Hoy no renuncies a la ayuda de Dios

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Por Dave Zuleger sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Yura Gonzalez


En el nuevo año, programarás y cumplirás con diversas citas.

Hay citas en nuestra vida que nunca perderíamos. Citas con el doctor, para arreglarnos el cabello, con amigos, para negocios, con un padre o con un hijo. Con quienquiera que sea, el deseo es tan profundo, o los riesgos aumentan tanto, que haremos lo necesario para cumplir con la cita.

Las personas son tan importantes que nunca le cancelaríamos. La circunstancia es tan apremiante que no podemos postergarla. La necesidad es tan urgente que no podemos permitirnos pasarla por alto. El deseo es tan grande que no podemos ni negarlo ni posponerlo.

Y sin embargo, muchos de nosotros desechamos demasiado rápido nuestra cita diaria con el Dios del universo tan pronto como se nos ocupa un poco la vida. Las otras citas se acumulan, y el tiempo para sentarnos con el Salvador que sangró y murió por nosotros parece desvanecerse tan rápida y fácilmente.

Contenido

Alejándonos diariamente de Dios

Este hábito nos aleja poco a poco de Cristo, y con frecuencia pone al descubierto dos pecados hacia Dios: la arrogancia y la apatía. Arrogancia, porque creemos que no necesitamos la ayuda ni la sabiduría de Dios lo suficiente como para pedirlas con regularidad (Santiago 1: 5). Apatía, porque hemos dejado que otras cosas silencien el llamado a "buscar primero el reino de Dios" (Mateo 6:33).

¿Podría haber algo (prácticamente) más tonto que desaprovechar la ventaja de ir al trono soberano de la gracia donde encontramos ayuda y misericordia (Hebreos 4:16), de Aquel “que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad” ” (Efesios 1:11)? Con demasiada facilidad menospreciamos el mayor poder y privilegio que una persona haya conocido.

¿Cuánto debemos orar?

Pablo conoce nuestra inclinación a abandonar la oración, y por eso nos exhorta a mantener nuestra cita con Dios.

[Orad] en todo momento en el Espíritu, con toda oración y súplica. Para ello, velad con toda perseverancia, suplicando por todos los santos. (Efesios 6:18)

Cuando Pablo concluye su carta con un llamado a "ser fuertes" en la fuerza del Señor (Efesios 6:10), él sabe que toda armadura que nos ponemos para ser fuertes es inútil sin la fuerza de Dios. Por eso sabe que nuestra mayor necesidad es acudir a Dios temprano y con frecuencia en busca de ayuda como seguidores de Cristo, sobre todo porque vivimos en un mundo lleno de distracciones y tentaciones.

¿Con qué frecuencia debemos orar? En todo momento. ¿Qué tipo de oraciones debemos orar? Todo tipo. ¿A cuánta perseverancia debemos aspirar en una oración? Toda perseverancia. ¿Por quién debemos interceder? Por todos los santos. Para Pablo, cada persona y cada circunstancia requieren de la oración en todo momento porque así somos de dependientes de Dios.

¿Por qué oramos?

La oración es la expresión más básica de la fe. La fe en la gracia venidera adquirida por Jesús dice: “Él que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas” que necesitamos? (Romanos 8:32).

Es esta la motivación más básica para la oración.

No oramos porque somos "fuertes" cristianos con espectaculares disciplinas espirituales. Oramos porque somos cristianos débiles, espectaculares pecadores con necesidad de fuerza, ayuda, sabiduría y perseverancia sobrenaturales. Sorprendentemente, se nos concede acceso a la misma ayuda que necesitamos debido a la sangre de Cristo. Nos unimos a Jesús para rezarle desesperadamente a Dios, un Padre que ama dar buenos regalos (Mateo 7: 7-11), pidiéndole ayuda en nuestro momento de necesidad, suplicando siempre que se haga su voluntad y no la nuestra (Lucas 22:42).

Comenzar con la Palabra de Dios

El coraje de apoyarse en Dios a través de la oración se alimenta al escuchar la palabra de Dios.

Los creyentes que a menudo rezan se motivan por su comunión con Dios, a través de Cristo, por el Espíritu, en la palabra de Dios. En Efesios 6: 17, Pablo dice que la palabra de Dios es la espada del Espíritu. Si vamos a orar en el Espíritu en todo momento, tenemos que equipar al Espíritu con el arma que usa para eliminar nuestro pecado (Romanos 8:13), así como con la que usa para obedecer a Cristo (2 Corintios 3: 16-18).

Es en la palabra de Dios que vemos nuestros pecados (Jeremías 17: 9) y limitaciones (Isaías 55: 9), así como la infinitud (Salmo 115: 3) y la gracia de Dios (Isaías 6: 1-8). Es en la palabra de Dios que vemos que nuestra misión es grande y urgente, y que nuestra única esperanza es que Cristo tiene toda la autoridad y nunca nos abandona (Mateo 28: 18-20). Cada día dedícale tiempo a la Biblia para que frente a tu debilidad y la grandeza de Dios te inspires a arrodillarte.

¿Qué podría hacer Dios?

En medio del ajetreo diario, decide ahora que tu cita con la palabra de Dios es la más importante. Martin Luther dijo una vez: "Tengo tanto que hacer que dedicaré las primeras tres horas de mi día a la oración".

Por tanto, haz una cita con Dios ahora, que mantengas como la más importante de cada día. Asiste temprano y con frecuencia al trono de gracia en 2017. ¿Qué le agradaría a Dios hacer en nosotros y a través de nosotros si 2017 fuera el año de nuestra comunión más profunda con él a través de la palabra y la oración? Ciertamente, mucho más de lo que podemos pensar o imaginar hoy.


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