El Placer de Alabar a Otros

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English: The Pleasure of Praising Others

© Desiring God

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Por Sam Crabtree sobre Estimulo

Traducción por Carlos Diaz


Personas estupendas alaban cosas estupendas. Los más grandes individuos alaban las cosas más grandes. Buscan aquello que sea más digno de elogio y luego se dedican a magnificarlos con el discurso, disfrutarlo con la alabanza, e invitan a otros a unirse a ellos en grata admiración, llamando la atención hacia sus cualidades superiores.

¿Para qué fuimos hechos? Respuesta: Fuimos creados para alabar. Es la razón por la que tenemos lengua y labios. Somos una especie hablante, y el habla es el propósito de aclamar lo aclamado.

Cuando una persona está atorada con temor y apreciación, ¿qué hace? Afirma. La afirmación es lo que el temor y la apreciación despiertan. Fuimos hechos para esto. Fuimos hechos para tener miedo y hechos para escupir apreciación por lo que más tememos.

Lo fabuloso o nos aterroriza o nos complace. Si es terrible, nos encogemos y lloramos. Y si es maravilloso, nos alegramos y rebosamos con aprobación. De cualquier manera, decimos algo. Podríamos gritar, o podríamos delirar. No podemos evitarlo.

Lo más Asombroso

Entre todo lo que pudiera considerarse asombroso, Dios es lo más asombroso. Él está muy lejos entre lo fabuloso, que hace uso de la palabra asombroso aplicada a cualquier cosa que parezca fuera de lugar.

Mientras más nos maravillamos ante lo maravilloso, la alcanzamos mejor. Y mientras más alabamos algo a otros, más disfrutamos esa cosa maravillosa.

Aumentamos nuestro placer en aquello que es más placentero haciendo tres cosas:

  1. Agudizando nuestros poderes de observación. Viendo claramente. Levantando nuestros ojos de lo mundano a lo glorioso, estando en el miradero de lo elogiable. Así que rezo de esta forma: “Dios, ayúdame a ver, realmente ver - sorprenderme ante lo sorprendente”. Esto incluye su carácter, el cual está a la vista alrededor nuestro.
  2. Afilando nuestra capacidad al describirlo y reflejarlo. En discursos informales, en discursos formales, en un esfuerzo poético, en las letras de una canción acompañada con música con el momento y trascendencia adecuados. Permitamos que nuestros labios sean Vesuvios en erupción de explosiones del corazón, ya que hemos contemplado lo trascendental, lo hermoso, lo profundo.
  3. Invitando a otros a verlo y disfrutarlo con nosotros. Esto es ampliamente comprendido por los adoradores de todo, desde los deportes hasta lo espiritual: El placer de cada uno se prolonga exponencialmente al encontrar a otros, reclutándolos, para verlo y valorarlo, también. Los “Amén” tienen un efecto en aumento sobre nuestro placer. Nadie canta solo villancicos. Donde hay buenas nuevas de estupenda alegría, deseamos que otros canten a la par.

Prolonga Su Alabanza

El añadir voces engrandece la alabanza. Esta es la razón por la que Dios le dijo a Adán y a Eva que se multiplicaran y llenaran la tierra - para que así hubiera más afirmación de aquello que es verdaderamente bueno y verdaderamente grandioso.

Y tenga en cuenta eso: Dios no sólo es alabado al alabarle directamente por quien es y por sus obras en la naturaleza, sino que es alabamos cuando alabamos a otros, por que también son su arte.

Porque Dios es tan grandioso, alaben a las personas. Puedo oír la objeción, ¿eso no es idolatrar? ¿No estamos destinados a hacer nuestro alarde sólo con Dios? Sí, su alarma interior de herejía debería estar disparada, si tenemos la intención que debemos alabar a las personas en vez de a Dios. Pero no tenemos esa intención.

Podemos y debemos alabar a las personas en formas centradas en Dios, en formas que honren a Dios. La aseveración que parece idolatría para alabar a las personas se basa en el hecho que si las personas hacen algo elogiable, fue Dios quien tuvo que ver al respecto. Es Dios que está en obra en una persona tanto en el deseo de hacerlo bien y hacerlo (Filipenses 2:13). Así que debemos tomar en cuenta su gracia en ellos, llamar la atención hacia ella, y elogiar.

Acá hay algunos ejemplos de alabar a Dios mediante la alabanza de personas:

Si la alabanza con la cual elogiamos a las personas están centradas en Dios, no sustrae de la alabanza que se le debe a Dios, sino que la añade. De hecho, el deseo fervoroso de ver a Dios recibir la alabanza que merece, servirá para aumentar el deseo de alabar a las personas cuando reflejen su carácter.

¿Qué tal si no afirmamos a las personas cuando reflejan la obra de Dios en ellos? Dios es hurtado de la alabanza que merece, y ellos no ganan el ánimo que sería tan motivador para ellos. Además, se quita la moral, y nos volvemos unos ogros presuntuosos y malhumorados que dan la obra de Cristo por descontado.

Señor, ayúdame a elogiar lo elogiable.



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