El Señor se Regocijará por Ti

De Libros y Sermones Bíblicos

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English: The Lord Will Rejoice over You

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Por John Piper sobre La Gracia de Dios
Una parte de la serie The Minor Prophets

Traducción por Adriana Quintero


Sofonías 3: 14 - 17

Según Sofonías 1:1, la Palabra del Señor que entregó el profeta Sofonías durante el reino de Josías, rey de Judá. Josías reinó del año 637 al 608 AC. Así que su reinado llegó a su fin solo 20 años antes de que Jerusalén fuera saqueada por los babilonios e Israel fue llevada cautiva. Josías es el rey, ustedes recordaran, que encontró el libro de la ley en el templo que se había desaparecido hace mucho tiempo y trató de reformar al pueblo que había caído muy bajo hacia la idolatría e iniquidad. Sofonías, entonces, fue parte de esta campaña de llamar a Judá y especialmente a Jerusalén de nuevo hacia Dios.

Esta mañana, lo que quiero hacer es dar una breve reseña del libro de Sofonías, y luego dejar que cada sección hable por sí misma y, al aplicar sus enseñanzas a nosotros, especialmente la sección al final sobre el regocijo de Dios.

Contenido

Reseña de Sofonías

Yo pienso que el libro se divide en cinco partes naturalmente. Primero, el capitulo 1 anuncia el juicio venidero sobre Judá y Jerusalén. Versículo 4: “Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén”. Segundo, capitulo 2, versículos 1 al 3, exhortan a la nación que regrese a Dios, y en particular (como lo dice el versículo 3) “buscad la justicia, buscad la humildad”. Tercero, en el capítulo 2, versículos 4 al 15, Sofonías anuncia el juicio que también viene a las tierras que rodean a Judá: los filisteos hacia el este (vv. 4-7) Moab y Amón hacia el oeste (vv. 8-11), los etíopes hacia al sur (v. 12), y Asiria hacia el norte (vv. 13–15). La cuarta sección del libro es el capitulo 3, versículos 1 -7. Aquí, Sofonías vuelve su atención nuevamente hacia Jerusalén y prolonga el catálogo de las acusaciones de Dios contra ella. Finalmente, el capitulo 3, versículos 8 -20, proclama la conversión de los pueblos (v. 9), la conversión y asamblea de Israel (v.10) y el futuro glorioso de todos los creyentes mientras que Dios se regocija por ellos con felicidad.

Creo que el punto principal del libro es 2:3. “Buscad al Señor vosotros todos, humildes de la tierra, que habéis cumplido sus preceptos; buscad la justicia, buscad la humildad." El resto del libro consiste principalmente en advertencias que el juicio llegará a los orgullosos, y las promesas que los humildes y los justos que se refugian en el Señor se salvaran (3:12, 13). Así que hay tres cosas: mandamientos, advertencias y promesas. Obediencia a los mandamientos en 2:3 es la meta principal de Sofonías, y las advertencias y promesas son alicientes para que el pueblo se arrepienta y obedezca.

El Pecado y el Día del Juicio Venidero

Ese es el bosquejo general y la organización del libro. Ahora, regresemos al principio y escuchemos más detenidamente a lo que cada sección tiene que decir. El capitulo 1 anuncia el juicio venidero sobre Judá y Jerusalén. Así como en Joel, el juicio venidero es llamado el “Día del Señor.” Versículo 7: “¡Calla delante del Señor Dios! Porque el día del Señor está cerca." Los versículos 14 y 15 describen el juicio en palabras casi idénticas a Joel (compárese a Joel 2:2):

Cercano está el gran día del Señor y muy próximo; el clamor del día del Señor es amargo, allí gritará el guerrero. Día de ira aquel día, día de congoja y de angustia, día de destrucción y desolación, día de tinieblas y lobreguez, día nublado y de densa obscuridad.

Pero, contrario al libro de Joel, Sofonías no solo advierte acerca del juicio, sino al hacerlo, expone los pecados que enfurecen al Señor. Podemos ver ambos en el capítulo 1 y en 3: 1-7. La lista comienza en 1:4, “Cortaré de este lugar al remanente de Baal.” Manasés había levantado altares y lugares altos a este dios extranjero, aun en el templo del mismo Yavé (2 Reyes 21: 3, 5, 7). Josías los había destruido durante su época de reforma. Pero aun permanecía un remanente de creyentes de Baal. Dios los cortará de ese lugar en el día del Señor.

El versículo 5 describe otras dos formas de idolatría. Hay habitantes en Judá “que se postran en las terrazas ante el ejercito del cielo," es decir, el sol, la luna y las estrellas. Como Pablo dijo seis siglos después, cambiaron la gloria de Dios por la gloria derivada de las cosas manufacturadas. Luego había otro grupo que trató de servir a dos amos: “A los que se postran y juran por el Señor y juran también por Milcom”. Milcom es otro nombre para Moloc el dios nacional de los Amonitas. Pero (como vimos en Joel) el propósito de Dios es de mostrar que solo él es Dios y que no hay otro (2:27), y que, por lo tanto los habitantes deben regresar a él con todo su corazón (2:12). Si ustedes tratan de servir a dos amos (le dan 50% o 95% de su corazón a Dios pero no todo), ustedes serán llevados al juicio en el día del Señor.

En el capítulo 3, versículo 2, el problema con el pueblo en Jerusalén es manifestado muy sencillamente: “[Jerusalén] no escuchó la voz, ni aceptó la corrección. No confió en el Señor, ni se acercó a su Dios”. La auto-suficiencia es la esencia del pecado contra el cual el Señor viene. No escuchan a nadie. No aceptan corrección de nadie, ni siquiera de Dios. No necesitan a Dios. Así que no confían en Él ni se acercan a Él. Esto pueda parecer como una inconsistencia: Un rechazo auto-suficiente de Yavé por una parte (3:2), y por otra parte una afición a la idolatría (1:5). Pero no lo es. Existe en todo ser humano, yo pienso, un profundo deseo de venerar algo grandioso – de tener un dios o un héroe o alguna cosa hermosa o poderosa para admirar. Pero también existe en todo ser humano el deseo pecaminoso e insaciable, también, para la auto-determinación y autonomía –nosotros haremos lo nuestro y obtendremos nuestra propia gloria. Por lo tanto, el hombre no deja de ser una criatura que rinde culto cuando rechaza al Dios verdadero. Mas bien, busca a un dios en su propia imagen que le dará toda la libertad de acción que desea y no ejercerá sobre el ningunas restricciones morales de las cuales el no aprueba. No existe un hombre más altivo en la faz de la tierra que un hombre que se doblega humildemente ante un dios que ha creado en su propia imagen. Así que el día del Señor se precipita contra Judá y Jerusalén debido a su rechazo altivo de acercarse al Señor y refugiarse en Él.

Pero el capitulo 1 también recalca que la ira del Señor es contra todos aquellos que aman el dinero y se atienen a su oro y plata. El versículo 18 advierte: “Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira del Señor”. El versículo 9 describe a los sirvientes de los ricos que llenan la casa de sus señores de violencia y engaño. El versículo 11 dice: "Exterminados todos lo que pesan plata”. Y el versículo 12 refiere a todos aquellos que "reposan como el vino en sus heces", que significa que aquellos que se han endurecido y templado en su abundancia y dicen: “El Señor no hará ni bien ni mal”. En otras palabras, el amor al dinero no es un problema aparte de la altivez, auto-suficiencia e idolatría que vimos anteriormente. Todos son de una misma pieza. En su carrera hacia la confianza en sí mismo, no cuentan con la recompensa o castigo de Dios. Se están engrosando en las heces de su seguridad auto-manufacturada. Y, como dice el versículo 18: “Cuando por el fuego de su celo [ellos] serán consumidos".

Llamado al Arrepentimiento y Humildad

En la segunda sección del libro (2:1-3) es un llamado al arrepentimiento. Tal como Joel, Sofonías mantiene la esperanza de que los culpables puedan tal vez ser perdonados de la ira si cambian y buscan al Señor. No debe sorprendernos, después de lo que hemos visto en los capítulos 1 y 3:1-7, que las cosas que Sofonías llama específicamente a la justicia y humildad. Versículo 3: “Buscad al Señor vosotros todos, humildes de la tierra, que habéis cumplido sus preceptos; buscad la justicia, buscad la humildad. Quizás seréis protegidos el día de la ira del Señor”. No estoy seguro porque Sofonías llama a los “humildes de la tierra: que busquen humildad y justicia cuando son los altivos idolatras, que aman al inicuo mamón, los que necesitan arrepentirse. Probablemente lo que quiere decir es esto: Cualquiera en la tierra que es lo suficientemente humilde para someterse a los mandatos del Señor, esto es lo que deberían hacer y continuar haciendo –permanezcan humildes, busquen al Señor, y hagan justicia. Estas son las mismas tres condiciones asentadas por Dios en 2 Crónicas 7:14: “Y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra". Y si este llamado aplica a los humildes de la tierra, ¡cuánto más a los altivos, los idolatras y los amantes del dinero! Así que el tema principal de la profecía de Sofonías es de llamar a todos los lectores a una humildad profunda, que libra a la persona a buscar refugio en Dios, que a su vez produce una vida justa.

Motivaciones Para la Obediencia

La tercera sección del libreo, 2:4-15, se introduce con la palabra “Porque" (en v. 4) que sugiere que esta unidad es el motivo del llamado de Sofonías al arrepentimiento. Nos da razones porque debemos escuchar y obedecer el llamado de 2:3. Yo veo tres maneras que 2:4-15 nos motiva a obedecer 2:3. Primero, nos advierte que no hay escapatoria cuando venga el día del Señor. Si huimos hacia el oeste, encontraremos la ira de Dios cayendo sobre los filisteos (vv. 4–7). Si huimos hacia el este, encontramos que Moab y Amón están famélicos bajo la ira de Dios (vv. 8-11) 8–11). Si huimos hacia el sur, los etíopes están muriendo por su espada (v.12). Y si huimos hacia el norte, Asiria está destruida y su gran ciudad Nínive es una desolación. En otras palabras, no hay escape en el día del Señor. Toda vara en que tratamos de sostenernos en nuestro orgullo se partirá en dos y nos atravesará. Un refugio será protegido: Dios. Por lo tanto, humíllense, busquen su rostro, y hagan justicia.

La segunda manera en que 2:4-15 nos motiva a obedecer 2:4 es prometiéndonos que en verdad, si habrá un remanente fiel que sobrevive el día del Señor. Cuando lo dice en 2:3, “Quizás ustedes pueden estar ocultos en el día del Señor,” eso no significa que la obra de salvación de Dios es dudosa. Esto significa que siendo nosotros parte de eso depende en la conversión a la humildad, fe y justicia de cada individuo; y de eso Sofonías no está segura. Pero el nos da enorme aliciente para arrepentirnos y buscar a Dios mientras que aún hay tiempo porque él nos asegura que habrá un remanente salvado. La ultima parte del versículo 9: “El remanente de mi pueblo los saqueará y el resto de mi nación los heredará.” Nuevamente en el versículo 7: “La costa será para el remanente de la casa de Judá, allí apacentarán.”

¿Comprenden la implicación de esta promesa? ¿Cómo puede estar seguro Dios que algunos se humillarían y lo buscarían y por tanto sobrevivirían su juicio? El puede estar seguro porque Él es quien realiza la conversión que garantiza la salvación. Varias décadas después cuando el desastre cayó, Dios habló con su pueblo hostigado en Ezequiel 36:26. 27: “Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. . . Pondré dentro de vosotros mi espíritu y hare que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas. Dios puede requerir la conversión para la salvación en Sofonías 2:3 y aun hablar con certeza absoluta que habrá un remanente salvado en 2:7-9, porque en su misericordia el realizara la conversión soberanamente y por tanto asegurar el remanente. Este es un gran aliciente para obedecer Sofonías 2:3 porque ahora sabemos que no nos ha abandonado para sobrellevar los obstáculos a nuestra salvación, sino que nos ocupamos en nuestra salvación porque Dios mismo es quien obra en nosotros para querer y hacer para su beneplácito (Filipenses 2:12, 13).

La tercera manera que 2:4-15 nos motiva a obedecer el mandato para ser humilde en 2:3 es demostrando que la razón por la cual las naciones circundantes están siendo juzgadas es debido a su orgullo y altivez. Versículo 8: “He oído las afrentas de Moab y los ultrajes de los hijos de Amón, con los cuales afrentaron a mi pueblo y se engrandecieron sobre su territorio". Versículo 10: “Esto tendrán ellos como pago por su orgullo, porque han afrentado y se han engrandecido sobre el pueble del Señor de los ejércitos". El versículo 15 pronuncia juicio sobre Nínive, la capital de Asiria: “Esta es la ciudad divertida que vivía confiada, que decía en su corazón: Yo soy, y no hay otro más que yo. ¡Como ha sido hecha una desolación!” Cuando escuchamos como están siendo las juzgadas las naciones, entonces seguramente nos sentiremos animados a obedecer cuando Sofonías ordena, “Busquen al Señor”. . . Busquen justicia, busquen humildad”. La humildad piadosa es la manera de escapar en el día de la ira.

El Futuro Glorioso de los Piadosos

La tercera sección del libro de Sofonías 3:1-7, pero ya lo vimos junto con el capitulo 1 que corresponden a las acusaciones de Dios contra Jerusalén. Esto nos trae hasta la unidad final: 3:8-20 que describe el futuro glorioso de los piadosos. Lo primero que notamos aquí es que aun cuando las promesas maravillosas de esta sección relatan más directamente al pueblo de Israel restaurado y convertido (v. 10), no obstante es una implicación necesaria de la profecía que las bendiciones prometidas manan mas allá de los confines de Israel y nos incluye a nosotros que por medio de la fe en Cristo nos convertimos en descendencia de Abraham y herederos según la promesa (Gálatas 3:29). El versículo 9 demuestra que Dios tiene la intención de salvar a más que a los judíos: “En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor para que lo sirvan de común acuerdo”.

¿Qué es, entonces, lo que caracterizara a todos los redimidos que disfrutaran de las promesas de esta sección? Los versículos 11-13 los describe:

Aquel día no te avergonzarás de ninguna de tus acciones con que te rebelaste contra mi; porque entonces yo quitare de en medio de ti a los que se regocijan en tu orgullo, y nunca más te envanecerás en mi santo monte. Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, Que se refugiará en el nombre del Señor, el remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira.

En otras palabras, los pueblos que experimentarán el cumplimiento de las promesas de 3:14-17 son aquellos que obedecieron el triple llamado en 2:3: “Buscad al Señor, buscad la justicia, buscad la humildad”. Por consiguiente, la humildad que se refugia en Dios (o como decimos ahora, la humildad que se refugia en la muerte de Jesucristo por nuestros pecados) no solo es la manera de escapar de la ira divina, es aun más la manera de entrar a la dicha divina.

Versículo 14: “Canta jubilosa, hija de Sion; ¡lanza gritos de alegría, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!” Esto es lo que harán por toda la eternidad los humildes y los pobres. Y los versículos 15-20 dan las razones porque se pueden regocijar. El Señor ha retirado sus juicios contra ti, ha expulsado a tus enemigos. Ya no temerás mal alguno (v. 15). Todo enemigo, adversario, y obstáculo a la dicha es expulsado (v.15). El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, guerrero victorioso, ya no temerás mal alguno (v. 15–17).

Pero la promesa más maravillosa de todas está en el versículo 17: “El Señor se gozará en ti con alegría, en su amor guardara silencio (o mejor: guardara silencio, es decir, en su amor, no acusará), se regocijara por ti con cantos de júbilo (o: un grito de júbilo)’. Jesús dijo: Hay mas alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve personas religiosas que no necesitan arrepentirse”. Y Sofonías nos dice que cuando todos esos pecadores arrepentidos, humildes y pobres se reúnan ante Dios -- ¿Qué hará? ¿Los mirará con desaprobación, y fulminarnos por nuestra culpabilidad, y fruncirá el seño con malevolencia? ¿Hará caso omiso de nosotros y mirará mas allá de nosotros con indiferencia sublime? ¿Se acongojará que su rebaño está tan desharrapado? ¡NO! “Se gozará en ti con alegría. . . Se regocijará por ti con cantos de júbilo”. “Porque como el joven se desposa con la doncella, tu Dios se regocijara por ti” (Isaías 62:5).

¿Realmente se Regocijará Dios por Nosotros?

Debemos de expulsar de nuestras mentes para siempre cualesquier pensamientos que Dios nos admite a su reino a regañadientes, como si Cristo encontró un resquicio legal, hizo un juicio abreviado a su antojo, y apenitas nos pasó ante el Juez. ¡De ninguna manera! El juez, Dios mismo, puso a Cristo adelante como nuestro sacrificio sustituto, y cuando confiamos en el, Dios nos recibe con jubilación. El nos pone un anillo en nuestro dedo, celebrará una gran fiesta de bienvenida, grita un grito que retumba los fines de la creación, y está al frente de la danza festiva.

Alguien pueda preguntar: ¿No es un poco impropio y poco digno que Dios se emocione tanto y grite y se alborote de esta manera? Pero yo contesto: Recuerden a Michal, la esposa de David. Cuando David danzó con alegría ante el Señor con toda su fuerza, Michal odió su exhibición excesiva de emoción. ¡Y el Señor la dejó estéril por el resto de su vida!! Porque él tiene la intención de divertirse sumamente, y un día nos enseñará como regocijarnos con todo su poder.

Otro pueda preguntar: Pero, ¿que no empequeñece a Dios que él se regocije por nosotros? No necesariamente. Seria inicuo si él nos hiciera su dios –si nosotros y no él fuéramos la fuente completa de su alegría. Pero no lo somos. No somos su dios. Él es su propio Dios. Y cuando estamos ante él, redimidos en Jesucristo, el contemplará su propia obra. “Nosotros somos su obra, creada en Jesucristo”. Conforme al 3:12, es Dios mismo quien dejará que en medio de Sion, un pueblo humilde y pobre se refugiará en el nombre del Señor. ¿Se desdeña al diseñador de la torre de IDS de regocijarse por la belleza de ese edificio al amanecer en septiembre? ¿Se desdeña a Miguel Ángel de regocijarse con lágrimas al mirar el techo de la Capilla Sixtina? Ni se desdeña a Dios cuando la obra divina de vuestra redención está hecha y todos los millones están reunidos ante su trono, el humilde y el pobre, que Dios se abra paso cantando y regocijando por ustedes con todo su corazón y con toda su alma.

Por consiguiente, mientras que se espera el día del Señor, “buscad al Señor, vosotros todos, humildes de la tierra… buscad la justicia, buscad la humildad”. . . Alégrate y regocíjate de todo Corazón, Oh hija de Jerusalén.” (2:3, 3:14). Amen


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