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De Libros y Sermones Bíblicos

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Sobre esta Traducción
English: Does God Decree Events He Doesn’t Want to Happen?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Lorena Haraldsson

Transcripción de audio

Comenzamos una nueva semana de transmisión con una profunda pregunta teológica. Pero quédate con nosotros. La pregunta es la siguiente: Si Dios tiene dos voluntades — la voluntad de decretar y la voluntad de desear —¿Habrá algún momento en que Dios decrete algo pero que no desee que suceda? Si fuese así, ¿significa que tiene una mente dividida? Ahora, antes de que te saltes este episodio, danos una oportunidad de explicar, ya que es una pregunta delicada de un oyente llamado Ethan. “Pastor John, hola y gracias por recibir mi inquietud. Cuando leo y debato los temas al inicio de‘Desiring God’ junto con ‘Does God Desire All to be Saved?’, se me viene a la mente un duda teológica desconcertante. Si en efecto Dios tiene dos voluntades, el desear y el decretar (los cuales son mencionados en la biblia), ¿cómo entonces su voluntad de decretar se ‘antepone’, en cierto modo a su voluntad de desear? Si la soberanía de Dios es el fundamento de su felicidad (como se menciona en el capítulo uno de ‘Desiring God’), parecería entonces que la idea de esas ‘dos voluntades’ no fuera suficiente para abordar textos tales como 1 Timothy 2:3-4. Dicho de otro modo, si ‘la soberanía de Dios es el fundamento de su felicidad,’ ¿cómo es posible que su voluntad de decretar sea independiente a su voluntad de desear?

A ver, veamos si puedo ayudar a que los oyentes se pongan al corriente en el debate, porque de seguro ahora se han de estar diciendo: “¿Huh?”

Ethan se están refiriendo a un artículo que escribí, “¿Dios tiene dos voluntades?” Mi intención era demostrar que a veces la Biblia da a entender que la voluntad de Dios es su decreto absoluto y soberano, por medio del cual él planifica todo y vela para que todo lo que se planifique se ejecute. Y a veces, la Biblia da a entender que la voluntad de Dios es algo que él manda, pero que en realidad a veces no siempre se ejecuta. Les voy a dar un ejemplo.

Soberanía Sobre la Cruz

En los Diez Mandamientos, es claro que Dios manda, “No matarás.” Por lo tanto se puede decir que la voluntad de Dios es que los seres humanos no se maten entre sí. Sin embargo en Hechos 4:27-28 dice, “Porque verdaderamente, se reunieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.”

Bueno, ¿qué es esto? Ellos asesinaron a Jesús, entonces de alguna manera, fue la voluntad de Dios que su Hijo muriera en las manos de gente asesina y pecadora. Fue la voluntad de Dios el asesinato de su Hijo. Está escrito a lo largo del Viejo Testamento. Está escrito en el Nuevo Testamento. Fue la voluntad de Dios que mueriera Jesús a manos de asesinos pecadores, aún a pesar de que en los Diez Mandamientos dice, “No matarás.”

Cuando me refiero a las dos voluntades de Dios, simplemente estoy describiendo lo que encuentro en las Sagradas Escrituras. Por supuesto, esto ya era del conocimiento para los cientos de teólogos antes de mí durante los siglos de la historia de la iglesia. Simplemente esoy usando el lenguaje que se ha desarrollado para describir estas dos voluntades.

Podemos llamarlas como la voluntad de mando y la voluntad del decreto. Esa sería una forma. O podemos llamarlas como la voluntad revelada de Dios y la voluntad soberana de Dios. Estos términos simplemente se refieren al hecho de que a veces la frase “voluntad de Dios” se refiere al plan soberano de Dios que siempre se cumple, y a veces la frase “voluntad de Dios” se refiere a lo que él ordena pero que no siempre se cumple.

Dios Concede el Arrepentimiento

Ahora, Ethan solo está haciendo explícito hacia el hecho de que a veces la Biblia habla sobre que Dios desea algo, pero que de hecho, no decreta para que ese algo suceda. Po ejemplo, él refiere a 1 Timoteo 2:4. Este es un texto muy famoso. Paul dice, “[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Sin embargo en Timoteo 2, Paul dice, “[El sirviente del Señor debería ser] que con mansedumbre corrija a los que se oponen. Por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.” (2 Timothy 2:25–26).

Si unimos ambos textos, 1 Timothy 2:4 y 2 Timothy 2:25, lo que vemos es que, por un lado, Dios desea que todos se arrepientan y que conozcan la verdad y sean salvados. Por otro lado, él puede o no conceder el arrepentimiento y el conocimiento de la verdad y ser salvados. Claro, este no es el único pasaje en donde se dice que los seres humanos están perdidos y desamparados en sus traspasos y pecados y que solo Dios puede liberarlos.

Armonía Perfecta

Ethan entonces hace dos preguntas que le inquietan: (1) ¿La voluntad de decretar de Dios se antepone, en cierto modo a su voluntad de desear? (2) Si la soberanía de Dios es el fundamento de su felicidad, ¿cómo es posible que su voluntad de decretar sea independiente a su voluntad de desear?

Ahora, la respuesta a la primera pregunta es la siguiente: “Es inútil decir que la voluntad de decretar de Dios se antepone a su desear porque esto implica un conflicto o tensión en Dios.” De seguro, este panorama que estoy describiendo ha recibido burlas como una especie de esquizofrenia divina. Creo que es mejor decir que la voluntad soberana de Dios, o su voluntad de decretar, incorpora — no se antepone sino que incluye — sus deseos, aun aquellos que no se ejecutan.

Es de su voluntad que sí así como es de su voluntad que no. Siempre somos propensos a arrastrar a Dios a nuestro propio nivel según nuestras experiencias, ya que solo podemos imaginarnos a nosotros mismos estando continuamente frustrados en tal situación. Pero ese no es el caso en el infinito misterio de la complejidad de Dios. El no se frustra.

No estoy seguro qué quiere decir la segunda pregunta de Ethan. Aquí va nuevamente: “Si la soberanía de Dios es el fundamento de su felicidad, ¿cómo es posible que su voluntad de decretar sea independiente a su voluntad de desear?” Mi respuesta es que estas dos voluntades nunca son independientes. En el único concilio unificado y perfecto de la sabiduría de Dios, es sabio para Dios.

Es sabio en ambos, que el desee que suceda algo y que su voluntad no lo haga. Ambos existen armoniosamente, no independientemente. Existe una integración perfecta y una perfecta armonía en el misterioso concilio, perfecto e infinitamente complejo de Dios. No existe idea alguna sobre una independencia entre voluntades.

No desde el Corazón

Permítanme cerrar solo con un ejemplo, porque es mucho más importante lo que se dice en las Sagradas Escrituras que lo que digo yo, con tanto esfuerzo. Solo quiero que todos escuchen un verso más, que para mí, es provocativo y, pastoral e increíblemente provechoso. Es Lamentaciones 3:32–33. Jeremías está hablando, y está describiendo los sufrimientos de Jerusalén bajo asedio — horrible sufrimiento. Esto es lo que dice: “Antes si aflige [el Señor]”, — es decir, a pesar de que el Señor aflija — “también se compadece según la multitud de sus misericordias.” He aquí la maravillosa declaración: “Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.”

En otras palabras, Dios causa la aflicción, y no proviene de su corazón. Muy, muy interesante. Dios decreta que sucedan ciertas cosas pero que de alguna manera no provienen de su corazón. Eso es, no es su deseo, que es lo que se figura en la misma dinámica divina en 1 Timotteo 2;4

El desea que todos sean salvados aun cuando no todos lo merecen. A pesar de todo, en toda su libertad y sabiduría, él no decreta que todos sean salvados. La voluntad soberana y la voluntad de mando de Dios — el decretar y el desear — están en perfecta armonía en los altos concilios de Dios. Ninguno es independiente. Ninguno se antepone. Todo esto es solo parte del misterio de lo que significa ser un Dios soberano y amoroso.


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