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English: Awaken Me to Today

© Desiring God

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Por Scott Hubbard sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus


Contenido

Tres recordatorios diarios

Muchos de nosotros caminamos a través de un mundo de color sin vida.

Quizá una vez la vida fue más vívida. Te fuiste a dormir y no podías esperar a despertarte. Amabas tu trabajo, o estabas comprometido para casarte, o acababas de tener tu primer hijo. Pero la vida cambió, y lentamente los colores se vaciaron de tus días. Ahora te levantas, caminas a través de otro día insípido y te acuestas, simplemente para hacerlo todo mañana otra vez. El calendario se ha convertido en 365 tonos de café.

Necesitamos que Dios nos despierte a hoy. Necesitamos que nos recuerde nuevamente que “este es el día que hizo Jehová” (Salmo 118:24) —un día único, un día significativo, un día que nos llega de las manos del amor divino. Necesitamos que Dios nos ayude a proponernos, como escribe Clyde Kilby, que “no caigamos en la falsedad de que este día, o cualquier otro día, es simplemente otras ambiguas y laboriosas veinticuatro horas, sino más bien un evento único, lleno, si así lo deseo, de dignas potencialidades”.

Para despertarnos a hoy, probablemente no necesitamos hacer algo espectacular. Probablemente solo necesitamos meditar en las glorias ordinarias que tan a menudo olvidamos. Probablemente necesitamos mirar hacia arriba, a nuestro alrededor y hacia adelante de nuevo.

Mira hacia arriba

Mira hacia arriba a Dios hoy.

Dios es. El hecho más básico de hoy es también el más descabellado y maravilloso: Dios es. Detrás de todo lo que vemos y sentimos hoy, hay una danza eterna del Padre, Hijo y Espíritu Santo: nunca cambiando, siempre felices, un volcán constante de bondad y gozo.

Él es el Amor debajo de todo amor (1 Juan 4:8), la Belleza detrás de toda belleza (Salmo 27:4), la Verdad debajo de toda verdad (Juan 14:6). Él es el Creador, el Señor y el Rey; el Pastor, la Palabra y el Salvador; el Consolador, el Guía y el Maestro. Él es el Dios que se ha revelado a Sí Mismo en Jesucristo (Juan 1:18) —y Él es.

Dios está aquí. “No podemos hablar de Dios a Sus espaldas”, dijo John Webster. Tampoco podemos pensar, respirar, dormir o comer allí. No existe un lugar como “a Sus espaldas”, ni en Ícaro, a nueve mil millones de años luz de distancia, ni en nuestras salas. Dios está aquí, en este momento, sustentándonos por el poder de Su Palabra (Hebreos 1:3). Inhala, exhala y siente Su hablar expandir tus pulmones. Él te encerca, por atrás y por delante —viéndote, buscándote y conociéndote (Salmo 139:5).

Dios es para ti. En Cristo, este Dios es para ti hoy —con todo Su corazón y alma infinitos (Jeremías 32:41). Observa la salida del sol y siente Sus nuevas misericordias (Lamentaciones 3:22-23). Mira hacia atrás y ve Su bondad a tus talones (Salmo 23:6). Abre Su Libro y escúchalo repasar la historia de Su amor (Romanos 5:8). Abre tu boca y vierte tu corazón en Sus manos (Salmo 62:8).

Luego, sal a tu día y conoce que Él está contigo —dentro de ti (Juan 14:17). Él te ayudará. Él te fortalecerá. Él te sostendrá con la diestra de Su justicia (Isaías 41:10). Y Él tejerá lo que suceda hoy, sin importar cuán monótono o desgarrador sea, en un tapiz de bondad, misericordia y amor (Romanos 8:28).

Mira a tu alrededor

Ahora, mira a tu alrededor, al mundo, hoy.

Los cielos cantan de Su belleza. ¿Por qué volvió a salir el sol esta mañana? No por necesidad de funcionar como un reloj, sino porque “Dios”, como lo expresa Chesterton, “dice todas las mañanas: Hazlo de nuevo” (Ortodoxia, p. 29). Y, por supuesto, al sol no le importa: ¿cómo podría dejar de hablarnos de la gloria de Dios (Salmo 19:1)? Cuando el sol cruza el horizonte como un novio que viene por su novia, ¿puedes oírlo gritar de alegría (Salmo 65:8)?

La tierra está llena de Su amor. El sol es solo un miembro del coro de la creación —el bajo, tal vez. Mira hacia abajo del cielo y ve el amor inquebrantable de Dios derramándose desde cada rincón (Salmo 33:5). Sí, la creación gime por el día en que finalmente desechará este capullo de corrupción y camine en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Romanos 8:19-21), pero la creación también está gritando, coreando, bailando, cantando al ritmo del canto de amor trino (Salmo 104:24).

¿Puedes escuchar cada don susurrar la bondad de Dios (Santiago 1:17)? ¿Puedes sentir Su amabilidad en una brisa otoñal? ¿Puedes oír Su poder en el trueno de medianoche? ¿Puedes sentir Su calor en tu suéter de lana? ¿Puedes probar Su dulzura en un pastel de manzana?

Esta noche, cuando Dios deslice la oscuridad sobre nuestro continente como un edredón, mira las estrellas. Salen porque Él las llama —por su nombre (Isaías 40:26). Las cien mil millones de ellas. Mientras ponemos nuestros relojes de alarma, nos cepillamos los dientes y nos arrodillamos junto a nuestras camas, Su voz correrá a través de galaxias que aún no hemos descubierto, trayendo a Su ejército como un cazador que llama a sus perros.

Este es el mundo de nuestro Padre. No camines dormido por el mundo hoy, como un turista que se pierde el techo de la capilla Sixtina porque está mirando su teléfono. Levanta los ojos. Detente en la banqueta. Baja la ventanilla. Siéntate en el suelo. Y escucha la canción de la creación.

Mira hacia adelante

Finalmente, mira hacia adelante a tu vida hoy.

Eres un soldado en el ejército del Rey. En este día ordinario, típico y predecible, caminas a través de una zona de guerra. ¿Puedes sentir la batalla por tu alma hoy, mientras te enfrentas a las tentaciones hacia la ira, la lujuria, la envidia o la preocupación (Romanos 6:12-13)? ¿Puedes ver los reinos chocando? ¿Puedes oír el silbido de la serpiente? ¿Puedes sentir sus flechas ardientes volando por el aire (Efesios 6:16)? ¿Y puedes escuchar a tu Capitán decir: “Siempre estoy con ustedes” (Mateo 28:20)?

Tienes personas a quien amar. Mira de nuevo a la gente con la que estás hoy, especialmente a los problemáticos. ¿Quién es ese hombre que acaba de atravesarte en el tráfico? ¿Quién es este cajero que se ve distraído? ¿Quiénes son estos compañeros de cuarto que te irritan?

Son portadores de la imagen del Dios viviente (Génesis 1:27), coronados con gloria y honor (Salmo 8:5), pero desfigurados por nuestra maldición común (Romanos 3:23) y apresurándose hacia la eternidad ya sea con Jesús o sin Él. Como C. S. Lewis nos recuerda: “Son los inmortales con quienes bromeamos, trabajamos, nos casamos, desairamos y explotamos —horrores inmortales o esplendores eternos” (El peso de gloria, p. 46). ¿Cómo trataremos a estas personas hoy? ¿Como obstáculos para nuestra comodidad? ¿Como meras molestias? ¿O como personas para escuchar, servir y perdonar (Colosenses 3:12-13)?

Tienes buenas obras en las cuales caminar. Muchas de las buenas obras que tienes hoy en día no se sentirán magníficas. Pero son tu derecho de nacimiento en Cristo Jesús (Efesios 2:10), y ninguna pasará desapercibida o sin recompensa, desde el sacrificio más grande de tu comodidad hasta el hecho más pequeño hecho en fe (Efesios 6:8).

Así que llama a una amiga deprimida y recuérdale el carácter de Dios. Júntate con tu papá y busca maneras de compartir a Jesús con él —otra vez. Ve a trabajar dependiendo de Dios, y luego llena la hoja de cálculo, pela las papas, programa las citas, cambia los pañales o escribe el plan de la lección. Y conoce que, en todo esto, el Dios del universo ve y sonríe (Mateo 6:4).

Despierta

Al considerar tu vida, tal vez se sienta rutinaria. Tal vez se sienta como si estuvieras caminando a través de un bosque de aburrimiento, monotonía o estrés. Sin duda, no podremos escapar de todo el tedio de la vida. Caminaremos a través de algunos días tan doblados por la inutilidad de este mundo que apenas podremos levantar los ojos hacia Dios, para ver el mundo alrededor o hacia adelante en nuestra vida.

Pero ¿creerás que, mientras caminas por este bosque de la rutina, Dios puede guiarte a los claros donde el sol brilla, el aire cosquillea y la vida vibra de maravilla? Él puede hacerlo. Así que mira hacia arriba a Dios hoy. Mira a tu alrededor hoy, a Su mundo. Mira hacia adelante a tu vida hoy. Y pídele a Dios que te despierte.


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