La Autoridad y Naturaleza del Don de la Profecía

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English: The Authority and Nature of the Gift of Prophecy

© Desiring God

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Por John Piper sobre Dones Espirituales
Una parte de la serie ¿Existen hoy Señales y Milagros?

Traducción por Indhira Pulá

Hechos 2:14-21

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: “Judíos y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras, pues estos no están borrachos, como nosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Pero esto es lo dicho por el profeta Joel: “En los postreros días —dice Dios—, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y glorioso. Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo.”

La semana pasada traté de mostrar que 1 Corintios 13:8-12 enseña que el don de la profecía pasará cuando Jesús regrese, en la misma forma que una imagen en un espejo turbio dará paso a la cara real. Y argumenté que, por tanto el don de la profecía sigue siendo válido hoy en la iglesia. Prometí que hoy trataríamos las preguntas: ¿qué es el don de profecía?, y ¿cómo ha de ejercerse?

Contenido

La Firmeza y la Suficiencia de la Escritura

Permítanme empezar afirmando la finalidad y la suficiencia de la Escritura, los 66 libros de la Biblia. Nada que diga sobre las profecías de hoy significa que tienen autoridad sobre nuestras vidas como la Escritura. Cualquier profecía dada hoy en día no añadirá a la Escritura. Ellas se ponen a prueba con las Escrituras. La Escritura está cerrada y es definitiva, es un cimiento, no algo en proceso.

La mejor manera de entender esto es ver cómo la enseñanza de los apóstoles era la autoridad final en la iglesia primitiva y cómo otras profecías no tienen esta autoridad final. Por ejemplo, Pablo dice en 1 Corintios 14:37-38, "Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor; pero si alguien lo ignora, que lo ignore." La implicación es clara: la enseñanza del apóstol tiene autoridad final. Los créditos de la profecía en la iglesia, entonces y ahora, no tienen esta autoridad.

Usted puede ver lo mismo en 2 Tesalonicenses 2:1-3. Pablo dice aquí que si alguien dice tiene información sobre la segunda venida dada por un "espíritu", no les creas si difiere de mi enseñanza: "Con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. ¡Nadie os engañe de ninguna manera!, pues no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. " En otras palabras, las profecías deben ser puestas a prueba con la palabra.

Ahora la cuestión es la siguiente: Hoy, el Nuevo Testamento permanece donde los apóstoles estaban. Su autoridad se ejerce hoy a través de sus escritos y los escritos de sus colaboradores más cercanos, como Lucas y Marcos y Santiago (el hermano del Señor). Así, del mismo modo que Pablo hizo de la enseñanza apostólica la autoridad final en esos días, así hacemos nosotros de la enseñanza apostólica, la autoridad final en nuestros días. Eso significa que el Nuevo Testamento es nuestra autoridad. Y puesto que el Nuevo Testamento respalda el Antiguo Testamento como Palabra inspirada de Dios, tenemos toda la Biblia como regla y vara de medir todas las enseñanzas y todas las profecías acerca de lo que debemos creer y como debemos vivir.

Qué pasó el día de Pentecostés

Ahora pasemos a Hechos 2:16 para ver qué podemos aprender sobre el don de la profecía del Nuevo Testamento. La situación: es el día de Pentecostés, 50 días después de la resurrección de Jesús. Hay 120 hombres y mujeres cristianos en Jerusalén en espera de ser "investidos de poder desde lo alto" (Lucas 24:49). De acuerdo a Hechos 2:02 el Espíritu Santo vendrá con un estruendo como de un viento recio. En el versículo 4 dice Lucas, "todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas." El versículo 11 es más específico acerca de lo que estaban diciendo. Algunos de los extranjeros que les oyeron, dijeron: "los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios." Noten con cuidado el contenido de sus palabras. Eso será importante para comprender la naturaleza del don de la profecía.

El cumplimiento de la profecía de Joel

En el versículo 16 Pedro explica lo que está sucediendo. Él dice que esto es lo dicho por el profeta Joel. Este es el comienzo del cumplimiento de Joel 2:28. Luego cita a Joel en los versículos 17-18, "“En los postreros días —dice Dios—, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”

Joel había dicho que en los últimos días habría en todo el mundo ("toda carne") gran derramamiento del Espíritu, y la marca de ese derramamiento sería mediante profecías: hombres y mujeres, viejos y jóvenes, pobres y ricos. Joel dice que va a pasar en los "últimos días". ¿Cuándo es eso? Pedro dice que estaba sucediendo en ese momento. "esto es lo dicho por el profeta Joel." Pero si los últimos días estaban comenzando entonces, ¿dónde nos pone?

Los últimos días

Esto nos pone en los últimos días. Desde que Jesús vino, estamos viviendo en los últimos días. Hebreos 1:2 dice, "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo” y puesto que el Hijo vino, vivimos “en estos últimos días.”

Así que esto confirma lo que vimos la semana pasada acerca de que la profecía debe ser algo que debemos esperar en la actualidad. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, pobres y ricos profetizarán en los últimos días (nuestros días), y esto será un fenómeno en todo el mundo porque, como dice el versículo 17, Dios derramará su Espíritu sobre toda carne-no solo en los judíos. El sermón de Pedro termina en Hechos 2:39, "porque para vosotros es la promesa (del Espíritu en el versículo 38) y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame.” Eso nos incluye a nosotros los gentiles que somos llamados por Dios. No todos los que se arrepienten y creen profetizarán (1 Corintios 12:29). Pero todos los que se arrepienten y creen recibirán el Espíritu Santo (v. 38). Y una de las manifestaciones del Espíritu en los últimos días será un increíble derramamiento del don de la profecía (vv. 17-18): "vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”

Impulsada por el Espíritu aún no intrínseca, la Autoridad Divina

Ahora, hágase esta pregunta: ¿Joel, Pedro y Lucas piensan que todos los hombres y las mujeres --adultos y jóvenes, siervos y siervas-- se convertirían en profetas en el mismo sentido que Moisés, Isaías y Jeremías fueron profetas, es decir, personas que hablaban con la inspiración verbal y con la autoridad misma de Dios y que podían escribir Escritura infalible? ¿Son los vaticinios de Hechos 2:17 ese tipo de profecía? ¿O hay alguna diferencia?

Creo que hay una diferencia. No creo que el don de la profecía de hoy tenga la autoridad de los profetas del Antiguo Testamento o la autoridad de Jesús y los apóstoles. O, para decirlo de manera más positiva, este tipo de profecía es motivada y sostenida por el Espíritu, mas no conlleva autoridad divina intrínseca.

Una de las razones por las que este tipo de profecía es tan difícil de manejar en la actualidad es que la mayoría de nosotros no tiene un pensamiento que categorice declaraciones motivadas por el Espíritu, sin autoridad divina intrínseca. Eso suena como una contradicción. Nos tropezamos con una especie de discurso que nace y se sostiene por el Espíritu Santo y sin embargo, es falible. Pero voy a tratar de demostrar esta mañana y esta tarde que esto es lo que el don de la profecía es en el Nuevo Testamento y en la actualidad. Se trata de una declaración que viene del Espíritu, que se sostiene del Espíritu, pero que no tiene, la autoridad divina intrínseca y puede ser mezclada con el error.

Ahora bien, si esto hace que el don de la profecía parezca insignificante y poco edificante, tenga en cuenta la analogía del don de la enseñanza.

La analogía del don de la enseñanza

¿No dirías que, cuando el don espiritual de la enseñanza se ejerce, la enseñanza nace y se sostiene por el Espíritu y tiene sus raíces en una divina revelación infalible, a saber, la Biblia? El don de la enseñanza nace del Espíritu, se sostiene del Espíritu y trata de explicar la verdad bíblica para la edificación de la iglesia. Y todos nosotros diríamos que es tremendamente importante en la vida de la iglesia. Pero, ¿alguno de nosotros nos atreveríamos a decir que el discurso de un profesor, cuando está ejerciendo el don de enseñanza, es infalible? No. ¿Decimos que tiene autoridad divina? Sólo en un segundo sentido lo diríamos. No en sí mismo, no intrínsecamente, sino en su fuente, la Biblia.

¿Por qué es que un don que nace y se sostiene del Espíritu y que está enraizado en una revelación infalible (la Biblia), no obstante, es falible, mezclado con imperfección, y sólo tiene, autoridad secundaria? La respuesta es la siguiente: La percepción de un maestro de la verdad bíblica es falible, y su análisis de la verdad bíblica es falible, y su explicación de la verdad bíblica es falible. No hay garantía de que el vínculo entre una infalible Biblia y la Iglesia será un vínculo infalible. El don de la enseñanza no garantiza enseñanza infalible.

Y, sin embargo, a pesar de que el don de la enseñanza es falible y aunque le falta autoridad divina intrínseca, sabemos que es de inmenso valor para la iglesia. Todos somos edificados por maestros dotados. Dios está en él. Él lo usa. Se trata de un don espiritual.

Ahora comparemos esto con el don de la profecía. Es impulsado por el Espíritu y sostenido por el Espíritu y sobre la base de una revelación de Dios. Dios revela algo a la mente del profeta (por encima de la percepción sensorial ordinaria), y puesto que Dios nunca se equivoca, sabemos que su revelación es cierta. No tiene ningún error en ella. Pero el don de la profecía no garantiza la transmisión infalible de la revelación. El profeta puede percibir la revelación de manera imperfecta, puede comprender de manera imperfecta, y puede transmitirla de manera imperfecta. Es por eso que Pablo dice que vemos en un espejo turbio (1 Corintios 13:12). El don de la profecía produce profecías falibles como el don de la enseñanza produce enseñanzas falibles. Por lo que pregunto: ¿Si la enseñanza puede ser buena para la edificación de la iglesia, la profecía no puede ser buena para la edificación, al igual que Pablo dice que es (1 Corintios 14:3, 12, 26)--a pesar de que ambas son falibles, mezcladas con la imperfección humana, y con necesidad de ponerlas a prueba?

Crear una nueva categoría en nuestro pensamiento

El punto al que quiero llegar es el siguiente: tenemos que crear una categoría en nuestro pensamiento para un tipo de discurso que nace del Espíritu, sostenido por el Espíritu, con raíces en la revelación, y sin embargo con necesidad de probarlo y cernirlo. Necesitamos otra categoría de profeta, además de la de profeta verdadero, por una parte, quien habló con inspiración verbal infalible (los autores proféticos de la biblia, Jesús y los apóstoles), y el falso profeta, en cambio, que es condenado en Deuteronomio 13:3; 18:20 (cf. Jeremías 23:16). La enseñanza que encontramos en la Biblia acerca de la profecía no se encasilla en estas dos categorías. Necesitamos una tercera categoría para el "don espiritual de profecía"-que nace del Espíritu, sostenida por el Espíritu, con raíces en la revelación, pero mezclada con la imperfección humana y la falibilidad y por lo tanto en la necesidad de cernir.

Digo cernir ya que en 1 Tesalonicenses 5:19-22 es lo que sucede. No es el profeta que está siendo probado como verdadero o falso. Se trata de las profecías que están siendo cernidas por lo que es bueno y malo. "No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo y retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal." Esto no es una situación en la que tienes un verdadero e infalible profeta o un presuntuoso y falso profeta. Se trata de una situación en la que parte de la profecía es buena y otra no.

Pablo dice que si la desprecian por esa imperfección apagamos el Espíritu. Espero que usted quiera evitar eso con todo su corazón. ¿Cómo lo hacemos? Hay mucho más que decir. Voy a terminar aquí esta noche, daré razones adicionales e implicaciones prácticas. Que el Señor mismo nos enseñe esta tarde.


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