Dios obra en aquellos que esperan

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{{info|God Works in Those Who Wait}}Estamos viviendo en la época de la impaciencia. Ya sea que estemos esperando en línea, esperando en el tráfico, esperando por un servicio de comida, o esperando por matrimonio, el apostar nuestro tiempo es más contracultural que nunca. Hemos sido condicionados a tenerlo a nuestra manera, cuanto antes. Primero fue la comida rápida y el café instantáneo; luego también fue todo lo demás.  
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{{info|God Works in Those Who Wait}}Vivimos en la era de la impaciencia. Ya sea que estemos esperando en línea, esperando en medio del tráfico, esperando por un servicio de comida, o esperando el matrimonio, dedicar a algo nuestro tiempo es más contracultural que nunca. Estamos condicionados a hacerlo todo a nuestra manera y cuanto antes. Primero fue con la comida rápida y el café instantáneo, luego también con todo lo demás.  
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En un día tal como los nuestros, tenemos más que la razón para maravillarnos en la paciencia perfecta de Jesús. No sólo tenemos los ejemplos de la antigua alianza de los salmistas — quienes “esperaron pacientemente por el Señor” (Salmos 40:1) y motivaron a sus lectores a hacer lo mismo (Salmos 37:7); también tenemos a Abraham (quien “al haber esperado pacientemente, obtuvo la promesa”, Hebreos 6:15), junto con todos “aquellos quienes mediante la fe y la paciencia heredaron las promesas” (Hebreos 6:12). Y mucho más importante, tenemos al Dios-hombre mismo como ejemplo de la “paciencia perfecta” (1 Timoteo 1:16).  
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En una época como la nuestra, tenemos más razones para maravillarnos en la paciencia perfecta de Jesús. No sólo vemos el ejemplo de los salmistas del Antiguo Testamento —quienes esperaron pacientemente en el Señor (Salmos 40:1) y motivaron a sus lectores a hacer lo mismo (Salmos 37:7); también encontramos a Abraham (quien “habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa”, tal como dice Hebreos 6:15) entre todos aquellos “que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas” (Hebreos 6:12). Además, tenemos algo mucho más importante: al mismo Dios-hombre como ejemplo de la “paciencia perfecta” (1 Timoteo 1:16).  
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Cuando Jesús muestra su paciencia, no sólo nos muestra la verdadera paciencia de su Padre, sino lo hace como verdadero humano. Él demuestra la clase de vida divina que puede expresarse en nuestra propia carne humana. Y por tanto la Biblia está llena de llamadas a la paciencia de Cristo. El Nuevo Testamento nos brinda al menos cinco situaciones específicas en las cuales Dios nos da poder para esperar. Considerelas como indicadores para la plegaria y oportunidades particulares para buscar una paciencia más grande en la fortaleza que él suministra (1 Pedro 4:11).  
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Cuando Jesús muestra su paciencia, no sólo nos muestra la mismísima paciencia de su Padre, sino que lo hace siendo completamente humano. Él nos muestra la clase de vida divina que puede expresarse en nuestra propia carne humana. Por lo tanto, la Biblia está llena de llamados a tener la paciencia de Cristo. El Nuevo Testamento nos brinda al menos cinco situaciones específicas en las cuales Dios nos da poder para esperar con paciencia. Considérenlas indicadores que nos impulsan a orar y oportunidades específicas para buscar una paciencia mayor en la fortaleza que él nos da (1 Pedro 4:11).  
'''1. Paciencia con las personas'''  
'''1. Paciencia con las personas'''  
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Podemos estar propensos a pensar primero en la paciencia con respecto a las cosas; ya sea en el servicio de comida o la velocidad de conexión de internet. Pero detrás de las cosas están las personas. Vivimos en un universo personal, creado por un Dios personal, y nuestras circunstancias diarias, incluso cuando ellos se sienten aislados de todo lo demás, están formados inevitablemente por otras personas. Si vamos a ser personas con mucha paciencia, eso tendrá que relacionarse con personas reales.  
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Podemos ser propensos a pensar la paciencia primeramente en relación con las ''cosas'', ya sea el servicio de comida o la velocidad de la conexión de internet. No obstante, detrás de las cosas hay personas. Vivimos en un universo personal, creado por un Dios personal, y nuestras circunstancias diarias, incluso cuando sentimos que están aisladas de todos los demás, inevitablemente están determinadas por otras personas. Si lo que queremos es ser personas cada vez más pacientes, nuestra vida tendrá que estar relacionada con personas reales.  
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Cuando el apóstol nos incita a “caminar de una forma valiosa” de nuestro llamado en Cristo, él lo rellenaba exclusivamente en términos con otro significado: “con toda humildad y gentileza, ''con paciencia'', soportándonos los unos a los otros con amor, deseosos de mantener la unidad del Espíritu en el lazo de la paz” (Efesios 4:1-3). La paciencia se relaciona con las otras personas.  
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Cuando el apóstol nos alienta a “caminar de una forma digna” de nuestro llamado en Cristo, él desarrola su argumento exclusivamente en términos de nuestra relación con los demás: “con toda humildad y mansedumbre, ''con paciencia'', soportándonos unos a otros en amor, esforzándonos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:1-3). La paciencia está orientada hacia las demás personas.  
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De forma similar, estamos llamados a cultivar “corazones compasivos, amabilidad, humildad, modestia, y ''paciencia'', sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro” (Colosenses 3:12-13). La paciencia es soportar a las ''demás personas'' cuando no comparten nuestra cadencia, prácticas, prioridades y sentido del tiempo. Que “reprendan a los indisciplinados, animen a los tímidos, sostengan a los débiles, y ''sean pacientes con todos''” (1 Tesalonicenses 5:14).  
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De forma similar, somos llamados a cultivar “tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y ''paciencia'', soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro” (Colosenses 3:12-13). Paciencia es soportar a las ''demás personas'' cuando no comparten nuestro ritmo de vida, prácticas, prioridades y percepción del tiempo. “Les rogamos, hermanos, que les llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que apoyen a los débiles, y que ''sean pacientes con todos''” (1 Tesalonicenses 5:14).  
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'''2. Paciencia al hacer el bien'''  
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'''2. Paciencia para hacer el bien'''  
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Para obtener algo incluso más específico, una manera en que la paciencia se oriente a los demás es al sobrellevarlos al hacerles bien. Las buenas voluntades de los cristianos son personales - están para el bien de los demás. Cuando Jesús cuenta su parábola del sembrador, él caracteriza el suelo fértil como “aquellos que, al escuchar la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y ''dan fruto gracias a su paciencia''” (Lucas 8:15). La paciencia no sólo se produce por el mismo Espíritu Santo, sino también ayuda al dar frutos para el bien de los demás.  
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Siendo aun más específicos, una manera en que la paciencia se orienta a los demás es al perseverar para hacerles bien. Las buenas obras de los cristianos son personales: son por el bien de los demás. Cuando Jesús cuenta la parábola del sembrador, él caracteriza el suelo fértil como aquellos “que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y ''dan fruto con su perseverancia'' [o su ''paciencia'']” (Lucas 8:15). La paciencia no sólo es un fruto que produce el mismo Espíritu Santo, sino que también nos ayuda a dar fruto por el bien de los demás.  
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Ninguna fertilidad significativa a largo plazo en este mundo caído viene sin obstáculos y resistencia. Para atender a otros en una forma significativa significará encontrar fricción al poco tiempo. La paciencia, entonces, es la virtud del alma que nos ayuda a perseverar al hacer el bien, y no estar asustados de las causas valiosas a causa de la oposición, el afán y la fatiga.  
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No hay manera de dar fruto de forma significativa y a largo plazo en este mundo caído sin obstáculos ni resistencia. Servir a los demás de una forma significativa implica tener roces con ellos al poco tiempo. Por lo tanto, la paciencia es la virtud del alma que nos ayuda a perseverar en hacer el bien, y a no huir despavoridos de las causas valiosas cuando se presentan la oposición, el trabajo arduo y la fatiga.  
'''3. Paciencia en el liderazgo'''  
'''3. Paciencia en el liderazgo'''  
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Una de las verdades más impactantes acerca de la paciencia en la Biblia es su emparejamiento con el liderazgo. Todos los cristianos pueden (y deberían) incrementar la paciencia, pero no es un requisito previo para ser un Cristiano. Sin embargo, se requiere la paciencia para el oficio en la iglesia.  
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Una de las verdades más llamativas acerca de la paciencia en la Biblia es su emparejamiento con el liderazgo. Todos los cristianos pueden (y deberían) crecer en la paciencia, pero no es un requisito previo para ser cristiano. Sin embargo, la paciencia es necesaria para ocupar un cargo en la iglesia.  
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“El que sirve al Señor” dice Pablo, debe ser “amable con todos, apto para enseñar y ''paciente en las pruebas''(2 Timoteo 2:24). Aquellos que “proclaman la palabra” insisten “con una paciencia incansable” (2 Timoteo 4:2). Observen que la paciencia acompañadora se mantiene en la alabanza de Pablo de su protegido Timoteo: “Tú has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis proyectos, mi fe, ''mi paciencia'', mi amor y mi constancia” (2 Timoteo 3:10). La paciencia incluso juega un papel central en la defensa de Pablo de su apostolado (2 Corintios 6:4-6; 12:12).  
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Pablo dice: “un siervo del Señor [...] debe ser bueno con todos. Debe ser apto para enseñar; debe ''tener paciencia'' y corregir con corazón humilde a los rebeldes” (2 Timoteo 2:24-25). Aquel que “predica la palabra” debe hacerlo “con mucha paciencia” (2 Timoteo 4:2). Observen qué lugar ocupa la paciencia en el elogio que Pablo hace de su discípulo Timoteo: “Tú has seguido mi enseñanza, conducta, propósito, fe, ''paciencia'', amor, perseverancia” (2 Timoteo 3:10). La paciencia incluso juega un rol central en la defensa que Pablo hace de su apostolado (2 Corintios 6:4-6; 12:12).  
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En el corazón de un liderazgo formal en la iglesia cristiana, es necesario ser un modelo para el rebaño (1 Pedro 5:3). Jesús significa para su iglesia no sólo tener su ejemplo de “paciencia perfecta”, sino también de ver la paciencia experimentada en la comunidad por los líderes debidamente designados y reconocidos, imperfecta como debiera ser.  
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En el núcleo del liderazgo formal de la iglesia cristiana, encontramos la necesidad de ser un modelo para el rebaño (1 Pedro 5:3). Jesús quería que su iglesia no sólo tuviera su ejemplo de “paciencia perfecta”, sino que también viera la paciencia en la forma de vida de la comunidad cristiana mediante los líderes reconocidos y debidamente designados, por muy imperfectos que fueran.  
'''4. Paciencia en el sufrimiento'''  
'''4. Paciencia en el sufrimiento'''  
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El aspecto de la paciencia que quizás sea más difícil de cultivar es la paciencia en el sufrimiento. Es mucho más difícil soportar a una persona molesta cuando su propio cuerpo no siente dolor, pero ¿cómo ustedes aguantarán en el dolor y sufrimiento? ¿Tendrán ustedes los medios en proceso para tener la paciencia con Dios a medida que él despliega su cronometraje perfecto, el cual generalmente no corresponde a nuestras preferencias? ¿Seremos nosotros “pacientes en la adversidad” (Romanos 12:12), acudiendo a los profetas para “un ejemplo de sufrimiento y paciencia” (Santiago 5:10)?  
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El aspecto de la paciencia que quizás sea más difícil de cultivar es la paciencia en el sufrimiento. Es mucho más fácil soportar a una persona molesta cuando tu propio cuerpo no siente dolor, pero ¿cómo aguantar en medio del dolor y el sufrimiento? ¿Tendremos los medios, en medio de las pruebas, para ser pacientes ''con Dios'' a medida que él despliega su cronometraje perfecto, que generalmente no se corresponde con nuestras preferencias? ¿Podremos mostrar “paciencia en el sufrimiento” (Romanos 12:12), acudiendo a los profetas como “ejemplo de sufrimiento y paciencia” (Santiago 5:10)?  
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Dios tiene un bálsamo especial para darle a sus hijos en sufrimiento. Él guarda su mejor vino, dijo Samuel Rutherford, en las bodegas de la aflicción. Y él duplica su alegría al permitirnos servir como instrumentos de su comodidad hacia otros que estén sufriendo. Es así pues que nuestra paciencia en el sufrimiento ayuda a los demás a soportar con paciencia. “Si sufrimos, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, también es para consuelo de ustedes, y esto les permite soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos” (2 Corintios 1:6).  
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Dios tiene un bálsamo especial para darle a sus hijos en medio del sufrimiento. Como dijo Samuel Rutherford, él guarda su mejor vino en las bodegas de la aflicción. Además, él duplica nuestro gozo al permitirnos servir como instrumentos de su consuelo a otros que están sufriendo. Es así, pues, como nuestra paciencia en el sufrimiento ayuda a los demás a soportar con paciencia. “Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos” (2 Corintios 1:6).  
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Cinco veces en los primeros tres capítulos del Apocalípsis, el apóstol Juan menciona la perseverancia. Escribe como “hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el reino y la ''perseverancia'' en Jesús” (Apocalípsis 1:9), y luego muestra que su perseverancia emanada de Cristo multiplica a medida que hace eco en las vidas de los seguidores de Cristo (Apocalípsis 2:2-3, 19; 3:10).  
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Cinco veces en los primeros tres capítulos de Apocalipsis, el apóstol Juan menciona la perseverancia. Escribe como “hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la ''perseverancia'' en Jesús” (Apocalipsis 1:9), y luego demuestra que esta perseverancia emanada de Cristo se multiplica en la medida en que hace eco en la vida de los seguidores de Cristo (Apocalipsis 2:2-3, 19; 3:10).  
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'''5. Paciencia con la segunda venida'''  
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'''5. Paciencia en la espera de la Segunda Venida'''  
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Finalmente, nosotros esperamos el regreso de Cristo. Como cristianos, nuestra más grande alegría aguarda por algo que aún no tenemos. Anhelamos ver a Jesús cara a cara. “En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos ''con paciencia''(Romanos 8:25). Santiago hace la conexión de forma incluso más fuerte:  
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Por último, esperamos el regreso de Cristo. Como cristianos, nuestro mayor gozo aguarda por algo que aún no tenemos. Anhelamos ver a Jesús cara a cara. “Pero si esperamos lo que no vemos, ''con paciencia'' lo aguardamos” (Romanos 8:25). Santiago deja esta relación incluso más clara:  
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Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Miren cómo el sembrador cosecha los preciosos productos de la tierra, que ha aguardado desde las primeras lluvias hasta las tardías. Sean también ustedes pacientes. Preparen sus corazones, porque la venida del Señor está cerca. (Santiago 5:7–8)  
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:Por tanto hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Sed también vosotros pacientes; fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. (Santiago 5:7–8)  
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Al esperar pacientemente el regreso de Jesús es la paciencia climática para el cristiano; y vea bien, no es una “paciencia” que equivale a ser apáticos sobre su regreso. La verdadera paciencia presupone un anhelo agudo y un dolor intenso. No podemos ser ''pacientes'' con su segunda venida si ''primero'' no ''sentimos nostalgia'' por ella. Volver a mirar nuestro mundo quebrado y enfermo por el pecado y decir, “¿Por cuánto tiempo, Oh, Señor?” no es traicionar la paciencia, sino que le otorga a la paciencia su más grande expresión.
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Esperar pacientemente la venida de Jesús es el punto culminante de la paciencia para el cristiano; y observen bien, no es una “paciencia” que equivale a ser apáticos respecto de su venida. La verdadera paciencia presupone un anhelo agudo y un dolor intenso. No podemos ser ''pacientes'' respecto de su segunda venida si primero no la ''añoramos''. Mirar a nuestro alrededor, a nuestro mundo quebrado y enfermo por el pecado y decir “¿Hasta cuándo, Señor?” no es traicionar la paciencia, sino que es darle a la paciencia su máxima expresión.

Revisión de 16:45 26 sep 2016

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Sobre esta Traducción
English: God Works in Those Who Wait

© Desiring God

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Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Carlos Diaz

Vivimos en la era de la impaciencia. Ya sea que estemos esperando en línea, esperando en medio del tráfico, esperando por un servicio de comida, o esperando el matrimonio, dedicar a algo nuestro tiempo es más contracultural que nunca. Estamos condicionados a hacerlo todo a nuestra manera y cuanto antes. Primero fue con la comida rápida y el café instantáneo, luego también con todo lo demás.

En una época como la nuestra, tenemos más razones para maravillarnos en la paciencia perfecta de Jesús. No sólo vemos el ejemplo de los salmistas del Antiguo Testamento —quienes esperaron pacientemente en el Señor (Salmos 40:1) y motivaron a sus lectores a hacer lo mismo (Salmos 37:7)—; también encontramos a Abraham (quien “habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa”, tal como dice Hebreos 6:15) entre todos aquellos “que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas” (Hebreos 6:12). Además, tenemos algo mucho más importante: al mismo Dios-hombre como ejemplo de la “paciencia perfecta” (1 Timoteo 1:16).

Cuando Jesús muestra su paciencia, no sólo nos muestra la mismísima paciencia de su Padre, sino que lo hace siendo completamente humano. Él nos muestra la clase de vida divina que puede expresarse en nuestra propia carne humana. Por lo tanto, la Biblia está llena de llamados a tener la paciencia de Cristo. El Nuevo Testamento nos brinda al menos cinco situaciones específicas en las cuales Dios nos da poder para esperar con paciencia. Considérenlas indicadores que nos impulsan a orar y oportunidades específicas para buscar una paciencia mayor en la fortaleza que él nos da (1 Pedro 4:11).

1. Paciencia con las personas

Podemos ser propensos a pensar la paciencia primeramente en relación con las cosas, ya sea el servicio de comida o la velocidad de la conexión de internet. No obstante, detrás de las cosas hay personas. Vivimos en un universo personal, creado por un Dios personal, y nuestras circunstancias diarias, incluso cuando sentimos que están aisladas de todos los demás, inevitablemente están determinadas por otras personas. Si lo que queremos es ser personas cada vez más pacientes, nuestra vida tendrá que estar relacionada con personas reales.

Cuando el apóstol nos alienta a “caminar de una forma digna” de nuestro llamado en Cristo, él desarrola su argumento exclusivamente en términos de nuestra relación con los demás: “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándonos unos a otros en amor, esforzándonos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:1-3). La paciencia está orientada hacia las demás personas.

De forma similar, somos llamados a cultivar “tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro” (Colosenses 3:12-13). Paciencia es soportar a las demás personas cuando no comparten nuestro ritmo de vida, prácticas, prioridades y percepción del tiempo. “Les rogamos, hermanos, que les llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que apoyen a los débiles, y que sean pacientes con todos” (1 Tesalonicenses 5:14).

2. Paciencia para hacer el bien

Siendo aun más específicos, una manera en que la paciencia se orienta a los demás es al perseverar para hacerles bien. Las buenas obras de los cristianos son personales: son por el bien de los demás. Cuando Jesús cuenta la parábola del sembrador, él caracteriza el suelo fértil como aquellos “que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia [o su paciencia]” (Lucas 8:15). La paciencia no sólo es un fruto que produce el mismo Espíritu Santo, sino que también nos ayuda a dar fruto por el bien de los demás.

No hay manera de dar fruto de forma significativa y a largo plazo en este mundo caído sin obstáculos ni resistencia. Servir a los demás de una forma significativa implica tener roces con ellos al poco tiempo. Por lo tanto, la paciencia es la virtud del alma que nos ayuda a perseverar en hacer el bien, y a no huir despavoridos de las causas valiosas cuando se presentan la oposición, el trabajo arduo y la fatiga.

3. Paciencia en el liderazgo

Una de las verdades más llamativas acerca de la paciencia en la Biblia es su emparejamiento con el liderazgo. Todos los cristianos pueden (y deberían) crecer en la paciencia, pero no es un requisito previo para ser cristiano. Sin embargo, la paciencia es necesaria para ocupar un cargo en la iglesia.

Pablo dice: “un siervo del Señor [...] debe ser bueno con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener paciencia y corregir con corazón humilde a los rebeldes” (2 Timoteo 2:24-25). Aquel que “predica la palabra” debe hacerlo “con mucha paciencia” (2 Timoteo 4:2). Observen qué lugar ocupa la paciencia en el elogio que Pablo hace de su discípulo Timoteo: “Tú has seguido mi enseñanza, conducta, propósito, fe, paciencia, amor, perseverancia” (2 Timoteo 3:10). La paciencia incluso juega un rol central en la defensa que Pablo hace de su apostolado (2 Corintios 6:4-6; 12:12).

En el núcleo del liderazgo formal de la iglesia cristiana, encontramos la necesidad de ser un modelo para el rebaño (1 Pedro 5:3). Jesús quería que su iglesia no sólo tuviera su ejemplo de “paciencia perfecta”, sino que también viera la paciencia en la forma de vida de la comunidad cristiana mediante los líderes reconocidos y debidamente designados, por muy imperfectos que fueran.

4. Paciencia en el sufrimiento

El aspecto de la paciencia que quizás sea más difícil de cultivar es la paciencia en el sufrimiento. Es mucho más fácil soportar a una persona molesta cuando tu propio cuerpo no siente dolor, pero ¿cómo aguantar en medio del dolor y el sufrimiento? ¿Tendremos los medios, en medio de las pruebas, para ser pacientes con Dios a medida que él despliega su cronometraje perfecto, que generalmente no se corresponde con nuestras preferencias? ¿Podremos mostrar “paciencia en el sufrimiento” (Romanos 12:12), acudiendo a los profetas como “ejemplo de sufrimiento y paciencia” (Santiago 5:10)?

Dios tiene un bálsamo especial para darle a sus hijos en medio del sufrimiento. Como dijo Samuel Rutherford, él guarda su mejor vino en las bodegas de la aflicción. Además, él duplica nuestro gozo al permitirnos servir como instrumentos de su consuelo a otros que están sufriendo. Es así, pues, como nuestra paciencia en el sufrimiento ayuda a los demás a soportar con paciencia. “Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos” (2 Corintios 1:6).

Cinco veces en los primeros tres capítulos de Apocalipsis, el apóstol Juan menciona la perseverancia. Escribe como “hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús” (Apocalipsis 1:9), y luego demuestra que esta perseverancia emanada de Cristo se multiplica en la medida en que hace eco en la vida de los seguidores de Cristo (Apocalipsis 2:2-3, 19; 3:10).

5. Paciencia en la espera de la Segunda Venida

Por último, esperamos el regreso de Cristo. Como cristianos, nuestro mayor gozo aguarda por algo que aún no tenemos. Anhelamos ver a Jesús cara a cara. “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romanos 8:25). Santiago deja esta relación incluso más clara:

Por tanto hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Sed también vosotros pacientes; fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. (Santiago 5:7–8)

Esperar pacientemente la venida de Jesús es el punto culminante de la paciencia para el cristiano; y observen bien, no es una “paciencia” que equivale a ser apáticos respecto de su venida. La verdadera paciencia presupone un anhelo agudo y un dolor intenso. No podemos ser pacientes respecto de su segunda venida si primero no la añoramos. Mirar a nuestro alrededor, a nuestro mundo quebrado y enfermo por el pecado y decir “¿Hasta cuándo, Señor?” no es traicionar la paciencia, sino que es darle a la paciencia su máxima expresión.


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