La pregunta

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{{info|The Question}}Cada cristiano hace el trabajo de ministro. Ya sea en algo grande o pequeño, experimentado o novato, con o sin vocación-- cada cristiano tiene una clase de ministerio dado por Dios.  
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{{info|The Question}}Todo cristiano cumple el rol de ministro. Ya sea en cuestiones grandes o pequeñas, siendo experimentado o novato, con o sin vocación, todo cristiano tiene una clase de ministerio dado por Dios.  
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Todos tenemos un llamado en la vida, con una variedad de capacidades para testificar acerca de la gracia de Jesús y para seguir su ejemplo en el servicio a los demás (Juan 13:15). Algunos están inseguros acerca de lo específico; otros lo saben sin duda alguna. Algunos presionan para descubrir la guía de Dios; otros ya se están preparando para dar el sigueinte gran paso. Ya sea que nos encontremos como los "algunos" o los "otros", hay una pregunta que debemos escuchar por encima del resto.  
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Todos tenemos en la vida, a pesar de la variedad de nuestras capacidades, el llamado a testificar acerca de la gracia de Jesús y a seguir su ejemplo en el servicio a los demás (Juan 13:15). Algunos no están seguros respecto de los puntos específicos; otros lo saben sin duda alguna. Algunos insisten en descubrir la voluntad de Dios; otros ya se están preparando para dar el siguiente gran paso. Ya sea que nos encontremos entre los “algunos” o los “otros”, hay una pregunta que debemos respondernos por encima de todas las demás.  
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'''Mas Allá de Nuestra Sabiduría Moderna'''  
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'''Más allá de nuestra sabiduría moderna'''  
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Reconozco que hay muchas preguntas. Existe un sinfin de detalles acerca de nuestros talentos y habilidades. Si calzamos para la posición o no; si los resultados de los Buscadores de Habilidades acerca de nuestras calificaciones coinciden con la descripcion del trabajo proyectado. Hoy en día existe todo un negocio entero para ayudarnos a saber qué preguntas hacer y qué cualidades evaluar, pero ninguna de estas cosas es la más importante.  
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Reconozco que hay muchas preguntas que hacernos. Existe un sinfín de detalles acerca de nuestros dones y habilidades, sobre si somos idóneos para ese rol o no, sobre si los resultados de los buscadores de talentos coinciden con la descripción del trabajo proyectado. Hoy en día existen empresas que se dedican exclusivamente a ayudarnos a saber qué preguntas hacernos y qué cualidades evaluar, pero ninguna de esas preguntas es la más importante.  
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Para esta pregunta importante tenemos que mirar más alla de nuestra moderna sabiduría, hacia el mundo de la antiguedad, más allá de las estrategias de los gurus del Mar de Galilea--hacia las costas de Tiberio donde una vez se encontró un líder que estaba a días de participar en el despegue del ministerio más efectivo en la historia del mundo.  
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Para arribar a esta pregunta, que es la más importante, necesitamos mirar más allá de nuestra sabiduría moderna y hacia el mundo de la antigüedad, más allá de las estrategias de los gurús y hacia el mar de Galilea, hacia las costas de Tiberíades, donde una vez se encontró un líder que estaba a días de participar en el despliegue del ministerio más efectivo de la historia del mundo.  
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El día de Pentecostés estaba muy cerca. Estaba por llegar el día cuando el Espiritu Santo descendería, y un hombre imperfecto, por el Espíritu, se levantaría (Hechos 2:24; 1:15). Fue cuando cuando un torpe pecador emergía como un santo tremendo, sobre el cual la iglesia sería edificada (Mateo 16:18).  
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El día de Pentecostés estaba muy cerca. Estaba por llegar el día en que el Espíritu Santo descendería, y un hombre imperfecto, por medio del Espíritu, se levantaría (Hechos 2:24; 1:15). Eso es lo que sucedió cuando un torpe pecador emergió como un santo audaz, sobre el cual la iglesia sería edificada (Mateo 16:18).  
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Pero primero, la pregunta.  
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Pero primero, veamos la pregunta.  
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'''Cómo Se Prepararía?'''  
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'''¿Cómo se prepararía?'''  
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Volviendo a aquella costa, los discípulos se reunieron alrededor del fuego--otra especie de fuego--estaban desayunando con el Señor resucitado (Juan 21). De ese grupo reunido quién hubiese dicho que Pedro sería el líder candidato para ser el apóstol mensajero por excelencia?  
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Allí en aquella costa, los discípulos se reunieron alrededor del fuego para desayunar con el Señor resucitado (Juan 21). De ese grupo allí reunido, ¿quién hubiese imaginado que Pedro sería el candidato elegido para ser el apóstol vocero por excelencia?  
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Quién le hubiese dado ese papel en Hechos despues de su historial en los Evangelios?  
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¿Quién le hubiese dado ese papel en Hechos después de ver su historial en los Evangelios?  
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Quiero decir, ''ese es Pedro''. El ordinario, mal hablado Pedro--bocón y lento para escuchar.  
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Lo que intento decir es que ''ese es Pedro''. El ordinario, mal hablado Pedro, que era rápido para hablar y lento para escuchar.  
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Contrariamente a lo que podríamos pensar, cabe suponer y no relacionado a Meyer-Briggs (Evaluación de personalidad), que ninguno en ese desayuno podría saber (excepto Jesús) cómo Pedro muy pronto daría el paso hacia adelante para asumir el liderazgo de la joven misión de extender el evangelio. A él le esperaban los días más duros--confrontaciones las cuales jamás hubiese imaginado, dificultades que nunca hubiese deseado, fruto que no podría comprender. Cómo se prepararía? Pedro no sabía lo que le esperaba a la vuelta de la esquina. Qué cosa lo podría preparar?  
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Contrario a lo que podríamos pensar o a lo que diría un test de Myers-Briggs (que evalúa la personalidad), ninguno de los presentes en ese desayuno (excepto Jesús) podría haber sabido que Pedro muy pronto daría un paso adelante para asumir el liderazgo de la joven misión de extender el evangelio. A él le esperaban sus días más difíciles: confrontaciones que jamás hubiese imaginado, luchas que nunca hubiese deseado, y un fruto que no podría comprender. ¿Cómo se prepararía? Pedro no sabía lo que le esperaba. ¿Qué lo podría preparar?  
La respuesta es la pregunta.  
La respuesta es la pregunta.  
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'''Mucho Más Central'''  
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'''Mucho más crucial'''  
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No es una pregunta acerca de las cinco metas del año, aunque metas de esa clase son positivas. Ni es una pregunta acerca de las estrategias para recaudar los fondos, o las expectativas de los viajes, o el presupuesto de las horas de trabajo de una semana típica--de gran ayuda como son éstas. No es una pregunta acerca de la experiencia en el manejo de un negocio, aunque estoy seguro que en la industria de la pesca Pedro procuró una perspicacia bastante buena. No es una prueba de sus habilidades en comunicaciones a pesar de que él hablaría mucho. No se trata de una sesión informativa sobre inminentes desafíos a pesar de que él experimentaría muchísimos.  
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No se trata de cuáles son las cinco metas de su año, aunque metas de esa clase son positivas. Ni se trata de estrategias para recaudar fondos, ni de adónde tenía pensado viajar, ni de lo que ganaría en una típica semana de trabajo, aunque esas cuestiones sean de gran ayuda. No se trata de la experiencia que tuviera en el manejo de un negocio, aunque estoy seguro de que la industria de la pesca le dio bastante perspicacia. No se trata de probar sus habilidades para la comunicación, a pesar de que él hablaría mucho. No se trata de una sesión informativa sobre inminentes desafíos, a pesar de que él tendría que atravesar muchísimos.  
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La pregunta es mucho más central. Es esa clase que cambia las cosas, esa pregunta que deja el paisaje en nuestros corazones dado vueltas de manera positiva. Es una brisa suave con un despertar feroz, una pregunta que dobla las estructuras y desmenuza las raíces de nuestras humanas maneras de calcular. Es la pregunta sin la cual, aunque tuvieramos el resto del planeta a disposición, estaríamos perdidos. Aunque nos desempeñemos con exquisita habilidad, si nos ganaramos el respeto del mundo, al dejar esta pregunta fuera del cuadro, todo sería en vano.  
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La pregunta que debía hacerse era mucho más importante. Es la clase de pregunta que cambia las cosas, que deja el paisaje de nuestros corazones dado vuelta de una manera positiva. Es una brisa suave con un despertar feroz, una pregunta que revierte las estructuras y desmenuza las raíces de nuestras presunciones humanas. Es una pregunta sin la cual, aunque tuviéramos el resto del planeta a nuestra disposición, estaríamos perdidos. Aunque nos desempeñáramos con exquisita habilidad, aunque nos ganáramos el respeto del mundo y obtuviéramos los mejores resultados, si dejáramos esta pregunta fuera del cuadro todo sería en vano.  
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Es la pregunta que todos sabemos que es importante pero todavía la ponemos a un costado. Es tan crucial que, de hecho, podría ser tranquilamente considerada como el simple permiso para ejecutar. , sí claro que importa pero avancemos. No, no podemos. No deberíamos. Cuando esta pregunta es empujada a la periferia, es necesario que abandonemos nuestra preparación. Cuando la presencia de esta pregunta se da por sentada encontramos otras cosas que ocupan nuestro tiempo. Pero nada debería ocupar nuestro tiempo más que esta pregunta. Nada debería significar más que el vivir en esa realidad, compartiendo el milagro.  
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Es la pregunta que todos sabemos que es importante pero aun así dejamos a un lado. Es tan crucial que, de hecho, tranquilamente podría ser considerada el simple requisito para participar en el juego. “Sí, sí, claro que importa, pero avancemos.No, no podemos. No deberíamos. Cuando esta pregunta queda relegada a la periferia, es necesario que abandonemos nuestra preparación. Damos por sentada su respuesta y encontramos otras cosas que ocupan nuestro tiempo, pero nada debería ocupar nuestro tiempo más que esta pregunta. Nada debería significar más que vivir esa realidad, que vivir ese milagro.  
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Dios nos ha llamado a todos a algo--a ser alguien, algun ministerio, algun trabajo--y ésta es la pregunta que necesitamos escuchar, por encima de todas las otras, alrededor de la cual nuestra vida se debería acomodar, sin importar las empresas que se presenten en el camino. Es la pregunta que deberíamos dejar resonar y dejar que descongestione las complejidades de nuestras vidas. Es la pregunta que jamás deberíamos dejar a un costado. La cual si se dejara de considerar o de aplicar-- si nos dejara de afectar-- significaría el golpe final para nuestra ruina espiritual. Es la pregunta que se debe hacer profundo al corazón, afiladamente a nuestra mente, por arriba de nuestros afectos. Es la pregunta cuyas palabras las dejamos caer frescas en nuestro corazón mientras las escuchamos como si Jesús mismo nos preguntara, como si estuvieramos en esa misma costa también, de la misma manera que Jesus le preguntó a Pedro nos preguntara a nosotros  
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Dios nos ha llamado a todos a algo —a ser alguien, en algún rol, en algún ministerio, en algún trabajo— y esta es la pregunta que necesitamos escuchar, por encima de todas las demás. Nuestra vida debería estar orientada en torno a ella, sin importar los proyectos que se presenten en el camino. Es la pregunta que deberíamos dejar resonar, a la que deberíamos dejar que descongestione las complejidades de nuestra vida. Es la pregunta que jamás deberíamos dejar a un lado y que, si dejáramos de considerar o de aplicar —si nos dejara de importar—, sería la señal de nuestra ruina espiritual. Es la pregunta que debe sonar en lo profundo del corazón, de forma muy nítida en nuestra mente, por sobre nuestros afectos. Es la pregunta cuyas palabras dejamos caer frescas en nuestro corazón, mientras las escuchamos como si la voz de Jesús mismo nos la hiciera, como si nosotros mismos estuviéramos en esa costa también. De la misma manera en que Jesús se lo preguntó a Pedro, él también nos pregunta a nosotros:
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"Me amas?"
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“¿Me amas?

Revisión de 20:21 25 feb 2017

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Sobre esta Traducción
English: The Question

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Por Jonathan Parnell sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Susana Belvedere

Todo cristiano cumple el rol de ministro. Ya sea en cuestiones grandes o pequeñas, siendo experimentado o novato, con o sin vocación, todo cristiano tiene una clase de ministerio dado por Dios.

Todos tenemos en la vida, a pesar de la variedad de nuestras capacidades, el llamado a testificar acerca de la gracia de Jesús y a seguir su ejemplo en el servicio a los demás (Juan 13:15). Algunos no están seguros respecto de los puntos específicos; otros lo saben sin duda alguna. Algunos insisten en descubrir la voluntad de Dios; otros ya se están preparando para dar el siguiente gran paso. Ya sea que nos encontremos entre los “algunos” o los “otros”, hay una pregunta que debemos respondernos por encima de todas las demás.

Más allá de nuestra sabiduría moderna

Reconozco que hay muchas preguntas que hacernos. Existe un sinfín de detalles acerca de nuestros dones y habilidades, sobre si somos idóneos para ese rol o no, sobre si los resultados de los buscadores de talentos coinciden con la descripción del trabajo proyectado. Hoy en día existen empresas que se dedican exclusivamente a ayudarnos a saber qué preguntas hacernos y qué cualidades evaluar, pero ninguna de esas preguntas es la más importante.

Para arribar a esta pregunta, que es la más importante, necesitamos mirar más allá de nuestra sabiduría moderna y hacia el mundo de la antigüedad, más allá de las estrategias de los gurús y hacia el mar de Galilea, hacia las costas de Tiberíades, donde una vez se encontró un líder que estaba a días de participar en el despliegue del ministerio más efectivo de la historia del mundo.

El día de Pentecostés estaba muy cerca. Estaba por llegar el día en que el Espíritu Santo descendería, y un hombre imperfecto, por medio del Espíritu, se levantaría (Hechos 2:24; 1:15). Eso es lo que sucedió cuando un torpe pecador emergió como un santo audaz, sobre el cual la iglesia sería edificada (Mateo 16:18).

Pero primero, veamos la pregunta.

¿Cómo se prepararía?

Allí en aquella costa, los discípulos se reunieron alrededor del fuego para desayunar con el Señor resucitado (Juan 21). De ese grupo allí reunido, ¿quién hubiese imaginado que Pedro sería el candidato elegido para ser el apóstol vocero por excelencia?

¿Quién le hubiese dado ese papel en Hechos después de ver su historial en los Evangelios?

Lo que intento decir es que ese es Pedro. El ordinario, mal hablado Pedro, que era rápido para hablar y lento para escuchar.

Contrario a lo que podríamos pensar o a lo que diría un test de Myers-Briggs (que evalúa la personalidad), ninguno de los presentes en ese desayuno (excepto Jesús) podría haber sabido que Pedro muy pronto daría un paso adelante para asumir el liderazgo de la joven misión de extender el evangelio. A él le esperaban sus días más difíciles: confrontaciones que jamás hubiese imaginado, luchas que nunca hubiese deseado, y un fruto que no podría comprender. ¿Cómo se prepararía? Pedro no sabía lo que le esperaba. ¿Qué lo podría preparar?

La respuesta es la pregunta.

Mucho más crucial

No se trata de cuáles son las cinco metas de su año, aunque metas de esa clase son positivas. Ni se trata de estrategias para recaudar fondos, ni de adónde tenía pensado viajar, ni de lo que ganaría en una típica semana de trabajo, aunque esas cuestiones sean de gran ayuda. No se trata de la experiencia que tuviera en el manejo de un negocio, aunque estoy seguro de que la industria de la pesca le dio bastante perspicacia. No se trata de probar sus habilidades para la comunicación, a pesar de que él hablaría mucho. No se trata de una sesión informativa sobre inminentes desafíos, a pesar de que él tendría que atravesar muchísimos.

La pregunta que debía hacerse era mucho más importante. Es la clase de pregunta que cambia las cosas, que deja el paisaje de nuestros corazones dado vuelta de una manera positiva. Es una brisa suave con un despertar feroz, una pregunta que revierte las estructuras y desmenuza las raíces de nuestras presunciones humanas. Es una pregunta sin la cual, aunque tuviéramos el resto del planeta a nuestra disposición, estaríamos perdidos. Aunque nos desempeñáramos con exquisita habilidad, aunque nos ganáramos el respeto del mundo y obtuviéramos los mejores resultados, si dejáramos esta pregunta fuera del cuadro todo sería en vano.

Es la pregunta que todos sabemos que es importante pero aun así dejamos a un lado. Es tan crucial que, de hecho, tranquilamente podría ser considerada el simple requisito para participar en el juego. “Sí, sí, claro que importa, pero avancemos.” No, no podemos. No deberíamos. Cuando esta pregunta queda relegada a la periferia, es necesario que abandonemos nuestra preparación. Damos por sentada su respuesta y encontramos otras cosas que ocupan nuestro tiempo, pero nada debería ocupar nuestro tiempo más que esta pregunta. Nada debería significar más que vivir esa realidad, que vivir ese milagro.

Dios nos ha llamado a todos a algo —a ser alguien, en algún rol, en algún ministerio, en algún trabajo— y esta es la pregunta que necesitamos escuchar, por encima de todas las demás. Nuestra vida debería estar orientada en torno a ella, sin importar los proyectos que se presenten en el camino. Es la pregunta que deberíamos dejar resonar, a la que deberíamos dejar que descongestione las complejidades de nuestra vida. Es la pregunta que jamás deberíamos dejar a un lado y que, si dejáramos de considerar o de aplicar —si nos dejara de importar—, sería la señal de nuestra ruina espiritual. Es la pregunta que debe sonar en lo profundo del corazón, de forma muy nítida en nuestra mente, por sobre nuestros afectos. Es la pregunta cuyas palabras dejamos caer frescas en nuestro corazón, mientras las escuchamos como si la voz de Jesús mismo nos la hiciera, como si nosotros mismos estuviéramos en esa costa también. De la misma manera en que Jesús se lo preguntó a Pedro, él también nos pregunta a nosotros:

“¿Me amas?”


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