto. Hablar acerca de Cristo, su paciencia, su gracia, su valor y su grandeza en relación con sus debilidades, ese es el punto. Es una manera de hablar de Cristo. Por eso, quizás ella debería solo reformular un poco su pregunta. No solo preguntar «¿debería hablar de mis debilidades?» sino también «¿debería hablar de la gloria de Cristo en relación con mis debilidades?».
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Por lo tanto, por esas cuatro razones, al menos, animo a Hannah y a todos a hacer de la verdad acerca de nosotros un medio para celebrar las grandezas de Cristo.
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Por esas cuatro razones, al menos, animo a Hannah y a todos ustedes a hacer de la verdad acerca de nosotros un medio para celebrar las grandezas de Cristo.

Revisión de 00:19 27 sep 2016

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Sobre esta Traducción
English: Four Reasons to Share Your Personal Struggles with Non-Christians

© Desiring God

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Por John Piper sobre Las Iglesias Evangélicas
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Susana Belvedere

Transcripción del audio

Hannah, que escucha el programa, escribe para hacernos una muy buena pregunta: «¡Hola, Pastor John! Tengo una amiga musulmana y me propuse valerme de nuestra amistad para predicarle el evangelio, pero nunca comparto mis debilidades (debilidades morales, malos hábitos, aun mis propias luchas con el pecado). Me privo de contarle por temor a que si comparto esas cosas, eso nos haga ver mal delante de ella a Cristo y a mí. Lo que pienso es, ¿por qué hablaría de mis debilidades con un inconverso, si ellos no pueden ayudar de todas maneras? O en caso de que debiera hacerlo, ¿cuál es el objetivo y la esperanza al contarle mis debilidades personales? ¿Me podría ayudar a reflexionar en este tema?».

Hannah dice que ella evita hablar de sus debilidades con su amiga musulmana y con otros inconversos por temor a que Cristo y ella sean vistos con malos ojos. Es una preocupación bíblica real y válida porque la Biblia reiteradas veces nos llama a dejar que nuestra luz brille para que la gente vea nuestras buenas obras y dé gloria al Padre (vean Mateo 5:16; 1 Pedro 2:12). Por lo tanto, no está mal querer que los inconversos nos vean como hacedores de bien en lugar de fracasos morales.

Pero —siempre hay un pero— a la par de esa preocupación necesitamos tener otra inquietud; concretamente, el comunicar un falso perfeccionismo y una visión del evangelio que no se deleita en la promesa del constante perdón de los pecados y la justificación del impío. O sea, Hannah necesita maniobrar entre dos posibilidades que debe evitar: por un lado, ser indiferente a la demostración del poder de Dios, como si eso no importara, y por otro lado, comunicar un perfeccionismo que minimiza el evangelio.

Por eso, yo mencionaría quizás cuatro razones por las cuales Hannah debería compartir sabia y humildemente con inconversos, incluida su amiga musulmana, sus propias batallas: batallas por la confianza en Dios, batallas por la fidelidad, batallas por obedecer a Jesús y llevar adelante una vida coherente con su misericordia, sus promesas y su palabra.

Primero, ella debería hacer esto porque así lo hizo el apóstol Pablo. Él dice muy abiertamente en 2 Corintios 12:7 que le fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarlo, para que no se enaltezca, y escribe: «Tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí. Y él me ha dicho», Dios dice, Jesús dice, «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:8-9). Es por esta palabra que pensé en ese pasaje: «debilidad», porque a ella le preocupa compartir su debilidad, y aquí Pablo aprovecha su debilidad para glorificar a Cristo, así que ella necesita tener esto en mente.

Por otra parte, al final de Romanos 7 —y sí, yo creo que Romanos 7 trata de la experiencia cristiana—, él dice: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?». Y luego exclama con gozo: «Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro». Después vuelve atrás: «Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne», en otras palabras, cuando mi carne toma el control, «a la ley del pecado» (Romanos 7:24-25). Así lo expresa audazmente y sin reparos.

Por ende, el ejemplo de Pablo debe darnos libertad para hablar de nuestro quebrantamiento y debilidades e incluso, creo, sobre nuestras luchas con el pecado, siempre siendo sensibles a lo que es apropiado decir en cada situación que se presenta. Entonces, esa es la primera razón.

Segundo, creo que deberíamos estar dispuestos a compartir nuestras debilidades con los incrédulos, no vaya a ser que demos una falsa imagen de lo que significa estar convertido a Cristo y lo que significa ser santificado. Juan dice en 1 Juan 1:8-10: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos», con el verbo en tiempo presente, «y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros».

Ahora bien, muchos inconversos —esta ha sido mi experiencia a lo largo de los años— no consideran seriamente el cristianismo porque creen que el estándar de conducta que se espera del cristiano es inconcebible. Por un lado, no saben nada acerca del poder del Espíritu Santo y, por otro lado, puede que tengan un concepto muy errado acerca de la perfección y acerca de la gente que es cristiana y cómo son. Hannah podría ayudarlos a tener una visión clara de lo que es una conversión y de la vida cristiana si les habla del tema de una forma realista y en relación con el Espíritu Santo.

Tercero, deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades y luchas porque esto daría esperanza a los inconversos, al ver que los cristianos somos gente real con problemas reales en vez de una raza moral superior que, por supuesto, ellos ya saben que no somos de todas maneras.

Por último, cuarto, deberíamos estar dispuestos a hablar de nuestras debilidades aun con inconversos para exaltar la extraordinaria gracia y paciencia de Dios en Cristo. Pablo hace esto en 1 Timoteo 1:16: «Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna». El punto aquí es que la verdadera naturaleza del evangelio, la verdadera naturaleza de la gracia y misericordia en Cristo, se resaltan cuando le explicamos a los inconversos cuán precioso es el perdón para nosotros y cuán preciosa en la paciencia de Dios para con nosotros cuando luchamos para obedecer, aun después de convertirnos al cristianismo.

Entonces, yo concluiría que Hannah debe meditar no solamente en qué debilidades debería mencionar, sino también en por qué Cristo es valioso para ella en vista de sus debilidades. En otras palabras, hablar de sus debilidades no es el punto. Hablar acerca de Cristo, su paciencia, su gracia, su valor y su grandeza en relación con sus debilidades, ese es el punto. Es una manera de hablar de Cristo. Por eso, quizás ella debería solo reformular un poco su pregunta. No solo preguntar «¿debería hablar de mis debilidades?» sino también «¿debería hablar de la gloria de Cristo en relación con mis debilidades?».

Por esas cuatro razones, al menos, animo a Hannah y a todos ustedes a hacer de la verdad acerca de nosotros un medio para celebrar las grandezas de Cristo.


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