La muerte no es el final

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English: Death Is Not the End

© Desiring God

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Por Andy Naselli sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Mariana Ramirez


Contenido

Lo que aún creemos y seguiremos creyendo

“Vivieron felices por siempre. Fin”.

Es una forma muy común de terminar una historia que comienza con un “Había una vez”. A esas historias las llamamos cuentos de hadas. Los cuentos de hadas son historias imaginarias para niños, llenas de magia, con personas y lugares elegantes.

Nos encantan los cuentos de hadas porque son un eco de la historia real de la Biblia. Dios nos ha programado para amar las historias que se resuelven - historias en las que al final habrá justicia y mucho gozo. Dos amigos que escribieron algunas de las ficciones más icónicas del siglo veinte sostenían esta convicción: C.S. Lewis y J. R. R. Tolkien. Después de la gran batalla al final de Las crónicas de Narnia de Lewis, los personajes descubren que la nueva Narnia ha sido su país real todo el tiempo, ahora no les queda nada más que viajar más arriba y más adentro. Tolkien, en El señor de los anillos, pone a Sam Gamgee a preguntar, después de que el anillo ha sido destruido, si todo lo triste se volvería falso. Tolkien incluso acuñó un término para un giro repentino y feliz en la historia: eucatástrofe.

Podemos resumir la historia de la Biblia como “Mata al dragón, y consigue a la chica”. Esa alegre resolución es lo que captan las dos últimas frases del Credo de los Apóstoles: “la resurrección del cuerpo” y “la vida eterna”.

Resurrección del cuerpo

Dios levantará los cadáveres de los cristianos.

Esa es la idea principal de 1 Corintios 15, el versículo de la Biblia más famoso sobre la resurrección de los creyentes. “¿Cómo dicen algunos entre vosotros”, Pablo le pregunta a los corintios, “que no hay resurrección de muertos?” (1 Corintios 15:12 LBLA). Los corintios creían que Dios había resucitado a Cristo (1 Corintios 15:1-2, 4, 11), pero algunos de ellos negaban que Dios resucitaría los cadáveres de los cristianos.

“Resurrección” se traduce de la palabra griega anastasis (1 Corintios 15:12-13, 21, 42), que no se refiere ambiguamente a “la vida después de la muerte”, como si pudiera ser una existencia sin cuerpo. Se refiere específicamente a la vida corpórea después de que una persona ha muerto.

La idea de que Dios resucitaría cadáveres humanos rebeló a los paganos grecorromanos (Hechos 17:32). Ellos creían que el cuerpo material no tenía futuro más allá de la tumba y que solo el alma inmaterial es inmortal. Ellos ponían más valor en el alma que en el cuerpo físico. Por consiguiente, algunos aplicaban esa filosofía a la ética - a saber, que lo haces ahora en el cuerpo físico no importa (1 Corintios 15:32-34).

Entonces, Pablo corrige a los corintios que adoptaron supuestos de su cultura pagana sobre la resurrección. Él afirma que Dios resucitará los cuerpos de los creyentes (1 Corintios 15:12-34). Tal creencia es razonable teniendo en cuenta dos analogías de la naturaleza: las semillas que mueren y resucitan a la vida, y diferentes tipos de cuerpos, como el sol y la luna, celestiales y terrenales (1 Corintios 15:35-44). Sostiene que la analogía de Adán y Cristo prueba que la resurrección de cuerpos de los creyentes es certera (1 Corintios 15:45-49). Para finalizar escribe que Dios debe transformar lo corrompible, cuerpos mortales de creyentes vivos y muertos a cuerpos inmortales e incorruptibles para derrotar triunfantemente a la muerte (1 Corintios 15:50-58).

Dios creó un universo material. Creó humanos con cuerpos físicos. Jesús se encarnó y tendrá su cuerpo físico y resucitado por siempre. Dios transformará la actual tierra física en una nueva y mejor. Dios transformará tu cuerpo natural y terrenal en uno celestial y sobrenatural.

Esas son noticias increíbles para nosotros los creyentes en cuerpo terrenales, porque nuestros cuerpos se están deteriorando y doliendo (1 Corintios 15:42-44; Romanos 8:18-25). La resurrección de Jesús nos garantiza que la muerte morirá. Entonces, esperamos con ansias el disfrutar un cuerpo sobrenatural como el cuerpo resucitado de Cristo: “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo” (Filipenses 3:20-21).

Vida eterna

Todos los humanos existirán por siempre, pero solo algunos disfrutarán lo que el Credo de los Apóstoles llama “la vida eterna”. Eso se refiere específicamente a la vida de resurrección de la era venidera, la cual los creyentes experimentan en cierta medida ahora (Juan 3:15; 17:3). Experimentaremos por completo la “vida eterna” después de que Jesús nos diga a cada uno de nosotros , “Bien, siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).

En su libro Dios es el evangelio, John Piper hace una pregunta penetrante,

Si usted pudiera alcanzar el cielo libre de enfermedades, junto a todos los amigos que tuvo en la tierra, con toda la comida que siempre le gustó, las actividades de esparcimiento que siempre disfrutó, todas las bellezas naturales que vio en su vida, todos los placeres físicos que experimentó en su vida, sin conflictos entre humanos ni desastres naturales, ¿Se sentiría satisfecho con el cielo si Cristo no estuviera allí? (14)

El evangelio es buenas noticias no solo porque Dios nos rescatará del infierno y porque podemos disfrutar los placeres del cielo. Es buenas noticias porque podemos disfrutar a Dios mismo de una manera que no podríamos en los grilletes del pecado. “La vida eterna” es tan gloriosa y satisfactoria porque podemos disfrutar del Dios trino cada vez más. ¡Por siempre!”

Ahora podemos experimentar lo que David escribió en el Salmo 16:11,

Me darás a conocer la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
En tu diestra, deleites para siempre.

Esperamos con ansías la resurrección del cuerpo y la vida eterna porque entonces experimentaremos eternamente el Salmo 16:11 como nunca antes.

Solo el comienzo

En La última batalla (el séptimo y último de libro de Las crónicas de Narnia) de C.S. Lewis, Aslan explica, “Se acabó el plazo: han comenzado las festividades. El sueño ha terminado: esta es la mañana”. Lewis continúa,

Mientras hablaba ya no los veía como un león; pero las cosas que comenzaron a suceder después eran tan grandes y hermosas que no las puedo escribir. Y para nosotros este es el final de las historias, y podemos decir que vivieron felices para siempre. Pero para ellos solo era el inicio de la verdadera historia. Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia solo habían sido la portada y el título: ahora por fin comenzaban el primer capítulo de la gran historia que nadie ha leído en la tierra: la cúa dura para siempre: en la que cada capítulo es mejor que el anterior. (201-211)

“El fin” de la historia de la Biblia es “el comienzo de una historia sin fin, felicidad que solo aumenta en el corazón de los redimidos, mientras Dios muestra cada vez más su infinita e inagotable grandeza y gloria para el gozo de su gente” (Desiring God: An Affirmation of Faith 14.3).

Por ahora, no debemos temerle a la muerte. En efecto, debemos de ser capaces de decir con el apóstol Pablo, “teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor” (Filipenses 1:23). Y si es mucho mejor incluso ahora que permanecer en un cuerpo natural, terrenal y no glorificado, será aún mejor experimentar la resurrección del cuerpo y la vida eterna con Cristo en los nuevos cielos y la nueva tierra.

Entonces, oramos, “Y a aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén”. (Judas 24-25).


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