La iglesia puede ayudar o empeorar la aflicción de la infertilidad

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Sobre esta Traducción
English: How the Church Makes the Trial of Infertility Better (or Worse)

© The Gospel Coalition

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Por Jeff Cavanaugh sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por The Gospel Coalition


Hace cinco años mi esposa Andrea y yo estábamos sentados en el servicio de oración del domingo por la noche de nuestra iglesia escuchando cómo otra pareja hablaba sobre su lucha con la infertilidad, pidiendo a la iglesia que oráramos por ellos mientras ellos pasaban por cirugías, exámenes y la miseria de los medicamentos para la fertilidad. No se nos ocurrió, en el momento, que nosotros pasaríamos por el mismo proceso.

Tres años después, nos encontramos en el mismo lugar, ofreciendo las mismas peticiones de oración. Nos sentíamos abandonados por el constante número de embarazos y anuncios de nacimientos en la iglesia, y sentíamos un dolor punzante cuando los miembros especulaban en broma que “¡debe haber algo en el agua!”. Para nosotros, la infertilidad era una realidad dolorosa.

Lo más probable es que conocerás a alguien afectado por la infertilidad y estarás mejor preparado para amarles y servirles si conoces un poco más sobre lo que se siente pasar por esta prueba.

Contenido

El problema es más grande de lo que piensas

Los datos estadísticos sobre la infertilidad pueden ser difíciles de entender. Un estudio reciente de los CDC (Center for Disease Control) indica que las tasas de infertilidad en las mujeres se han reducido en los últimos 30 años a aproximadamente 6% de las mujeres, pero esto no toma en cuenta el panorama completo, ya que no incluye a los hombres que son infértiles, infertilidades inexplicadas, y las mujeres que tienen dificultades para llevar un embarazo a término. Una fuente estima que una de cada ocho parejas (12.5%) se ven afectadas por la infertilidad; la Clínica Mayo sugiere que puede ser tan alto como una de cada seis (17%).

La infertilidad es un asunto privado, lleno de pena y vergüenza. Debido a que la fertilidad está tan ligada a cuestiones de la intimidad y el sexo (temas tabúes por sí mismos), la gente es reacia a hablar de ella en público, sobre todo en la iglesia. Cuando el mecanismo para hacer bebés no funciona correctamente, somos aún menos propensos a hablar de ello. Después de todo, la capacidad del hombre de tener hijos y la de las mujeres para llevarlos en su vientre son valores culturales de la masculinidad y la feminidad. Tenemos miedo de que admitir que algo está mal resultará negativamente para nosotros. Él teme que un bajo conteo de espermas lo haga menos hombre. Ella teme que su incapacidad de ser madre significa que no será capaz de cumplir lo que la iglesia a menudo implica que es su más alta vocación.

La infertilidad también puede causar estragos en nuestras relaciones. “¿Qué hay de malo en mí?” puede con demasiada facilidad convertirse en, “¿será que desea haberse casado con una mujer que sí le pueda dar hijos?”, “¿Estará decepcionada de mí como esposo?”. Dos mujeres que han sido amigas durante años pueden encontrar tensión repentina en su amistad cuando una queda embarazada, tiene a su bebé, y entra en el club de las mamás, mientras que la otra se queda fuera, luchando con sentimientos de descontento, celos, y dolor.

Mi esposa y yo asistimos a una iglesia llena de familias jóvenes donde las personas parecieran tener hijos todo el tiempo. Una iglesia como esta no solo recuerda a las parejas infértiles de su infertilidad con una regularidad dolorosa, sino también puede dejarlos sintiéndose aislados y solos, fuera de ritmo con todos los demás de su edad en una etapa diferente de la vida.

Y luego está todo el mundo de tratamientos de reproducción asistida e infertilidad, que a veces pueden ser más como una maldición que como bendición. A veces Dios usa esos tratamientos para terminar la lucha de parejas con la infertilidad. Pero a menudo, no lo hace. Y mientras más tiempo los aspirantes a ser padres persiguen estos tratamientos, más fácilmente pueden envolverse en el ciclo sin fin de la esperanza y la desesperación recientemente señalado en un artículo de opinión del New York Times.

Las personas infértiles necesitan el amor de la iglesia

Sé que estoy pintando un panorama sombrío de la infertilidad. Pero no hay manera de ignorar lo doloroso que es. Es sin duda la mayor prueba que mi esposa y yo hemos enfrentado, individualmente o como pareja. Pero Dios ha usado esta prueba para hacernos crecer espiritualmente y demostrarnos su amor en formas que no podríamos haber anticipado. Y la iglesia —esa red de relaciones llenas de amor, de apoyo, y de oración que tenemos en el cuerpo de Cristo— ha sido usada por Dios para traer consuelo y sustento a nosotros, y a otros como nosotros.

Esto no quiere decir que las relaciones en la iglesia sean fáciles cuando estás luchando con la infertilidad. Esos sentimientos ya mencionados de aislamiento y alienación son reales. Hay amigos en la iglesia que han sido imprudente a veces, no teniendo en cuenta cuán hirientes algunas cosas pueden ser; en otras ocasiones han estado incómodos, conscientes de nuestras luchas, pero sin saber qué decir. A menudo, la tensión ha sido completamente nuestra culpa – hemos prometido en nuestro pacto de la iglesia de “alegrarnos en la felicidad del otro y esforzarnos con ternura y simpatía a llevar las cargas y tristezas de los demás”, pero a veces los celos y la amargura debilitan nuestra motivación de regocijarnos con otros o de aceptar cualquier consuelo.

Sin embargo, nuestra familia de la iglesia ha sido un pilar de apoyo importante y una fuente de consuelo para nosotros en este camino de la infertilidad. A veces ese consuelo ha venido a través de amigos que nos preguntan cómo estamos lidiando con esto, y nos dicen que han estado orando por nosotros. A veces, el consuelo viene a través de conversaciones con otras personas que han experimentado infertilidad, recordándonos que otros sí saben lo que estamos pasando. Pero mucho más a menudo, Dios ha utilizado simplemente la predicación regular de la Palabra y la comunión normal con los santos para mantenernos conectados con Él y para recordarnos que Él está con nosotros y nos ama.

Si conoces a personas en tu iglesia que están lidiando con infertilidad, prepárate para compadecerte cuando el tema surja, pero puedes hacer mucho para animarles simplemente siendo un amigo. Propónte a llegar a conocerlos, a pasar tiempo con ellos, y a animarles espiritualmente en el curso ordinario de la vida. A veces, cuando las parejas infértiles están hundidas en la angustia de sentirse aislados y desesperados por ser normales, solo necesitan que seas su amigo, para recordarles que ellos son normales, que te caen bien, y que quieres vivir la vida cristiana lado a lado con ellos.

Las personas infértiles necesitan apoyo de la iglesia

En su libro Adopted for Life (Adoptado de por vida), Russell Moore señala que la pena y el dolor que vienen con la infertilidad pueden poner a las personas infértiles en una posición espiritualmente peligrosa. Mientras que un amigo piadoso podría confrontar a alguien que está luchando con la ira o la lujuria, pocas personas con una pizca de compasión se atreverían a confrontar a un hermano cristiano sobre los pecados que la infertilidad pueden dar lugar como la ira, el descontento, la envidia, la amargura y la idolatría.

Si tienes un amigo en la iglesia que lucha con la infertilidad, lo mejor que puedes hacer en este sentido no es hacerles frente a la primera señal de una reacción pecaminosa. Cuando alguien está dolido, es extremadamente difícil desenredar el llanto enojado de un corazón amargo hacia Dios del llanto angustiado de un hijo que quiere que su Padre arregle las cosas.

Más bien cultiva el tipo de relación abierta y honesta que haga de tu amistad un espacio seguro para que puedan descargar su dolor, confesar sus pecados y pedir ayuda, seguimiento, y oración. Toma iniciativa en estar dispuesto a confesar tus propios pecados y mostrarte vulnerable. Cuando el pecado se haya crecido de forma tan maligna que esté envenenando todo lo que rodea la persona infértil, puede ser tiempo para una confrontación y corrección suave, amorosa, y humilde. Pero la mayoría de las veces, el tan solo ser un confidente y confesor dispuesto serán suficientes para que Dios te use para alentar y proteger a tu amigo.

Si eres pastor o líder de la iglesia, haz que la enseñanza y la adoración de tu iglesia sean robustas bíblicamente y sean confesionales. Dios tiene la intención de utilizarlas como barreras de protección para guardar a los dañados en tu iglesia del pecado, y como señales que apuntan hacia nuestra esperanza en Cristo.

Siguiéndo a Cristo a través del valle

La infertilidad es una plaga terrible, un legado de la caída que nos vemos forzados a enfrentar con demasiada frecuencia en la iglesia. Pero si Dios ha puesto personas infértiles en los bancos junto a ti —y es casi seguro que sí lo ha hecho— Él te ha dado una gran oportunidad para compadecerte con ellos, para amarlos, brindarles amistad, y animarlos. Sé considerado, observando a las personas que sufren a tu alrededor, y mostrándote dispuesto a ser un amigo.

En mi propio camino a través de la prueba de la infertilidad, Dios ha hecho que la predicación, la lectura de las Escrituras, oraciones, confesiones, y el canto de la iglesia cobren vida con esperanza, consuelo y aliento. Mi esposa y yo hemos sido recordados desde el púlpito sobre la soberanía de Dios y el cuidado de sus ovejas, y hemos llegado a un nuevo entendimiento de cómo Él designa incluso esta prueba para nuestro bien. Hemos recitado los credos y recordado a los santos que los han confesado durante miles de años a pesar de sufrimientos mucho más de lo que nosotros tenemos. Hemos cantado versos de los himnos antiguos acerca de seguir a Cristo donde quiera que Él nos guíe y nos hemos dado cuenta de que, para nosotros, eso significa que lo seguiremos a través del valle de la sombra de la infertilidad.


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