El Amor Perfecto Echa Fuera el Temor

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English: Perfect Love Casts Out Fear

© Desiring God

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Por John Piper sobre Miedo y Ansiedad
Una parte de la serie Let Us Walk in the Light: 1 John

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


1 Juan 4:17-19 (LBLA)
En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.

El versículo 17 nos dice cómo tener algo que todos quieren tener. Y el versículo 18 nos dice cómo deshacernos de algo de lo que todos quieren deshacerse.

Contenido

Confianza ante Dios

En el versículo 17 Juan nos dice cómo tener confianza, o valor, en el día del juicio. Y en el versículo 18 nos dice cómo echar el temor fuera de nuestras vidas. Simplemente, son dos maneras, negativa y positiva, de decir la misma cosa: echar fuera el temor es la forma negativa de decir tener confianza.

Por lo tanto, el punto principal del texto es claro: Juan quiere ayudarnos a disfrutar de la confianza ante Dios. No quiere que estemos paralizados o deprimidos por el temor al juicio. Nada haría a Juan más feliz (1:4) que producir una generación de cristianos que confiaran completamente en que Dios los aceptará el día del juicio.

Tomando seriamente el día del juicio

Espero que todos tomemos el día del juicio tan seriamente como lo hace Juan. A veces me pregunto si hemos abandonado la creencia verdadera en el juicio de Dios y en el tormento del infierno, del cual nuestro Señor Jesús habló tan vívidamente y con tanta frecuencia (Mateo 5:22,29; 10:28; 18:9; 23:15, 33; 10:15; 11:22-24; 12:36:42; Juan 5: 22-30). La palabra “infierno” (gehena) se usa 12 veces en el Nuevo Testamento – 11 en labios de Jesús. Además de eso, habló del juicio y del “día del juicio”, así como lo hace Juan en 1 Juan 4:17. Por ejemplo, Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 10:14-15:

Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad

El Señor nos ha advertido muy claramente: está decretado que el hombre muera una sola vez y después de eso el juicio (Hebreos 9:27). Ha hablado vívidamente del horror del infierno.

Si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga. (Marcos 9:47-48)

¿Creemos realmente en los horrores del infierno?

Una de las razones por la que me pregunto si realmente creemos esto es el fervor público con el cual tantos cristianos advierten sobre la posibilidad de un holocausto nuclear y con qué seriedad trabajan para evitarlo. Y yo pregunto: “¿El holocausto venidero de la ira divina nos alarma tan profundamente y nos moviliza tan dramáticamente?”

Tres cláusulas del versículo 17

Observen, hay tres cláusulas en el versículo 17:

  1. 17a, “En esto se perfecciona el amor en nosotros”
  2. 17b “para que tengamos confianza en el día del juicio”,
  3. 17c, “pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo”

Dice que el resultado de tener el amor que se perfecciona en nosotros (17a) es la confianza en el día del juicio (17b); y dice que la razón por la que el amor perfeccionado da confianza es que muestra que somos como Cristo (17c).

Podemos ver la misma secuencia de pensamiento en 2:28-29:

Y ahora, hijos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados en su venida. Si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el que hace justicia es nacido de Él.

En otras palabras, la manera de saber que son nacidos de Él y que tendrán confianza cuando venga para juzgar al mundo es permanecer en Él (v. 28) y así hacer lo que es justo, como Él es justo (v. 29). “Como Él es, así somos también nosotros en este mundo”.

1 Juan 3:2-3 argumenta de la misma manera:

Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro.

Noten la tremenda seguridad del versículo 2: ¡sabemos que seremos como Él cuando se manifieste! ¡Eso es valentía en el día del juicio! Ahora, ¿cuál es la prueba de esta confiada esperanza? Versículo 3: “Todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro”. La prueba es la misma que en 4:17: “Como Él es, así somos también nosotros en este mundo”. Compartimos su pureza y así nos aseguramos que tenemos esperanza en Él verdaderamente.

Pero, si respaldamos nuestras palabras con acciones y empleamos nuestro tiempo dónde dice nuestra lengua, entonces tendremos un sentido profundo de la realidad de nuestra fe y nos sentiremos seguros en el día del juicio, porque entonces estamos actuando de la manera que Jesús lo hizo.

Lo mismo que está en juego en el versículo 18

Ahora el versículo 18.

Me parece que está en juego exactamente la misma cosa en el versículo 18 que en el versículo 17 – cómo librarse del temor con respecto al día del juicio. El versículo 17 es positivo: cómo tener confianza en el día del juicio. El versículo 18 es negativo: cómo no tener temor en el día del juicio. Ambos dan la misma respuesta: amor "perfecto" o amor "perfeccionado". Versículo 18:

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor
Lo negativo del versículo 17

Veamos la última parte primero: “El que teme no es hecho perfecto en el amor”. Esto es el negativo exacto del versículo 17. Este dice que cuando el amor se perfecciona en nosotros, tenemos confianza. El versículo 18 dice que cuando no hemos sido perfeccionados en el amor, no tenemos confianza, ¡tememos!

Si hemos andado por el sendero correcto hasta ahora, podemos decir que una persona “perfeccionada en el amor” no es una persona que ama sin fallos. Es una persona que ama “con hechos y en verdad, no solo con palabras”. En estos versículos la perfección tiene que ver con lo completo, no con la ausencia de fallos. “El Amor Perfecto” es un amor que no se queda en las ramas. Es amor que da frutos. Es amor que va más allá del deseo y se completa (es decir, que se perfecciona) en una acción.

De ahí la primera parte del versículo (18) que dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo”. En otras palabras, la razón por la que no hay temor en el amor es que no hay amenaza de castigo por ser una persona que ama. Cuando se ama a alguien con verdaderos hechos prácticos, nunca se escucha una señal de advertencia que dice: “Vas a ser castigado por esto”. Temor es lo que se siente cuando se hace algo que debe ser castigado. Pero el amor nunca se amenaza con el castigo. Por lo tanto, en el amor no hay temor.

Por el contrario, cuando nos amamos unos a otros con “amor perfecto” (es decir, con el amor de Dios que desborda y se completa en acción) – cuando nos amamos de esa manera, eso ¡echa fuera el temor! El camino al valor, el camino a la seguridad y al coraje es andar en el amor, no solo hablar del mismo. El amor se perfecciona, no cuando es inmaculadamente intachable, sino cuando pasa del hablar al actuar.

El desafío de David Livingstone

En 1857, cuando David Livingstone regresó de África, dándoles un desafío a los estudiantes de la Universidad de Cambridge, trató de convencerlos que una vida de amor al servicio de otros no es un sacrificio definitivo. Al hacerlo, dio una ilustración excelente de 1 Juan 4:17-18 (sin darse cuenta, supongo). Él dijo:

¿Se puede llamar sacrificio a aquello que trae su propia recompensa en una actividad benéfica, la conciencia de hacer el bien, la tranquilidad y una esperanza brillante de un destino glorioso de aquí en adelante?

Noten la secuencia de pensamiento. Dice que sus trabajos de amor en favor de los perdidos habían sido una ACTIVIDAD benéfica. Tiene conciencia de HACER EL BIEN. Este es el “amor perfeccionado” – amor en hechos y en verdad, amor que alcanza su objetivo, amor completado en acción.

¿Y cuál fue el resultado para David Livingstone? ¡TRANQUILIDAD Y UNA ESPERANZA BRILLANTE DE UN DESTINO GLORIOSO DE AQUÍ EN ADELANTE! O para usar las palabras de Juan: seguridad para el día del juicio y una mente sin temor.

Una razón principal por la cual muchos tienen poca confianza

Hermanos y hermanas, una de las razones principales por la cual muchos cristianos profesos tienen poca seguridad con Dios y poco valor con los hombres es que sus vidas no están dedicadas en amor a la salvación de los perdidos y a la gloria de Dios, sino que en vez están dedicadas (con frecuencia por pura contumacia) a proveer seguridad terrenal y confort para ellos mismos y sus familias.

Cuando tratamos de decir que el Espíritu de Cristo habita en nosotros y todavía no hemos dedicado nuestras vidas al eterno bien de otras personas, hay dentro una profunda contradicción que carcome nuestras almas, disuelve nuestra confianza y nos hace sentir débiles y nada auténticos.

Juan quiere que descubramos el secreto de David Livingstone – que una vida inundada de obras de amor por el bien eterno de otras personas ¡produce una concientización segura de hacer el bien, una tranquilidad profunda y la esperanza promisoria de un glorioso destino de aquí en adelante!

¿Y dónde encontrarán el poder para hacer eso?

Dios amó primero en Jesucristo

Termino con el versículo 19: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”. Nuestros actos de amor por otros nunca hacen que se inicie el amor de Dios hacia nosotros. Siempre es lo contrario. Dios ama primero. Luego conocemos y creemos el amor que Dios tiene por nosotros (v. 16). Confiando en el amor en Jesucristo que Él tiene por nosotros, Él permanece en nosotros y SU amor desborda en acción y se perfecciona con nosotros. Y tenemos confianza para el día del juicio.

Todo comienza con el amor de Dios: “Amamos porque Él nos amó primero”. Si les falta el poder para amar miren la cruz de Cristo y dejen que el amor de Dios por los pecadores los llene de esperanza.

Fin.

Nota agregada: La confianza y el perdón de los pecados

Por supuesto, la confianza ante Dios DEBE incluir una percepción del perdón de nuestros pecados a través de la muerte de Jesús. La manera en la que esto se relaciona con el amor activo como base de nuestra confianza es la siguiente.

1 Juan 1:7 dice: “Si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado”.

Aquí se combinan dos cosas para asegurarnos la limpieza de todo pecado: una es la sangre de Jesús y la otra es caminar en la luz. Específicamente, solo expía el pecado la sangre de Jesús. Pero, no lo expía para todos. Solo para aquellos que caminan en la luz.

Por lo tanto, nuestra confianza ante Dios en el día del juicio se basa en la sangre de Jesús como fuerza expiatoria que quita todos nuestros pecados Y en una cierta manera de “caminar” – no porque esto nos expíe de nuestros pecados en absoluto, sino porque confirma la genuinidad de nuestra fe. Confirma que, de hecho, estamos relacionados con Cristo de manera salvadora, cuya sangre nos limpia de todo pecado.

Caminar en la luz y perfeccionarse en el amor son la misma cosa. Ninguna expía el pecado. Las dos certifican que somos nacidos de Dios y unidos a Cristo de tal manera que su sangre sirve para nosotros.



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