El riesgo y la causa de Dios

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English: Risk and the Cause of God

© Desiring God

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Por John Piper sobre Riesgo
Una parte de la serie El riesgo y la causa de Dios

Traducción por Desiring God


2do de Samuel 10:12

Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el Señor haga lo que le parezca bien.

Mi tema en esta mañana es el riesgo y la causa de Dios. Defino el riesgo de un modo muy simple, como una acción que expone a alguien a la posibilidad de la pérdida o de ser herido. Si usted toma un riesgo, puede perder dinero, puede quedar mal, o puede perder su vida. Y lo que es peor, si toma un riesgo, puede poner en peligro a otros, y no solo a usted mismo. Puede perder el dinero de esas personas. Sus vidas pueden estar en peligro.

Contenido

¿Se arriesgará una persona sabia y amorosa?

Entonces, ¿se arriesgará una persona sabia y amorosa? ¿Es sabio exponerse uno mismo a una pérdida? ¿Es amoroso poner a otros en peligro? ¿Es falta de sabiduría y de amor tomar riesgos?

Quizás. Pero quizás no. ¿Y si las circunstancias son tales que no tomar un riesgo resultará en pérdida y daño? Quizás no sea sabio jugar al seguro. ¿Y si un riesgo exitoso traerá un gran beneficio para muchas personas, y su fracaso traerá daño solo a usted? Quizás no sea amoroso elegir la comodidad o la seguridad cuando se puede lograr algo grande por la causa de Dios y para el bien de otras personas.

El riesgo está entretejido en la tela de nuestras vidas finitas

¿Por qué existe algo como el riesgo? Existe el riesgo porque existe la ignorancia. Si no hubiera ignorancia, no habría riesgo. El riesgo es posible porque no conocemos cómo terminarán las cosas.

Esto significa que Dios no puede tomar riesgos. Él conoce el resultado de todas sus decisiones, antes de que ocurran. Y como conoce el resultado de todas Sus acciones antes de que ocurran, Él las planifica adecuadamente. Su omnisciencia gobierna la posibilidad misma de tomar riesgos.

Pero no es así con nosotros. No somos Dios; somos ignorantes. No conocemos qué ocurrirá mañana. Dios no nos dice qué desea que ocurra mañana o en cinco años. Obviamente, Dios quiere que vivamos y actuemos en ignorancia e incertidumbre en cuanto al resultado de nuestras acciones.

Nos dice, por ejemplo, en Santiago 4:13-15:

Oíd ahora, los que decís: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia. Sin embargo, no sabéis cómo será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

Usted no sabe si su corazón se detendrá antes de que termine este servicio. No sabe si algún conductor se desviará de su carril y le golpeará la cabeza mientras regresa a casa. No sabe si la comida en el restaurante tiene algún virus mortal. No sabe si un ataque le dejará paralítico antes de que termine la semana. No sabe si algún hombre con un rifle simplemente comenzará a dispararle en el mercado Southdale . No somos Dios. No conocemos el mañana.

Y por tanto, el riesgo está entretejido en la tela misma de nuestras vidas finitas Usted no puede evitar el riesgo, aun cuando quiera. Nuestro entorno natural son la ignorancia y la incertidumbre sobre el mañana. Todos nuestros planes para las actividades de mañana pueden estar esparcidos en mil incógnitas, sea que estemos en casa a cubierto, o que manejemos en las autopistas.

Destruyendo el mito de la seguridad

Mi carga en esta mañana es cómo ayudarles a destruir el mito de la seguridad y, de algún modo, librarles del encantamiento de la seguridad. Porque es un espejismo. No existe. En cada dirección que usted va hay incógnitas y elementos más allá de su control.

Y la tragedia es que en el engañoso encantamiento de la seguridad (¡donde tomamos riesgos para nosotros mismos, cada día sin saberlo!), somos paralizados para tomar riesgos por la causa de Dios, porque estamos ilusionados y pensamos que podemos poner en peligro una seguridad que realmente ni siquiera existe.

Y yo espero destruir el mito de la seguridad y desencantarles del espejismo de la seguridad al ir simplemente a la Biblia, y mostrarles que es correcto arriesgarse por la causa de Dios.

Joab y Abisai

Nuestro texto es 2do de Samuel 10, especialmente, el versículo 12.

Los amalecitas habían avergonzado a los mensajeros de Israel y se habían hecho despreciables ante David. Para protegerse habían contratado a los sirios para que pelearan con ellos contra los israelíes. Joab, el comandante de las fuerzas de David, se hallaba rodeado de amalecitas por un lado y sirios por otro. Así que dividió sus tropas, puso a su hermano Abisaí a cargo de un grupo, y tomó el otro para sí mismo.

En el versículo 11, que hemos visto antes, se prometieron ayudarse uno al otro. Entonces llegó esta gran palabra en el versículo 12:

Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el Señor haga lo que le parezca bien.

Y QUE EL SEÑOR HAGA LO QUE LE PAREZCA BIEN

¿Qué significa eso? Significa que Joab había tomado una decisión estratégica para las ciudades de Dios, y no sabía cómo resultaría. No tenía una revelación especial de Dios sobre este asunto. Había tomado una decisión fundamentado en la sabiduría santificada. Tenía un riesgo que correr. No sabía cómo resultaría. Así que tomó su decisión y entregó los resultados a Dios. Y esto fue correcto.

Es correcto tomar riesgos por la causa de Dios.

Ester ante el rey Asuero

Considere otro ejemplo conmigo, esta vez del libro de Ester, capítulo 4. Usted recuerda que había un judío llamado Mardoqueo, quien había sido llevado al exilio babilonio. Él tenía una prima menor llamada Ester, a quien había adoptado como hija, porque era huérfana. Ella creció para ser hermosa y, eventualmente, fue tomada por el rey Asuero para que fuera su reina.

Amán, uno de los príncipes principales de Asuero, odiaba a Mardoqueo y a todos los refugiados judíos, y persuadió al rey para decretar que fueran exterminados. El rey no se percató de que su propia reina era una judía.

¿Y qué hizo Ester entonces? Ella conocía la ley de que cualquiera que se acercara al rey sin ser llamado sería sentenciado a muerte, a menos que él extendiera su cetro dorado. Ella también sabía que la vida de su pueblo estaba en juego. En 4:13-14, Mardoqueo le pide que tome el riesgo y se acerque al rey a favor de su pueblo y la causa de su Dios.

Los versículos 15-16 dan la respuesta de Ester.

Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo: Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunad por mí; no comáis ni bebáis por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco.

SI PEREZCO, PEREZCO.

¿Qué significa eso? Significa que Ester no conocía cuál sería el resultado de su acto. No tenía una revelación especial de Dios sobre este asunto. Había tomado una decisión fundamentada en la sabiduría santificada y el amor por su pueblo. Tenía un riesgo que correr. No sabía cómo resultaría. Así que tomó su decisión y entregó los resultados a Dios. "Si perezco, perezco". Y esto fue correcto.

Es correcto tomar riesgos por la causa de Dios.

Sadrac, Mesac, y Abed-Nego

Considere un último ejemplo del Antiguo Testamento, en el libro de Daniel, capítulo 3. Nuevamente el evento ocurre en Babilonia y entre los exiliados judíos. El rey es Nabucodonosor. Él levanta una imagen de oro y ordena que cuando suene la trompeta, todo el pueblo se incline ante la imagen. Pero Sadrac, Mesac, y Abed-Nego no se inclinaron. Ellos adoraban al único Dios verdadero de Israel.

Así que en el versículo 15, Nabucodonosor los amenaza y dice que si no adoran la imagen, serán lanzados a un horno de fuego. Los versículos 16-18 dan su respuesta.

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado.

Esto es un riesgo absoluto. "Creemos que Dios nos librará. Pero incluso si no lo hace, no serviremos a tus dioses". Ellos no sabían cómo resultaría todo. Prácticamente dijeron lo mismo que Ester: "Si perezco, perezco". Y entregaron el resultado a Dios, del mismo modo en que lo hicieron Joab y Abisaí: "Y que el señor haga lo que le parezca bien". Y esto fue correcto.

Es correcto tomar riesgos por la causa de Dios.

Pablo de camino a Jerusalén

Ahora considere al hombre más temerario del Nuevo Testamento: el apóstol Pablo. Primero, vayamos a Hechos 21. Pablo va de camino a Jerusalén Había tomado la decisión, en el Espíritu Santo (19:21), de ir a Jerusalén. Había reunido dinero e iba a ir a garantizar que fuera fielmente entregado.

Llega hasta Cesarea, y dice en el 21:10 que un profeta llamado Agabo descendió de Judea, ató sus manos y pies y dijo: "Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles".

Cuando los creyentes oyeron esto, rogaron a Pablo que no fuera. Esta es su respuesta en el versículo 13:

Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.

Entonces, en el versículo 14, Lucas dice: "Como no se dejaba persuadir, nos callamos, diciéndonos: Que se haga la voluntad del Señor".

En otras palabras, Pablo cree que este viaje a Jerusalén es necesario para la causa de Dios. No conoce qué ocurrirá allá. Ciertamente será arrestado y sufrirá aflicciones. ¿Entonces luego qué? ¿Muerte? ¿Prisión? ¿Exilio? Nadie sabía. Entonces, ¿qué dicen? En algo llegan a estar de acuerdo: "Que se haga la voluntad del Señor". O, como dijera Joab: "Y que el señor haga lo que le parezca bien". Y esto fue correcto.

Es correcto tomar riesgos por la causa de Dios.

Toda la vida de Pablo

De hecho, toda la vida de Pablo fue un extraordinario riesgo tras otro. Dijo, en Hechos 20:23: "salvo que el Espíritu Santo solemnemente me da testimonio en cada ciudad, diciendo que me esperan cadenas y aflicciones". Pero él nunca supo en qué forma vendrían, o cuándo vendrían, o mediante quién vendrían.

Vaya conmigo a 2da a los Corintios 11:24ss. Pablo escribió esta carta antes de los eventos de Hechos 21 que acabamos de leer. Entonces había decidido arriesgar su vida en Jerusalén con pleno conocimiento de cómo podría ser. Mire lo que había soportado, todo como resultado de tomar riesgos por la causa de Dios:

Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes. Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo. Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez. Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias.

¿Qué significa esto? Significa que Pablo nunca supo de dónde vendría la próximo golpe. Cada día arriesgó su vida por la causa de Dios. Los caminos no eran seguros. Los ríos no eran seguros. Su propia gente, los judíos, no eran seguros. Los gentiles no eran seguros. Las ciudades no eran seguras. El desierto no era seguro. El mar no era seguro. Incluso los hermanos no eran seguros, ¡algunos eran falsos! La seguridad era un espejismo. No existía para el apóstol Pablo.

Tenía dos opciones: huir, o arriesgarse. Y respondió en Hechos 20:24: "Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios". Nunca supo qué traería el día. Pero la causa de Dios le llamaba. Y él arriesgó su vida cada día. Y esto fue correcto.

Es correcto tomar riesgos por la causa de Dios.

El pueblo de Israel en el desierto

¿Qué ocurre cuando el pueblo de Dios no escapa del encantamiento de la seguridad? ¿Qué ocurre si tratan de vivir sus vidas en el espejismo de la seguridad? ¿Recuerda cuándo ocurrió? Está registrado en Números 13 y 14.

Han transcurrido menos de tres años desde que el pueblo de Israel salió de Egipto mediante el poder de Dios. Ahora están en la frontera de la Tierra Prometida. Y en el 13:1, el Señor dice a Moisés: "Tú mismo envía hombres a fin de que reconozcan la tierra de Canaán, que voy a dar a los hijos de Israel". Así que Moisés envía a Caleb, a Josué, y a otros diez hombres.

Después de 40 días, regresan con un gran racimo de uvas colgado de una vara entre dos hombres. En el versículo 30 Caleb dice: "Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos". Pero en el versículo 31 algunos de los otros dijeron: "No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros".

Caleb es incapaz de destruir el mito de la seguridad. El pueblo está preso del encantamiento de la seguridad. Murmuran contra Moisés y Aarón en el 14:2 y deciden regresar a Egipto, al gran espejismo de seguridad.

Así que Josué trata de librarlos de su esturpor en los versículos 7-9.

La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera. Si el Señor se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Sólo que no os rebeléis contra el Señor, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengáis miedo

Pero ni siquiera Josué puede destruir el mito de la seguridad. El pueblo estaba embriagado en un mundo imaginario de seguridad. Y trataron de apedrear a Caleb y a Josué. Y éso estaba mal.

Es malo no tomar riesgos por la causa de Dios.

Dios no promete éxito a corto plazo

¿Es malo no tomar riesgos por la causa de Dios porque Dios promete éxito a todas nuestras aventuras en Su causa?

No. No existe promesa alguna de que cada esfuerzo que hagamos por la obra de Dios tendrá éxito, al menos no a corto plazo. Juan el Bautista se arriesgó hablando abiertamente cuando Herodes se divorció de su esposa para tomar la esposa de su hermano, Herodías. Y Juan fue decapitado por ello. Y había hecho bien en arriesgar su vida por la causa de Dios.

Pablo fue golpeado y arrojado en prisión en Jerusalén y embarcado a Roma y ejecutado allí dos años después. Y había hecho bien en arriesgar su vida por la causa de Dios.

¡Y cuántas tumbas hay en África y Asia, porque miles de jóvenes misioneros fueron liberados por el poder del Espíritu Santo del poder del encantamiento de la seguridad, y luego arriesgaron sus vidas por la causa de Dios entre los pueblos inalcanzados del mundo!

¿Qué Podemos Decir sobre usted?

Y ahora, ¿qué podemos decir sobre usted? ¿Está usted atrapado en el encantamiento de la seguridad, paralizado e imposibilitado de tomar riesgos por la causa de Dios? ¿O ha sido liberado por el Espíritu Santo del espejismo de la seguridad y comodidad egipicias? ¿Hombres, dicen ustedes con Joab: "¡Lo intentaré! Y que el señor haga lo que le parezca bien"? ¿Mujeres, dicen ustedes con Ester: "¡Lo intentaré! Si perezco, perezco"?

¿Y qué podemos decir sobre nuestra iglesia y futuro? ¿Hay alguna lección para nosotros mientras miramos hacia los siguientes 12 años y medio hasta el año 2000? Estas son las preguntas sobre las que quiero hablar en la próxima semana.



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