Dios puso un canto en tu corazón

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English: God Put a Song in Your Heart

© Desiring God

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Por K. Jason French sobre Alabanza

Traducción por Laura Coloma


Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el Señor. (Salmos 40:3)

Hay un canto en tu corazón. ¿Lo sabías? El canto en tu corazón celebra lo que tú consideras digno de celebrar. Consideras digno de celebrar aquello que tu alma disfruta. Disfrutas – con el canto de tu corazón – de aquello en lo cual tu alma encuentra satisfacción.

Esto no significa que tu alma está completamente satisfecha, o que tu alma está satisfecha con las cosas que debería. De hecho, muchas personas celebran cosas que no son necesariamente dignas de celebración. Tristemente, miles de millones valoran aquellas cosas que hacen morir de hambre al alma y la llevan al borde de la muerte eterna. Algunos continúan cantando mientras caen del precipicio hacia las tinieblas externas. Esos seríamos nosotros también si Dios no nos hubiese dado otro canto para cantar – un cántico “nuevo.”

Existe otro canto que celebra la satisfacción real del alma. El “cántico” nuevo que la gracia de Dios puso en el corazón es el que lo celebra a él, no nuestro valor o la calidad de nuestra alabanza. El salmista canta, “Puso en mi boca un cántico nuevo.”

Puesto allí por Dios

El canto está allí. El canto ha sido “puesto” allí por Dios. ¡Dios! No ha sido “ganado” por la obra débil del hombre. El salmista no dice, “¡Aprendí un cántico nuevo! ¡Gané un cántico nuevo! ¡Un canto de alabanza por y para mis esfuerzos, mi sabiduría, mis riquezas, mi grandeza!” Este cántico “nuevo” es una celebración en la boca del salmista, pero no está alabándose a sí mismo en forma arrogante. La frase siguiente muestra que la evidencia de la gracia de Dios ha sido recibida alegremente y disfrutada, no ganada. Dice que este cántico nuevo es “¡un canto de alabanza a nuestro Dios!”

¿Por qué? Porque el salmista ha dicho,

Al Señor esperé pacientemente, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. (Salmos 40:1-2)

Dios es la meta

¡Este cántico nuevo celebra a Dios! ¡Se regocija en Dios! ¡Canta acerca de Dios! ¡El salmista esperó pacientemente al Señor! ¡El Señor se inclinó y oyó su clamor! ¡El Señor lo sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó sus pies sobre una roca y afirmó sus pasos!

Este cántico celebra a Dios por lo que él es y por lo que ha hecho. Este es el “cántico nuevo.”

El corazón que ha sido trasformado por el evangelio canta alabanzas al Salvador. Pues solo en Jesús hemos sido redimidos. Hemos sido salvados de los pecados que nos han separado de Dios. Hemos sido elevados de nuestra muerte espiritual para caminar en la innovación de la vida eterna. Hemos sido recibidos y sellados por el Espíritu Santo, garantía de futuro y redención final. Hemos sido llamados para salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa para proclamar sus alabanzas. Él es nuestro cántico nuevo.v

Cuando nos reunimos en oración colectiva, lo hacemos para compartir en este regalo del “nuevo cántico del corazón” alabanzas en grupo a nuestro Dios, como individuos y como quienes pueden realmente llamar a Dios “nuestro.” El corazón del salmista también debe ser “nuestro” corazón cuando proclama, “muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el Señor.”

Cuando celebramos la salvación de Dios a través de Jesús y en el poder de su Espíritu Santo, nuestro canto mostrará a otros que hemos experimentado la satisfacción del alma. Este debe ser nuestro deseo al juntarnos – con nuestro nuevo cántico del corazón – para alabar a Dios en público y alegremente.

Aun esperando con tristeza y confiando con dolor, nuestro canto de alabanza – a veces con una melodía de lamento – seguirá alabándolo, porque nuestras circunstancias no son nuestro canto. ¡Él es nuestro canto! ¡Y él es digno de celebración!



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