La necesidad de la Cruz

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English: The Necessity of the Cross

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Por Ligonier Ministries Staff sobre Expiación
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Juan Pablo Molina Ruiz


“Porque yo lo he escogido para que mande a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del SEÑOR, haciendo justicia y juicio” (Génesis 18:19).

- Génesis 18:16–33

Jesús ofreció Su sacrificio una vez para siempre cuando expió nuestros pecados en la cruz (Hebreos 7:27). Para comprender mejor este acto central de historia redentora dedicaremos la próxima semana al estudio de la Expiación mediante la serie de audio The Atonement of Jesus (La expiación de Jesús) de Dr. R. C. Sproul.

Hoy empezamos con el análisis de Génesis 18:16–33. Abraham acaba de recibir a tres visitantes de Dios quienes han descendido para investigar las ciudades de Sodoma y Gomorra. Durante la decisión de contarle o no a Abraham sobre Su intención con las ciudades, Dios menciona Su propósito al llamar a Abraham. Dios ha llamado a Abraham para que guarde el camino del SEÑOR, haciendo justicia y juicio (v. 19).

Este versículo nos dice que Dios llamó a Abraham para un propósito específico. Abraham debía ser el padre de una nación justa así como Dios es justo. Acá notamos que un tema esencial para Dios es la manifestación de Su propia justicia. Este tema, que se repite en toda la Biblia, es afirmado luego por Abraham cuando este intenta que Dios desista de juzgar las ciudades –si Dios encuentra diez hombres justos–. En el versículo 25, Abraham pregunta: “El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?”. Esta pregunta es la respuesta misma. Dios es el Juez de la tierra, y Él es justo.

Sin embargo, la justicia de Dios también significa que Él no dejará que los culpables se queden sin castigo. Nunca se encontraron diez hombres justos, por lo tanto, las ciudades fueron destruidas. La justicia de Dios exigía que sus pecados fueran castigados.

La justicia de Dios exige lo mismo hoy en día. Por cuanto todos pecamos y no alcanzamos la gloria de Dios (Romanos 3:23). Nuestros pecados son un delito contra Dios. Es una traición de gran magnitud afirmar que la autoridad de Dios nos pertenece. Nuestros pecados acarrean una deuda. Le debemos algo a Dios por desobedecer Su Ley. Además, nuestros pecados destruyen la relación entre Dios y el hombre. Existe enemistad entre el Creador y Su creación.

Dios sería perfectamente justo si nos dejara en nuestros pecados y nos castigara por toda la eternidad en el infierno. Pero Dios es misericordioso, y el deseo de Su gran amor y misericordia es salvar a algunos de nosotros. Por eso, para mostrarnos misericordia sin comprometer Su justicia, el Padre envió a Su hijo para que en Él nuestros delitos fueran castigados, nuestras deudas pagadas y nuestra relación recompuesta. En la Cruz, Dios satisfizo Su justicia y demostró Su misericordia.

Coram Deo

El énfasis de la iglesia moderna en el amor de Dios a costa de Sus otros atributos nos ha llevado a muchos a olvidar que la justicia de Dios fue un factor primordial y motivador para la Cruz. Pero si olvidamos las exigencias de Dios, nunca entenderemos Su misericordia. Recordemos que el atributo de Dios de la justicia es tan importante como Su atributo del amor.

Pasajes para un estudio complementario

Deuteronomio 32:4
Daniel 4:37
Romanos 5:6–8; 9:14
1 Pedro 3:18


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