Debes luchar duro por la paz

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English: You Must Fight Hard for Peace

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus


La paloma es casi un símbolo universal de la paz. Y uno muy apropiado. Las palomas son criaturas hermosas, gentiles y fieles. También son criaturas, bueno, frívolas. No hace falta mucho para mandar a volar una paloma. Una palabra dura, un gesto brusco, y ella se va. Si quieres que una paloma se quede, debes tener mucho cuidado con la forma en que hablas y actúas. Lo cual se parece mucho a lo que se necesita para estar en paz con otras personas.

El autor de Hebreos nos dice que debemos “seguir la paz con todos” (Hebreos 12:14). Su implicación: la paz —la paz real y honesta, no evitando conflictos disfuncionalmente— es difícil de mantener. ¿Qué tan difícil? Bueno, buscar la paz entra en la lista de cosas difíciles que él agrupa alrededor de esta declaración:

Es difícil luchar por la paz con todos, como todos los aspectos de la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12). Es una guerra espiritual. La paz siempre será atacada, y debemos hacer todo lo que podamos para mantenernos firmes (Efesios 6:13) y vivir en paz con todos (Romanos 12:18). Es una gran ironía del reino que debemos luchar duro por la paz.

Conflicto de “persecución”

La palabra griega traducida como “seguir [luchar por]” en Hebreos 12:14 es diōkō. Es una palabra fuerte —más fuerte que los hispanoparlantes modernos normalmente quieren decir cuando dicen “luchar por”. Se usan versiones de diōkō muchas veces en el Nuevo Testamento. Aquí hay algunos ejemplos familiares (en cursiva):

Estos ejemplos nos dan una idea de lo que el autor de Hebreos tenía en mente al exhortarnos a diōkō (luchar por) por la paz. Debemos presionar hacia la paz por cualquier medio apropiado posible. Debemos perseguir la paz con determinación implacable. Podríamos incluso pensar en ello como un conflicto persecutorio —con lo cual me refiero a trabajar vigorosamente para prevenir o terminar con un conflicto pecaminoso y matar el pecado, ¡no perseguir a las personas en conflicto!

Discernimiento paciente

Obviamente, no todos los conflictos pueden o deben evitarse. La Biblia claramente nos advierte que “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). Jesús dijo: “Seréis aborrecidos de todos por causa de Mi Nombre” (Lucas 21:17). Judas nos instruye a “contender por la fe” contra los falsos maestros (Judas 3). Jesús reprendió a los líderes religiosos pecaminosos (Mateo 23:13-39), Pablo reprendió a Pedro (Gálatas 2:11-14), Pedro reprendió a Simón el Mago (Hechos 8:20-23), y Juan tuvo que confrontar a Diótrefes (3 Juan 9-10).

Pero la mayoría de los conflictos que experimentamos no son tan claros como estos. La mayoría de ellos son difíciles de navegar porque son una mezcla de preocupaciones válidas, malentendidos, temores y lo que Santiago llama pasiones combativas pecaminosas, como celos, ambición egoísta y una orgullosa falta de voluntad para admitir el error (Santiago 4:1; 3:16).

Y tratar de discernir la química de un conflicto, cuánto de cuál ingrediente está en la mezcla, requiere discernimiento y paciencia y resistencia e indulgencia y sabiduría y caridad (amor agapē) —a menudo solo para llegar al lugar donde podemos determinar si un conflicto realmente es, en el fondo, inevitable. Requiere un compromiso riguroso y disciplinado para ser rápido de escuchar, lento para hablar y lento para enojarse (Santiago 1:19). Requiere presionar, perseguir tenazmente; requiere diōkō —luchando por la paz. Porque la mayoría de nuestros conflictos son innecesarios o innecesariamente ásperos.

Perseguir la paz hasta la muerte

¿Hasta dónde debemos “luchar por la paz”? Más de a donde la mayoría de nosotros queremos ir; más allá de lo que frecuentemente sentimos que deberíamos ir cuando nuestras pasiones entran en conflicto con alguien.

La Biblia llama a Jesús el “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Y el Príncipe de Paz, el Hijo de Dios, dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). ¿Hasta dónde llegó el Príncipe de Paz, el Hijo de Dios, para hacer la paz con nosotros? Hasta la muerte. Jesús hizo la paz entre nosotros y Dios “por la sangre de Su cruz” (Colosenses 1:20). Cuando todavía éramos pecadores (Romanos 5:8).

¿Hasta dónde deberían ir los hijos de Dios para hacer la paz? Hasta la muerte. ¿Qué significa eso? Depende de la naturaleza del conflicto. Pero al menos significa: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” (Colosenses 3:5). Significa: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal” y “en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10). Significa: “Bendecid a los que os persiguen”, “unánimes entre vosotros”, “no seáis sabios en vuestra propia opinión”, nunca “paguéis… mal por mal”, y “procurad lo bueno delante de todos los hombres”, nunca buscando venganza cuando nos hacen mal, tratando a nuestros enemigos con misericordia y compasión, y, en cuanto dependa de nosotros, viviendo en “paz con todos los hombres” (Romanos 12:14-21).

Así es como se ve “seguir la paz con todos” (Hebreos 12:14). La mayoría de las veces, cuando se está gestando un conflicto, debemos asumir que es evitable y hacer todo lo posible para perseguir la paz. Deberíamos asumir lo mejor de el(los) otro(s) y asumir que estamos malinterpretando algo o siendo tentado por pasiones combativas. No deberíamos entrar en conflicto como tal hasta que tengamos una clara confirmación de que es inevitable en el sentido bíblico. E incluso entonces, hablamos la verdad apropiada en la forma apropiada del amor, ya sea dura o tierna (Efesios 4:15).

Esto es difícil. Al igual que todas las formas de resistencia y guerra espiritual, debemos esforzarnos. Debemos morir. Pero este tipo de morir para hacer la paz es bendecido. Es lo que hacen los hijos de Dios. Y la recompensa de Dios a Sus hijos que hacen la paz será maravillosa y fuera de este mundo.


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