El Secreto Básico de la Predicación

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En la obra de John Stott ''Entre Dos'' mundos, dice:  
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:En un mundo que parece reticente e incapaz de escuchar ¿cómo se nos puede persuadir a seguir predicando y aprender a hacerlo de forma efectiva? ''El secreto básico no consiste en manejar a la perfección ciertas técnicas sino en ser manejados a la perfección por ciertas convicciones.'' En otras palabras, la teología importa más que la metodología. (92)
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:En un mundo que parece reacio e incapaz de escuchar ¿cómo se nos puede persuadir a seguir predicando y aprender a hacerlo de forma efectiva? ''El secreto básico no consiste en manejar a la perfección ciertas técnicas sino en ser manejados a la perfección por ciertas convicciones.'' En otras palabras, la teología importa más que la metodología. (92)
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Esta cita encierra lo que trato de hacer como pastor y como profesor de homilética al formar a ministros de la Palabra más jóvenes.  
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Esta cita encierra lo que trato de hacer como pastor y como profesor de homilética o de predica al formar a ministros de la Palabra más jóvenes.  
==== Ordenar la Pasión ====
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Muchos dan por sentado que los profesores de homilética están muy enfocados en la técnica y estilo o que bien no pueden enseñar una "disciplina real" en la academia. Se desmerece a la homilética. Tal vez escuches cosas como ésta: "No se puede enseñar a predicar a un muchacho". "Nunca aprendí nada de mi profesor de homilética". "No puedes escucharlo hablar de hermenéutica, teología o liderazgo pastoral; solo es profesor de predicación". Cuando un predicador hace/dice algo que no es común desde la perspectiva retórica en nuestra iglesia, puedes escuchar: "Tal vez, Dr Merida, no le guste esto, pero es lo que estoy por hacer..."  
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Muchos dan por sentado que los profesores de homilética están muy enfocados en la técnica y estilo o que bien no pueden enseñar una "disciplina real" en la academia. La homilética es frecuentemente burlada. Tal vez escuches cosas como ésta: "No se puede enseñar a predicar a un muchacho". "Nunca aprendí nada de mi profesor de homilética". "No puedes escucharlo hablar de hermenéutica, teología o liderazgo pastoral; solo es profesor de predicación". Cuando un predicador hace/dice algo que no es común desde la perspectiva retórica en nuestra iglesia, puedes escuchar: "Tal vez, Dr Merida, no le guste esto, pero es lo que estoy por hacer..."  
Pero no me preocupa la técnica o la metodología. No tengo una perspectiva de fórmula para la predicación; lo que tengo es una perspetiva teológica para ella. De hecho, me encanta enseñar a predicar porque hay muchos campos que convergen en ese punto: hermenéutica, teología sistemática, teología bíblica, misionología, teología pastoral, etc. Lo que no me gusta tanto de la homilética es técnica, oratoria y retórica.  
Pero no me preocupa la técnica o la metodología. No tengo una perspectiva de fórmula para la predicación; lo que tengo es una perspetiva teológica para ella. De hecho, me encanta enseñar a predicar porque hay muchos campos que convergen en ese punto: hermenéutica, teología sistemática, teología bíblica, misionología, teología pastoral, etc. Lo que no me gusta tanto de la homilética es técnica, oratoria y retórica.  

Última versión de 20:53 23 jun 2015

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English: The Essential Secret of Preaching

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Por Tony Merida sobre La Predicación y la Enseñanza

Traducción por David Luchini


En la obra de John Stott Entre Dos mundos, dice:

En un mundo que parece reacio e incapaz de escuchar ¿cómo se nos puede persuadir a seguir predicando y aprender a hacerlo de forma efectiva? El secreto básico no consiste en manejar a la perfección ciertas técnicas sino en ser manejados a la perfección por ciertas convicciones. En otras palabras, la teología importa más que la metodología. (92)

Esta cita encierra lo que trato de hacer como pastor y como profesor de homilética o de predica al formar a ministros de la Palabra más jóvenes.

Ordenar la Pasión

Muchos dan por sentado que los profesores de homilética están muy enfocados en la técnica y estilo o que bien no pueden enseñar una "disciplina real" en la academia. La homilética es frecuentemente burlada. Tal vez escuches cosas como ésta: "No se puede enseñar a predicar a un muchacho". "Nunca aprendí nada de mi profesor de homilética". "No puedes escucharlo hablar de hermenéutica, teología o liderazgo pastoral; solo es profesor de predicación". Cuando un predicador hace/dice algo que no es común desde la perspectiva retórica en nuestra iglesia, puedes escuchar: "Tal vez, Dr Merida, no le guste esto, pero es lo que estoy por hacer..."

Pero no me preocupa la técnica o la metodología. No tengo una perspectiva de fórmula para la predicación; lo que tengo es una perspetiva teológica para ella. De hecho, me encanta enseñar a predicar porque hay muchos campos que convergen en ese punto: hermenéutica, teología sistemática, teología bíblica, misionología, teología pastoral, etc. Lo que no me gusta tanto de la homilética es técnica, oratoria y retórica.

Esta pasión impulsada por la teología me lleva a apoyar la predicación expositoria, que una predicación impulsada y saturada por la Palabra. La predicación expositoria es un acercamiento impulsado por la teología y no un acercamiento pragmático.

Cuestión de convicciones

Cada semestre en mis clases de homilética, mi objetivo no es enseñar técnicas sino construir reforzar y hacer hincapié en ciertas convicciones teológicas y espirituales. No es algo nuevo. La disciplina de la homilética se estudia bajo el campo de la teología práctica. Mi objetivo es ofrecer convicciones particulares que moldearán al alumno a lo largo de su camino. Su teología va a determinar su biografía; mi objetivo es remarcar ciertas convicciones teológicas que van a moldear el resto de su ministerio.

Cuando leo a otros héroes como Lloyd-Jones, Piper, Spurgeon, y otros, ellos no hablan de la técnica. Es sobre teología. ¿Y Por qué? Porque las convicciones teológicas de uno impactan en todo lo demás. Eso va a mantener a una persona predicando aún cuando parezca que nadie escuche, y cuando un predicador quiera abanadonar y buscar trabajo como receptores de béisbol.

¿Cuáles son algunas de estas convicciones? Bueno, hay muchas. Quiero que los alumnos tengan una sed insaciable por las Escrituras. Quiero que vayan al púlpito porque aman la Biblia y no que vayan a la Biblia porque aman el púlpito. Quiero que abracen la naturaleza de las Escrituras Cristocéntricas y muestren por ellas a Jesús como el héroe de la Biblia y como el héroe de cada sermón que den. Quiero que crean que Dios salva a la gente mientras se predica el Evangelio. Quiero que crean en el poder del Espíritu y la necesidad de la oración dependiente en la predicación. Quiero que recuerden que si no mantienen una vida en santidad, no van a tener un ministerio, sin importar sus dones ni inteligencia. Quiero que anhelen que después de cada sermón la gente no diga "qué buena predicación" sino "qué gran Salvador"

Claves para una predicación efectiva.

Es obvio que la técnica no deja de ser importante. Tenemos que trabajar para comunicar con claridad. Nuestros sermones deberían tener un flujo comprensible y una idea principal. Tenemos que trabajar para comunicar de manera tal que nuestra predicación sea inteligible para extraños a medida que se acercan al servicio dominical. Tenemos que hacer una interpretación de nuestra comunidad y hacer aplicaciones enfocadas en los corazones y en el tiempo correcto. Tenemos que aprender a hacer esquemas buenos y a prepararlos para el oyente en vez del lector. Tenemos que recibir comentarios con humildad y buscar mejorar nuestras habilidades de transmisión. La predicación es tanto ciencia como arte y necesitamos buenas artes: tenemos que tener cuidado con la forma de decir las cosas.

Pero la clave para una predicación efectiva no es dominar ciertas técnicas, sino ser dominado por ciertas convicciones.

Por eso hago énfasis en este punto y no en otros elementos como la aliteración, la cantidad de puntos que uno tiene, movimientos de manos, ropa o mobiliarios de la plataforma. Nunca nadie se salvó por esas cosas ni permaneció fiel para la obra al enfocarse en ellas.

Prediquemos a Cristo hasta que lo veamos. Después ya no hará falta predicar más. En ese día, no nos arrepentiremos de haber permanecido fieles en la gran tarea.


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