La Adoración y Las Misiones Mundiales: Una Estrategia Pastoral

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English: Worship and World Missions: A Pastoral Strategy

© Desiring God

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Por John Piper sobre Misiones
Una parte de la serie Western Seminary Missions Conference

Traducción por Carolina Anda


Mi estrategia pastoral para avivar el fervor por las misiones mundiales, reclutar candidatos misioneros, crear presupuestos de misiones y cultivar un estilo de vida de misiones es sencilla. Lo resumiría así- enseñar, predicar y vivir en la centralidad y supremacía de Dios en todo.

Cuando pones la supremacía de Dios como prioridad máxima en la agenda pastoral, y cuando tu objetivo es tener a Dios radicalmente en el centro de todo lo que haces y predicas, es casi inevitable que una adoración profunda, seria, sincera y apasionada tome una importancia tremenda en la vida de la iglesia. Porque la adoración es el eco de la supremacía de Dios en el corazón del creyente.

Otra manera en que expresamos nuestra estrategia para despertar un corazón por las misiones en nuestra iglesia es al decir que para nosotros las misiones no son el objetivo final de la iglesia. El objetivo final de la iglesia es la adoración. La única razón por la cual las misiones existen es porque la adoración no existe. La adoración es el objetivo final y las misiones le siguen. Porque Dios es primordial y el hombre es secundario. Cuando esta era termine y los millones innumerables de los redimidos caigan sobre sus rostros ante el trono de Dios y del Cordero, las misiones se acabarán. Es una necesidad temporal. Pero la adoración permanece para siempre.

Hasta que veamos la grandeza de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo y hasta que nos inclinemos maravillados ante la majestad del poder de Dios y la libertad de su gracia, no tenemos misión duradera en el mundo. Entonces la adoración es el combustible de las misiones. Y todo lo que queremos hacer en las misiones es traer hombres y mujeres de todo pueblo, tribu, lengua y nación al deleite de la misma visión de Dios en Jesucristo. Por lo cual la adoración es la meta de las misiones.

Aquí en nuestra iglesia lo decimos todo el tiempo: la adoración es el combustible y la meta de las misiones. Lo cual es otra manera de decir que "de Él, por Él y para Él son todas las cosas. Para Él sea la gloria por los siglos de los siglos."

Pero lo que realmente hace que esto se apodere de una persona y una iglesia es ver la verdad desconocida que esto mismo es verdad para Dios. Las misiones tampoco son su objetivo final. La adoración lo es. Y cuando esta verdad se hunde en el corazón de un estudiante de seminario o un pastor o un laico, todo cambia. El mundo es a menudo puesto cabeza abajo. Y todo se ve diferente—incluyendo la empresa misionera.

La base fundamental para nuestra pasión de ver a Dios glorificado es su propia pasión de verse a sí mismo glorificado. Cuando dije que procuro enseñar, predicar y vivir la centralidad y supremacía de Dios en todo, quiero decir por todo que incluya a Dios. Él es central y supremo en sus propios afectos. Y Él no permitirá competencia por la supremacía de su gloria en su propio deleite. Dios no es un idólatra. Con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y con toda su mente Él se deleita en la gloria de sus múltiples perfecciones reflejadas de vuelta a Él en la imagen de su Hijo.

La razón por la cual esto puede sonar extraño es porque tenemos la tendencia a hacer preguntas de abajo hacia arriba y no de arriba a abajo. Preguntamos por qué existimos, y respondemos, "Para glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre." Pero alguna vez preguntamos, "¿Por qué existe Dios? ¿Cuál es el fin principal de Dios? ¿Qué debería El amar con todo su corazón, con toda su alma y mente y fuerzas? ¿A quién debería Él adorar?" ¿O le negaremos ese sumo placer? ¡Importa mucho cuál es la lealtad final de Dios!

Dios no nos deja adivinando en este asunto. Él responde la pregunta en cada punto de la historia redentora desde la creación hasta la consumación. Examinemos algunos de los puntos principales para ver qué es lo que Él dice.

¿Por qué Dios nos creó?

Isaías 43:6-7 - "Trae a mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra (dice El Señor), a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria."

¿Por qué Dios escogió un pueblo propio e hizo a Israel su posesión?

Jeremías 13:11 - "hice adherirse a mí a toda la casa de Israel... declara el Señor, a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria."

¿Por qué Dios los rescató de la esclavitud de Egipto?

Salmos 106:7-8 - "Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo. No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder."

¿Por qué Dios los libró una y otra vez en el desierto?

Ezequiel 20:14 - "Pero actué en consideración a mi nombre, para que no fuera profanado ante los ojos de las naciones a cuya vista los había sacado."

¿Por qué Dios desechó su pueblo cuando lo rechazaron como rey y pidieron un rey como el de las otras naciones?

1 Samuel 12:20-22 - "No temáis; aunque vosotros habéis hecho todo este mal, no os apartéis de seguir al Señor…Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo."

¿Por qué Dios usó su poder soberano para traer su pueblo del exilio después de castigarlos por generaciones de pecado?

Isaías 48:9,11 - "Por amor a mi nombre contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo contigo a fin de no destruirte… Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro."

¿Por qué el Hijo de Dios vino a la tierra y en su momento crucial?

Juan 17:1 - "Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti." ¡Una conspiración hermosa para glorificar la Deidad en todo su trabajo de redención!

¿Y por qué Jesús regresará en el gran día de la consumación?

2 Tesalonicenses 1:9-10 - "cuando Él venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído..."

Desde el principio hasta el final, el motor de impulso del corazón de Dios ha sido el ser alabado por su gloria. Desde la creación hasta la consumación, su lealtad fundamental es hacia Él mismo. Su propósito inquebrantable en todo lo que hace es exaltar el honor de su nombre y ser admirado por su gracia y poder. Él es infinitamente celoso de su reputación. "Por amor mío, por amor mío, lo haré," dice el Señor. "¡Mi gloria, pues, no la daré a otro!"

Esto no le cae muy bien a los evangélicos comunes y corrientes de hoy. No estamos acostumbrados a oír que Dios está en el centro de sus propios afectos. Estamos mucho más acostumbrados a oír que nosotros somos los que estamos ahí. Ninguno de mis cuatro hijos ha traído alguna vez una lección de Escuela Dominical con el título: "Dios se ama a sí mismo más que lo que te ama a tí." Pero es profundamente cierto. Y entonces, de generación en generación, los evangélicos crecen imaginándose a sí mismos en el centro del universo de Dios.

Pero hay una aparente objeción bíblica a esta enseñanza de que Dios busca su propia gloria en todo lo que hace. 1 Corintios 13:5 dice, "El amor no busca lo suyo." Entonces, si el fin fundamental de Dios es el ser glorificado y alabado, ¿cómo puede entonces ser amoroso? Por un lado leemos, "El amor no busca lo suyo." y por el otro leemos, "Por amor mío, por amor mío, lo haré. "Mi gloria, pues, no la daré a otro" (Isaías 48:11). ¿Entonces es Dios por él mismo o por nosotros?

La respuesta de la cual quiero tratar de persuadirlo es esta: ya que Dios es único al ser el más glorioso de todos los seres y es totalmente autosuficiente, Él debe ser por Él mismo para ser por nosotros. Si Él abandonara su propósito de su propia exaltación, nosotros seríamos los perjudicados. Su objetivo de traer alabanza a sí mismo y su objetivo de traer placer a su pueblo en todas las naciones son juntos un sólo objetivo y significa permanecer ó caerse juntos. Creo que veremos esto si hacemos la siguiente pregunta.

En vista de la belleza, el poder y la sabiduría admirable de Dios, ¿en qué consiste su amor hacia una criatura? O poniéndolo de otra manera: ¿Qué nos podría dar Dios para que disfrutemos que lo muestre como el más amoroso? Hay sólo una respuesta, ¿no es cierto? ¡Ofrecerse a sí mismo! Si Dios nos da lo mejor, lo más satisfactorio; si nos ama perfectamente, el debe ofrecernos nada menos que a sí mismo para nuestra contemplación, comunión y gozo. "en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre.” (Salmos 16:11).

Pero ahora estamos al borde de lo que para mí fue un gran descubrimiento. Para ser supremamente amoroso, Dios debe darnos lo que será mejor y nos deleitará más; el debe darse a sí mismo.

Pero, ¿qué hacemos cuando recibimos o nos muestran algo excelente, algo que disfrutamos? Lo elogiamos. Y la razón que lo elogiamos es porque el elogio es la realización del gozo que tenemos en él. Aprendí esto de C. S. Lewis:

“Pero lo más obvio del elogio--acerca de Dios o de cualquier otra cosa--me eludía de una manera extraña. Pensé en ello en términos de halago, aprobación o de dar honor. Nunca me había dado cuenta que todo goce espontáneamente da lugar al elogio ... El mundo está lleno de elogio--los enamorados elogian a sus amantes, los lectores a su poeta favorito, los que caminan y elogian el campo, jugadores elogiando su juego favorito--elogio del clima, vinos, platos, actores, caballos, universidades, países, personajes históricos, niños, flores, montañas, estampillas de colección, escarabajos raros, hasta a veces políticos y eruditos ... Mi dificultad general acerca de la alabanza a Dios dependía en lo que absurdamente nos negamos a nosotros mismos, acerca de lo supremamente valioso, lo que nos deleita hacer, lo que en verdad no podemos dejar de hacer acerca de todo lo demás que valoramos. Creo que nos deleitamos en alabar lo que disfrutamos porque la alabanza o el elogio no solamente expresa pero también completa el gozo; es su consumación designada. No es por halagar que los enamorados se continúan diciendo el uno al otro lo hermosos que son, sino que el placer está incompleto hasta que es expresado.” (Reflexiones Sobre los Salmos, páginas 93-95).

Ahí está la clave: elogiamos lo que disfrutamos porque el deleite no está completo hasta que es expresado en alabanza. Si no se nos permitiera hablar o mostrar lo que valoramos, celebrar lo que amamos y elogiar lo que admiramos, nuestro placer no sería completo.

Entonces, si Dios es por nosotros, si nos da lo mejor y hace nuestro gozo completo, el debe proponerse como meta ganar nuestra alabanza para él mismo. No porque necesite cubrir alguna debilidad en sí mismo o compensar por una deficiencia, pero es porque nos ama y busca la llenura de nuestro gozo que sólo puede encontrarse en conocerlo y adorarlo a Él, el más hermoso de todos los seres.

Dios es el único ser en todo el universo para el cual el egocentrismo o la búsqueda de su propia gloria es su acto más amoroso y virtuoso. Para Él, su auto exaltación es su mayor virtud. Cuando Él hace todas las cosas "para la alabanza de su gloria," el conserva para nosotros y nos ofrece la única cosa en todo el universo que podrá satisfacer nuestros anhelos. Dios es por nosotros, y por eso entonces Él ha sido, lo es ahora y lo será siempre por él mismo.

Ahora volvamos a contemplar por un momento la estrategia pastoral que mencioné al principio—una estrategia para:  avivar el fervor por las misiones,  reclutar candidatos misioneros,  crear presupuestos de misiones y  cultivar un estilo de vida de misiones. Es, concretamente, una estrategia para enseñar, orar y vivir en la centralidad y la supremacía de Dios en todo—todo, incluyendo sus propios afectos. En otras palabras, la esencia de esta estrategia es el compromiso de mantener en alto como el estandarte sobre todo lo que hacemos:  el amor de Dios por su propia gloria,  su abundante gozo en la eterna comunión de la Trinidad,  por consecuente, su absoluta autosuficiencia,  y su celo imperante de llenar la tierra con su gloria, hacer todo por su nombre, y ganar la alabanza de todas las naciones (¡todo lo cual es amor!).

Tomó cerca de tres años predicando bajo este estandarte antes de que en nuestra iglesia Bethlehem nos concientizáramos de la implicación de las misiones mundiales.

En el otoño de 1983, Tom Steller, quien era nuestro pastor asociado para estudiantes y educación, no podía dormir una noche. Entonces se levantó cerca de las dos de la mañana, se acostó en el sofá de la sala y puso una grabación de John Michael Talbot. Hubo un momento en el cual Talbot cantó la letra de una canción acerca de la gloria del Señor llenando la tierra, acerca de su poder de salvación siendo conocido por todas las naciones, y acerca de todas las personas de la tierra un día sabiendo, alabando, gozando y temiendo la verdadera gloria de Dios.

Tom es un gran amante de la gloria de Dios, pero hasta ese momento no había estado orientado en lo más mínimo hacia las misiones. Me dijo que empezó a llorar. Lloró por una hora con una mezcla de alegría por la visión de la gloria de Dios llenando la tierra y un deseo penitente de estar involucrado en ese gran propósito de Dios.

Al mismo tiempo Dios también estaba haciendo algo en mi corazón. Por primera vez en cuatro años el comité de misiones de nuestra iglesia me pidió que hablara en nuestra conferencia anual de otoño sobre misiones.

Yo estaba en medio de una serie de nueve sermones acerca de algo que yo llamo Hedonismo Cristiano. Y mientras meditaba y oraba se hizo más y más claro que las misiones eran el grito de batalla del Hedonismo Cristiano. Yo estaba llegando por una ruta un poco diferente al mismo lugar que Tom Steller también llegaba. Tom llegaba por el camino de la gloria y yo por el camino del gozo.

Lo que nos impactó con una fuerza que alteró la vida de ambos en Noviembre de 1983 fue esto:

Dios hace todo lo que Él hace por la gloria de su nombre. Él ama su gloria sobre todas las cosas. Él está comprometido radical e inquebrantablemente a conservar y mostrar esa gloria por todo el universo y un día llenar la tierra con el eco de su gloria en las vidas de los redimidos—es decir, con adoración. Y el conocimiento de la gloria del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.

Pero Dios ha concebido un universo en el cual la magnificación de su propia gloria es alcanzada en el deleite, gozo y satisfacción que los redimidos encuentran en Él. Y entonces, la búsqueda de Dios por su propia gloria y mi búsqueda de gozo no están finalmente en conflicto. Ambas son en realidad una misma búsqueda.

Si nuestro gozo apasionado por la gloria de Dios es precisamente en donde su gloria es más reflejada en este mundo, y si nuestro gozo es multiplicado cuando Dios extiende la alabanza de su gloria entre su pueblo, entonces ¿cómo Tom y yo, como un amante de la gloria de Dios y como un Cristiano Hedonista, no nos ofrecemos a la causa global de Dios en las misiones mundiales?


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