Juzgándonos con la medida de fe distribuida por Dios, 1ª Parte

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Juzgándonos con la medida de fe distribuida por Dios; 1ª Parte. Por John Piper.

Parte de Romanos: serie The Greatest Letter Ever Written (“la carta más grande jamás escrita").


Romanos 12:1-8


Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.


Durante las dos últimas semanas hemos visto en Romanos 12:2 que para poder discernir la voluntad manifiesta de Dios, de verla correctamente en la Biblia, para practicarla con sabiduría actualmente en situaciones complicadas y para que se desborde de manera espontánea en las miles de acciones y gestos que no están premeditados, tenemos que ser transformados mediante la renovación de nuestras mentes. Para entender y abrazar la verdad de la Biblia, aplicarla en la vida real y que haya un derramamiento espontáneo de amor bíblico y santidad no se necesita una nueva lista de comportamientos sino una nueva mente y un nuevo corazón. La vida cristiana no es una religión basada en la fuerza de voluntad. Es el derramamiento de una nueva mente y de un nuevo corazón creado por el Espíritu Santo. Es sobrenatural, no puede crearlo usted mismo. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Corintios 5:17). “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10). “De modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra“(Romanos 7:6). “Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Corintios 3:6). “Y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó” (Colosenses 3:10).


Todo lo que está escrito en Romanos 12 es una descripción de cómo la nueva criatura (la nueva mente y el nuevo corazón) piensa, siente y actúa. Tenemos que saturar nuestras mentes de esta descripción de la vida inspirada por Dios en Romanos 12. Y esto es lo que estamos tratando de hacer con estos mensajes. Hoy nos centraremos en el versículo 3.


Indicios indirectos sobre la mente renovada


Para sentir el peso y la importancia de lo que dice Pablo en el versículo 3, tendríamos que remarcar lo siguiente: aunque el versículo 2 exhorta a la renovación de nuestra mente, no nos dice cómo piensa la mente renovada sino sólo lo que ocurre cuando la tenemos, o sea, seremos capaces de discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, aceptable y perfecto.


Cuando comparamos el versículo 2 Romanos 1:23 y 28, sí pudimos ver algunos indicios acerca de la manera de pensar de la nueva mente: lo contrario a una mente renovada es una mente depravada que ha cambiado la gloria de Dios por la gloria de las cosas creadas y no quiere tener a Dios en su conocimiento. Por tanto, la mente renovada sería una mente en la que esa relación se invierte y la gloria de Dios se guarda como un tesoro sobre todas las cosas creadas, incluso sobre el que se mira en el espejo, que es el ídolo más seductor de todos.


Y vimos un indicio en el versículo 1 acerca de la manera de pensar de la nueva mente: produce una vida de adoración espiritual. “Que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional”. La mente renovada produce comportamientos que manifiestan el valor de Dios, por lo que la nueva mente, en la raíz, es una mente para la cual la gloria de Dios es más valiosa que todas las cosas. La supremacía de Dios es su pasión.


Descripción directa de la mente renovada


Esos eran los indicios indirectos sobre cómo piensa la mente renovada. Pero ahora en el versículo 3, Pablo se dirige directamente a la pregunta de una forma muy sorprendente. Si usted comenzase a desplegar la manera de pensar de una mente cristiana, ¿por dónde comenzaría y qué diría? Preste mucha atención al asunto que Pablo trata primero cuando habla de cómo piensa la mente renovada de un cristiano. Versículo 3: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense [observe las palabras sobre lo que hace la mente renovada] más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.


Ahora esto es sorprendente. De todo lo que podría haber dicho sobre el pensamiento humano y cómo piensa la mente, eligió dirigirse al tema del orgullo y a lo que la mente hace cuando piensa en sí misma en relación a otras personas. Dice algo negativo y algo positivo, igual que hizo en el versículo 2. Allá dijo: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente”. Acá dice: “digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio”. En otras palabras, se está volviendo más específico y describiendo cómo la mente renovada de un cristiano no se adapta a este mundo sino que se transforma. Y al orgullo es lo primero a lo que se dirige.


Con Pablo, tenemos una gran carga. En el capítulo 11, puede recordar que nos advierte tres veces contra el orgullo y la arrogancia. Romanos 11:18: “no seas arrogante para con las ramas [judías rotas]”. Romanos 11:20: “pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero (…)”. Romanos 11:25: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión”. De nuevo lo retoma en Romanos 14:4: “¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro?” La cuestión del orgullo y el lugar del yo en relación con Dios y los demás es el problema humano más profundo del universo. Si alguna vez nuestras mentes tienen que ser renovadas, aquí es donde debemos comenzar.


No es sólo un problema de la Iglesia de Roma. En Romanos 8:7, Pablo explica el principal problema que tenemos todos nosotros: “ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios [quiere decir la mente natural separada del Espíritu de Dios que transforma], porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo”. Ese es el principal problema de su mente y de la mía. Estamos insubordinados contra Dios. No nos someteremos a la verdad de que Dios mismo es la suma de todo y juez de todo lo que es verdadero, bueno, correcto, hermoso, valioso y satisfactorio. Al contrario, la mente humana piensa en sí misma como juez y medida, pensando por tanto demasiado alto de sí misma.


Por lo que aquí (en el versículo 3) es donde Pablo comienza a describir cómo piensa una nueva mente. “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros [¡nadie es excluido!] que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Por eso en lo que quiero que pongamos atención es en la opción positiva de pensar más alto de nosotros mismos de lo que deberíamos. ¿Qué quiere decir Pablo con “con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”?


O para ser más concretos hagamos así la pregunta: “¿Por qué Pablo describe el pensar con buen juicio como pensar “según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno"? Podría haber dicho que pensar con buen juicio de nosotros mismos es pensar con un juicio acorde a toda nuestra perversión, podría haber dicho que pensar con buen juicio es pensar con un juicio acorde a nuestro ser creado a imagen de Dios o que un buen juicio sobre nosotros es pensar con un juicio acorde a nuestros dones espirituales.


El criterio del juicio personal: La fe que Dios ha distribuido


Pero lo que dijo fue: “que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Cuando usted se juzgue con un juicio bueno y adecuado, utilice como criterio la propia medida de fe que le ha dado Dios. ¿Por qué? Yo veo al menos cuatro razones, cuatro cosas que Pablo cumple al describir la mente renovada como la mente que se mide a sí misma con la “medida de fe que Dios distribuido”.


1. Él nos enseña que lo verdaderamente nuevo de la nueva mente (el “nuevo hombre” en Cristo) es su fe, y por tanto es la gloria de Cristo vista y apreciada como nuestro mayor tesoro.


Al elegir la fe como la medida del nuevo yo, Pablo está eligiendo un acto completamente único de la nueva mente. ¿Cuál es la esencia de la fe? La fe aparta la mirada de nosotros hacia el otro. La fe es la dependencia total en otro. Cuando la fe se planta frente al espejo, éste se convierte en una ventana con la gloria de Cristo en el otro lado. La fe mira a Cristo y se goza en Él como la suma de todo y juez de todo lo que es verdadero, bueno, correcto, hermoso, valioso y satisfactorio.


Entonces lo que Pablo está diciendo es que la esencia de la nueva mente cristiana es que veamos y apreciemos, contemplemos y abracemos a Jesucristo como la verdad suprema y el supremo tesoro del universo, y no nosotros.


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