El Dios que no se avergüenza

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English: The Unashamed God

© Desiring God

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Por John Piper sobre Hedonismo Cristiano
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Yenis Figuereo

Meditación en Hebreos 11:16

Hebreos 11:16

Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

Me gustaría mucho que Dios me diga lo que dijo acerca de Abraham, de Isaac y de Jacob, "Yo no me avergüenzo de ser llamado su Dios." Tan arriesgado como parece, en realidad ¿no significa esto que Dios realmente puede sentirse "orgulloso "de ser llamado mi Dios? Tal vez El diría: "No sólo no me avergüenza ser llamado tu Dios, sino que estoy orgulloso de ser llamado tu Dios." Posiblemente "que no se avergüenza” sólo puede significar, "Estoy muy contento de ser llamado tu Dios." Pero parece que el término "no se avergüenza" es en realidad un eufemismo para "orgulloso".

Así que me gustaría saber qué haría a Dios orgulloso de ser llamado mi Dios. Afortunadamente, esta posibilidad maravillosa está rodeada (en Hebreos 11:16) de razones: una antes y otra después.

Tome la primera razón: "Dios no se avergüenza de llamarse su Dios, porque les ha preparado una ciudad." La primera razón que el da qué no se avergüenza de llamarse su Dios, es que Él ha hecho algo por ellos. Él les hizo una ciudad-la ciudad celestial", cuyo arquitecto y constructor es Dios" (versículo 10). Así que la primera razón por la que Él no se avergüenza de llamarse su Dios es porque ha trabajado para ellos. No es al revés. Él no dijo: "Yo no me avergüenzo de ser llamado su Dios, porque han hecho una ciudad para mí." EL hizo algo por ellos. Ese es el punto de partida. El orgullo de Dios en ser nuestro Dios está fundamentado primero en algo que Él ha hecho por nosotros y no viceversa.

Consideremos ahora la otra razón. Dice así: "Ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto Dios no se avergüenza de llamarse su Dios". “Por lo tanto” señales que una razón ha sido dada por la cual Él no está avergonzado. La razón es sus deseos. Ellos anhelaban una patria mejor, es decir, un país mejor que lugar en el que viven, es decir, una celestial. Esto es lo mismo que decir que desean el cielo, o que desean la ciudad que Dios ha hecho para ellos.

Así que dos cosas hacen que Dios no se avergüence de ser llamado nuestro Dios: que Él ha preparado algo grande para nosotros, y que lo deseamos por encima de todo lo que está sobre la tierra. ¿Entonces por qué Él está orgulloso de ser el Dios de un pueblo que desea su ciudad más que todo el mundo? Debido a que sus deseos demandan la atención sobre el valor supremo de lo que Dios ofrece, más que lo que el mundo ofrece.

En otras palabras, la razón por la que Dios está orgulloso de ser nuestro Dios, no es porque hemos logrado algo grandioso. Pero si porque Él ha logrado algo grande y lo deseamos. No hay nada que presumir en el deseo. Es como tener hambre cuando se nos muestra una deliciosa comida. Asi es como luce la ciudad de Dios.

¡Y qué ciudad es!-Sin contaminación, sin grafiti, sin desperdicios; no hay paredes con pintura descascarada o garajes podridos, ni césped muerto o botellas rotas; sin duras conversaciones, sin confrontaciones cara a cara; no hay abuso doméstico o violencia, sin peligros nocturnos, sin mentiras o un incendio intencional o robos o asesinatos; sin vandalismo y sin fealdad. La ciudad de Dios es perfecta, porque Dios está en ella. Él caminará en ella y hablará en ella y se manifestará en cada parte de ella. Todo lo que es bueno y hermoso y santo y pacífico y verdadero y alegre estará allí, porque Dios estará allí. La justicia perfecta estará allí, y una recompensa multiplicada por mil por cada dolor sufrido en la obediencia a Cristo. Y nunca se deteriorará. De hecho, lucirá más brillante y más brillante en la medida en que se extienda a través de la eternidad en años de alegría interminable.

Cuando deseamos esta ciudad más de lo que deseamos todo lo que este mundo nos pueda dar, Dios no se avergüenza de ser llamado nuestro Dios. Cuando valoramos todas las promesas que El hace, Él está orgulloso de ser nuestro Dios. Esta es la buena noticia. Dios ama engrandecer su obra para nosotros, no la nuestra para El. Por supuesto que, es humillante. Pero si quieres más misericordia que el deseo de mérito, es una buena noticia.

Así que abre los ojos hacia una patria mejor y a la ciudad de Dios, y déjate a ti mismo desearlo con todo tu corazón. Dios no se avergonzara de ser llamado tu Dios.

Con los ojos en la recompensa,

John Piper


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