Dolor: El Megáfono de Dios

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{{ info | Pain: God's Megaphone}}Por sesenta años, generaciones sucesivas han sido beneficiadas por lo que C.S. Lewis escribió en el tema del dolor y sufrimiento. Los beneficios que se han mantenido, son debido en larga medida al hecho que el trajo al “problema” una sólida dosis de realismo cristiano. Esta medicina puede que sea más importante ahora que nunca. Es común ver como predicadores de televisión informan a su audiencia que Dios “no quiere que usted se enferme.” Es difícil imaginar que tal aseveración pruebe ser de estimulo para aquellos que están confinados a sillas de ruedas, o sufriendo a largo plazo debido a la esclerosis múltiple. A lo mejor, estos predicadores están confundidos. La Biblia hace una distinción entre el ahora de nuestro peregrinar terrenal y el después de nuestra morada celestial. El día viene cuando no habrá más muerte ni luto ni llanto ni dolor. Pero como cualquier honesto observador de la condición humana puede admitir, ese día no ha llegado. Mientras que la mayoría de nosotros probablemente no se está enfrentando a la “rutina desgarradora de la miseria monótona,” como lo diría C. S. Lewis, pocos de nosotros estamos exentos de pruebas de varios tipos.<br>
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Aunque la prueba pueda aparecerse en el disfraz de un enemigo, en realidad probará ser un amigo. Santiago, el escritor bíblico, anima a sus lectores a que cuando se enfrenten a pruebas, les den la bienvenida como amigas en vez de resentirse a ellas como intrusas. En vez de correr y escondernos las debemos encarar sabiendo que ellas vienen a probarnos y a mejorarnos. Lewis no discute que el sufrimiento es bueno en si mismo. En vez, el apunta al efecto redentor y santificador del sufrimiento.<br>
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Treinta y dos años de ministerio pastoral me han traído en contacto directo con aquellos cuya experiencia del dolor y sufrimiento ha probado ser una severa misericordia. Me recuerdo de un físico nuclear en nuestra iglesia en Escocia, que asistió por deferencia a su esposa y sus tres jóvenes hijas. Él escuchaba los sermones con un aire de cortés indiferencia; él aceptó una copia del libro Cristianismo Básico de John Stott, pero se mantuvo firme en su caparazón científico. Fue solamente hasta que su cuarto hijo, muriera a los once meses que el megáfono sonó. Reconociendo que su cosmovisión era inadecuada para tratar con la tragedia y la perdida, él se encontró a si mismo alcanzando mas allá de su tierra de sombras para encontrarse a si mismo siendo alcanzado en el abrazo del Dios que estaba ahí. Por esta terrible necesidad de tribulación Dios conquistó su voluntad rebelde y lo trajo al lugar de paz.<br>
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También es verdad que Dios usa el sufrimiento para destetar a Sus hijos de las fuentes convincentes de falsa felicidad. El cristiano puede que se adormezca en el sol pero no se quedará dormido en el fuego o en la inundación. Cada uno de nosotros debe reconocer que fácil es pensar poco de Dios cuando todo esta bien en lo exterior. Pero qué cambio ocurre cuando, por ejemplo, la biopsia resulta positiva. Una ráfaga aguda de ansiedad viene a destruir cualquier ilusión de autosuficiencia. Cuan bueno es Dios al levantarnos y al traernos a un lugar de dependencia.<br>
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Nuestra experiencia del dolor, si es santificada, creara una conciencia de las pruebas que otros encaran y una ternura en nuestro trato. Cuando nuestro dolor y decepciones se convierten en la ocasión para suavizar nuestros corazones, podemos anticipar el privilegio de sobrellevar el padecimiento de otros. Jesús, el Príncipe de los pastores, nuestro Gran Sumo Sacerdote, es “conmovido con las emociones de nuestros padecimiento,” y Él nos ha dejado un ejemplo a seguir. Nos debería preocupar grandemente cuando aquellos de nosotros que habiendo sido llamados a enseñar y a liderar fallan en demostrar gentileza y compasión por el débil y el frágil. Aunque yo solamente he sumergido un dedo en el mar del sufrimiento, es aparente de inmediato que Dios usa las solitarias horas de la noche para enseñarnos lecciones que nunca aprendimos en nuestras horas más iluminadas y saludables. Nos levantamos para confirmar la observación de William Cowper cuando dijo: “detrás de la providencia que frunce el ceño, Dios esconde una cara sonriente.”<br>
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Yo solamente he comenzado a tocar la superficie de este tema. Debo dejar que el lector considere dos cosas. Primero, considera como el sufrimiento y el dolor regularmente prueban ser los medios de Dios para disciplina y como es que en esta disciplina encontramos una evidencia y un sello de nuestra adopción. (Ver Heb.12:5). Segundo, considera el elemento correctivo en la aflicción como fue referenciada por el salmista (Sal. 119:67, 71).<br>
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Lewis nos ayuda a darnos cuenta que cuando el megáfono del dolor suena en nuestras vidas y en las vidas de nuestros amigos y vecinos no creyentes, no debemos atrevernos a responder con alguna forma de triunfalismo superficial o descender al abismo del pesimismo. Si aquellos que sus vidas esta marcadas por tal desesperación, los que están dolorosamente consientes de sus pruebas y sufrimientos, van a buscar a los cristianos por ayuda, no deberá ser porque parece que vivimos vidas que están libres de pruebas sino porque somos honestos acerca de nuestros propios sufrimientos y dificultades. No trataremos de tener una respuesta para cada pregunta ya que sabemos que Dios tiene sus secretos (Deut. 29:29). Afirmaremos que aún en el misterio de Sus propósitos conocemos de la seguridad de su amor, y trataremos de presentar a otros nuestro Dios, el cual entró en nuestros dolores y sufrimientos.

Última versión de 20:00 22 ago 2009

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Sobre esta Traducción
English: Pain: God's Megaphone

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Por Alistair Begg sobre Sufrimiento
Una parte de la serie A Pastor's Perspective

Traducción por Jose Sanchez

Por sesenta años, generaciones sucesivas han sido beneficiadas por lo que C.S. Lewis escribió en el tema del dolor y sufrimiento. Los beneficios que se han mantenido, son debido en larga medida al hecho que el trajo al “problema” una sólida dosis de realismo cristiano. Esta medicina puede que sea más importante ahora que nunca. Es común ver como predicadores de televisión informan a su audiencia que Dios “no quiere que usted se enferme.” Es difícil imaginar que tal aseveración pruebe ser de estimulo para aquellos que están confinados a sillas de ruedas, o sufriendo a largo plazo debido a la esclerosis múltiple. A lo mejor, estos predicadores están confundidos. La Biblia hace una distinción entre el ahora de nuestro peregrinar terrenal y el después de nuestra morada celestial. El día viene cuando no habrá más muerte ni luto ni llanto ni dolor. Pero como cualquier honesto observador de la condición humana puede admitir, ese día no ha llegado. Mientras que la mayoría de nosotros probablemente no se está enfrentando a la “rutina desgarradora de la miseria monótona,” como lo diría C. S. Lewis, pocos de nosotros estamos exentos de pruebas de varios tipos.

Aunque la prueba pueda aparecerse en el disfraz de un enemigo, en realidad probará ser un amigo. Santiago, el escritor bíblico, anima a sus lectores a que cuando se enfrenten a pruebas, les den la bienvenida como amigas en vez de resentirse a ellas como intrusas. En vez de correr y escondernos las debemos encarar sabiendo que ellas vienen a probarnos y a mejorarnos. Lewis no discute que el sufrimiento es bueno en si mismo. En vez, el apunta al efecto redentor y santificador del sufrimiento.

Treinta y dos años de ministerio pastoral me han traído en contacto directo con aquellos cuya experiencia del dolor y sufrimiento ha probado ser una severa misericordia. Me recuerdo de un físico nuclear en nuestra iglesia en Escocia, que asistió por deferencia a su esposa y sus tres jóvenes hijas. Él escuchaba los sermones con un aire de cortés indiferencia; él aceptó una copia del libro Cristianismo Básico de John Stott, pero se mantuvo firme en su caparazón científico. Fue solamente hasta que su cuarto hijo, muriera a los once meses que el megáfono sonó. Reconociendo que su cosmovisión era inadecuada para tratar con la tragedia y la perdida, él se encontró a si mismo alcanzando mas allá de su tierra de sombras para encontrarse a si mismo siendo alcanzado en el abrazo del Dios que estaba ahí. Por esta terrible necesidad de tribulación Dios conquistó su voluntad rebelde y lo trajo al lugar de paz.

También es verdad que Dios usa el sufrimiento para destetar a Sus hijos de las fuentes convincentes de falsa felicidad. El cristiano puede que se adormezca en el sol pero no se quedará dormido en el fuego o en la inundación. Cada uno de nosotros debe reconocer que fácil es pensar poco de Dios cuando todo esta bien en lo exterior. Pero qué cambio ocurre cuando, por ejemplo, la biopsia resulta positiva. Una ráfaga aguda de ansiedad viene a destruir cualquier ilusión de autosuficiencia. Cuan bueno es Dios al levantarnos y al traernos a un lugar de dependencia.

Nuestra experiencia del dolor, si es santificada, creara una conciencia de las pruebas que otros encaran y una ternura en nuestro trato. Cuando nuestro dolor y decepciones se convierten en la ocasión para suavizar nuestros corazones, podemos anticipar el privilegio de sobrellevar el padecimiento de otros. Jesús, el Príncipe de los pastores, nuestro Gran Sumo Sacerdote, es “conmovido con las emociones de nuestros padecimiento,” y Él nos ha dejado un ejemplo a seguir. Nos debería preocupar grandemente cuando aquellos de nosotros que habiendo sido llamados a enseñar y a liderar fallan en demostrar gentileza y compasión por el débil y el frágil. Aunque yo solamente he sumergido un dedo en el mar del sufrimiento, es aparente de inmediato que Dios usa las solitarias horas de la noche para enseñarnos lecciones que nunca aprendimos en nuestras horas más iluminadas y saludables. Nos levantamos para confirmar la observación de William Cowper cuando dijo: “detrás de la providencia que frunce el ceño, Dios esconde una cara sonriente.”

Yo solamente he comenzado a tocar la superficie de este tema. Debo dejar que el lector considere dos cosas. Primero, considera como el sufrimiento y el dolor regularmente prueban ser los medios de Dios para disciplina y como es que en esta disciplina encontramos una evidencia y un sello de nuestra adopción. (Ver Heb.12:5). Segundo, considera el elemento correctivo en la aflicción como fue referenciada por el salmista (Sal. 119:67, 71).

Lewis nos ayuda a darnos cuenta que cuando el megáfono del dolor suena en nuestras vidas y en las vidas de nuestros amigos y vecinos no creyentes, no debemos atrevernos a responder con alguna forma de triunfalismo superficial o descender al abismo del pesimismo. Si aquellos que sus vidas esta marcadas por tal desesperación, los que están dolorosamente consientes de sus pruebas y sufrimientos, van a buscar a los cristianos por ayuda, no deberá ser porque parece que vivimos vidas que están libres de pruebas sino porque somos honestos acerca de nuestros propios sufrimientos y dificultades. No trataremos de tener una respuesta para cada pregunta ya que sabemos que Dios tiene sus secretos (Deut. 29:29). Afirmaremos que aún en el misterio de Sus propósitos conocemos de la seguridad de su amor, y trataremos de presentar a otros nuestro Dios, el cual entró en nuestros dolores y sufrimientos.


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