Deja a un lado el peso del descontento

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English: Lay Aside the Weight of Discontentment

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Jeannette Blanco


He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4: 11-13)

En la carrera de la fe, es fundamental recordar que nuestro contentamiento no está determinado por nuestras circunstancias. A menudo queremos culpar a las circunstancias de nuestro descontento, pero eso es perder el tiempo.

El contentamiento está determinado por lo que creemos. Y nuestra creencia está alimentada por lo que estamos viendo. Entonces, si necesita despojarse hoy del peso (Hebreos 12: 1) del descontento—el tipo pecaminoso que surge de la desilusión y conduce a las quejas— comience por observar lo que está viendo.

El contentamiento viene por ver el tesoro

Cuando Pablo escribió las palabras anteriores, estaba en prisión (nuevamente). Las prisiones eran lugares desagradables en la época de Pablo y él sabía que potencialmente podía morir. La muerte que contemplaba no sería agradable. Por eso escribió

Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. (Filipenses 1:20)

¿Cómo pudo Pablo sentarse en la cárcel, regularmente sufriendo de hambre y exposición, sabiendo que podría ser asesinado, y decir, "en cualquier situación estoy ... contento"? Porque vio el Premio:

Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a[a] Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo.. (Filipenses 3: 8)

Jesús fue un tesoro para Pablo. Lo que Pablo vio en Jesús fue lo que el hombre de la parábola de Jesús vio en el campo:

El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. (Mateo 13:44)

Quince minutos antes de que el hombre viera el tesoro, ¿se habría contentado con vender todo y comprar el campo? De ninguna manera. Quince minutos después de verlo, se dirigió al subastador.

¿Cuál fue la diferencia? Vio el tesoro.

El secreto de la satisfacción en "cualquier situación" es ver el Tesoro que lo supera a todos.

Tres pasos para poner sus ojos en el Premio. El descontento pecaminoso es un peso que debemos dejar a un lado. Pero también podemos considerarlo como un indicador en nuestro corazón que nos dice cuándo nuestros ojos espirituales se han desviado del Premio real. Cuando aparezca, deténgase y deje de hacer lo que está haciendo, observe lo que está mirando y redirija su mente al verdadero Tesoro.

1. Deténgase

Cuando reconoce que hay descontento, lo primero que debe hacer es detenerse de lo que está haciendo. Deje de quejarse y de refunfuñar. Deje el mal temperamento y deje de pisotear la casa. Detenga la lengua crítica hacia los demás, lo cual a menudo proviene de la abundancia de un corazón descontento. Deje de ver los catálogos, los tweets y las páginas de Facebook que producen codicia. Deténgase y ...

2. Observe

Observe lo que está mirando. Usted está descontento porque percibe que hay un obstáculo entre usted y su premio. Mencione por nombre el premio que quiere. Probablemente no es Jesús, ya que Romanos 8: 38–39 nos dice que nada puede separarnos de él.

3. Piense

Hacer que nuestros ojos espirituales vuelvan a centrarse en el premio correcto solo se consigue pensando. Lo que meditamos es lo que percibimos. Estamos descontentos porque hemos estado meditando en cosas equivocadas y nos sentimos abrumados por una frustración similar al plomo. Es hora de tomar el yugo ligero (Mateo 11:30) del deleite en Jesús al hacer lo que Pablo instruyó a los filipenses que hicieran:

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable[a], si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad. (Filipenses 4:8)

No deje que el descontento lo gobierne hoy. Deje a un lado este gran peso y fije sus ojos en Jesús (Hebreos 12:2), cuyo valor incomparable, cuando lo ve, hace que las peores circunstancias que este mundo pueda arrojarle sean nada más que basura.


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