El Libramiento de Dios por Dios es el Fundamento del Libramiento de Dios de Satanás

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English: God's Deliverance from God Is the Foundation of God's Deliverance from Satan

© Desiring God

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Por John Piper sobre La Muerte de Cristo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Adriana Quintero


Como la Cruz de Cristo corresponde a y Conqusta la Obra de Satanas

La obra de Satanás no es el peligro principal enfrentado en la muerte de Cristo. Es la ira de Dios. Dios se opone a nosotros en su ira incorrupta, y está con nosotros en su amor. Por lo tanto, en su gran amor, nos envía a su Hijo para que sufra su propia ira contra nosotros. De esta manera, se sostiene su rectitud y se expresa su amor. Su ira, maldición y condena de nuestros pecados son padecidas en nuestro lugar por un sustituto, Jesucristo. A continuación están algunos de los pasajes que enseñan esto:

A pesar de todo, al tratar con la ira de Dios de esta manera, se sobrelleva por sí misma la doble obra de Satanás. Es de suma importancia que veamos esta obra de Cristo de sobrellevar la ira como el fundamento de nuestra salvación de la obra de Satanás. Para decirlo más provocativamente, es de suma importancia que veamos nuestra salvación de Dios como el fundamento de nuestro rescate de Satanás.

La doble obra de Satanás es su obra de acusación y su obra de tentación. Su nombre, Satanás, significa acusador. Y Juan lo describe de esa manera: “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios" (Apocalipsis 12:10) Y Mateo y Pablo ambos le dicen "el tentador" (Mateo 4:3; 1 Tesalonicenses 3:5). Reflexionen entonces como la salvación de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de su salvación de ambas de estas obras de Satanás.

Cuando Satanás nos acusa ante Dios, es el pecado con lo que nos acusa. El único motivo que esta acusación es significativa es porque es cierta. Ambos Satanás y Dios saben que nosotros hemos pecado. Y ambos saben que “la paga del pecado es muerte [eterna]” (Romanos 6:23). Es decir, el castigo postulado por Dios por el pecado es el eterno tormento (Mateo 25:41,46: Apocalipsis 14:11). El pecado merece y recibe la ira de Dios. “Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas” (Colosenses 3:6) Así que, Satanás reclama la posesión de los humanos diciendo que en los propios términos de Dios tienen que estar tan condenados por sus pecados como él.

Pero, al llegar a este punto en la acusación de Satanás, Jesucristo se presenta como nuestro abogado e intercede por nosotros. Dios diseñó esto, desea esto y se deleita en esto. “Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. El mismo es la propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 2:1-2). La abogacía de Cristo es basada en su propiciación – su sujeción infalible de la eliminación de la ira de Dios para todos que están en él. De esta manera, las acusaciones de Satanás se desploman porque nuestro Abogado apela su propia sangre y rectitud por parte de nosotros. “Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). La abogacía e intercesión de Cristo por nosotros anulan las acusaciones de Satanás contra nosotros. Esta abogacía e intercesión están basadas en su muerte por nosotros. Por medio de esta muerte por nosotros, Cristo padeció la ira de Dios contra nosotros. Por consiguiente, la salvación de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de su salvación de nosotros de las acusaciones de Satanás.

Esto también es cierto de nuestra salvación de las tentaciones de Satanás. La obra propiciadora de Cristo nos libra de la ira de Dios no solo es el fundamento de nuestro libramiento de las acusaciones de Satanás sino también de sus tentaciones. Muchos Cristianos no logran ver esto. Es por eso que el evangelio (las noticias de los padecimientos de Cristo de la ira, de la muerte y resurrección que eliminan la culpa) es tantas veces relacionada con el comienzo de la vida cristiana pero no con vivir la vida cristiana.

Existen por lo menos dos maneras que el Nuevo Testamento demuestra como el libramiento de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de nuestro libramiento de las tentaciones de Satanás. Una es que nuestra victoria sobre las tentaciones de Satanás da por hecho la ayuda misericordiosa de Dios por su Espíritu. “ Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo" (Efesios 6:11). “Por si acaso Dios les da el arrepentimiento.. . . y volviendo en sí, . . escapen del lazo del diablo” (2 Timoteo 2:25-26). “Por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne” (Romanos 8:13).

Sin los dones misericordiosos de los revestimientos de Dios y arrepentimiento y Espíritu, no podemos derrotar las tentaciones del diablo. Pero el único motivo que la plena misericordia sagrada de Dios esta fluyendo a nosotros (por medio de su revestimiento, arrepentimiento y Espíritu) es porque su ira no lo está. Y el motivo que su ira no lo está es porque Cristo la padeció en la cruz por nosotros.

Por consiguiente, nuestro libramiento de las tentaciones de Satanás está basado en nuestro libramiento de la ira de Dios.

Otra manera que el Nuevo Testamento nos demuestra esto es al enseñarnos que cuando Cristo murió por nosotros, nosotros morimos con él. Y porque nosotros morimos con él, podemos contarnos muertos a las tentaciones para pecar de Satanás. “ Porque si hemos sido unidos a El[Cristo] en la semejanza de su muerte. . . sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El , para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado” (Romanos 6: 5-6; Galatas 2:20). “Uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron” (2 Corintios 5:14). Por consiguiente, una de las maneras que luchamos las tentaciones para pecar de Satanás es al contarnos muertos al pecado. “Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11). Nosotros podemos hacer esto porque cuando Cristo murió por nosotros, nosotros morimos en el.

Pero, ¿por qué tuvo que morir por nosotros? ¿Por qué tuvimos que morir en él? Porque la paga del pecado es la muerte. "Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas” (Colosenses 3:6). Por consiguiente, la muerte de Cristo, por medio de la cual morimos al pecado, es la misma muerte que padece la ira de Dios por nosotros. La muerte que morimos en Cristo es tanto nuestro castigo por pecar como nuestra muerte para pecar. Son inseparables. Es por eso que la obra de Cristo de librarnos de la ira de Dios no sólo es el libramiento de las acusaciones del diablo sino también de las tentaciones del diablo.

Para concretar, el padecimiento de Cristo de la ira, la obra propiciadora en la cruz es el fundamento de nuestra justificación y de nuestra santificación. La obra justificante de Dios corresponde a, y conquista, a la obra de acusación de Satanás. La obra santificadora de Dios corresponde a, y conquista, a la obra de tentación de Satanás. En nuestra justificación, las acusaciones de Satanás pierden su poder de condenar, y en nuestra santificación, las tentaciones de Satanás pierden su poder de corromper. Y ambos – nuestro libramiento de las acusaciones y nuestro libramiento de sus tentaciones -- son basados en nuestro libramiento de la ira de Dios por la cruz de Cristo (es decir, por su propiciación).

Por consiguiente, en la defensa del evangelio, nunca claudiquemos la sustitución de Cristo de padecer la ira por nosotros. Es el fundamento de todo lo que vale en nuestras vidas. Y, en la vida radical del evangelio por la gloria de Cristo y el bien del mundo, nunca sobrepasemos el evangelio de Cristo crucificado en nuestro lugar. Que sea nuestro pan de cada día. Que vivamos por su poder de derrotar a Satanás.

Amando el evangelio de Cristo con ustedes,

Pastor John


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