El Señor, un Dios misericordioso y clemente

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Primero, antes de declarar que Dios “perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado” (vs. 7), el texto continúa diciendo, “y que no tendrá por inocente al culpable”. El problema aquí es: ¿Cómo puede él perdonar al culpable y, por otro lado, no tener por inocente al culpable? O, ¿a qué de culpable perdona, y a cuál se rehúsa perdonar?  
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La manera mas fructífera que he encontrado para responder a esto es observando cómo han usado este pasaje los demás escritores del Antiguo Testamento. Como por ejemplo, Joel y Jonás.  
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La respuesta que, tanto Joel como Jonás nos dan, es que El perdonará al culpable que se vuelva de sus pecados hacia Dios con todo su corazón. Y a aquel que desprecie Su oferta de misericordia de ninguna manera lo declarará inocente.  
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Este es el primero de los problemas, y la solución que Jonás y Joel nos brindan.  
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Revisión de 22:51 12 sep 2011

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English: The Lord, a God Merciful and Gracious

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Por John Piper sobre La Gracia de Dios
Una parte de la serie Hallowed be Thy Name: Eight Sermons on the Names of God

Traducción por Carina Alejandra Rojas


EXODO 34:1-10

“Y el SEÑOR dijo a Moisés: Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que tú quebraste. Prepárate, pues, para la mañana, y sube temprano al monte Sinaí, y allí preséntate a mí en la cumbre del monte. Y que no suba nadie contigo, ni se vea a nadie en todo el monte; ni siquiera ovejas ni bueyes pasten delante de ese monte. Moisés, pues, labró dos tablas de piedra como las anteriores, se levantó muy de mañana y subió al monte Sinaí, como el SEÑOR le había mandado, llevando en su mano las dos tablas de piedra. Y el SEÑOR descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del SEÑOR. Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Y Moisés se apresuró a inclinarse a tierra y adoró, y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia ante tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros, aunque el pueblo sea de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por posesión tuya. Y Dios contestó: He aquí, voy a hacer un pacto. Delante de todo tu pueblo haré maravillas que no se han hecho en toda la tierra ni en ninguna de las naciones; y todo el pueblo en medio del cual habitas verá la obra del SEÑOR, porque es cosa temible la que haré por medio de ti.”

Contenido

El capítulo 34 de Éxodo es una prueba de la misericordia de Dios

El simple hecho de que exista el capítulo 34 de Éxodo es una prueba de que Dios es un Dios de misericordia. Esta es la segunda vez que Dios se encuentra con Moisés en la montaña para hacer un pacto con el pueblo de Israel. Cuando Moisés descendió de la montaña la primera vez, el pueblo se había enamorado de las obras de sus propias manos. Estaban adorando un becerro de oro.

El pacto que hizo Dios con el pueblo en la montaña aquella primera vez fue este: “Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5-6). Pero en vez de descansar en Dios y tenerlo en alta estima, el pueblo se impacientó y quiso valorar la obra de sus manos. Así que ellos cambiaron la gloria del Dios invisible por la imagen de su propia gloria -un becerro de oro.

El pueblo había sido incrédulo en el mar Rojo. Había murmurado en contra del Señor en el desierto. Por lo tanto, la rebelión del becerro de oro debería haber agotado la paciencia de Dios. ¡Basta ya de este pueblo de dura cerviz!

Pero aquí estamos en la montaña nuevamente, esperando la revelación de Dios. El pueblo no fue destruido. Y el simple hecho de tener este encuentro prueba que Dios es misericordioso.

Dios le proclama su nombre a Moisés

Pero hay algo mas asombroso aún que el simple hecho de que Dios quiera encontrarse nuevamente con Moisés y renovar el pacto: concretamente, el contenido de lo que él le revela. Éxodo 34:5 cita “Y el SEÑOR descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del SEÑOR”.

El Señor clama en el versículo 6, “¡Yahweh!, ¡Yahweh!” Y luego explica el significado de ese nombre con palabras cuya dulzura resulta insuperable, aun siquiera en el Nuevo Testamento: “Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.”

Dos problemas que encontramos en la descripción que hace Dios de sí mismo

Dios es JEHOVÁ (Yahweh), el Dios que es, el Dios que es libre, el Dios que es todopoderoso, y el Dios que es misericordioso. Hay una conexión entre su existencia absoluta y su libertad soberana, y su omnipotencia y su misericordia desbordante. Pero antes de enfocarnos en esto, existen dos problemas en este texto que debemos tratar.

1- A quién perdona Dios y a quién no

Primero, antes de declarar que Dios “perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado” (vs. 7), el texto continúa diciendo, “y que no tendrá por inocente al culpable”. El problema aquí es: ¿Cómo puede él perdonar al culpable y, por otro lado, no tener por inocente al culpable? O, ¿a qué culpable perdona, y a cuál se rehúsa perdonar?

La manera mas fructífera que he encontrado para responder a esto es observando cómo han usado este pasaje los demás escritores del Antiguo Testamento. Como por ejemplo, Joel y Jonás.

El uso que le dio Joel a este pasaje

En Joel 2:12-13 Dios habla al pueblo rebelde, “Aun ahora -declara el SEÑOR- volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos”. Y Joel continúa para alentar al pueblo, “Volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque El es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal”.

En otras palabras Joel usa Éxodo 34:6 para alentar al pueblo a que se vuelvan al Señor, para que el SEÑOR se arrepienta del mal que ha pronunciado contra ellos. Así, la suposición es que las personas a quien Dios no perdonará son aquellas que no se arrepienten para volverse al Señor de todo su corazón. Joel entendió Éxodo 34:5-7 de esta manera. El perdón es para el arrepentido. La negativa de Dios de perdonar es para el impenitente.

El uso que le dio Jonás a este pasaje

Jonás ve las cosas de la misma manera. Después de predicar a los Ninivitas, éstos se arrepienten, Dios los perdona, y Jonás se enoja con Dios por ser tan misericordioso. En Jonás 3:10-4:2 dice:

“Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. Y oró al SEÑOR, y dijo: ¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas.”

Aquí Jonás cita Éxodo 34:6 para explicar por qué Dios se volvió de su ira hacia un pueblo pecador que se arrepintió y se volvió de sus malos caminos. Esta es la naturaleza de Dios. Es su nombre. Pero observe que Jonás está de acuerdo con Joel en que si Dios perdona o no a los Ninivitas depende de si los Ninivitas se arrepienten o no de sus malos caminos.

Dios perdona a aquellas personas culpables que se arrepienten.

Ahora volvamos atrás a las palabras dichas por Dios en el Monte Sinaí en Éxodo 34:6-7. Por un lado el Señor dice que “, el perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.” Y por el otro lado El dice que “no tendrá por inocente al culpable.” Todos los pecadores son en sí culpables. Pero, ¿A cuáles de ellos perdonará El? ¿Y a cuáles no?

La respuesta que, tanto Joel como Jonás nos dan, es que El perdonará al culpable que se vuelva de sus pecados hacia Dios con todo su corazón. Y a aquel que desprecie Su oferta de misericordia de ninguna manera lo declarará inocente.

Este es el primero de los problemas, y la solución que Jonás y Joel nos brindan.

2- El pecado de los padres y el pecado de los hijos.

El segundo problema dentro de este texto aparece en las siguientes palabras del verso 7. Dice que Dios es “el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” Pero Ezequiel 18:20 declara “El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo.”¿Como pueden estos dos textos no contradecirse el uno al otro?

El punto de vista de Ezequiel

El punto más importante aquí es que Ezequiel tiene en mente a un hijo que no sigue en las pisadas pecaminosas de su padre, mientras que lo que se tiene en vista en Éxodo, son hijos que continúan en las pisadas pecaminosas que dejan sus padres.

Ezequiel 18:19 declara, “Cuando el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha observado todos mis estatutos y los ha cumplido, ciertamente vivirá.” En otras palabras, el no morirá por los pecados de sus padres porque no está siguiendo las pisadas de sus padres.

El punto de vista de Éxodo

Éxodo 20:5, el versículo paralelo a Éxodo 34:7 declara que Dios castiga “la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.” Dicho de otra manera, los hijos participan del castigo de sus padres porque también participaron de sus pecados.

De manera que Ezequiel nos enseña que cualquier hijo que se vuelve de los caminos pecaminosos de sus padres y obedece a Dios, no será castigado por los pecados de sus padres. Y Éxodo enseña que cualquier hijo que continúa pecando como sus padres, participará de su mismo castigo.

Cuando Dios castiga el pecado de los padres en los hijos, El no castiga a los hijos piadosos por causa de los pecados de sus padres. El simplemente permite que los efectos de los pecados cometidos por los padres sigan su curso natural, infectando y corrompiendo los corazones de sus hijos. Para aquellos padres que aman a sus hijos, éste es uno de los pasajes que más sosiego les trae en toda la Biblia. Cuanto más permitamos que el pecado tome el control en nuestras vidas, tanto mas sufrirán nuestros hijos por causa de esto. El pecado es como una enfermedad contagiosa. Mis hijos no sufren porque yo la tengo. Ellos se la contagian de mí y luego sufren porque ellos la tienen.

Existe esperanza para el abatido en la descripción que Dios hace de si mismo.

Ahora con esos dos problemas a nuestras espaldas, espero que podamos oír el mensaje de la misericordia de Dios con una nueva apreciación. Volvamos a la declaración que Dios hace de Su Nombre en el versículo 6. El Señor desciende y proclama Su Nombre: “¡Jehová, Jehová! Un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.”

Hay dos clases de personas que son difíciles de ayudar en el aconsejamiento pastoral. Una que piensa que ha ido demasiado lejos como para ser perdonada. La otra que piensa que el perdón es tan instantáneo como chasquear los dedos. La primera cree que está absolutamente descalificada para el reino. La segunda, que ya tiene un pie adentro. La primera cree que Dios es inflexiblemente colérico. La segunda piensa que Dios es fácil de convencer. Una es ciega a la magnificencia de la misericordia de Dios. La otra está ciega a la magnitud de su propia miseria.

Sé que, cada domingo, me enfrento con personas de estas dos categorías. Y el desafío al predicar es cómo dar un mensaje lleno de esperanza al primer tipo de personas, sin llenar de golpes al segundo. Cuando se dirige una congregación tan grande y variada, se requiere de ira y misericordia, advertencia y promesa, amonestación y consuelo. Y luego, deben ser la oración y la obra del Espíritu Santo lo que causen que la Palabra sea oída en su correcta aplicación para la necesidad de cada persona.

Pero quiero hacer evidente que lo que ahora voy a decir está dirigido al abatido, al humilde, quebrantado, desesperanzado, al desanimado- a aquellos que tal vez sientan que están más allá del alcance del perdón divino.

Cinco expresiones de la naturaleza de Dios

Si yo quisiera dejar bien en claro a mis hijos que tengo la intención de ser su padre, cuidar de ellos y tratarlos con misericordia, podría hacer uso de dos ó tres expresiones diferentes para hacerlo, y quizá se las vuelva a repetir para enfatizar la verdad de lo que estoy diciendo. Así que Dios se digna a usar nuestros métodos para hacer que Su misericordia nos sea tan clara como el cristal puro. El añade frase sobre frase para dejar expuesto su corazón amoroso.

Estas se reducen a cinco expresiones:

  1. Un Dios misericordioso y clemente
  2. Lento para la ira
  3. Abundante en misericordia y fidelidad
  4. Que guarda misericordia a millares
  5. Perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.

Cuanto más reflexiono sobre cómo están relacionadas estas cinco descripciones de Dios, tanto más parecen entrelazarse una a la otra.

El triángulo de la misericordia de Dios

Pero permítame describir una manera de ver su parentesco entre sí.

Imagine un triángulo: a cada lado de la base (en los vértices) se encuentran la primera y última declaraciones sobre Dios, es decir, que “El es Misericordioso y Clemente” (en el lado izquierdo de la base) y que “El perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado” (en el lado derecho de la base).

Luego, en la mitad de los lados del triángulo, de cada lado, imagine la segunda y cuarta declaraciones sobre Dios, esto es, que El “es lento para la ira” (sobre el lado izquierdo) y que “guarda la misericordia a millares” (sobre el lado derecho del triángulo).

Finalmente, imagine la tercera declaración sobre Dios en el vértice de arriba del triángulo, esta es, que El “es abundante en misericordia y fidelidad.”

Ahora, el punto de este cuadro es sugerir que la primera y última declaraciones van juntas, la segunda y cuarta van juntas y la tercera es el centro de estas cinco.

Abundante en Misericordia y fidelidad.

Dios abunda en misericordia y fidelidad. Me vienen a la mente dos cuadros para esto. El corazón de Dios es como un manantial inextinguible, que rebosa de amor y fidelidad hasta la cima de la montaña. Ó también, que el corazón de Dios es como un volcán que quema ardientemente con un amor que derrite la cima de la montaña y de la cual fluye, año tras año, una lava de amor y fidelidad. Cuando Dios usa la palabra “abundante” El desea que entendamos que los recursos de Su amor son ilimitados. En cierto modo, El es como el gobierno federal: Dondequiera que haya una necesidad este puede, simplemente, imprimir mas dinero para cubrirla. Pero la diferencia es que Dios posee un tesoro infinito de amor dorado para cubrir todo el dinero que imprime. El gobierno de los Estados Unidos está en un mundo de ensueños. Dios, de una manera realista, cuenta con los recursos infinitos de Su deidad.

Anteriormente mencioné que hay una conexión entre los primeros tres sermones de esta serie y éste. El Dios que existe por si mismo, un Dios que es libre, un Dios que es todopoderoso, y ahora, un Dios que es misericordioso. La conexión entre ellos está en que, la absoluta existencia, la libertad soberana, y la omnipotencia de Dios son la plenitud volcánica que estalla en un desbordamiento de amor.

La grandeza absoluta de Dios significa que El no nos necesita para llenar alguna deficiencia en El. El en cambio, derrama, en amor, su infinita autosuficiencia sobre nosotros, que si necesitamos de El. Podemos contar con Su amor porque precisamente creemos en Su existencia absoluta, Su libertad soberana y Su ilimitado poder.

De modo que, en la cima del triángulo se halla la infinita abundancia del amor de Dios, derramándose por ambos lados para el bien de Su pueblo arrepentido.

Lento para la ira, que guarda la misericordia

En el medio de cada uno de los lados se encuentran la segunda y cuarta declaraciones acerca de Dios en Éxodo 34:6-7. El es lento para la ira, que guarda la misericordia a millares. Cuando Dios dice que El guarda la misericordia, el enfoque está puesto en la durabilidad de Su amor. Este amor perdura, persevera y fluye continuamente.

Y puedo notar una conexión entre ese perseverante amor de Dios y la declaración de que El es lento para la ira. El amor no puede perdurar en donde el odio explota al menor estímulo. Si la ira de Dios fuera explosiva, Su amor no podría durar un solo día en mi vida. Si Dios disparara por Sus ojos cohetes de ira cada vez que peco, sería volado en mil pedazos antes de salir de la cama por la mañana.

Pero El grita desde el Monte Sinaí, “¡Yo soy lento para la ira!” El retiene Su ira porque es Su amor el que reina. El es paciente. Es extraordinariamente perseverante. Y es por eso que El guarda la misericordia. El la guarda y la preserva siendo lento para la ira.

Misericordioso y perdonador

Esto nos guía al último par de declaraciones sobre Dios situadas en los vértices de la base del triángulo. Si Dios es lento para la ira aún cuando le damos amplias razones para airarse con nosotros debido a nuestro pecado, entonces El debe ser muy misericordioso y perdonador-“misericordioso y clemente- que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.” La razón por la que Dios es lento para la ira no se debe a que El no advierte nuestro pecado sino a que El lo perdona.

Y no sólo algunas clases de pecado. Para aquellos de ustedes que creen que hay una categoría de pecado que está mas allá del perdón de Dios, por favor someta su propia opinión y sentimientos a la Palabra de Dios. La razón por la que Dios usó aquí las tres palabras que existen en Hebreo para “pecado” es para mostrar que todas las clases y grados de pecado son perdonables. El perdona la iniquidad y la transgresión y el pecado. El añade una sobre la otra para dejar en claro su significado. No existe ninguna categoría de pecados imperdonables. El único pecado que es imperdonable es el pecado impenitente. Si puedes arrepentirte y volverte de tu pecado, puedes ser perdonado.

Jesucristo confirma la naturaleza misericordiosa de Dios

Cierro con este recordatorio e invitación. Jesucristo vino al mundo para confirmar que Dios es quien dijo ser en el Monte Sinaí-“un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad, el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.” Vuélvase de su pecado esta mañana, confíe en Jesucristo como su Salvador y Señor, y se encontrará tan holgado en la misericordia de Dios como en la anchura del propio mar.

Si alguien le preguntara (o quizá usted se pregunte a si mismo): ¿Cómo sabe usted que Dios va a actuar de esa manera? Usted puede responder, porque Jesucristo lo vivió y selló con Su sangre.


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