La Obediencia Confirma Nuestra Confianza en Dios

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English: Obedience Confirms Our Standing in God

© Desiring God

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Por John Piper sobre Perseverancia de los Santos
Una parte de la serie Let Us Walk in the Light: 1 John

Traducción por Maria Clara Canzani

1 Juan 2:3-6

Contenido

Introducción: dos razones por las que escribe Juan

Algo trajo a colación el tema de la seguridad de salvación en la iglesia a la que Juan estaba escribiendo. Lo encontramos en toda la carta. Puedo ver al menos dos cosas que han sacado a la luz este tema.

1. El grupo de creyentes profesantes que dejaron la iglesia

Una es que un grupo de creyentes profesantes ha dejado la iglesia. En 2:19 Juan se refiere a este grupo de una manera que muestra lo doloroso que fue esto para la iglesia, y cómo se planteó la cuestión de la seguridad y garantía eternas. Él dice, “Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros”.

No es difícil escuchar la lucha a la que Juan estaba respondiendo con esas palabras. Cuando él dice “Si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros”, puedes escuchar la pregunta a la que estaba respondiendo. Los miembros de la iglesia que habían quedado atrás probablemente le habían preguntado “Juan, yo pensé que tú habías enseñado que cuando una persona creía en Cristo tenía la vida eterna (Juan 3:16); pensé que tu habías dicho que cuando la oveja escucha la voz de Jesús, él les da la vida eterna y nadie las puede arrebatar de su mano (Juan 10:27–28). ¡Pero ahora se han ido y han abandonado tu doctrina! ¿Qué debemos pensar?"

Y la respuesta de Juan a esta pregunta es decir: “No he cambiado nada de lo que he enseñado. Las ovejas sin duda están eternamente seguras en las manos de Jesús. Tienen vida eterna. Por lo tanto mi interpretación de lo que sucedió en la iglesia es que este grupo nunca formó parte de las ovejas. Nunca fueron “de los nuestros”. Si lo hubieran sido—si hubieran formado parte de las ovejas—habrían permanecido con nosotros”. ¡Las ovejas están eternamente seguras! Y lo demuestran perseverando en la fe".

Es precisamente porque Juan cree en la seguridad eterna de las ovejas que debe concluir que si una persona abandona la fe, es porque nunca formó realmente parte del rebaño. Si no hubiera creído en la seguridad eterna, simplemente habría dicho “Una vez fueron parte de nosotros, pero ahora ya no lo son. Es tan simple como eso”. Pero él no dijo eso. Porque él cree que: si fueron una vez de nosotros, son siempre de nosotros. Quien fue una vez una oveja, es siempre una oveja.

Entonces la iglesia enfrenta ahora la cuestión: “Bien, Juan, si alguno de los líderes de nuestra propia iglesia pueden abandonar la doctrina apostólica y perderse, entonces ¿cómo vamos a saber quién es genuino y quién no lo es? ¿Cómo podemos incluso estar seguros de nosotros mismos?" Por lo tanto el alejamiento de este grupo de la iglesia es una razón por la que el tema de la seguridad se ha visto forzado a salir a la luz en esta iglesia.

2. Lo que decían los falsos maestros

La segunda cosa que ha forzado el tema es lo que estaban diciendo esos falsos maestros (que aparentemente habían dejado la iglesia). Puedes escuchar su tono detrás de cada una de las oraciones de esta carta, especialmente detrás de las oraciones que comienzan con palabras como, “Si alguien dice. . . ” o, “El que dice . . . ” o, “Si decimos . . . ” Observemos algunas de ellas para tener una idea de lo que estaban diciendo los falsos maestros.

  • 1 Juan 1:6, “Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos”.
  • 1:8, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos”.
  • 1:10, “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso”.
  • 2:4, “El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso”.
  • 2:6, “ El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo”.
  • 2:9, “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas”.
  • 4:20, “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso”.

No es difícil ver algunas de las falsas enseñanzas detrás de estos enunciados. Los falsos profetas (como él los llama en 4:1) evidentemente estaban diciendo que tienen comunión con Dios, que conocen a Dios, permanecen en Cristo, están en la luz y aman a Dios; pero evidentemente también enseñan que la vida que viven no tiene relación con esta posición frente a Dios. Y sin embargo afirman no tener pecado. (“Si decimos que no hemos pecado...”) ¿Pero cómo se combina todo esto? ¿Quiénes eran esas personas que afirmaban no tener pecado, pero que decían que pecar no tiene ninguna relación con esta posición frente a Dios?

1 Juan 3:7 da un indicio, porque acá Juan advierte explícitamente contra las enseñanzas engañosas de los falsos profetas. Él dice, “Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como Él es justo”. Entonces cuando él dice, “Cuidado con el engaño”, ¿de qué está hablando”? ¿Qué es lo contrario de decir “El que practica la justicia es justo”? Lo contrario es decir: “Puedes ser justo aunque no practiques la justicia”. Juan dice, “No te dejes engañar por esos falsos profetas que se han ido de tu lado: quien practica la justicia es justo. Cuando ellos dicen que un hombre puede ser justo frente a Dios mientras vive una vida sin justicia, son mentirosos. Quien actúa con justicia es justo”.

Ahora comenzamos a ver qué está sucediendo en esta iglesia. Evidentemente había un grupo que conocía la doctrina de la justificación por la fe. Es la doctrina que Pablo enfatizó en Romanos y Gálatas. Decía que mediante la fe en Cristo podemos ser absueltos de todos nuestros pecados y podemos ser justos frente a Dios a causa de la muerte de Cristo.

Pero había muchos en la iglesia primitiva que tomaron la doctrina de Pablo y la distorsionaron para enseñar cosas que Pablo rechazó. Algunos dijeron, “Hagamos el mal para que venga el bien” (Romanos 3:8). Algunos dijeron, “Persistamos en el pecado para que la gracia abunde” (Romanos 6:1). Y Pablo corrigió ambos abusos de la doctrina en el libro de Romanos.

Algunos dijeron que la fe puede justificar a una persona ya sea que la fe conduzca a buenas obras o no. Y Santiago responde en el segundo capítulo de su carta, “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo?” Y otros dijeron —estos son los falsos profetas detrás de primera de Juan— “Puedes ser justo aunque no practiques la justicia”. A lo que Juan responde con esta poderosa carta, y especialmente con 3:7, “que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo” Lo que haces es una prueba de lo que eres.

Entonces puedes ver la segunda razón por la que el tema de la seguridad se ha sacado a la luz en esta iglesia. Los falsos profetas estaban enseñando que puedes disfrutar de la seguridad de estar sin pecado frente a Dios en la justicia y la luz, aunque camines en la oscuridad, desobedezcas los mandamientos de Dios y odies a tu hermano. Esto no concuerda con las enseñanzas de Pablo, de Juan, o del Señor. Y por lo tanto la cuestión debía ser afrontada. Es por esto que tenemos esta carta. Y es por lo que tenemos 2:3–6.

Exposición: Tres etapas

Hay tres etapas en el razonamiento de 2:3–6.

  1. Primera, y la más básica, está la aseveración de que existe una conexión necesaria entre conocer a Cristo y obedecer sus mandamientos. Conocer a Cristo necesariamente produce obediencia. Versículos 4–5a: “El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado”.
  2. Segunda, se deduce de esto que tú puedes tener la seguridad de que realmente conoces a Cristo si obedeces sus mandamientos (dado que la obediencia es el resultado necesario de conocerlo). Los versículos 3 y 5b: “Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos . . . En esto sabemos que estamos en Él”.
  3. Tercera, se deduce de esto que cualquiera que dice que permanece en Cristo debería caminar de la misma manera que él caminó. De lo contrario pierdes la seguridad y al final demuestras que nunca conociste a Cristo. Versículo 6: “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo".

Por lo tanto el razonamiento se basa en un hecho teológico firme: conocer a Cristo da lugar a la obediencia. De este hecho proviene la doctrina de la seguridad de Juan: puede saber que conoces a Cristo si lo obedeces. Y de estas dos verdades proviene el deber: caminar como Cristo.

Tomemos ahora cada una de estas tres etapas del razonamiento y observémoslas con más detalle.

1. La base del razonamiento

La base del razonamiento está en los versículos 4 y 5, "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado"

Tres preguntas:

1.1—¿Qué se quiere decir con "conocer a Cristo" en el versículo 4?

La razón por la que creo que el versículo está hablando de conocer a Cristo es porque Cristo es el último del que se habla en el versículo 2. Pero puede ser que quiera significar el conocimiento de Dios. No creo que establezca alguna diferencia para Juan dado que en su forma de pensar no se puede conocer a uno sin conocer al otro (Juan 8:19; 1 Juan 4:15).

¿Pero entonces, cuál es el tipo de conocimiento que necesariamente da lugar a la obediencia? Debe haber algo muy poderoso acerca de este conocimiento. Su capacidad de producir obediencia es tan cierta, que Juan llama mentiroso a cualquiera que afirma tener ese conocimiento pero no tiene obediencia. ¿Qué clase de conocimiento de Cristo tiene el poder de producir infaliblemente obediencia a Cristo?

Judas conocía a Cristo. Cantidades de estudiosos no creyentes saben hoy más sobre Cristo que muchos cristianos. Debe haber un tipo de conocimiento diferente del mero conocimiento fáctico. El Señor dice en Oseas 4:1–2 (LBLA): “no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio”. Por lo tanto Oseas tiene la misma visión del conocimiento de Dios que tiene Juan: no puede haber conocimiento de Dios donde hay persistencia en el pecado.

Jesús nos permite vislumbrar algo más de este tipo de conocimiento de Dios. En Mateo 11:27 dice, “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Entonces acá hay un conocimiento especial de Dios que nadie puede tener a menos que le sea dado por el Hijo.

En 1 Juan 4:6 dice, “Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Observemos que lo opuesto de conocer a Dios es “no ser de Dios”. Es decir, conocer a Dios significa pertenecer a Él, nacer de Él, ser de su carácter (3:9).

Cuando un soldado regresa del combate, puede decir a los civiles que se quedaron en casa, “Ustedes no saben cómo es la guerra”. Lo que quiere decir es “Hay un conocimiento que sólo proviene de la experiencia. Hay un conocimiento que solo proviene de incorporar una realidad dentro de uno mismo y probarla en su totalidad”.

Por ende acá en 1 Juan 2:4 Juan no sólo dice que esta persona desobediente no conoce a Dios. Él prosigue para decir al final del versículo, “La verdad no está en él”. Por esto su conocimiento no es conocimiento. No está en él. Lo lleva en la superficie. Nunca ha penetrado en él. Nunca ha probado la verdad de la que habla con tanta facilidad.

Por lo que el conocimiento que Juan tiene a la vista en 2:4 es una experiencia de Cristo y Dios Padre en la que son llevados a las profundidades de nuestras vidas y cambian el modo en el que vivimos

1.2—¿Pero de qué manera este conocimiento de Dios produce obediencia?

Todo el caso de Juan depende de la certeza de que conocer a Dios produce obediencia. Si una persona pudiera conocer a Dios y seguir viviendo en desobediencia, entonces no podría decir a este hombre desobediente, en el versículo 4, que él es un mentiroso cuando afirma conocer a Dios. Juan no sería capaz de saber si él es un mentiroso o no si este hombre pudiese conocer a Dios y aun así vivir en desobediencia.

Entonces ¿cómo garantiza obediencia este conocimiento? 1 Juan 4:16 dice, “Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor”. Observemos que él coloca las dos palabras juntas: conocido y creído el amor que Dios tiene para nosotros. Conocer el amor que Dios tiene para ti es tener confianza en él. Para Juan es impensable que una persona pueda conocer el amor de Dios y no tener confianza en el amor de Dios. No confiar en él debe significar que no crees que sea realmente amor. Todo lo que Juan puede decir a alguien que no se confíe en el amor omnipotente es: Tú no lo conoces. No puedes conocerlo, de lo contrario confiarías en él.

Entonces cuando Dios te manda hacer algo y tú lo ignoras o vas en contra de ello, Juan sólo puede concluir una cosa: Tú no crees que Dios es amor. Y por lo tanto no lo conoces. Porque si creyeras que Dios es amor, creerías que todos sus mandamientos son lo mejor para ti. Y los seguirías. Cuando te alejas de los mandamientos de Dios, en realidad estás diciendo: un Dios amoroso no me ordenaría hacer eso. Y así nuestra desobediencia muestra nuestra falta de confianza en el amor que tiene Dios por nosotros. Y esto demuestra que no conocemos a Dios.

¿No es irónico que hoy en día la gente diga, "Si conoces el amor de Dios, no debes preocuparte cuando continúas en el pecado"? Pero el apóstol Juan dijo, “Si conoces el amor de Dios, no serás capaz de seguir en el pecado”. Porque si realmente crees en el amor que Dios tiene para ti, entonces todos sus mandamientos serán el amoroso consejo de un Padre sabio.

Como dice 1 Juan 5:3, “Éste es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. Si conoces y crees en el amor que Dios tiene para nosotros, sus mandamientos no serán gravosos. Serán como un mapa que nos guía con seguridad a través de una jungla desconocida hasta la playa donde Dios espera con su yate de 60 pies para llevarnos a un crucero eterno por las islas.

Por lo tanto la respuesta a nuestra segunda pregunta es que conocer a Dios produce obediencia porque Dios es amor. Si te alejas de los mandamientos de Dios porque piensas que hallarás más felicidad en la desobediencia, entonces no crees que Dios es amor. No lo conoces. Conocerlo como un Dios de amor debe resultar en obediencia a sus mandamientos.

Recuerda el siervo inútil en la parábola de las libras en Lucas 19:11–27. Su amo le dio una libra y dijo, “Negocia con esto hasta que regrese”. Pero el hombre desobedeció y la puso en una servilleta y no negoció con ella. Cuando el amo le preguntó por qué, él dijo: “Tenía miedo de ti porque eres un hombre severo”. Y esta es la razón detrás de toda la desobediencia a los mandamientos de Dios: no creemos que sean expresiones de amor que son para nuestros mejores intereses. Pensamos que son las palabras de un Dios severo que desea negarnos la felicidad que anhelamos. Entonces desobedecemos. Y demostramos que somos mentirosos cuando afirmamos que lo conocemos.

1.3—¿En qué sentido nuestro mantener la palabra de es un perfeccionamiento del amor de Dios (2:5)?

El término “amor de Dios” es ambiguo. La RSV lo considera nuestro amor por Dios. La Nueva Versión Internacional lo considera el amor de Dios por nosotros. La NASB lo deja tal como es en griego: ambiguo—“Amor de Dios”. Hay paralelos en 1 Juan para ambos sentidos (de Dios: 3:17; 4:9, 12; nuestro: 2:15; 3:14; 5:3). Podría ser que Juan quiera significar ambos dado que en su forma de pensar, es el amor de Dios en nosotros el que se refleja en amor hacia Él y otros.

Si Juan quiere decir el amor de Dios para nosotros acá en 2:4, entonces el sentido es básicamente el mismo que en 4:12, “Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor está perfeccionado en nosotro”. Es decir, amarse los unos a los otros, o mantener la palabra de Dios, perfecciona el amor de Dios en nosotros completándolo con la acción. Si está reprimido en nosotros y no se comparte con otros, no está completo o perfeccionado.

Si Juan quiere significar nuestro amor por Dios en 2:4, entonces el sentido será básicamente el mismo que en Santiago 2:22 donde se usa la misma palabra (perfección) para decir que “la fe es perfeccionada por las obras”. Es decir, nuestra fe en Dios, o amor por Dios, se completa cuando esa fe o amor resulta en amor obediente a los demás.


En cualquiera de los casos el punto es que las personas que no cumplen la palabra de Dios no pueden afirmar que aman a Dios o tienen el amor de Dios en ellos. Como dice 4:8, “El que no ama no conoce a Dios; porque Dios es amor."

Entonces la primera etapa del razonamiento es la verdad fundamental de que hay una conexión necesaria entre conocer a Cristo y obedecer sus mandamientos. Quien dice que lo conoce y vive en desobediencia es un mentiroso.


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