Cueste lo que cueste, Señor

De Libros y Sermones Bíblicos

Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Jon Bloom
Indice de Autores
Leer más sobre Oración
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Whatever It Takes, Lord

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Jon Bloom sobre Oración

Traducción por Carlos Diaz

Deseamos ser personas que aman a Jesús con todo nuestro corazón, que confíen completamente en él, siguiéndole con fe, y dar los máximos frutos en su nombre. Deseamos ser colmados por la plenitud de Dios tanto como podamos retener (Efesios 3:19). No deseamos estar sin entusiasmo (Apocalipsis 3:16), o desperdiciar nuestra corta vida acá en la tierra (Efesios 5:16).

Así que enlacemos nuestras oraciones con solicitudes cueste lo que cueste.

La plegaria más segura

A lo largo de los años, muchas personas me han dicho que temen orar “cueste lo que cueste” porque Dios en realidad pudiera contestar. Y si lo hace, pudiera hacerlos hacer cosas complicadas o ir a lugares difíciles donde ellos pudieran sufrir. Él pudiera alejar a las personas y las cosas que aman. Él pudiera hacerlos miserables. El orar cueste lo que cueste se siente peligroso.

Comprendo este temor. También solía sentirlo. Consideramos lo que algunos santos soportaron y pensamos, “No gracias”. Pero si leemos Hebreos 11, nos damos cuenta que los santos que parecían pagar un costo significativo por seguir completamente a Dios no eran estoicos sagrados que elegían la obediencia por encima de la felicidad, sino hedonistas sagrados que, como Jesús, eligieron la obediencia muy costosa por el bien de su felicidad (Hebreos 12:2). Ellos consideraron cualquier dificultad que valiera la pena soportar el costo, porque la alegría de su recompensa era demasiado estupenda (Hebreos 11:26).

Luego de años orando cueste lo que cueste, puedo decirles que mis antiguos temores fueron mal colocados. Solía temer lo incorrecto. No es peligroso orar de esta forma; es peligroso no orar así.

La oración cueste lo que cueste es un medio para experimentar la alegría que no puede expresarse (1 Pedro 1:8), no la miseria. He aprendido que no elegir solicitarle a que Dios haga las cosas cueste lo que cueste por temor que pudiera perder algo, es como si rechazara una cena de Acción de Gracias porque temo entregar mi bolsa de Cheetos.

Nunca estamos más seguros que cuando estamos en las manos de Jesús (Juan 10:28). Y la forma más segura en la que podemos orar es solicitarle a Dios que haga las cosas cueste lo que cueste para que la alegría de Jesús esté en nosotros y para nuestra alegría de estar plenos (Juan 15:11).

Dios sólo quiere darles buenos dones

No deseo confundirlos. Las respuestas de Dios a mis plegarias han resultado en algunas de las experiencias más difíciles de mi vida. Pero escúchenme: No cambiaría ninguna de esas experiencias por nada del mundo. Ellas sólo me han motivado a rezar todavía más debido a la esperanza impregnada de alegría que he saboreado a través de ellas (Romanos 5:2).

Es verdad que Dios a menudo responde nuestras plegarias en formas que no esperamos. Pero sólo hace esto por nuestro bien. Dios siempre nos está siguiendo con bondad y misericordia (Salmos 23:6). Escuchen cómo Jesús describe la disposición del Padre hacia nosotros cuando él nos motiva a rezar:

“Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mateo 7:11)

“No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino”. (Lucas 12:32)

“Si ustedes permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, soliciten lo que sea que deseen, y les será concedido”. (Juan 15:7)

El Padre no tiene deseo de darnos miseria cuan solicitamos alegría (Mateo 7:9–10).

No teman de rezar, “Cueste lo que cueste, Señor”

Así que no teman de rezar, “Cueste lo que cueste, Señor”. Todo lo que estamos haciendo es solicitándole a nuestro Padre por lo que nos hará a nosotros y a los demás más felices (Lucas 11:13; Mateo 13:44; Efesios 1:17–18; Efesios 3:19; Colosenses 4:3). Esto no pondrá en peligro nuestra alegría, sino que resultará en más (Juan 15:11; Salmos 16:11).

Cualquier sospecha que tengamos que Dios nos hará miserables en respuesta a nuestras fervorosas plegarias por más de él, es una engaño del demonio. Satanás está moldeando una luz de mentiras en la Escritura y en nuestra experiencia, jugando con nuestros temores, para que él pueda engañarnos a costa de la alegría que Dios desea darnos. No debemos dejar que nuestros temores escépticos determinen la naturaleza de nuestras oraciones.

Esa es la razón por la que en realidad es más peligroso no rezar dichas plegarias. Vivimos en una zona de guerra cósmica, opuestos por fuerzas espirituales de maldad más allá de nuestra fortaleza (Efesios 6:12). Realmente necesitamos que Dios lo haga cueste lo que cueste para derrotarlas. Y él elige hacerlo a menudo a través de nuestras plegarias (Romanos 15:18; Filipenses 1:19).

Así que vamos a acercarnos audazmente al trono de gracia (Hebreos 4:16), y pedir tanto como podamos obtener, cueste lo que cueste. Ya que pedir a Aquél que más amamos para que nos de lo que más necesitamos, nos hará más felices. No debemos temer, porque no hay una plegaria más segura.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas