La voluntad de Dios es tu espera

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English: God's Will for Your Wait

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Analuz Pozzo Abalos


A menudo, en el ministerio hay momentos en los que te sientes impulsado por visiones bíblicas, a lo que Dios llama espera. La espera puede ser desalentadora y difícil. Entonces, ¿qué aspecto tiene la espera cuando te hace partícipe de lo que Dios está haciendo en vez de crear a una persona que lucha contra la espera? Mis sugerencias son variadas.

Contenido

Recuerda que no estás solo

Mientras esperas, di a ti mismo una y otra vez que no haz sido diferenciado del resto. Recuerda que formas parte de una compañía amplia de gente que son llamados a esperar. Reflexiona sobre la historia bíblica. Abraham esperó muchos años por el hijo prometido. Israel espero 420 años por la salvación de Egipto, y después 40 años para poder entrar a la tierra que Dios les había prometido. La gente de Dios esperó generación tras generación por el Mesías y, la iglesia ahora espera su regreso. El mundo entero se queja mientras espera por la renovación final de todas las cosas que Dios ha prometido. En el ministerio, es fundamental entender que la espera no es una interrupción al plan de Dios. Es su plan. Y tú también puedes saber esto: el Señor que te ha llamado a esperar está contigo en la espera. No se ha ido a hacer algo más, como el médico que esperas ver. No, Dios está cerca, y te brinda todo lo que necesitas para que seas capaz de esperar.

Date cuenta que la espera es activa

Normalmente nuestra visión de la espera es el consultorio médico. Lo vemos como una pérdida de tiempo sin sentido, como un hombre atascado en el área de recepción hasta que no tenga más nada que hacer que ver recetas en una copia vieja de hace dos años de la revista Ladies' Home.

Nuestra espera por Dios no debe ser comprendida de esa forma. El tipo de espera al que somos llamados no es inactividad. Es muy positiva, intencionada y espiritual. Ser llamados a esperar significa ser llamados a la actividad de recordar: recordar quién soy y quién es Dios. Ser llamados a esperar significa ser llamados a la actividad de adorar: adorar a Dios por su presencia, su sabiduría, su poder, su amor y su gracia. Ser llamados a esperar significa ser llamados a la actividad de servir: buscando formas de asistir y alentar con amor a otros que también son llamados a esperar. Ser llamados a esperar significa ser llamados a la actividad de orar: confesar las luchas de mi corazón y buscar la gracia del Dios que me ha llamado a esperar. Debemos reconsiderar la espera y recordar que es un llamado a la acción.

Celebra el poco control que tengas

Porque el esfuerzo constante en el ministerio de ser un pequeño dios en alguna esquina de la creación es escurridizo e inútil, la espera debería ser en realidad un alivio. Es un recordatorio de que no tengo tanto poder y control como pensaba que tenía. Cuando tengo que esperar me doy cuenta de que no tengo que cargar a la iglesia en mis hombros. Puedo tener responsabilidades que Dios me haya encomendado en varias áreas, pero esto es totalmente diferente a fingir que tengo soberanía en cualquier área.

La iglesia se encuentra sobre los capaces hombros del Pastor Salvador, el Rey de los reyes. Mi única responsabilidad es la descripción del carácter y el comportamiento que este Rey me ha encomendado en su palabra. Ese es el recordatorio de que soy libre de confiar en él y, ¡por eso estoy verdaderamente agradecido! Realmente tiene al mundo entero en sus manos.

Celebra el compromiso de Dios con su trabajo de Gracia

Mientras esperas, reflexiona sobre cuán profundamente destruido está el mundo en que vives. Reflexiona sobre cuán generalizada es tu propia lucha con el pecado. Luego celebra el hecho de que Dios se compromete a las incontables maneras, grandes y pequeñas, en que la gracia trabaja para lograr sus propósitos en ti y en aquellos a quienes asistes.

Cuando se trata del trabajo continuo de gracia, es un Redentor insatisfecho. No abandonará el trabajo de sus manos hasta que todo haya sido restaurado. Ejercitará su poder de cualquier manera en la que sea necesaria para que por fin podamos ser redimidos de este mundo destruido y podamos ser liberados del pecado que nos ha hecho deshonestos. Celebra el hecho de que Dios no abandonará ese proceso de gracia en tu vida y ministerio para entregarte el consuelo, placer y alivio momentáneo que tendrías en realidad en los momentos de cansancio, abatimiento y debilidad. ¡Simplemente te ama demasiado para intercambiar gratificación temporal por gloria eterna!

Logra que tu espera fortalezca tu fe

Mientras pienso sobre la espera, a menudo recuerdo lo que se dice de Abraham en Romanos 4:18-21. El pasaje cuenta que mientras Abraham esperaba se fortalecía en su fe. ¿Eso no es lo que esperamos, no? Tendemos a pensar que, una vez hecha la promesa de Dios, una persona empezaría la espera con fe vibrante. Pero a medida que la espera se alarga, parece que la fe se debilita poco a poco. Entonces, ¿por qué la fe de Abraham se hizo cada vez más fuerte? Debido a lo que hizo mientras esperaba. Durante su espera, Abraham estudió el carácter y el poder de Dios y, cuánto más veía a Dios por quién es, más fuerte se volvía su fe. Meditó en la gloria de Dios, no en la dificultad de su situación.

Hay tres formas en que, como Abraham, puedes hacer que la espera fortalezca tu fe. Sabes que la espera es una oportunidad para conocer mejor a Dios pasando el tiempo pensando en su palabra y, así, desarrollando un sentido más profundo de su carácter, su sabiduría, su poder y su plan. Además, sabes que la espera es una oportunidad para conocerte mejor. Mientras esperas, y mientras tu corazón se revela, tienes la oportunidad de estudiar tu propio corazón. ¿Qué pecados, debilidades y luchas ha revelado Dios durante la espera? ¿Dónde ha expuesto la espera las mentiras y los dioses falsos que hacen que la espera sea difícil? Por último, sabes que la espera es una oportunidad para conocer mejor a los demás, porque sus corazones también se revelan. Esto te brinda oportunidades valiosas para un ministerio incluso más efectivo para las personas que están a tu cuidado.

Mientras esperas, tienes que fortalecerte, ser más eficaz y llenarte de fe. Después de todo, es la parte clave de la intención de Dios.

Cuenta tus bendiciones

La espera necesaria a productiva es el compromiso a resistir las quejas y los reclamos que a menudo nos secuestran a todos. Para luchar contra esta tendencia, aprende a enumerar las bendiciones durante la espera.

Una vez oí la historia que contaba un líder misionero acerca de cómo le temía a un viaje extremadamente largo por carretera. Después, pensó que el hecho de estar aprisionado detrás de la rueda del auto era en realidad una oportunidad. Decidió que mientras manejaba, agradecería a Dios por cada pequeño detalle de bendición y de gracia, empezando desde su más antiguo recuerdo. Mientras manejaba hora tras hora, le relató a Dios cada bendición de cada año y de cada década. Hacia el final de su viaje, todavía no había llegado a la actualidad. Como consecuencia, en vez de terminar el viaje cansado y aburrido, terminó entusiasmado y cambiado. Pudo ver su vida con otros ojos, con la presencia y la provisión de Dios en su vida logrando una claridad y una comprensión que nunca antes había experimentado.

Por el contrario, la espera a menudo nos recuerda lo que no tenemos. Cuánto mejor, productivo y alegre es pensar en la espera como una oportunidad para enumerar todas las cosas buenas que tenemos en nuestra vida—cosas que nunca podríamos haber ganado, alcanzado o merecido.

Añora la Eternidad

La espera también significa algo más: Dios trata de que la espera me haga añorar el hogar. Cuando pienso en esto, a menudo recuerdo el campamento. Creo que el único propósito del campamento es hacer que agradezcas por tu hogar. Cuando están acampando, todo es más difícil que en casa. Al principio, puede ser divertido. Pero tres o cuatro días después, empiezas a cansarte de tener que hacer fuego, buscar agua potable y pescar para comer. Empiezas tranquilamente (o no tan tranquilo) a añorar tu hogar.

Esperar es un recordatorio de que vives “entre lo que ya pasó y lo que todavía no”. Si, hay muchas cosas por las que hay que estar agradecido en esta vida, pero este lugar no es tu hogar definitivo. Estás es una vivienda temporal en una ciudad temporal. En la vida y el ministerio que experimentas aquí, hay algunos aspectos que pueden recordarte que este no es tu hogar. Las adversidades actuales de tu vida y ministerio hablan claramente: este no es tu lugar definitivo. La espera pretende causar en ti un descontento con la situación actual que honre a Dios. La espera pretende que tengas hambre, para generar un anhelo. ¿Un anhelo de qué? De estar en tu hogar —en tu hogar con el Señor para siempre, dónde el pecado no existe, en un mundo que se hizo completamente nuevo. Mientras esperas, repite constantemente, Este no es mi lugar definitivo.

En este momento, en este lugar, en tu vida personal o ministerio, hay alguna manera, quizás muchas maneras, en las que Dios te llama a esperar. ¿Qué tan bien lo estás haciendo? ¿La espera ha fortalecido tu fe? ¿O la ha debilitado? ¿La manera en que esperas te acercado a Dios? ¿O te ha alejado? ¿La espera te ayudó recordar todas las bendiciones con las que cuentas? ¿O te ha tentado a ensayar continuamente tu lista de deseos insatisfechos? ¿La espera te ha servido para aprender verdades acerca de ti? ¿O sólo te ha vuelto más ciego y te ha enojado más acerca de tu situación? ¿La manera en que esperas te permitió alcanzar y asistir a los otros mejor, o simplemente te hundió profundamente en un drama claustrofóbico de tu propia espera?

En cada caso, es tu decisión. Aférrate de la gracia que Dios te ofrece. Todos estos resultados dependen de si eliges a Dios o a ti, productividad o inutilidad, su poderosa gracia o tu propia voluntad ineficaz. Siempre recuerda que Dios nunca te deja solo en la espera. El es el Señor de la espera. El da gracia generosamente para la espera. Porque la espera no está fuera de su plan, sino que es una parte vital y necesaria de él, Dios está contigo en la espera. Y recuerda que Dios no es demasiado después del éxito de tu ministerio, él está detrás de ti. Así que mientras esperas, repite una y otra vez: Esperar no se trata sólo de lo que obtengo cuando termina la espera, sino de la persona en la que me convierto mientras espero.



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