Job: Reverente en el sufrimiento

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Revisión de 18:43 28 jul 2015

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English: Job: Reverent in Suffering

© Desiring God

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Por John Piper sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Job: Five Sermons on Suffering

Traducción por Desiring God


Job 1:1-2:10

Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job; y era aquel hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y le nacieron siete hijos y tres hijas. Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísima servidumbre; y era aquel hombre el más grande de todos los hijos del oriente. Sus hijos solían ir y hacer un banquete en la casa de cada uno por turno, e invitaban a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos. Y sucedía que cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba por ellos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones. Así hacía Job siempre. Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, y Satanás [1] vino también entre ellos. Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Y el Señor dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Respondió Satanás al Señor: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara. Entonces el Señor dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él. Y Satanás salió de la presencia del Señor. Y aconteció que un día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor, vino un mensajero a Job y dijo: Los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos, y los sabeos atacaron y se los llevaron. También mataron a los criados [1] a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Fuego de Dios cayó del cielo y quemó las ovejas y a los criados y los consumió; sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Los caldeos formaron tres cuadrillas y atacaron los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo. Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano mayor, y he aquí, vino un gran viento del otro lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, y ésta cayó sobre los jóvenes y murieron; sólo yo escapé para contártelo. Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra, adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor. En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios.

Y sucedió que un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, vino también Satanás entre ellos para presentarse delante del Señor. Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Y el Señor dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay otro como él sobre la tierra, hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y él todavía conserva su integridad, aunque tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa. Respondió Satanás al Señor, y dijo: ¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara. Y el Señor dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida. Satanás salió de la presencia del Señor, e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla. Y Job tomó un tiesto para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizas. Entonces su mujer le dijo: ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete. Pero él le dijo: Como habla cualquier mujer necia, has hablado. ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal? [1] En todo esto Job no pecó con sus labios.

Uno de mis deberes como pastor de ustedes es predicar y orar de modo que estén preparados en mente y corazón para no maldecir a Dios en el día de la calamidad. Pero es también algo más, que en vez de maldecir, usted pueda adorar a Dios y bendecirle como su Padre libre y soberano, no importa cuán intensa sea la pena o profundos sean los dolores en su vida.

Así que durante los próximos cinco domingos, me gustaría que tratáramos de entender el mensaje del libro de Job, y que seamos cambiados por él.

Contenido

Una pena desconcertante e inesperada

Casi todos en este salón experimentarán una amarga calamidad, más temprano o más tarde. Y usted puede saberlo de antemano: cuando llegue, es casi seguro que parecerá absurda y sin significado e inmerecida.

Quizás usted esté sentado en un restaurante en El Salvador, o caminando por una calle en París, o haciendo un vuelo de escala a Atenas. Quizás esté afeitándose y cantando un himno cuando sienta la protuberancia en su cuello. Quizás está comprando comida para la familia en el *Country Club* cuando de repente se percate de que ha muerto su hijo de dos años de edad.

Parecerá absurdo, y cien veces gritará "¿Por qué?" antes de que pase la nube. La mayor parte de nuestra pena y dolor no proviene de un obvio castigo por los pecados. La mayor parte proviene de nada y desconcierta nuestro sentido de justicia.

Es por eso que es tan importante el libro de Job. El sufrimiento de Job parece provenir de la nada y parece no tener relación con su carácter. Su historia está registrada para que tengamos algo de ayuda al vivir en medio de estas calamidades. No solo para que mantengamos el dominio propio, sino para que nos inclinemos reverentes y confiados ante la bondad soberana de Dios.

Hoy miraremos la sección de Job que se extiende hasta el 2:10. Recorrámosla primero para tener una idea general, y luego retrocedamos un poco y extraigamos algunas verdades para nuestras vidas.

El carácter y la bendición de Job

El versículo 1 nos presenta al hombre Job y su carácter. Él era "intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal". Si el sufrimiento tiene el propósito de ser un castigo por el mal, Job probablemente no sea un candidato. Él se aleja del mal porque teme a Dios. Busca lo correcto y evita el mal. Su reputación es intachable. Su reverencia a Dios gobierna todo lo que hace.

Los versículos 2-3 describen cómo Dios lo había bendecido (vea 1:10) en su justicia. Tenía siete hijos y tres hijas, y gran cantidad de ovejas y camellos y bueyes y siervos. Era el más grande de todos los hijos del oriente.

Los versículos 4-5 describen un ejemplo del temor de Job a Dios y su justicia hacia sus hijos. Cada vez que sus hijos e hijas se reunían para una fiesta, Job se levantaba temprano a la mañana siguiente y presentaba ofrendas quemadas para cada uno, solo por si alguno hubiera pecado o maldecido a Dios en su corazón. En otras palabras, tenía gran celo por el honor del nombre de Dios, para que no fuera profanado, y estaba extremadamente atento por amor a sus hijos, no queriendo que alguno de ellos cayera en la ruina. Era un buen hombre.

La calamidad de Job

Entonces llegó la calamidad. Salte hasta el versículo 1:13ss. Fue uno de esos días de fiesta cuando todos sus diez hijos se habían reunido en casa del hermano mayor. Primero (vv. 14-15), llega un mensajero a Job y le dice que los sabeos atacaron y robaron todos sus bueyes y asnas y mataron a todos los sirvientes que estaban allí.

Entonces (v.16), llega otro mensajero y dice que el fuego de Dios había caído y destruido todas sus ovejas, y a los sirvientes que estaban con ellas. Entonces (v.17), llega otro mensajero y dice que los caldeos habían formado cuadrillas y robado los camellos y matado a todos los siervos. Y, finalmente (vv. 18-19), llega la noticia de que todos sus hijos fueron aplastados hasta morir cuando un tornado hizo que la casa colapsara.

Note que dos de las calamidades fueron causadas por hombres malvados, sabeos (v.14) y caldeos (v.17). Y dos fueron causadas por lo que los revisores del seguro llamarían "actos de Dios". Probablemente en el versículo 16 fue un relámpago y fuego, y en el versículo 19, un tornado.

Un vistazo del cielo para comprender los eventos en la Tierra

En una tarde desaparece toda la prosperidad de Job. ¿Qué está pasando aquí? Para ver qué está ocurriendo tenemos que mirar fuera del mundo. Este mundo por sí solo nunca responde las grandes preguntas de la vida. La respuesta se encuentra en el cielo. Así que el escritor nos permite echar un vistazo al cielo, para que comprendamos mejor qué ocurre en la Tierra.

Un encuentro entre Dios y Satanás

Los versículos 6-12 describen un encuentro entre Dios y Satanás. En el versículo 7, Satanás dice que dedica su tiempo a recorrer la Tierra y andar por ella. Entonces Dios muestra un trofeo en el que se deleita mucho. Dice: "¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.

Es como si un ladrón de diamantes se encontrara al dueño detrás de una joyería tarde en la noche. El dueño le dice: "¿Qué estás haciendo?" Y el ladrón responde: "Solo caminando alrededor de tu tienda". Y entonces el dueño dice: "¿Viste nuestro diamante más precioso, allí en el frente?".

Dios prepara a Job para los problemas

Ahora, yo descarto la posibilidad de que Dios esté confundido. Dios nunca dice: "Ups". Esto nos deja con una posibilidad: Él esta preparando a Job para el problema. Está manifiestamente orgulloso de Job. El temor de Dios que tiene Job ha ganado las simpatías de Dios hacia Job en un modo muy profundo.

Satanás no está impresionado. En el versículo 9 insinúa que Job no es un espécimen tan grande de la reverencia a Dios. Dice que la única razón por la que Job teme a Dios es para volverse rico. "¿Acaso teme Job a Dios de balde?" Job teme a Dios porque ello significará salud, riquezas y prosperidad, nada más. Así que Satanás dice a Dios en el versículo 11: "Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara”.

Dios pudo haber dicho: "No necesito probar nada, ni a ti ni a otra persona. Conozco el corazón de mi siervo Job, y éso es suficiente para Mí". Pudo haberlo dicho, pero en este caso no lo hizo. Él elige obtener una evidente victoria sobre Satanás para Su propia gloria. Una prueba que mostrará que en el corazón de Job, Dios mismo es más estimable que cualquier posesión o miembro familiar.

Así que Dios dice en el versículo 12: "He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él".

La reverente respuesta de Job

Entonces llegan las calamidades. Job pierde toda su riqueza y todos sus hijos. ¿Qué está sucediendo? La respuesta es que está ocurriendo algo de una inmensa importancia celestial. Dios está en el proceso de mostrar a las huestes celestiales (y a cualquiera que tenga ojos para ver) que Él mismo es supremo en el corazón del hombre Job.

La reverencia de Job no es mercenaria, como si Dios mismo no tuviera valor. No, la reverencia de Job está fundamentada en el valor de Dios por quien es en Sí mismo. La revelación de esta verdad es tan importante que Dios está dispuesto a someter a Su precioso siervo al dolor y a la pobreza para que sea revelada.

Los versículos 20-21 registran la victoria. "Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra, adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor".

Quedó demostrado que Satanás estaba equivocado. Job no maldijo a Dios cuando perdió su riqueza y sus hijos. Adoró y bendijo a Dios. Y así la dignidad suprema de Dios se hizo evidente para todos. Y se logró el propósito de Dios al levantar a Job: la revelación del valor de Dios.

La enfermedad de Job

Pero justo cuando Job se recuperaba del impacto de perder su riqueza y a sus hijos, contrae una terrible enfermedad. En 2:7-8 dice que fue afligido "con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla. Y Job tomó un tiesto para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizas".

Según el 7:5, Job estaba cubierto de de gusanos y de una costra de tierra y su piel se endurecía y supuraba. No fue un ligero caso de sarampión. Fue algo horrible desde la coronilla de su cabeza hasta la planta de sus pies.

Otro vistazo al cielo

¿Es esta la recompensa a la reverente respuesta de Job por la pérdida de sus hijos? Nuevamente preguntamos: "¿Qué está ocurriendo aquí?" Y nuevamente la respuesta no está en el mundo, sino en el cielo.

En el 2:1-6, el Señor nuevamente exhibe a Job ante Satanás. Versículo 3: "¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y él todavía conserva su integridad, aunque tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa".

Y Satanás nuevamente reta la autenticidad de la reverencia de Job. Dice que Job solo es reverente porque Dios preserva su salud. Versículo 4: "¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara”.

Así que nuevamente es retada la dignidad de Dios. ¿Aprecia Job a Dios, o a los placeres terrenales de la familia y a las posesiones y a la salud? Job ha mostrado que Dios es más valioso para él que la familia y las posesiones. Pero, ¿y más que la salud? Así que para mostrar que Él es el único tesoro de Job, Dios entrega a Su siervo en manos de Satanás, para la destrucción de su carne. Versículo 6: "He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida".

En otras palabras, detrás de estas calamidades terrestres, aparentemente absurdas, están ocurriendo transacciones celestiales de infinita importancia. Cuando *Ronald Reagan* y *Mijail Gorbachov* se reúnan para conferenciar en Génova el próximo Noviembre, todo el planeta estará mirando, porque todos saben que tal conferencia debe abordar temas importantes. ¿Cuánto más importante será el tema en discusión cuando Dios mismo se reúne para conferenciar con Su archienemigo Satanás?

El tema más importante del mundo es la demostración de la dignidad de Dios en la fe y reverencia de Su pueblo.

La victoria de la fe de Job

Pero cuando falla la salud de Job, el problema demuestra ser demasiado para su esposa. Había soportado con él la pérdida de sus hijos y riquezas. Pero ahora, con la vida de su esposo reduciéndose, dejándola absolutamente indigente, colapsa su fe. Versículo 9: "Entonces su mujer le dijo: ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete". Esto debió haber hecho que surgiera una sonrisa de esperanza en el rostro de Satanás.

Pero entonces llega la aplastante victoria de la fe de Job. Versículo 10: "Pero él le dijo: Como habla cualquier mujer necia, has hablado. ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?".

Las comodidades y las calamidades provienen de la mano de Dios. Job no renunciaría a esta confianza afirmada en la soberanía de Dios, ¡y tampoco debiéramos nosotros!

Imagine a Satanás rodeado de 10 000 ángeles esperando la respuesta de Job. Entonces responde Job, y sin saberlo, 20 000 brazos se levantan y 10 000 voces poderosas gritan "¡Digno es el Señor, Dios de Job!" ¿Y qué hace Satanás? Huye de la presencia de la alabanza de Dios.

¿Alguna vez se preguntó qué quiso decir Pedro cuando dijo (en 1ra de Pedro 5:8): "Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo"?

Quiere decir que cuando usted sufre, el modo de resistir a Satanás es ser como Job y retener la confianza en la bondad libre y soberana de Dios, no para maldecirle, sino para reverenciarlo. Cuando usted lo hace, todos los cielos gritan la victoria y Satanás es derrotado. "Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien" (1ra de Pedro 4:19).

Ahora, retrocedamos un poco y extraigamos cuatro verdades teológicas del texto y tres implicaciones personales.

Cuatro Verdades teológicas

1. El propósito de Satanás es destruir nuestro gozo en Dios.

Él utiliza dos armas: el dolor y el placer. Utiliza el dolor para hacernos sentir que Dios es incapaz u hostil. Utiliza el placer para hacernos sentir que Dios es superfluo.

Ha fracasado en alejar a Job de Dios en los días de su placer y prosperidad. Así que, mediante el dolor, ataca el gozo de Job en Dios. Nuevamente fracasa. Pero no hay duda de qué persigue Satanás en nuestra vida: su propósito es destruir nuestro gozo en Dios y reemplazar el tesoro de Dios con los tesoros terrenales de riquezas, o familia, o salud.

2. El propósito de Dios es exaltar su dignidad en las vidas de Su pueblo.

El gran propósito de Dios en la creación y en la redención es preservar y mostrar la dignidad infinita de Su gloria. Y lo hace redimiendo un pueblo que le ama y se aferra a Él y le aprecia por encima de todos los tesoros y placeres terrenales. El espejo que ha elegido para reflejar Su dignidad es el gozo indestructible de Su pueblo. Ellos no le cambiaran por nada que este mundo pueda ofrecer.

3. Dios concede poder limitado a Satanás para que cause dolor.

En 1:12 Dios dice a Satanás: "He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él". Y en 2:6 Dios dice: "He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida".

Dios establece los límites del poder de Satanás para causar dolor. Nuestro Dios no es frustrado por el poder y las sutilezas de Satanás. Satanás no puede hacer un solo movimiento sin el permiso del Dios Todopoderoso. Él puede ser un león. Pero es un león con correa. Y Dios controla sus riendas o las libera según Sus propios propósitos soberanos.

William Henry Green, en su gran libro, *The Argument of the Book of Job Unfolded* [Exposición del tema del libro de Job, tr.] (1874, Reedición 1977, James y Klock, pp. 63s.), dice de Satanás:

Con todo su odio hacia Dios, y rencor contra Su pueblo, él no puede emanciparse a sí mismo de ése control soberano, que le ata al servicio de Dios. En todos sus propósitos blasfemos, a pesar de sí mismo, está haciendo la obra de Dios. En sus rebeldes esfuerzos para destronar al Altísimo, en realidad está prestándole un homenaje sumiso.

Al mover cielo y tierra para lograr la perdición de aquellos a quienes Cristo ha redimido, realmente está preparándolos para la gloria. Fanático como es, lleno de amargura y maldad, y decidido a hacer toda forma de daño, está restringido para ser lo que más aborrece y más lejos está de sus intenciones y deseos: ayudar y auxiliar los propósitos de la gracia.

Satanás es, muy a su pesar y en un modo diferente, como los hijos de Dios quienes se reúnen en la presencia de la Majestad Infinita, para recibir las comisiones del Rey de reyes; él está pronto a hacer su apuesta y su propia voluntad, y es tan real y verdadero en quienes, como Job, resisten pacientemente sus asaltos insidiosos como un espíritu enviado a ministrar a los que han de heredar la salvación.

4. La obra de Satanás es, en un sentido supremo, la obra de Dios.

¿Notó usted que en las dos escenas celestiales Dios entregó a Job ante el poder de Satanás? Pero cuando Satanás había hecho su obra de quitar las riquezas y familia de Job dijo en 1:21: "El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor".

Job dice que, en un sentido supremo, fue Dios mismo quien quitó su familia y sus riquezas. Entonces el escritor inspirado del libro hace un comentario para evitar un malentendido. Para que nadie diga que Job no debió atribuir la obra de Satanás a Dios, escribe (v.22): "En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios". No es pecado decir que lo que hizo Satanás, lo hizo Dios en un sentido supremo, porque Dios gobierna a Satanás.

Del mismo modo, en la segunda escena celestial, Dios dice (2:6) a Satanás: "He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida". Entonces el versículo 7 dice muy claramente que "Satanás salió de la presencia del Señor, e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla”.

Pero nuevamente en el versículo 10 Job dice: "¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?". En otras palabras, nuevamente Job asciende hasta reconocer la soberanía de Dios sobre Satanás, y dice que esta enfermedad proviene de Dios. Satanás pudo haber sido la causa más cercana, pero todo proviene de Dios, en un sentido supremo.

Y nuevamente el escritor nos advierte de no criticar a Job aquí. Escribe al final del versículo 10: "En todo esto Job no pecó con sus labios”. No es pecado decir que una enfermedad que Satanás causa proviene del Señor.

La roca de refugio de Job, y su esperanza, cuando todo lo demás parecía estar deshaciéndose, era la soberanía absoluta de Dios. Lo que me lleva finalmente a. . .

Tres implicaciones personales

1. Unánomos con Job y afirmemos con todo nuestro corazón la soberanía absoluta de Dios.

Digamos con el salmista (115:3): "Nuestro Dios está en los cielos; El hace lo que le place". Digamos con Daniel (4:35): "El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”. Hagamos que la soberanía absoluta de Dios sea la roca en que edificamos nuestras vidas y nuestra iglesia.

2. Que nuestras lágrimas corran libremente cuando llega la calamidad.

"Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra" (1:20). El sollozo por la pena y el dolor no es un signo de incredulidad. Job no conoce una respuesta al sufrimiento que sea frívola, insensible, superficial, al estilo "alaba a Dios de cualquier forma". La magnificiencia de su adoración se debe a que estaba sumido en el dolor, no a que sustituyera el dolor. Que nuestras lágrimas corran libremente cuando llega la calamidad. Y que el resto de nosotros lloremos con quienes lloran.

3. Confíe en la bondad de Dios y permita que Él sea nuestro Tesoro y nuestro gozo.

Incluso si Dios hubiera dejado que Satanás tomara la vida de Job, sabemos lo que Job hubiera dicho. Hubiera dicho el Salmo 63:3: "Porque tu misericordia es mejor que la vida”.

Cuando llegue la calamidad, ¡que el Señor le dé la gracia de afirmar Su soberanía, que sus lágrimas corran libremente, y que Dios mismo sea su Tesoro y gozo! Amén.


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