La gloria del éxito sacerdotal

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English: The Glory of Priestly Success

© Desiring God

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Por John Piper sobre Ministerio Pastoral
Una parte de la serie Malachi: The Sun of Righteousness Will Rise

Traducción por Karla Alvarado


Malaquías 2.1–9

Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este mandamiento. Si no escucháis, y si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos— enviaré sobre vosotros maldición, y maldeciré vuestras bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido, porque no lo habéis decidido de corazón. He aquí, yo reprenderé a vuestra descendencia, y os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis llevados con él. Entonces sabréis que os he enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Leví—dice el SEÑOR de los ejércitos. Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre. La verdadera instrucción estaba en su boca, y no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo, y apartaba a muchos de la iniquidad. Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos. Pero vosotros os habéis desviado del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis corrompido el pacto de Leví —dice el SEÑOR de los ejércitos. Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley.

La semana pasada nos tomamos el tiempo de demostrar la relevancia de este texto al día de hoy. Dije, tomando del libro de Hebreos, que no hay sacerdocio oficial en la iglesia actual. Cristo se ha convertido en nuestro sumo sacerdote. Y todos los cristianos son un reino de sacerdotes para Dios.

Contenido

El fracaso y el éxito de los maestros de la Palabra

Pero luego nos dimos cuenta de que el deber de los sacerdotes mencionados en este texto no es el sacrificio sino la enseñanza. El versículo 7 dice: “los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos”.

Es por esto que el texto es tan relevante hoy en día: se reprende y exhorta a aquellos de nosotros quienes somos designados para ser los ministros de la Palabra al pueblo de Dios. Los ministros de la Palabra pueden fracasar o pueden tener éxito, de esto trata el texto. Y eso es lo que está sucediendo hoy en día, éxito y fracaso; por ello el texto es tan importante.

Déjenme darles el mismo resumen del texto que di la semana pasada. En los versículos 2, 8 y 9 Malaquías señala cinco fracasos de los sacerdotes, los pastores y maestros de su día. En los versículos 5, 6 y 7 él describe lo que debía ser el éxito en el ministerio de la Palabra. Y lo que no mencioné la semana pasada fueron las terribles amenazas que Dios da a los sacerdotes si no mejoraban su conducta.

Las amenazas contra los líderes corruptos

Estas se encuentran en los versículos 2, 3 y 9, y puede que sea bueno iniciar nuestra exposición justo con estas amenazas. Hablaremos de ellas brevemente y continuaremos pues la razón por la cual ellas están aquí es simplemente para hacernos ver la gran importancia que tiene este asunto ante los ojos de Dios.

Los pastores no se salvarán del juicio de Dios por sus fracasos pecaminosos. De hecho, Santiago (3:1) dice, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo”. Cada uno de mis sermones está en el banquillo como ante el juez en el día final, y las palabras de Romanos 2:21 dicen: “tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?” Piensa bien antes de envidiar a tus pastores al trono del juicio de Cristo.

Ahora escuche la intensidad de la ira de Dios en los versículos 2, 3 y 9. Los leeré juntos:

Si no escucháis, y si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos— enviaré sobre vosotros maldición, y maldeciré vuestras bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido, porque no lo habéis decidido de corazón. He aquí, yo reprenderé a vuestra descendencia, y os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis llevados con él… Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley.

Cuatro amenazas terribles y aterradoras:

1. En primer lugar, (v. 2) Dios los maldecirá.

2. En segundo lugar, Dios convertirá sus palabras que deberían ser bendiciones en maldiciones. En otras palabras, su ministerio se convierte en plaga en lugar de bendición para el pueblo de Dios.

3. En tercer lugar, (v. 3) Dios reprenderá su descendencia, o la referencia puede ser a su semilla, en el sentido de sus cultivos. La maldición se extenderá mucho más allá de sí mismos.

4 . Cuarto, Dios echará el estiércol de sus sacrificios mezquinos en sus propias caras hipócritas. Esto significa (según el v. 9) que los hará tan despreciables y viles como sea posible ante el pueblo.

Cinco fracasos del sacerdocio

Ahora, ¿qué ha enojado tanto a Dios? Ese tipo de lenguaje no tiene la intención de comunicar un trato imparcial por la desobediencia. Cuando se habla de echarle estiércol en la cara a alguien, es porque se está realmente enojado. Y no hay nada más terrible que se pueda pensar que tener la belleza de la santidad en contra nuestra con poder omnipotente y que se convierta en la ira de Dios. ¿Por qué estaba Dios tan enojado con estos maestros de la ley?

Se provocó esta ira por cinco fracasos en el sacerdocio, de los cuales, dos de ellos los vimos la semana pasada. Voy a mencionarlos de nuevo, luego hablaré de los otros tres y, finalmente, veremos la gloria del éxito sacerdotal.

1. Incapacidad para escuchar la palabra de Dios

El primer fracaso se encuentra en el versículo 2: el fracaso del ministro de la Palabra de escuchar la voz de Dios. “Si no escucháis ...” Este es un fracaso porque no se puede anunciar lo que no se oye.

2 . Incapacidad de tener un corazón para la gloria de Dios

El segundo error es la falta de un corazón para la gloria de Dios. Esto se menciona a continuación en el versículo 2: “si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos …” Esta es la raíz del problema, es la esencia del fracaso ministerial, y su opuesto (que veremos en el versículo 5) es la esencia del éxito ministerial.

3 . Apartarse de los caminos de Dios

El tercer fracaso de los maestros es que se apartaron de los caminos de Dios. Sus vidas no estuvieron a la altura con los estándares de la verdad que debían de enseñar y de ser ejemplo. Esto se ve en la primera frase del versículo 8: “Pero vosotros os habéis desviado del camino...” Y lo vemos en el versículo 9: “Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos…”

4. Mostrar parcialidad en la enseñanza

El cuarto error es que los maestros mostraron parcialidad en su enseñanza. La última frase del versículo 9 dice: “no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley”. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que los sacerdotes estaban tratando la Palabra de Dios de la misma forma en que trataban los sacrificios de Dios. Le das a Dios los sacrificios que te darán más dinero, y le das al pueblo la enseñanza que traerá más dinero.

Juegan con la audiencia, les dicen lo que Daddy Warbucks quiere oír. No tienen los pies sobre la tierra. Dicen: “¡Paz! ¡Paz!” cuando no hay paz. O para decirlo de la manera en que Miqueas 3:11 lo dice, “Sus jefes juzgan por soborno,
 sus sacerdotes enseñan por precio,
sus profetas adivinan por dinero”. Cuando la gloria de Dios ya no satisface el corazón de un predicador, entonces él buscará satisfacción en otra parte. Y no me refiero a dejar el púlpito, sino utilizar la Palabra de Dios para obtener ganancias.

5. Ser causa de tropiezo para muchos

Esto nos lleva al quinto y último fracaso del sacerdocio, resultado de todos los demás. Está en medio del versículo 8: “habéis hecho tropezar a muchos”.

¿Son los pecados de los maestros y los líderes más graves que los pecados de los demás? Sí , lo son. No necesariamente porque el pecado en sí mismo sea peor, sino porque su mal se agrava por el peso de la responsabilidad pública que lo debió haber restringido. Es más grave que los sacerdotes pequen que el hecho de que el pueblo peque, porque cuando los sacerdotes pecan hacen que muchos tropiecen.

David Neff, uno de los editores de la revista Christianity Today dijo en la edición de esta semana,

El líder que coquetea ha quebrantado la confianza que una gran comunidad ha depositado en él – la confianza en su visión, confiabilidad, sabiduría y veracidad. Y la esencia del liderazgo es esa confianza. Así que un líder que viola la confianza de manera fundamental y pública deja de ser un líder inmediatamente. (20 de Noviembre de 1987 p . 20 )

Un mensaje a las víctimas del fracaso sacerdotal

Antes de pasar a los versículos 5-7 y a la gloria del éxito sacerdotal, permítanme decirles algo a aquellos de ustedes que han sido víctimas del fracaso sacerdotal. Tengo en mente aquellos que han visto en los ministros cristianos tanta hipocresía, oportunismo, incoherencia, mundanalidad, parcialidad, codicia, cobardía, mezquindad, dureza e insensibilidad, que han estampado un gran signo de interrogación sobre la realidad de toda la fe cristiana o han puesto un gran muro entre usted y el ministerio de la Palabra.

Dios tiene algo que decirte en este texto. Y creo que lo que está diciendo es lo siguiente: aborrezco la hipocresía sacerdotal diez mil veces más de lo que tu la aborreces. Y tengo la intención de echarles estiércol a la cara de cada pastor que abandona mi gloria, se aparta de mis caminos, enseña por sueldo, y son tropiezo para el pueblo. Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor, no te responsabilices.

¡Qué tragedia sería esta mañana si alguno de aquí se alejara de Dios y de su gloria por la hipocresía de algunos de sus mensajeros, cuando Dios mismo tiene la intención de echar estiércol a la cara de esos hipócritas porque te ama y su gloria no será profanada para siempre! ¿No está este texto diseñado esta mañana no sólo para avisarme a mi, el predicador, contra el fracaso, sino también para advertirle a ustedes, el pueblo, de no ser las víctimas de ese fracaso?

Esta mañana, Dios les está diciendo a algunos de ustedes, “No dejes que los líderes cristianos hipócritas de tu pasado te arrastren con ellos a la destrucción”.

El árbol de un ministerio exitoso de la Palabra

Finalmente, nos dirigimos a ver la visión de la gloria del éxito sacerdotal en los versículos 5-7 de Malaquías.

Voy a tratar de describir el ministerio exitoso de la Palabra como un árbol. Tiene una raíz profunda, un tronco fuerte, ramas amplias, y fruto vivificante. Cada uno de ellos está en el texto.

LA RAÍZ

Vamos a comenzar con la raíz de un buen ministerio de predicación o enseñanza en la iglesia. La raíz de la buena predicación es el pacto que Dios hace con el predicador. Vea los versículos 4 y 5:

Entonces sabréis que os he enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Leví—dice el SEÑOR de los ejércitos. Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre.

Leví era el hijo de Jacob, de quien vinieron todos los sacerdotes, y este texto nos dice que hay un pacto entre Dios y los ministros de la Palabra. Los términos del pacto son:

Desde el lado de Dios llega

▪ la llamada divina a la oficina,

▪ la promesa de vida y de paz,

▪ y la iniciativa de seguir adelante y darles la vida y la paz que necesitan para realizar su ministerio.

Por parte del hombre, el pacto requiere que el predicador

▪ tema a Dios,

▪ y este lleno de temor ante su nombre.

Pueden ver este requisito claramente en el versículo 5: “Mi pacto con él era de vida y paz, los cuales le di (¡nótese la iniciativa de Dios!) para que me reverenciara (¡el objetivo de Dios!) ; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre”.

Sin excepción alguna esta es la raíz del éxito en el ministerio de la Palabra. ¿Ve el contraste explícito entre el éxito del versículo 5 y el fracaso del versículo 2? En el versículo 2 los maestros “si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos—“ Y en el versículo 5 los maestros “me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre”. Cuando se trata de una mala raíz, todo estará malo.

Se ha plantado una raíz profunda por el ministerio de la Palabra cuando un hombre se estremece ante la presencia de Dios, está lleno de temor ante su nombre, y tiene un corazón para su gloria. No existe el éxito espiritual sin esta raíz.

EL TRONCO

A continuación vamos a ver el tronco de este árbol. ¿Cuál es el tronco del ministerio de la Palabra?

El tronco es un compromiso fuerte de defender y proclamar la verdad de la Palabra de Dios. Esto se puede ver en dos frases, una en el versículo 6 y otra en el versículo 7. El versículo 6 dice: “La verdadera instrucción estaba en su boca.” Luego el versículo 7 dice: “Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría (de aquí es de donde saco la idea de defender la verdad, protegiéndola de la distorsión y el mal uso) – deben guardar la sabiduría –, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos”. Esa última frase es de donde saco la idea de proclamación y defensa. Él no es sólo un abogado defendiendo su caso, sino que también es un heraldo con el mensaje de Dios.

La última frase es más importante: el verdadero ministro de la Palabra tiene una palabra de parte de Dios, él es el mensajero del Señor. Lo que hace que el tronco de este árbol del ministerio de la Palabra sea fuerte es que la Palabra no es palabra de hombre, sino que es de Dios. A diferencia del fracaso en el versículo 2, el verdadero ministro de la Palabra escucha a Dios. Y a diferencia del fracaso en el versículo 9, el verdadero ministro de la Palabra se niega a ajustar el mensaje para mostrar parcialidad a los ricos y poderosos; la instrucción verdadera se encuentra en su boca y él guarda la sabiduría de toda distorsión y mal uso.

Así que la raíz es reverencia para la gloria de Dios y el tronco es fidelidad a la Palabra de Dios. Ahora, ¿cuáles son las ramas del ministerio de la Palabra?

LAS RAMAS

Las ramas son la piedad y la santidad del predicador. Otra manera de decirlo sería que las ramas son la vida personal de devoción a Dios del predicador (eso es lo que quiero decir con piedad) y la vida privada y pública de santidad al Señor del predicador. No hay ministerio exitoso de la Palabra sin piedad ni justicia.

La segunda parte del versículo 6 lo deja claro: “y no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo”. Un ministro de la Palabra simplemente debe caminar con Dios. A eso me refiero con piedad y devoción personal: caminar en comunión con Dios. Esto es todo lo contrario al fracaso en el versículo 8: “Pero vosotros os habéis desviado del camino”, y la segunda parte del versículo 9 dice: “vosotros no habéis guardado mis caminos”.

El verdadero ministro de la Palabra camina con Dios. Y a medida que avanza, busca la paz y mantiene la rectitud en todas sus actividades. Es transparente, directo y fiel en todos sus tratos. Sus labios son puros y pacíficos – no usa malas palabras, ni falsedades, ni es malicioso. Sólo habla con pureza, gracia y verdad, aunque duela u ofenda.

Así que la raíz del árbol es la reverencia para la gloria de Dios y el tronco es la fidelidad a la Palabra de Dios. Las ramas son la piedad y la santidad en la presencia de Dios.

Lo que nos lleva, finalmente, a los frutos de este árbol del ministerio de la Palabra.

EL FRUTO

Si me han estado siguiendo en el versículo 6, estoy seguro de que han descubierto lo que sigue. El fruto es que muchos sean salvos. La última frase del versículo 6 dice: “y apartaba a muchos de la iniquidad”. A lo largo de estos versículos, habrán podido observar el contraste entre el éxito representado en los versículos 5-7 y los fracasos de los sacerdotes en los días de Malaquías. Este último contraste puede que sea el más claro de todos. La frase “y apartaba a muchos de la iniquidad” es justo lo contrario a la segunda frase del versículo 8, “habéis hecho tropezar a muchos en la ley”. El ministerio puede destruir y el ministerio puede salvar.

Cuando su ministerio tiene sus raíces en la gloria de Dios y el tronco es fuerte con la Palabra de Dios y sus ramas muestran la justicia de Dios, entonces el fruto de tu vida va a ser la salvación de Dios por el bien de los pecadores.

¿Quieres comprometerte a orar conmigo todos los días a que la gloria de Dios y la Palabra de Dios y la justicia de Dios llenen esta iglesia de tal manera que el pueblo se aleje del pecado y reciba la SALVACIÓN DE DIOS aquí mismo y en toda esta ciudad?


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