La tolerancia, la proclamación de la verdad, la violencia y la ley

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''Los Principios que indican como los Cristianos deben relacionarse con otras personas que profesan diferentes credos.''  
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''Principios para los cristianos sobre cómo deben relacionarse con aquellos que profesan credos diferentes.''  
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Desde el 11 de septiembre de 2001, la cuestión de cómo Cristianos y Musulmanes, deben.relacionarse los unos con los otros, ha adquirido un carácter más urgente. Este aspecto forma parte de un problema aún mayor: ¿Cómo los Cristianos han sido llamados a vivir en un mundo pluralista. Más específicamente, ¿Cómo debemos nosotros, como Cristianos norteamericanos pensar y actuar en lo concerniente a la libertad de credo o religión en un contexto pluralista definido por los ideales de la democracia representativa? En particular, ¿Cómo vamos a dar testimonio acerca de la primacía de Cristo en un mundo en el cual poderosas culturas y religiones no comparten el amor por la libertad o los ideales de la democracia?  
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Desde el 11 de septiembre de 2001, la cuestión de cómo deben relacionarse cristianos y musulmanes los unos con los otros ha adquirido un carácter más urgente. A su vez, este asunto forma parte de un problema aun mayor: ¿cómo han sido llamados a vivir los cristianos en un mundo pluralista? Más específicamente, ¿cómo debemos pensar y actuar nosotros, los cristianos estadounidenses, en lo que concierne a la libertad de culto o de credo en un contexto pluralista que se define por los ideales de la democracia representativa? En particular, ¿cómo podemos dar testimonio de la primacía de Cristo en un mundo en el cual las culturas y religiones poderosas no comparten el amor por la libertad o los ideales de la democracia?  
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Los ancianos de la Iglesia Bautista de Belén, el 26 de agosto de 2002, aprobaron los siguientes 20 Principios como guía de fe para los Cristianos. Nosotros los encomiamos, Primero, a la Iglesia bajo nuestro cuidado por su orientación y, Segundo, a la más amplia comunidad Cristiana por sus serias consideraciones y beneficios y, Tercero, a aquellas comunidades No Cristianas por el bien del entendimiento mutuo. Nuestro principal objetivo es ayudar a los Cristianos a encomiar la singularidad y supremacía de Jesús Cristo con humildad y coraje, de modo que, otros lo puedan honrar por la fe y ganar la vida eterna.  
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El 26 de agosto de 2002, los ancianos de la Iglesia Bautista Bethlehem aprobaron los siguientes 20 principios, que constituyen una guía fiel a la Biblia para los cristianos. Se los encomendamos en primer lugar a la iglesia que está bajo nuestro cuidado, para que le sean de guía y orientación; en segundo lugar a la comunidad más amplia del Cuerpo cristiano, para que lo considere seriamente y redunde en su beneficio; y en tercer lugar a aquellas comunidades que no son cristianas, con el fin de alcanzar y reforzar el entendimiento mutuo. Nuestro principal objetivo es ayudar a los cristianos a honrar y exaltar la singularidad y la supremacía de Jesucristo con humildad y coraje, de modo que los demás puedan honrarlo por la fe y tener vida eterna.  
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'''1.''' Ya sea aprobado o desaprobado por otros, debemos con agradecimiento y alegría mantenernos firmes en la verdadera comprensión bíblica de Dios y las vías de salvación que ha dispuesto y la vida de amor y pureza y justicia que Cristo ha forjado y enseñado (1 Corintios 15:2, Hebreos 3:6; 4:14; 6:18; 10:23; Revelación 2:13, 25; 3:11)  
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'''1.''' Ya sea que recibamos la aprobación o la desaprobación de los demás, debemos mantenernos firmes, con gratitud y alegría, en la verdadera comprensión bíblica de Dios, en el camino de salvación que Él ha dispuesto y en la vida de amor, pureza y justicia que Cristo ha forjado y enseñado (1 Corintios 15:2; Hebreos 3:6; Hebreos 4:14; Hebreos 6:18; Hebreos 10:23; Apocalipsis 2:13, 25; Apocalipsis 3:11).
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'''2.''' Tanto en la Iglesia como en la Tierra debemos dejar claro y de forma explícita todo el Consejo de Dios revelado en su inspirada palabra, la Biblia -tanto las partes aprobadas por los No Cristianos como las que no. No debemos esconder aspectos de nuestra fe por evitar críticas o desaprobación. (Mateo 10: 27-28; Efesios 6:19-20; 2 Corintios 4:2; Gálatas 1:10)  
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'''2.''' Tanto en la iglesia como en el mundo debemos dejar en claro, de forma explícita, todo el consejo de Dios revelado en su palabra inspirada, la Biblia, que comprende tanto las partes aprobadas por los no cristianos como las que ellos no aprueban. No debemos esconder aspectos de nuestra fe para evitar las críticas o la desaprobación (Mateo 10:27-28; Efesios 6:19-20; 2 Corintios 4:2; Gálatas 1:10).
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'''3.''' Es Amor señalar los errores y el daño que causan las religiones que reniegan de Cristo. El perjuicio consiste, no sólo en determinados efectos temporales, sino especialmente, en el dolor eterno causado por negar la verdad de Cristo. Este aviso debe ser dado con la seriedad y el deseo por el bien de aquellos que están en peligro de padecer las consecuencias de no confiar en Cristo. (Lucas 6:31-32; Romanos 13: 10; 1 Timoteo 4:8; 2 Tesalonicenses 1: 8-9; 2 Corintios 5:20)  
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'''3.''' Es bueno y amoroso señalar los errores y el daño que causan las religiones que niegan a Cristo. El perjuicio consiste no sólo en determinados efectos temporales sino, especialmente, en el dolor eterno causado por rechazar la verdad de Cristo. Esta advertencia debe darse con seriedad y deseándole el bien a aquellos que están en peligro de padecer las consecuencias de no confiar en Cristo (Lucas 6:31-32; Romanos 13:10; 1 Timoteo 4:8; 2 Tesalonicenses 1:8-9; 2 Corintios 5:20).
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'''4.''' Nosotros los Cristianos debemos reconocer nuestros pecados y la acuciosa necesidad de redención mediante un Salvador crucificado y resucitado, de modo que no asumamos .una postura como merecedores de la salvación, como si poseyésemos un intelecto o sabiduría o bondad superior. Somos mendigos que hemos, por gracia, encontrado el pan de la vida de la verdad, el perdón y la alegría. Deseamos ofrecerlo a todos, de forma que se unan a nosotros en la admiración y el disfrute de la grandeza de Cristo por siempre. (1 Corintios 1:26-30; 4:7; 1 Pedro 5:6; James 4:8-10; Lucas 18: 13-14;  
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'''4.''' Nosotros los cristianos debemos reconocer nuestros pecados y nuestra necesidad desesperada de redención mediante un Salvador que ha sido crucificado y ha resucitado, de modo que no debemos asumir la postura de merecedores de la salvación, como si tuviéramos intelecto, sabiduría o bondad superiores. Somos mendigos que, por gracia, han encontrado el pan de vida de la verdad, el perdón y el gozo. Deseamos ofrecérselo a todos, para que se unan a nosotros en la admiración y el disfrute de la grandeza de Cristo por siempre (1 Corintios 1:26-30; 1 Corintios 4:7; 1 Pedro 5:6; Santiago 4:8-10; Lucas 18:13-14; Mateo 10:8b).
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'''5.''' Debemos presentar a Cristo, no como el triunfo de una disputa entre religiones sino como la persona más digna de confianza, hermosa, importante e inapreciable de la Historia y como nuestro sustituto desesperadamente necesitado y amado en dos sentidos: 1) El absorbió mediante su sufrimiento y su muerte, la ira de Dios en lugar nuestro; y, 2) El devino nuestra virtud ante el Santísimo Dios al vivir una vida sin pecado, la cual nos fue atribuida como virtud cuando creímos en Jesús. (1 Corintios 2:1-2; 2 Corintios 4:4; 1 Pedro 2:6-7; Romanos 3: 24-26; 5:18-19; Gálatas 3:13; 2 Corintios 5:21)  
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'''5.''' Debemos presentar a Cristo, no como la victoria en una disputa entre religiones, sino como la persona más digna de confianza, más hermosa, más importante y más invaluable de la historia, y como el sustituto que más desesperadamente necesitamos y más amamos por dos motivos: 1) Él absorbió, mediante su sufrimiento y muerte, la ira de Dios en nuestro lugar; y 2) Él se convirtió en nuestra justicia delante del Dios Santísimo al vivir una vida sin pecado, la cual nos fue atribuida cuando creímos en Jesús (1 Corintios 2:1-2; 2 Corintios 4:4; 1 Pedro 2:6-7; Romanos 3:24-26; Romanos 5:18-19; Gálatas 3:13; 2 Corintios 5:21).
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'''6.''' Debemos dejar claro que la fe cristiana, la cual nos une a Cristo y a todos sus beneficios de salvación, es una infantil, auto-desesperante confianza en el valor y en la labor de Cristo, no una meritoria labor nuestra. Nuestro llamado a la conversión de otros al Cristianismo no es un llamado a trabajar para Dios o para ganar su aprobación realizando obras de virtud y amor. Estamos llamando a las personas a renunciar a toda auto-dependencia y confiar por completo en la vida y muerte salvadora de Jesús Cristo. (Efesios 2:8-9; Tito 3:5; Romanos 4:4-5; Romanos 10: 1-4; Philippians 3:9)  
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'''6.''' Debemos dejar en claro que la fe cristiana, que nos une a Cristo y todos los beneficios de su salvación, es una confianza desesperada, como la de un niño, en el valor y en la obra de Cristo, no en una obra meritoria que hayamos hecho nosotros. Nuestro llamado a que las personas se conviertan al cristianismo no es un llamado a trabajar para Dios o a ganar su aprobación realizando obras de justicia y amor. Llamamos a las personas a renunciar a toda autosuficiencia y a confiar por completo en la vida y muerte salvadoras de Jesucristo (Efesios 2:8-9; Tito 3:5; Romanos 4:4-5; Romanos 10:1-4; Filipenses 3:9).
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'''7.''' Creemos que es algo justo y amoroso el señalar públicamente los errores de otras creencias, siempre que se realice con la evidencia suficiente de que las sagradas escrituras o sus portavoces en efecto expresan estas errores. Es fundamental que nos esforcemos por evitar tergiversar otras creencias, dado que ello no sólo sería irrespetuoso sino que también socava nuestra propia credibilidad. (Actas 6:8-7:53; Marcos 12:24; Marcos 8:33; Actas 3:15; 5:30; Exodo 20:16; Efesios 4:25).  
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'''7.''' Creemos que es justo y amoroso señalar públicamente los errores de las demás creencias, siempre y cuando esto se haga contando con evidencia suficiente de que los escritos sagrados o los portavoces representativos de esos credos en efecto expresan esos errores. Es fundamental que nos esforcemos para evitar tergiversar las demás creencias, dado que eso no sólo es irrespetuoso sino que también socava nuestra propia credibilidad (Hechos 6:8 - 7:53; Marcos 12:24; Marcos 8:33; Hechos 3:15; Hechos 5:30; Éxodo 20:16; Efesios 4:25).  
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'''8.''' Mientras exponemos los errores de otras religiones, debemos sentir y expresar pena y compasión por aquellos que no abrazan a Cristo para ser salvados (Lucas 19:41-42; Philippians 3:18; Romanos 9:1-3; 10:1)  
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'''8.''' Cuando exponemos los errores de otras religiones, debemos sentir y expresar pena y compasión por aquellos que no abrazan a Cristo para obtener la salvación (Lucas 19:41-42; Filipenses 3:18; Romanos 9:1-3; Romanos 10:1).
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'''9.''' Debemos dejar en claro que somos, primero, Cristianos y norteamericanos, en segundo lugar. Somos extranjeros y exiliados en la Tierra y nuestra más profunda y verdadera ciudadanía está en el cielo. Nuestro definitivo Señor y Líder es Jesús Cristo, no el Presidente de los Estados Unidos de América. Esta primaria y más profunda alianza nos une a los Cristianos de todos las naciones más firmemente que nuestra secular ciudadanía nos une a otros norteamericanos. En lo que respecta a muchos valores y comportamientos norteamericanos somos ciudadanos disidentes. La Cultura Norteamericana no es la Cristiandad. No creemos sea anti-patriótico el criticar los aspectos injustos e impíos de nuestra propia cultura (Philippians 3:20; Pedro 2:11; Mateo 22:21; Actas 5:29; 1 Timoteo 6:14-15; Revelación 17:14; Efesios 5:11)  
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'''9.''' Debemos dejar en claro que somos en primer lugar cristianos y en segundo lugar estadounidenses. Somos extranjeros y exiliados en el mundo y nuestra más profunda y verdadera ciudadanía está en el cielo. Nuestro Señor y Líder supremo es Jesucristo, no el presidente de los Estados Unidos de América. Esta lealtad primordial y más profunda nos une a los cristianos de todas las naciones más firmemente de lo que nuestra ciudadanía secular nos une a otros estadounidenses. En lo que respecta a muchos valores y comportamientos norteamericanos, somos ciudadanos disidentes. La cultura norteamericana no equivale al cristianismo. No creemos que sea antipatriótico criticar los aspectos injustos e impíos de nuestra propia cultura (Filipenses 3:20; 1 Pedro 2:11; Mateo 22:21; Hechos 5:29; 1 Timoteo 6:14-15; Apocalipsis 17:14; Efesios 5:11).
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'''10.''' No debemos esperar una “lucha justa” en un mundo por siglos hostil a Dios e incómodo en cuanto a la verdad de Cristo. Por consiguiente, nuestra respuesta a los abusos o distorsiones o calumnias no debe ser un resentimiento furioso sino, testigo paciente de la verdad, en la esperanza y con el ruego de que pagar un mal con un bien puede abrir los corazones a la verdad. Debemos reconocer que la persecución de diferentes clases es normal y que mucha de la protección que tenemos en Norte-América es algo anormal en la historia y en el mundo. Nuestro testimonio no se fomentar “ jadeando y resoplando” resentidos sobre nuestros derechos. Progresará por “el sufrimiento pero, siempre alegres” y por el triunfo del bien sobre el mal y por las declaraciones firmes y las defensas razonables de la Verdad. (Mateo 5:43-45; Romanos 12:17-21; Corintios 4: 12-13; 1 Tesalonicenses 5:15; 2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 2:15, 19-24; 3-9; 4:12)  
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'''10.''' No debemos esperar que haya un “juego limpio” en un mundo que por siglos ha sido hostil hacia Dios y al que le incomoda la verdad de Cristo. Por consiguiente, nuestra respuesta ante los insultos, las tergiversaciones y las calumnias no debe ser el resentimiento y el enojo, sino ser testigos pacientes de la verdad, orando con la esperanza de que pagar bien por mal puede abrir los corazones a la verdad. Debemos reconocer que la persecución de diferentes tipos es normal y que mucha de la protección que tenemos en Estados Unidos es algo anormal en la historia y en el mundo. No podemos dar a conocer y difundir nuestro testimonio mientras jadeamos y resoplamos, resentidos por la violación de nuestros derechos. Nuestro testimonio se difundirá por medio del sufrimiento, estando “como entristecidos, mas siempre gozosos”, venciendo el mal con el bien, y haciendo declaraciones rotundas y una defensa razonable de la verdad (Mateo 5:43-45; Romanos 12:17-21; 1 Corintios 4:12-13; 1 Tesalonicenses 5:15; 2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 2:15, 19-24; 1 Pedro 3:9; 1 Pedro 4:12).
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'''11.''' Debemos renunciar a toda forma de violencia como medio de difundir nuestras creencias. Los Cristianos bíblicos no tratan de expandir sus creencias mediante el uso de una política de violencia o la violencia sobre las personas. Los Cristianos difunden sus creencias por medio del sufrimiento, no causando sufrimiento. Los auténticos Cristianos no pueden ser coaccionados por la fuerza o por manipulación (Lucas 10:3; 2 Corintios 5:11; Colosos 2:24; 1 Pedro 2:19-24; Revelación 12:11)  
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'''11.''' Debemos renunciar a toda forma de violencia como medio para difundir nuestras creencias. Los cristianos bíblicos no tratan de proclamar sus creencias mediante el uso de la violencia política o personal. Los cristianos proclaman sus creencias por medio del sufrimiento, no causando sufrimiento. Los cristianos auténticos no pueden ser coaccionados por la fuerza o por la manipulación (Lucas 10:3; 2 Corintios 5:11; Colosenses 2:24; 1 Pedro 2:19-24; Apocalipsis 12:11).
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'''12.''' Debemos conocer y proclamar que Cristo en su presencia, castigará a aquellos que lo han repudiado. Les destinará en el Juicio Eterno a los sufrimientos del Infierno. Sin embargo, debemos dejar bien claro que la violencia de Cristo al final del tiempo es una razón decisiva, no debemos ni podemos ejercer violencia contra otros debido a sus creencias. Este es un derecho de Cristo, no nuestro (Mateo 25:46; Romanos 12:19; Tesalios 1:7-9; 1 Pedro 2:20-23&nbsp;; Revelación 6:16)  
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'''12.''' Debemos reconocer y proclamar que Cristo, cuando vuelva en persona, castigará a aquellos que lo han repudiado. Los destinará al juicio eterno y los sufrimientos del infierno. Sin embargo, debemos dejar bien en claro que la violencia que Cristo ejercerá en el final de los tiempos es una razón decisiva por la cual no debemos ni podemos ejercer violencia contra los demás debido a sus creencias. Este es un derecho de Cristo, no nuestro (Mateo 25:46; Romanos 12:19; 2 Tesalonicenses 1:7-9; 1 Pedro 2:20-23; Apocalipsis 6:16).
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'''13.''' En el tiempo presente, previo a la llegada del propio Cristo en persona, las autoridades civiles no deberían utilizar la fuerza física o cualquier otro medio de coacción por la fuerza o denegación de ayuda para recompensar o castigar a las personas por sus creencias. (Implícito en el patrón bíblico de la fe voluntaria buscado por el poder de la persuasión y el ejemplo, y en la necesidad de promulgar la gracia mediante la conversión. (2 Corintios 5:11; 1 Tesalios 1:5-6; Efesios 2:8-9; Acatas 6:14; Philippians 1:29; 2 Timoteo 2:24-26)  
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'''13.''' En el tiempo presente, previo a la venida del mismo Cristo en persona, las autoridades civiles no deberían hacer uso de la fuerza física ni de ningún otro medio de coacción por la fuerza o la denegación de ayuda o derechos para recompensar o castigar a las personas por sus creencias. Esto queda implícito en el patrón bíblico de la fe voluntaria, que se incita por el poder de la persuasión y el ejemplo, y en la necesidad de gracia divina que posibilita la conversión (2 Corintios 5:11; 1 Tesalonicenses 1:5-6; Efesios 2:8-9; Hechos 6:14; Filipenses 1:29; 2 Timoteo 2:24-26).
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'''14.''' Ninguna fuerza física ni ninguna otra coacción de poder , o el denegar ayuda, puede ser utilizada por las autoridades para castigar a las personas por causa de sus palabras o sus escritos o su arte, a menos que, pueda demostrarse el sentido del mensaje, a través de un apropiado proceso legal, que revele las intenciones de cometer actos criminales o ayudar a otros a cometerlos (Ver el soporte para el No. 13)  
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'''14.''' Las autoridades civiles no deben hacer uso alguno de la fuerza física ni de ninguna otra forma de coacción por poder, ni de la denegación de los derechos, como medio para castigar a las personas por causa de sus palabras, escritos o arte, a menos que pueda demostrarse, a través de un proceso legal apropiado, que el mensaje revela la intención de cometer actos criminales o incitar a otros a cometerlos (ver el punto 13).
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'''15.''' Creemos que Dios ha dado a los gobiernos civiles, no a los individuos ni a la Iglesia, el deber de “blandir la espada” por la justicia y la seguridad (Mateo 26:52; Romanos 13:1-4; Romanos 12:17-21; 1 Pedro 2:20-23; 3:9, 14)  
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'''15.''' Creemos que Dios le ha conferido al gobierno civil, y no a los individuos ni a la Iglesia, el deber de “blandir la espada” por la justicia y la seguridad (Mateo 26:52; Romanos 13:1-4; Romanos 12:17-21; 1 Pedro 2:20-23; 1 Pedro 3:9, 14).
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'''16.''' Debemos distinguir entre una guerra justa de defensa frente a una agresión y una guerra en contra de los pueblos debido a sus creencias. Debemos reconocer que esta distinción no será, probablemente, reconocida por ciertas religiones que definen sus creencias incluyendo el derecho de la dominación cultural por la fuerza. Pero, debemos insistir en esta distinción más que aceptar el reclamo del agresor de que nuestra resistencia a su agresión es un ataque religioso a su fe. Debemos debatir que el fundamento de esa defensa nacional es el derecho a la libertad (de culto y expresión, de prensa y de reunión) no la desaprobación de la religión subyacente al ataque. Nosotros diferimos profundamente con otras religiones pero, ese desacuerdo no es el fundamento de la defensa nacional armada. Debemos distinguir entre la resistencia militar de facto en contra de una fuerza motivada por la religión, de una parte y, el motivo de nuestra resistencia de la otra parte, la cual no es el rechazo a religión alguna sino, la libertad de todas las religiones de ganar adeptos por los medios no violentos de la persuasión y la atracción (Implícito en los principios anteriores)  
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'''16.''' Debemos saber distinguir entre una guerra justa en defensa propia ante a una agresión, y una guerra religiosa en contra de los pueblos debido a sus creencias. Debemos reconocer que es probable que esta distinción no sea reconocida por ciertas religiones que incluyen en la definición de sus creencias el derecho a la dominación cultural por la fuerza. No obstante, debemos insistir en esta distinción en lugar de aceptar la acusación del agresor, que afirma que nuestra resistencia ante su agresión es un ataque religioso a su fe. Debemos argumentar que el fundamento de la defensa nacional es el derecho civil a la libertad (de culto, de expresión, de prensa y de reunión), no la desaprobación de la religión que subyace al ataque. Nosotros diferimos profundamente con otras religiones, pero esas diferencias no son el fundamento de la defensa armada nacional. Debemos distinguir entre la resistencia militar de facto en contra de una fuerza motivada por la religión, y el motivo de nuestra resistencia, que no es el rechazo a religión alguna, sino la libertad de todas las religiones de ganar adeptos por los medios pacíficos de la persuasión y la atracción (implícito en los principios anteriores).
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'''17.''' Debemos reconocer que las creencias ya las conductas no tienen el mismo rango ante la ley. Ninguna creencia debe ser reprimida por las autoridades civiles. Pero, algunas conductas basadas en las creencias pueden estar fuera de la ley y, por ende, ser punibles por las autoridades civiles. Estas conductas pueden incluir: asesinatos, asaltos, robos, diferentes formas de discriminación, etc. Cuáles comportamientos están legalmente prohibidos en una sociedad basada en la libertad de credo y de culto, serán determinados en un proceso de persuasión y debate y elección de los representantes de hacer valer la ley, mediante chequeos y balances proporcionados por las ramas ejecutiva y judicial y por las salvaguardas constitucionales de los derechos de las minorías. Se reconocen ambigüedades (Ver el respaldo del No,. 13 y las implicaciones de los principios previos en su conjunto).  
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'''17.''' Debemos reconocer que las creencias y las conductas no tienen el mismo peso ante la ley. Ninguna creencia debe ser reprimida por las autoridades civiles. Sin embargo, algunas conductas basadas en las creencias pueden estar fuera de la ley y, por ende, ser punibles por las autoridades civiles. Estas conductas incluyen: asesinatos, agresiones, robos, diferentes formas de discriminación, etc. Qué comportamientos están prohibidos por la ley en una sociedad basada en la libertad de credo y de culto, es algo que se determina en un proceso de persuasión, debate y elección de los representantes legislativos, mediante los mecanismos de control proporcionados por las ramas ejecutiva y judicial del gobierno y por las salvaguardas constitucionales, que garantizan los derechos de las minorías. Se reconocen las ambigüedades (ver el punto 13 y las implicaciones de los principios previos en su conjunto).  
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'''18.''' Debemos hacer una distinción entre el derecho de criticar creencias erróneas y conductas pecaminosas, de una parte y, la falsa deducción que algunos sacan de esta crítica, ya que los propulsores de las creencias criticadas pueden, por ende, ser legítimamente víctimas de malos tratos. No debemos aceptar el reclamo de que ser criticados o denunciados como falsos o como pecadores es una forma de “maltrato”. No es un crimen (acoso o cualquier otro) llamar públicamente erróneas o dañinas a las creencias de alguien, o denunciar el comportamiento de algunos como pecaminoso y destructivo. Una parte necesaria en todo debate en torno a creencias y conductas y propuestas es el razonamiento de que algunos son erróneos, infundados y tienen efectos nocivos. Así es como transcurre todo debate político. No es ilegítimo en la esfera religiosa. Por ejemplo: si alguien asaltase violentamente a un Senador norteamericano en la calle después de que éste hubiese sido criticado en el seno del Senado porque su Proyecto de Ley era flowed y basado en la desinformación y podría conducir a lesionar a las personas, no culparíamos al Senador crítico por el posterior ataque ni lo acusaríamos de incitar a la violencia. Por lo tanto, debemos distinguir entre la crítica pública de creencias y conductas, de una parte y, la ilegítima inferencia de que estas creencias erróneas y los comportamientos pecaminosos avalan el ser maltratado. (Ver el respaldo para el No. 3 y el No. 7).  
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'''18.''' Debemos hacer una distinción entre el derecho a criticar las creencias erróneas y conductas pecaminosas, y la falsa deducción de algunos, que creen que esta crítica les permite ejercer malos tratos de manera legítima sobre los defensores de las creencias criticadas. No debemos aceptar la acusación de que criticar o exponer a ciertos grupos afirmando sus errores o su posición de pecadores es una forma de “maltrato”. No es un crimen (ni un delito de odio ni ningún otro) llamar públicamente a las creencias de alguien erróneas o dañinas, o denunciar el comportamiento de algunos afirmando que es pecaminoso y destructivo. Una parte necesaria de todo debate en torno a las creencias, conductas y propuestas es el argumento de que algunas son erróneas, infundadas y tienen efectos nocivos. Así es como transcurre todo debate político. No es ilegítimo hacer lo mismo en la esfera religiosa. Por ejemplo: si alguien agrediera violentamente a un senador estadounidense en la calle después de que él hubiese sido criticado en una sesión del Senado porque su proyecto de ley tenía errores, estaba basado en la desinformación y podría resultar en perjuicio de las personas pobres, no culparíamos al senador que lo criticó por el posterior ataque ni lo acusaríamos de incitar a la violencia. Por lo tanto, debemos distinguir entre la crítica pública de creencias y conductas, y la inferencia ilegítima de que estas creencias erróneas y comportamientos pecaminosos justifican los maltratos (ver los puntos 3 y 7).  
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'''19.''' Creemos que los diferentes credos cambian el sentido interno de todas las convicciones y comportamientos. De ahí que, por ejemplo, dos personas pueden tener diferentes creencias pero, mantener la misma convicción y conducta ante lo concerniente al aborto. Deseamos que todas las personas compartan la fe en Cristo y tuviesen convicciones y conductas cuyo sentido interno fuese que Cristo es el Seño0r y el tesoro de la vida. Pero, aún así, nos sentimos contentos cuando nuestras convicciones y comportamientos son compartidos por aquellos que difieren de nosotros en la fe. Creemos que es posible hacer causa común con ellos en los asuntos sociales a condición de que esta acción no socave las bases ni el significados de nuestra convicción exaltadora de Cristo ( 1 Corintios 10:31; Colosos 3:17; Romanos 14:23)  
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'''19.''' Creemos que los diferentes credos cambian el sentido interno de todas las convicciones y conductas, pero que no cambian la forma de todas las convicciones y conductas. De ahí que, por ejemplo, dos personas puedan tener diferentes creencias pero puedan mantener la misma convicción y conducta en lo concerniente al aborto. Desearíamos que todas las personas compartieran la fe en Cristo y tuvieran convicciones y conductas cuyo sentido interno fuera que Cristo es el Señor y el tesoro de la vida. Sin embargo, aun cuando ese no fuera el caso, nos alegra tener convicciones y comportamientos en común con aquellos que difieren con nosotros en la fe. Creemos que es posible hacer causa común con ellos en los asuntos sociales, en tanto esta acción conjunta no socave las bases ni el sentido de nuestra convicción orientada a exaltar a Cristo (1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17; Romanos 14:23).
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'''20.''' Creemos que toda religión, cosmo-visión , o filosofía de la vida puede, libremente, procurar influir y conformar nuestra cultura. Apoyamos la predicación de los Evangelios, la promulgación de la verdad, los modelos de amor y justicia, el poder de la oración, el uso de la persuasión y la participación en el proceso político. Reconocemos que todas las leyes “imponen” las convicciones conductuales de un grupo sobre los demás. Así como no es una crítica convincente el decir que una ley que controla las conductas es mala porque “impone la moralidad de algunos” a la sociedad. Sin embargo, esto hace que para todos sea más importante el apoyar principios, leyes y políticas que protejan las libertades legales de las minorías que no cuentan con la membresía necesaria para influir en los procesos legislativos. El alcance de estas libertades está determinado por los principios anteriormente expuestos, especialmente el No. 17 (Implícito en los principios y respaldos previos.
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'''20.''' Creemos que toda religión, cosmovisión o filosofía de vida puede, libremente, procurar influir sobre nuestra cultura y moldearla. Renunciamos al uso de la fuerza, los sobornos y el engaño en nuestros esfuerzos por moldear la cultura. Apoyamos la predicación del evangelio, la promulgación de la verdad, los modelos de amor y justicia, el poder de la oración, el uso de la persuasión y la participación en el proceso político. Reconocemos que todas las leyes “imponen” las convicciones conductuales de un grupo sobre todos los demás. Por ende, no es una crítica convincente el decir que una ley que controla las conductas es mala porque “impone la moralidad de algunos” por sobre la sociedad. Sin embargo, esto hace que sea mucho más importante que apoyemos los principios, las leyes y las políticas que protegen las libertades legales de las minorías que no cuentan con el número necesario de personas para influir en los procesos legislativos. El alcance de estas libertades está determinado por los principios anteriormente expuestos, especialmente el punto 17 (implícito en los principios anteriores).

Última versión de 15:59 8 feb 2016

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Sobre esta Traducción
English: Tolerance, Truth-Telling, Violence, and Law

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Por John Piper sobre Religiones del Mundo

Traducción por Caridad Adriana Zayas Velázquez


Principios para los cristianos sobre cómo deben relacionarse con aquellos que profesan credos diferentes.

Desde el 11 de septiembre de 2001, la cuestión de cómo deben relacionarse cristianos y musulmanes los unos con los otros ha adquirido un carácter más urgente. A su vez, este asunto forma parte de un problema aun mayor: ¿cómo han sido llamados a vivir los cristianos en un mundo pluralista? Más específicamente, ¿cómo debemos pensar y actuar nosotros, los cristianos estadounidenses, en lo que concierne a la libertad de culto o de credo en un contexto pluralista que se define por los ideales de la democracia representativa? En particular, ¿cómo podemos dar testimonio de la primacía de Cristo en un mundo en el cual las culturas y religiones poderosas no comparten el amor por la libertad o los ideales de la democracia?

El 26 de agosto de 2002, los ancianos de la Iglesia Bautista Bethlehem aprobaron los siguientes 20 principios, que constituyen una guía fiel a la Biblia para los cristianos. Se los encomendamos en primer lugar a la iglesia que está bajo nuestro cuidado, para que le sean de guía y orientación; en segundo lugar a la comunidad más amplia del Cuerpo cristiano, para que lo considere seriamente y redunde en su beneficio; y en tercer lugar a aquellas comunidades que no son cristianas, con el fin de alcanzar y reforzar el entendimiento mutuo. Nuestro principal objetivo es ayudar a los cristianos a honrar y exaltar la singularidad y la supremacía de Jesucristo con humildad y coraje, de modo que los demás puedan honrarlo por la fe y tener vida eterna.

1. Ya sea que recibamos la aprobación o la desaprobación de los demás, debemos mantenernos firmes, con gratitud y alegría, en la verdadera comprensión bíblica de Dios, en el camino de salvación que Él ha dispuesto y en la vida de amor, pureza y justicia que Cristo ha forjado y enseñado (1 Corintios 15:2; Hebreos 3:6; Hebreos 4:14; Hebreos 6:18; Hebreos 10:23; Apocalipsis 2:13, 25; Apocalipsis 3:11).

2. Tanto en la iglesia como en el mundo debemos dejar en claro, de forma explícita, todo el consejo de Dios revelado en su palabra inspirada, la Biblia, que comprende tanto las partes aprobadas por los no cristianos como las que ellos no aprueban. No debemos esconder aspectos de nuestra fe para evitar las críticas o la desaprobación (Mateo 10:27-28; Efesios 6:19-20; 2 Corintios 4:2; Gálatas 1:10).

3. Es bueno y amoroso señalar los errores y el daño que causan las religiones que niegan a Cristo. El perjuicio consiste no sólo en determinados efectos temporales sino, especialmente, en el dolor eterno causado por rechazar la verdad de Cristo. Esta advertencia debe darse con seriedad y deseándole el bien a aquellos que están en peligro de padecer las consecuencias de no confiar en Cristo (Lucas 6:31-32; Romanos 13:10; 1 Timoteo 4:8; 2 Tesalonicenses 1:8-9; 2 Corintios 5:20).

4. Nosotros los cristianos debemos reconocer nuestros pecados y nuestra necesidad desesperada de redención mediante un Salvador que ha sido crucificado y ha resucitado, de modo que no debemos asumir la postura de merecedores de la salvación, como si tuviéramos intelecto, sabiduría o bondad superiores. Somos mendigos que, por gracia, han encontrado el pan de vida de la verdad, el perdón y el gozo. Deseamos ofrecérselo a todos, para que se unan a nosotros en la admiración y el disfrute de la grandeza de Cristo por siempre (1 Corintios 1:26-30; 1 Corintios 4:7; 1 Pedro 5:6; Santiago 4:8-10; Lucas 18:13-14; Mateo 10:8b).

5. Debemos presentar a Cristo, no como la victoria en una disputa entre religiones, sino como la persona más digna de confianza, más hermosa, más importante y más invaluable de la historia, y como el sustituto que más desesperadamente necesitamos y más amamos por dos motivos: 1) Él absorbió, mediante su sufrimiento y muerte, la ira de Dios en nuestro lugar; y 2) Él se convirtió en nuestra justicia delante del Dios Santísimo al vivir una vida sin pecado, la cual nos fue atribuida cuando creímos en Jesús (1 Corintios 2:1-2; 2 Corintios 4:4; 1 Pedro 2:6-7; Romanos 3:24-26; Romanos 5:18-19; Gálatas 3:13; 2 Corintios 5:21).

6. Debemos dejar en claro que la fe cristiana, que nos une a Cristo y todos los beneficios de su salvación, es una confianza desesperada, como la de un niño, en el valor y en la obra de Cristo, no en una obra meritoria que hayamos hecho nosotros. Nuestro llamado a que las personas se conviertan al cristianismo no es un llamado a trabajar para Dios o a ganar su aprobación realizando obras de justicia y amor. Llamamos a las personas a renunciar a toda autosuficiencia y a confiar por completo en la vida y muerte salvadoras de Jesucristo (Efesios 2:8-9; Tito 3:5; Romanos 4:4-5; Romanos 10:1-4; Filipenses 3:9).

7. Creemos que es justo y amoroso señalar públicamente los errores de las demás creencias, siempre y cuando esto se haga contando con evidencia suficiente de que los escritos sagrados o los portavoces representativos de esos credos en efecto expresan esos errores. Es fundamental que nos esforcemos para evitar tergiversar las demás creencias, dado que eso no sólo es irrespetuoso sino que también socava nuestra propia credibilidad (Hechos 6:8 - 7:53; Marcos 12:24; Marcos 8:33; Hechos 3:15; Hechos 5:30; Éxodo 20:16; Efesios 4:25).

8. Cuando exponemos los errores de otras religiones, debemos sentir y expresar pena y compasión por aquellos que no abrazan a Cristo para obtener la salvación (Lucas 19:41-42; Filipenses 3:18; Romanos 9:1-3; Romanos 10:1).

9. Debemos dejar en claro que somos en primer lugar cristianos y en segundo lugar estadounidenses. Somos extranjeros y exiliados en el mundo y nuestra más profunda y verdadera ciudadanía está en el cielo. Nuestro Señor y Líder supremo es Jesucristo, no el presidente de los Estados Unidos de América. Esta lealtad primordial y más profunda nos une a los cristianos de todas las naciones más firmemente de lo que nuestra ciudadanía secular nos une a otros estadounidenses. En lo que respecta a muchos valores y comportamientos norteamericanos, somos ciudadanos disidentes. La cultura norteamericana no equivale al cristianismo. No creemos que sea antipatriótico criticar los aspectos injustos e impíos de nuestra propia cultura (Filipenses 3:20; 1 Pedro 2:11; Mateo 22:21; Hechos 5:29; 1 Timoteo 6:14-15; Apocalipsis 17:14; Efesios 5:11).

10. No debemos esperar que haya un “juego limpio” en un mundo que por siglos ha sido hostil hacia Dios y al que le incomoda la verdad de Cristo. Por consiguiente, nuestra respuesta ante los insultos, las tergiversaciones y las calumnias no debe ser el resentimiento y el enojo, sino ser testigos pacientes de la verdad, orando con la esperanza de que pagar bien por mal puede abrir los corazones a la verdad. Debemos reconocer que la persecución de diferentes tipos es normal y que mucha de la protección que tenemos en Estados Unidos es algo anormal en la historia y en el mundo. No podemos dar a conocer y difundir nuestro testimonio mientras jadeamos y resoplamos, resentidos por la violación de nuestros derechos. Nuestro testimonio se difundirá por medio del sufrimiento, estando “como entristecidos, mas siempre gozosos”, venciendo el mal con el bien, y haciendo declaraciones rotundas y una defensa razonable de la verdad (Mateo 5:43-45; Romanos 12:17-21; 1 Corintios 4:12-13; 1 Tesalonicenses 5:15; 2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 2:15, 19-24; 1 Pedro 3:9; 1 Pedro 4:12).

11. Debemos renunciar a toda forma de violencia como medio para difundir nuestras creencias. Los cristianos bíblicos no tratan de proclamar sus creencias mediante el uso de la violencia política o personal. Los cristianos proclaman sus creencias por medio del sufrimiento, no causando sufrimiento. Los cristianos auténticos no pueden ser coaccionados por la fuerza o por la manipulación (Lucas 10:3; 2 Corintios 5:11; Colosenses 2:24; 1 Pedro 2:19-24; Apocalipsis 12:11).

12. Debemos reconocer y proclamar que Cristo, cuando vuelva en persona, castigará a aquellos que lo han repudiado. Los destinará al juicio eterno y los sufrimientos del infierno. Sin embargo, debemos dejar bien en claro que la violencia que Cristo ejercerá en el final de los tiempos es una razón decisiva por la cual no debemos ni podemos ejercer violencia contra los demás debido a sus creencias. Este es un derecho de Cristo, no nuestro (Mateo 25:46; Romanos 12:19; 2 Tesalonicenses 1:7-9; 1 Pedro 2:20-23; Apocalipsis 6:16).

13. En el tiempo presente, previo a la venida del mismo Cristo en persona, las autoridades civiles no deberían hacer uso de la fuerza física ni de ningún otro medio de coacción por la fuerza o la denegación de ayuda o derechos para recompensar o castigar a las personas por sus creencias. Esto queda implícito en el patrón bíblico de la fe voluntaria, que se incita por el poder de la persuasión y el ejemplo, y en la necesidad de gracia divina que posibilita la conversión (2 Corintios 5:11; 1 Tesalonicenses 1:5-6; Efesios 2:8-9; Hechos 6:14; Filipenses 1:29; 2 Timoteo 2:24-26).

14. Las autoridades civiles no deben hacer uso alguno de la fuerza física ni de ninguna otra forma de coacción por poder, ni de la denegación de los derechos, como medio para castigar a las personas por causa de sus palabras, escritos o arte, a menos que pueda demostrarse, a través de un proceso legal apropiado, que el mensaje revela la intención de cometer actos criminales o incitar a otros a cometerlos (ver el punto 13).

15. Creemos que Dios le ha conferido al gobierno civil, y no a los individuos ni a la Iglesia, el deber de “blandir la espada” por la justicia y la seguridad (Mateo 26:52; Romanos 13:1-4; Romanos 12:17-21; 1 Pedro 2:20-23; 1 Pedro 3:9, 14).

16. Debemos saber distinguir entre una guerra justa en defensa propia ante a una agresión, y una guerra religiosa en contra de los pueblos debido a sus creencias. Debemos reconocer que es probable que esta distinción no sea reconocida por ciertas religiones que incluyen en la definición de sus creencias el derecho a la dominación cultural por la fuerza. No obstante, debemos insistir en esta distinción en lugar de aceptar la acusación del agresor, que afirma que nuestra resistencia ante su agresión es un ataque religioso a su fe. Debemos argumentar que el fundamento de la defensa nacional es el derecho civil a la libertad (de culto, de expresión, de prensa y de reunión), no la desaprobación de la religión que subyace al ataque. Nosotros diferimos profundamente con otras religiones, pero esas diferencias no son el fundamento de la defensa armada nacional. Debemos distinguir entre la resistencia militar de facto en contra de una fuerza motivada por la religión, y el motivo de nuestra resistencia, que no es el rechazo a religión alguna, sino la libertad de todas las religiones de ganar adeptos por los medios pacíficos de la persuasión y la atracción (implícito en los principios anteriores).

17. Debemos reconocer que las creencias y las conductas no tienen el mismo peso ante la ley. Ninguna creencia debe ser reprimida por las autoridades civiles. Sin embargo, algunas conductas basadas en las creencias pueden estar fuera de la ley y, por ende, ser punibles por las autoridades civiles. Estas conductas incluyen: asesinatos, agresiones, robos, diferentes formas de discriminación, etc. Qué comportamientos están prohibidos por la ley en una sociedad basada en la libertad de credo y de culto, es algo que se determina en un proceso de persuasión, debate y elección de los representantes legislativos, mediante los mecanismos de control proporcionados por las ramas ejecutiva y judicial del gobierno y por las salvaguardas constitucionales, que garantizan los derechos de las minorías. Se reconocen las ambigüedades (ver el punto 13 y las implicaciones de los principios previos en su conjunto).

18. Debemos hacer una distinción entre el derecho a criticar las creencias erróneas y conductas pecaminosas, y la falsa deducción de algunos, que creen que esta crítica les permite ejercer malos tratos de manera legítima sobre los defensores de las creencias criticadas. No debemos aceptar la acusación de que criticar o exponer a ciertos grupos afirmando sus errores o su posición de pecadores es una forma de “maltrato”. No es un crimen (ni un delito de odio ni ningún otro) llamar públicamente a las creencias de alguien erróneas o dañinas, o denunciar el comportamiento de algunos afirmando que es pecaminoso y destructivo. Una parte necesaria de todo debate en torno a las creencias, conductas y propuestas es el argumento de que algunas son erróneas, infundadas y tienen efectos nocivos. Así es como transcurre todo debate político. No es ilegítimo hacer lo mismo en la esfera religiosa. Por ejemplo: si alguien agrediera violentamente a un senador estadounidense en la calle después de que él hubiese sido criticado en una sesión del Senado porque su proyecto de ley tenía errores, estaba basado en la desinformación y podría resultar en perjuicio de las personas pobres, no culparíamos al senador que lo criticó por el posterior ataque ni lo acusaríamos de incitar a la violencia. Por lo tanto, debemos distinguir entre la crítica pública de creencias y conductas, y la inferencia ilegítima de que estas creencias erróneas y comportamientos pecaminosos justifican los maltratos (ver los puntos 3 y 7).

19. Creemos que los diferentes credos cambian el sentido interno de todas las convicciones y conductas, pero que no cambian la forma de todas las convicciones y conductas. De ahí que, por ejemplo, dos personas puedan tener diferentes creencias pero puedan mantener la misma convicción y conducta en lo concerniente al aborto. Desearíamos que todas las personas compartieran la fe en Cristo y tuvieran convicciones y conductas cuyo sentido interno fuera que Cristo es el Señor y el tesoro de la vida. Sin embargo, aun cuando ese no fuera el caso, nos alegra tener convicciones y comportamientos en común con aquellos que difieren con nosotros en la fe. Creemos que es posible hacer causa común con ellos en los asuntos sociales, en tanto esta acción conjunta no socave las bases ni el sentido de nuestra convicción orientada a exaltar a Cristo (1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17; Romanos 14:23).

20. Creemos que toda religión, cosmovisión o filosofía de vida puede, libremente, procurar influir sobre nuestra cultura y moldearla. Renunciamos al uso de la fuerza, los sobornos y el engaño en nuestros esfuerzos por moldear la cultura. Apoyamos la predicación del evangelio, la promulgación de la verdad, los modelos de amor y justicia, el poder de la oración, el uso de la persuasión y la participación en el proceso político. Reconocemos que todas las leyes “imponen” las convicciones conductuales de un grupo sobre todos los demás. Por ende, no es una crítica convincente el decir que una ley que controla las conductas es mala porque “impone la moralidad de algunos” por sobre la sociedad. Sin embargo, esto hace que sea mucho más importante que apoyemos los principios, las leyes y las políticas que protegen las libertades legales de las minorías que no cuentan con el número necesario de personas para influir en los procesos legislativos. El alcance de estas libertades está determinado por los principios anteriormente expuestos, especialmente el punto 17 (implícito en los principios anteriores).


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