Dios piensa mejor de su obediencia que usted

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{{info|God Thinks More of Your Obedience Than You Do}}Dios nos ordena que no pensemos más alto de nosotros mismos de lo que debemos pensar, “sino que piense con buen juicio” (Ro. 12:3). El buen juicio también implica no pensar más bajo de nosotros de lo que es cierto. Y la Biblia tiene mucho que decirnos al respecto.
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Dios nos manda a no pensar más alto de nosotros mismos de lo que debiéramos, “sino pensar con juicio sobrio” (Romanos 12:3). El Juicio sobrio también involucra no pensar más bajo de nosotros mismos de lo que es verdadero. Y la Biblia tiene un estupendo trato para decirnos sobre este asunto.  
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Cuando hablo con un grupo de cristianos, ya sea en la iglesia o en un salón de clases, y les pregunto: “¿Quién aquí es de corazón limpio y bueno?”, muy rara vez alguien levanta la mano. Entonces pregunto: “¿Hay algún cristiano sentado aquí?”. Tras esa pregunta, normalmente responden de manera afirmativa. En respuesta, les digo que si están listos para llamarse cristianos, también deberían estarlo para afirmar que son limpios de corazón y buenos, y aún más cosas.  
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Cuando me dirijo a un grupo de cristianos, ya sea en la iglesia o en un salón de clases, y hago la pregunta, “¿Quién aquí es puro de corazón y es bueno?”, raramente alguien levanta la mano. Luego pregunto, “¿Hay algún cristiano sentado aquí?” Después de esa pregunta, generalmente todos responden afirmativamente. En respuesta, les digo que si están preparados para llamarse a sí mismos Cristianos, también deberían estar preparados para afirmar que son puros de corazón y buenos, y la lista sigue.  
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Pero, ¿cómo es esto posible? ¿No somos pecadores? Sí, somos pecadores. Pero Dios nos ha revelado una preciosa verdad que, a menudo, se ve disminuida o incluso ampliamente olvidada en muchos sectores de la iglesia de hoy, y quiero que la recuperemos. En resumen, Dios nos acepta en Cristo y, de esa manera, acepta nuestra (muy) imperfecta obediencia de tal forma que podemos ser propiamente descritos como “limpios de corazón” y “buenos”. Es una verdad notable. Considere el testimonio bíblico conmigo.  
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¿Pero cómo es esto posible? ¿No somos pecadores? Sí, somos pecadores. Pero Dios nos ha revelado una preciosa verdad que a menudo está menguada o incluso enormemente olvidada en muchas esquinas de la iglesia hoy día - y Yo deseo que la recuperemos. En resumen, Dios nos acepta en Cristo y así acepta nuestra (muy) obediencia imperfecta en tal forma que seamos descritos apropiadamente como “puros de corazón” y “buenos”. Es una verdad resaltante. Considere el testigo bíblico conmigo.  
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'''1. Los cristianos tienen corazones puros.'''
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==== 1. Los Cristianos tienen corazones puros. ====
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Si usted es de verdad cristiano, tiene un corazón limpio (1 Ti. 1:5). Si se quiere adorar a Dios, se necesita un corazón puro (Sal. 24:4). Los que son limpios de corazón —y solo ellos— verán a Dios (Mt. 5:8).  
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Si es verdaderamente un Cristiano, usted tiene un corazón puro (1 Timoteo 1:5). Si desean alabar a Dios, necesitan un corazón puro (Salmos 24:4). Aquellos que sean puros de corazón — y sólo aquellos — verán a Dios (Mateo 5:8).  
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Deberíamos rehuir el negar que somos limpios de corazón, incluso si nuestras intenciones son nobles al hacerlo. Somos limpios de corazón. Al igual que el hombre que dijo: “Creo; ¡ayuda mi incredulidad!” (Mr. 9:24), podemos decir, “Soy limpio de corazón; Ayúdame a ser más limpio de corazón”. David era una de esas personas en el Salmo 51 (v. 10).  
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Debemos huir de la negación de que somos puros de corazón, incluso si nuestras intenciones son nobles. Somos puros de corazón. Como el hombre que dijo, “Creo, ayúdame porque tengo poca fe” (Marcos 9:24), podemos decir, «Soy puro de corazón; ayúdame a ser más puro de corazón” David fue una clase especial de persona en Salmos 51 (versículo 10).  
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'''2. Los cristianos son buenos y justos.'''
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==== 2. Los Cristianos son buenos y justos. ====
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Lucas describe a Zacarías y Elizabeth de la siguiente manera: “Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor” (Lc. 1:6). José de Arimatea es descrito de manera similar como un “varón bueno y justo” (Lc. 23:50). Los cristianos son “siervos de la justicia” (Ro. 6:18). Tenemos hambre y sed de justicia (Mt. 5:6).  
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Lucas describe a Zacarías y a Elizabeth de la siguiente forma: “Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor” (Lucas 1:6). José de Aramitea es descrito de forma similar como un “hombre bueno y justo” (Lucas 23:50). Los cristianos son “servidores de la justicia” (Romans 6:18). Tenemos hambre y sed de justicia (Mateo 5:6).  
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Las personas buenas van al cielo; no con una bondad producida por ellos mismos, sino verdadera bondad, producida por el Espíritu de Dios. Aquellos que tienen el Espíritu tienen el fruto del Espíritu, que incluye la bondad (Gá. 5:22; véase Ro. 8:9). Si usted no es bueno, no irá al cielo (. 5:21).  
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Las personas buenas van al cielo - no por la bondad autoforjada, sino por una bondad verdadera, producida por el Espíritu de Dios. Aquellos que tengan el Espíritu tienen el fruto del Espíritu, el cual incluye bondad (Gálatas 5:22, consulte Romanos 8:9). Si ustedes no son buenos, no irán al cielo (Gálatas 5:21).  
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'''3. Los cristianos son irreprensibles.'''
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==== 3. Los Cristianos son irreprochables. ====
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Pablo escribe a los Filipenses, “Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo” (Fil. 2:14-15). Se espera que los hijos de Dios sean irreprensibles.  
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Pablo escribe a los Filipenses, “Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones, así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo” (Filipenses 2:14-15). Espera que los niños de Dios deban ser irreprochables.  
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Él no está diciendo aquí, “son irreprensibles a causa de su justificación”, sino, “sean irreprensibles, sencillos, sin tacha, debido a su conducta”. ¿Cómo pueden los cristianos ser todas estas cosas? Porque nuestro amoroso Padre acepta menos —mucho menos (piensa en “pequeños comienzos”)— que la perfección de parte nuestra, a causa de y por su Hijo perfecto, quien es glorificado en nosotros (Jn. 17:10).  
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No está diciendo, “Son irreprochables debido a su justificación”, sino que, “Sean irreprochables y puros, y sin mancha debido a su conducta”. ¿Cómo los Cristianos podemos ser todo esto? Debido a que nuestro Padre amado acepta menos, mucho menos (piensen en “pequeños comienzos”), que la perfección de nosotros por su perfecto Hijo y por el bien de su Hijo perfecto, que está glorificado en nosotros (Juan 17:10).
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'''El corazón de nuestro Padre'''
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==== El Corazón de Nuestro Padre ====
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Él es nuestro Padre. Los padres, sin duda, entenderán las alegrías que nuestros hijos nos pueden dar al obedecer, incluso si su obediencia es inferior a la que Cristo hubiera ofrecido a sus propios padres. Dios no es un capataz duro que siega donde no ha sembrado (Mt. 25:24). Él recuerda que somos polvo (Sal. 103:14), y nos trata de esa manera.
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Él es nuestro Padre. Los padres, sin duda, comprenderán las alegrías que nuestros hijos pueden brindarnos en su obediencia, incluso si su obediencia se queda corta de lo que Cristo hubiera ofrecido a sus propios padres. Dios no es un capataz duro, cosechando donde no ha sembrado (Mateo 25:24). Él recuerda que somos polvo (Salmo 103:14), y nos trata conforme a eso.  
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Como nuestro Padre, acepta menos que la perfección absoluta porque Él ya aceptó la perfección absoluta en nuestro lugar. Es más, nuestras obras son ahora agradables a Dios porque nosotros (como personas) somos agradables a Dios como resultado de nuestra inamovible nueva identidad en Cristo. En nuestra vida cristiana tenemos un orden de “persona-obra”.  
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Como nuestro Padre, acepta menos de la perfección absoluta porque él aceptó la perfección absoluta que ya estaba en nuestro lugar. Además, nuestras obras ahora están complaciendo a Dios porque nosotros (como personas) estamos complaciendo a Dios como resultado de nuestra nueva identidad inquebrantable en Cristo. Tenemos una orden “persona-obra” en nuestra vida cristiana.
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'''Dios recompensa obras imperfectas'''
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==== Dios recompensa las Obras imperfectas  ====
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A ojos de Dios, somos buenos, justos, irreprensibles, y limpios de corazón. Si no podemos admitir estas verdades acerca de nosotros mismos, entonces no podemos admitir lo que el Nuevo Testamento dice acerca del pueblo de Dios de manera explícita. Y eso no es bueno.
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A la vista de Dios somos buenos, justos, irreprochables y puros de corazón. Si no podemos admitir estas verdades acerca de nosotros mismos, entonces no podemos admitir lo que el Nuevo Testamento dice explícitamente de las personas de Dios. Y eso no es bueno.  
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La obediencia que ofrecemos a Dios no tiene que ser una obediencia sin pecado o perfecta, pero debe ser una obediencia sincera. En nuestra imperfección, podemos agradar a Dios. Él recompensa incluso las obras imperfectas, de acuerdo a las riquezas de su gracia, porque es nuestro Padre.  
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La obediencia que le ofrecemos a Dios no tiene que ser una obediencia libre de pecado o una obediencia perfecta, pero debe ser una obediencia sincera. En nuestra imperfección, podemos complacer a Dios. Incluso recompensa las obras imperfectas, de acuerdo a las riquezas de su gracia, ya que él es nuestro Padre.  
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El hecho de que nuestras obras estén manchadas con pecado no las invalida como buenas obras, así como el hecho de que tengamos pecado dentro de nosotros no significa que no podamos ser llamados buenos, santos, justos, e irreprochables. Por tanto, está mal orientado el suponer que exaltamos la gracia de Dios al sugerir que la única justicia que agrada a Dios es la justicia de Cristo.  
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El hecho de que nuestras obras estén teñidas de pecado no las invalida como buenas obras, el simple hecho que tengamos un pecado interno no quiere decir que no podamos llamarnos buenos, santos, justos e irreprochables. Por tanto, está mal suponer que exaltamos la gracia de Dios sugiriendo que la única justicia que complace a Dios es la justicia de Cristo.
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'''Como ayudar a otros'''
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==== Cómo Ayudar a los demás  ====
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<span style="font-size: 13.28px;">Debemos animar a los cristianos diciéndoles que Dios acepta la obediencia sincera. Los niños deben ser motivados acerca de que la obediencia a sus padres agrada al Señor (Col. 3:20).</span>
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Debemos alentar a los Cristianos que Dios acepta la obediencia sincera. Los niños deben ser alertados que la obediencia hacia sus padres complace al Señor (Colosenses 3:20).
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¿Se nos permite orar las palabras del salmista (Sal. 18: 20-24)? Él tiene una “visión neotestamentaria” de sí mismo mayor de la que tienen muchos cristianos hoy:
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¿Estamos permitidos rezar las palabras del salmista (Salmos 18:20-24)? Tiene más una “visión del Nuevo Testamento” de él mismo que muchos cristianos hoy día:
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El Señor me ha premiado conforme a mi justicia;<br> Conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.<br> Porque he guardado los caminos del Señor,<br> Y no me he apartado impíamente de mi Dios.<br> Pues todas Sus ordenanzas estaban delante de mí,<br> Y no alejé de mí Sus estatutos.<br> También fui íntegro para con Él,<br> Y me guardé de mi iniquidad.<br> Por tanto el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,<br> Conforme a la pureza de mis manos delante de Sus ojos.  
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<blockquote>El Señor me recompensó por mi justicia;<br> me retribuyó por la inocencia de mis manos.<br> Porque seguí fielmente los caminos del Señor,<br> y no me aparté de mi Dios, haciendo el mal.<br> porque tengo presente todas sus decisiones,<br> y nunca me alejé de sus preceptos.<br> Tuve ante él una conducta irreprochable,<br> y me esforcé por no ofenderlo.<br> El Señor me premió, porque yo era justo,<br> y mis manos eran inocentes a sus ojos.</blockquote>
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Sí, como Cristianos, a menudo pecamos (1 Juan 1:8). Y podemos actuar de forma bochornosa algunas veces. El poder del pecado interno es real. Nada acá tiene el propósito de negar qué tan pecadores podemos ser.  
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Pero cuán sorprendente es que, sin importar el pecado interno tan poderoso que permanece en nosotros, Dios piensa más en nuestra obediencia que nosotros. Dios nos llama buenos incluso cuando muchos de nosotros no tengamos la voluntad de decir eso acerca de nosotros mismos. Incluso en nuestra decepción con nuestra lentitud de progreso en obediencia, esta verdad deberá alejarnos de la desesperanza.  
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Sí, como cristianos, a menudo pecamos (1 Jn. 1:8). Y podemos actuar vergonzosamente en ocasiones. El poder del pecado que mora en nosotros es real. Nada de lo dicho aquí pretende negar lo pecadores que podemos ser.  
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Pero lo sorprendente es que —a pesar del muy poderoso pecado que mora en nosotros— Dios piensa más de nuestra obediencia que nosotros. Dios nos llama buenos, incluso cuando muchos de nosotros no estamos dispuestos a decir eso de nosotros mismos. Incluso en nuestra decepción con nuestra lentitud de progreso en la obediencia, esta verdad debe mantenernos lejos de la desesperación.<br>

Última versión de 19:55 10 oct 2017

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Por Mark Jones sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Carlos Diaz

Dios nos ordena que no pensemos más alto de nosotros mismos de lo que debemos pensar, “sino que piense con buen juicio” (Ro. 12:3). El buen juicio también implica no pensar más bajo de nosotros de lo que es cierto. Y la Biblia tiene mucho que decirnos al respecto.

Cuando hablo con un grupo de cristianos, ya sea en la iglesia o en un salón de clases, y les pregunto: “¿Quién aquí es de corazón limpio y bueno?”, muy rara vez alguien levanta la mano. Entonces pregunto: “¿Hay algún cristiano sentado aquí?”. Tras esa pregunta, normalmente responden de manera afirmativa. En respuesta, les digo que si están listos para llamarse cristianos, también deberían estarlo para afirmar que son limpios de corazón y buenos, y aún más cosas.

Pero, ¿cómo es esto posible? ¿No somos pecadores? Sí, somos pecadores. Pero Dios nos ha revelado una preciosa verdad que, a menudo, se ve disminuida o incluso ampliamente olvidada en muchos sectores de la iglesia de hoy, y quiero que la recuperemos. En resumen, Dios nos acepta en Cristo y, de esa manera, acepta nuestra (muy) imperfecta obediencia de tal forma que podemos ser propiamente descritos como “limpios de corazón” y “buenos”. Es una verdad notable. Considere el testimonio bíblico conmigo.

1. Los cristianos tienen corazones puros.

Si usted es de verdad cristiano, tiene un corazón limpio (1 Ti. 1:5). Si se quiere adorar a Dios, se necesita un corazón puro (Sal. 24:4). Los que son limpios de corazón —y solo ellos— verán a Dios (Mt. 5:8).

Deberíamos rehuir el negar que somos limpios de corazón, incluso si nuestras intenciones son nobles al hacerlo. Somos limpios de corazón. Al igual que el hombre que dijo: “Creo; ¡ayuda mi incredulidad!” (Mr. 9:24), podemos decir, “Soy limpio de corazón; Ayúdame a ser más limpio de corazón”. David era una de esas personas en el Salmo 51 (v. 10).

2. Los cristianos son buenos y justos.

Lucas describe a Zacarías y Elizabeth de la siguiente manera: “Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor” (Lc. 1:6). José de Arimatea es descrito de manera similar como un “varón bueno y justo” (Lc. 23:50). Los cristianos son “siervos de la justicia” (Ro. 6:18). Tenemos hambre y sed de justicia (Mt. 5:6).

Las personas buenas van al cielo; no con una bondad producida por ellos mismos, sino verdadera bondad, producida por el Espíritu de Dios. Aquellos que tienen el Espíritu tienen el fruto del Espíritu, que incluye la bondad (Gá. 5:22; véase Ro. 8:9). Si usted no es bueno, no irá al cielo (Gá. 5:21).

3. Los cristianos son irreprensibles.

Pablo escribe a los Filipenses, “Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo” (Fil. 2:14-15). Se espera que los hijos de Dios sean irreprensibles.

Él no está diciendo aquí, “son irreprensibles a causa de su justificación”, sino, “sean irreprensibles, sencillos, sin tacha, debido a su conducta”. ¿Cómo pueden los cristianos ser todas estas cosas? Porque nuestro amoroso Padre acepta menos —mucho menos (piensa en “pequeños comienzos”)— que la perfección de parte nuestra, a causa de y por su Hijo perfecto, quien es glorificado en nosotros (Jn. 17:10).

El corazón de nuestro Padre

Él es nuestro Padre. Los padres, sin duda, entenderán las alegrías que nuestros hijos nos pueden dar al obedecer, incluso si su obediencia es inferior a la que Cristo hubiera ofrecido a sus propios padres. Dios no es un capataz duro que siega donde no ha sembrado (Mt. 25:24). Él recuerda que somos polvo (Sal. 103:14), y nos trata de esa manera.

Como nuestro Padre, acepta menos que la perfección absoluta porque Él ya aceptó la perfección absoluta en nuestro lugar. Es más, nuestras obras son ahora agradables a Dios porque nosotros (como personas) somos agradables a Dios como resultado de nuestra inamovible nueva identidad en Cristo. En nuestra vida cristiana tenemos un orden de “persona-obra”.

Dios recompensa obras imperfectas

A ojos de Dios, somos buenos, justos, irreprensibles, y limpios de corazón. Si no podemos admitir estas verdades acerca de nosotros mismos, entonces no podemos admitir lo que el Nuevo Testamento dice acerca del pueblo de Dios de manera explícita. Y eso no es bueno.

La obediencia que ofrecemos a Dios no tiene que ser una obediencia sin pecado o perfecta, pero debe ser una obediencia sincera. En nuestra imperfección, podemos agradar a Dios. Él recompensa incluso las obras imperfectas, de acuerdo a las riquezas de su gracia, porque es nuestro Padre.

El hecho de que nuestras obras estén manchadas con pecado no las invalida como buenas obras, así como el hecho de que tengamos pecado dentro de nosotros no significa que no podamos ser llamados buenos, santos, justos, e irreprochables. Por tanto, está mal orientado el suponer que exaltamos la gracia de Dios al sugerir que la única justicia que agrada a Dios es la justicia de Cristo.

Como ayudar a otros

Debemos animar a los cristianos diciéndoles que Dios acepta la obediencia sincera. Los niños deben ser motivados acerca de que la obediencia a sus padres agrada al Señor (Col. 3:20).

¿Se nos permite orar las palabras del salmista (Sal. 18: 20-24)? Él tiene una “visión neotestamentaria” de sí mismo mayor de la que tienen muchos cristianos hoy:

El Señor me ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
Porque he guardado los caminos del Señor,
Y no me he apartado impíamente de mi Dios.
Pues todas Sus ordenanzas estaban delante de mí,
Y no alejé de mí Sus estatutos.
También fui íntegro para con Él,
Y me guardé de mi iniquidad.
Por tanto el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
Conforme a la pureza de mis manos delante de Sus ojos.

Sí, como cristianos, a menudo pecamos (1 Jn. 1:8). Y podemos actuar vergonzosamente en ocasiones. El poder del pecado que mora en nosotros es real. Nada de lo dicho aquí pretende negar lo pecadores que podemos ser.

Pero lo sorprendente es que —a pesar del muy poderoso pecado que mora en nosotros— Dios piensa más de nuestra obediencia que nosotros. Dios nos llama buenos, incluso cuando muchos de nosotros no estamos dispuestos a decir eso de nosotros mismos. Incluso en nuestra decepción con nuestra lentitud de progreso en la obediencia, esta verdad debe mantenernos lejos de la desesperación.


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