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English: Freed to Love

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Por John Piper sobre Amando a los otros
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Gálatas 5:13-15

“Porque vosotros, hermanos, fuisteis llamados para vivir en libertad; solo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos, por amor, los unos a los otros. Porque toda la ley se resume en este precepto: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Pero, si os mordéis o devoráis unos a otros, tened cuidado no sea que os consumáis unos a otros.”

Una de las frases más asombrosas de la Biblia dice así: “Si diera todos mis bienes para alimentar a los pobres, si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, no me serviría de nada” (1 Corintios 13:3). Asombra porque Jesús dijo: “No hay amor más grande que el de aquel que da la vida por sus amigos” (Juan 15:13); y enseñó que una de las maneras de amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos odian y bendecir a aquellos que nos persiguen es dar todo lo que poseemos (Lucas 6:27-30). Pero acá Pablo dice que se puede dar todo, incluso la vida y aún no hacerlo con amor. Se puede hacer el sacrificio final pero perderse para siempre.

Contenido

Una Crítica Bíblica a todo Nuestro Activismo

Esto significa que el ala derecha y el ala izquierda de la actividad política cristiana tienen que exponerse a una crítica bíblica importante. Respecto a la derecha, somos llamados a trabajar por los derechos de los bebés en gestación, por una defensa sólida, por la superioridad nuclear, por la libertad religiosa en las escuelas públicas, por el apoyo a Israel, por los valores familiares, por presupuestos equilibrados, etc. Respecto al ala izquierda, nos convocan a trabajar por una distribución justa de los bienes del mundo, por el desarme nuclear, por el fin de la política intervencionista en el Salvador y Nicaragua, por la enmienda sobre la igualdad de derechos (ERA por sus siglas en inglés), por programas para combatir la pobreza y el desempleo, etc. Tanto el ala derecha como el ala izquierda cristianas nos convocan a la acción - ¡y con razón! Si hay algo de lo que no se puede acusar a Jesús, es de indiferencia por las, necesidades de la gente.

Pero hay una crítica muy importante que ambas alas cristianas no deben olvidar: “Si diera todos mis bienes para alimentar a los pobres, si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, no serviría de nada”. Para decirlo sin rodeos, se puede ir al infierno aunque se luche por programas contra la pobreza o por una enmienda sobre la libertad religiosa, porque el amor no se puede definir simplemente como meros hechos; siempre involucra la condición del corazón del activista. Si queremos que este mensaje de la Biblia tenga como consecuencia cargar con todos los problemas del mundo que nos rodea, tenemos que darnos cuenta que la Biblia es mucho más importante que la agenda de la derecha o de la izquierda. Les dice a ambas: “Aunque entreguen su cuerpo para que sea quemado al servicio de sus agendas, pero no sienten amor, no serviría de nada”. El amor no se puede igualar a ninguna agenda, porque ninguna agenda implica amor, si no proviene de un cierto tipo de corazón. Podemos sentirnos impresionados con alguien que dona un millón de dólares para construir un hospital en Bangladesh, pero Dios mira en los corazones y averigua los motivos escondidos del alma. El Cristianismo no es principalmente una agenda para una actividad política, es fundamentalmente un poder que cambia el corazón humano de raíz.

El mandato a Amar y La Naturaleza de la Fe

La semana pasada, vimos en Gálatas 5:6 que el corazón que resulta admisible a los ojos de Dios no es el que depende de sus obras – ya sea el de la circuncisión, relacionada con el ala derecha, o el de la no circuncisión, que promueve el ala izquierda – sino más bien, el que confía por completo en la gracia de Dios, cuyo resultado es una vida de amor. El amor es una parte esencial del proceso de salvación. No es opcional amarse unos a otros. Nadie puede decir: “Me salvo por la fe, independientemente de si amo a los demás o no”. Porque la única fe que salva es “la fe que obra a través del amor” (Gálatas 5:6). La fe salvadora siempre aumenta el amor y el amor es la evidencia de una fe verdadera.

El texto de hoy toma el tema del amor de Gálatas 5:6 y lo aclara enfáticamente en el versículo 13 con un mandato: “servíos por amor los unos a los otros”. Alguien podría preguntar: ¿Por qué Pablo nos manda que amemos, si el amor es un resultado inevitable de la fe (5:6), ciertamente, el fruto del Espíritu de Dios (5:22)? La respuesta es que aunque Dios es soberano de su pueblo y es su Espíritu el que produce el fruto del amor, sin embargo, uno de los medios que usa Dios para hacer su trabajo es la exhortación humana. No hay contradicción entre decir que Dios genera amor en nuestros corazones y decir que una de las maneras en que lo hace es recordándonos la importancia del amor con mandamientos. Pero el hecho de que Pablo esperó cinco capítulos antes de darnos algún mandato, excepto confiar en Dios, nos advierte que no tomemos este mandamiento como una “obra según la ley”, que hay que cumplir con nuestro esfuerzo y así ganar el favor de Dios. El ataque de Pablo a las obras según la ley no es un ataque a los mandamientos, Pablo ataca la enseñanza de tener que cumplirlos con nuestro esfuerzo para ganarnos la bendición de Dios. Los mandamientos son beneficiosos y deben verse como un llamado a tener la obediencia que proviene de la fe. El mandato a amar, que hace Gálatas 5:13, es un mandato a tener la clase de corazón libre y confiado, que ama por naturaleza propia.

Por experiencia, se que el Espíritu Santo usa mandamientos contenidos en las Escrituras y especialmente argumentos teologales, para que esos mandamientos cambien mi corazón. Ese es mi objetivo, mientras examinamos 5:13-15. Pido para que Dios fije Su Palabra en sus mentes y en sus corazones, de manera tal que el amor surja mucho más naturalmente y libremente que antes.

La lógica de Gálatas 5:13-15 es simple. Primero, Pablo repite el fundamento de la vida cristiana: “Hermanos, fuisteis llamados para vivir en libertad”. Luego, se basa en ese llamado divino para dar un mandamiento doble. En forma negativa: “No uséis la libertad como una pretexto para la carne”. Positivamente: “Servíos por amor los unos a los otros”. Para sustentar este doble mandato él nos da un incentivo positivo y otro negativo. Positivamente: “Toda la ley se resume en este precepto: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Negativamente:”Si os mordéis o devoráis unos a otros, tened cuidado no sea que os consumáis unos a otros”. El punto principal del texto es “servíos por amor los unos a los otros”. Si hacen esto, cumplen toda la ley; si no lo hacen se destruyen a ustedes mismos.

Servir con Amor y la Verdadera Libertad

Concentrémonos primero en el mandamiento positivo del versículo 13: “Servíos por amor los unos a los otros”. Presten atención a lo que pasa cuando lo unen a la primera parte del versículo: “Fuisteis llamados para vivir en libertad… Servíos por amor los unos a los otros”. Son llamados a vivir en libertad a través de la servidumbre; ¡por amor sométanse a la servidumbre! Esta es la pregunta que debemos hacernos: ¿Por qué el amor, que está al servicio de las necesidades de los otros, es la única manera cristiana que tiene la libertad de expresarse? ¿Por qué el llamado a la libertad y el llamado a amar son sinónimos? Cuando Pablo dice: “No uséis la libertad como pretexto para la carne”, quiere decir que si tratamos de hacerlo, perderemos nuestra libertad. Como dice el versículo 1, “no os sometáis otra vez al yugo de la esclavitud”. Las obras de la carne y el fruto del amor no son dos caminos opcionales para vivir en libertad. Cuando vivimos según la carne, vivimos en esclavitud. Pero, cuando nos servimos mutuamente por amor, estamos en libertad. ¿Por qué?

Porque el amor es motivado por la alegría de compartir nuestra plenitud, pero las obras de la carne son motivadas por el deseo de llenar nuestro vacío. En el libro de los Gálatas, el significado de “carne” no se refiere a la parte física del hombre, sino a su ego, que siente un vacío profundo y usa los medios que tiene en su poder para llenar ese vacío. Si es religioso, podría usar la ley; si no lo es, tal vez use una bebida alcohólica. Pero una cosa es segura: la carne no es libre. Está esclavizada a un deseo fútil tras otro en su esfuerzo por llenar un vacío que solo Cristo puede llenar. En el versículo 13, cuando Pablo dice: “No uséis vuestra libertad como pretexto para la carne”, quiere decir no renuncien a la libertad que tienen en Cristo Todopoderoso, para volver a los deseos insatisfechos por el mero placer físico o la exaltación de sí mismos.

Las obras de la carne se motivan por el deseo de llenar nuestro vacío. Pero el amor es muy diferente – se motiva por la alegría de compartir todo. “El amor no busca lo suyo” (1 Corintios 13:5). Cuando amamos, no nos sentimos esclavizados a usar a cosas o personas para llenar nuestro vacío. El amor derrama nuestra plenitud. El amor es el único comportamiento que podemos llevar a cabo en libertad. Cuando Dios nos libera de la culpa, del temor y de la codicia y nos llena con su presencia, que lo satisface todo, lo único que falta es compartir nuestra plenitud. Cuando Dios llena el vacío de nuestro corazón con perdón, ayuda, guía y esperanza, nos libera de la esclavitud por acumular cosas y manipular personas. Los que dedican una buena parte de su vida a rodearse de las comodidades de este mundo son prueba de que Dios no llenó el vacío de sus corazones hasta desbordar. Cuando Dios forma parte de nosotros y nos sentimos verdaderamente libres, entonces podemos servirnos unos a otros mediante el amor. La libertad emana amor, tan ciertamente como un manantial burbujeante emana un torrente de agua en la montaña. Pero, la carne es como una aspiradora: aspira y aspira, y justo en el momento que empieza a llenarse, alguien tira la bolsa a la basura. El libro de los Gálatas se escribió para mostrarnos como convertirnos en un manantial de montaña que abastece al valle con el agua del amor.

Ama a tu Prójimo Como a Ti mismo

No hay manera de vivir más plenamente que recurrir diariamente a la gracia de Dios, que lo satisface todo, y dejar que fluya a través nuestro para satisfacer las necesidades de los demás. Los versículos 14 y 15 nos dan un incentivo positivo y otro negativo para vivir así. Primero, el versículo 14: Vivan así, “porque toda la ley se resume en este precepto ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’”. A pesar de todas las cosas negativas que Pablo dijo acerca de “las obras según la ley”, no es materia de indiferencia para los cristianos que no cumplan la ley con su comportamiento. La buena nueva es que el amor, que rebosa de la gracia de Dios, cumple con la ley. Todo lo que Dios intentaba en la ley era que la gente se sienta tan satisfecha por su gracia que sus vidas derramen amor.

En la actualidad, hay mucha confusión respecto al amor a sí mismo, sobre el cual hace referencia este versículo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. El error más común es suponer que es un mandato a amarse a sí mismo y que amarse a sí mismo significa autoestima. Ambas concepciones son incorrectas. Pablo y Moisés (Levítico 19:18) y Jesús (Lucas 10:27) asumen que todos se aman a sí mismos; no ordenan: “Amarás a tu prójimo como (ya) te amas a ti mismo”. Asumen que amarse a sí mismo no es autoestima, sino interés propio: todos quieren ser felices, aunque con frecuencia, ni siquiera saben que es lo que realmente los hará felices. Podemos darnos cuenta que esta es la manera en la que Pablo entiende este versículo, por como lo aplica en Efesios 5:28-29: “Los maridos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como Cristo a la iglesia”. En otras palabras, el amor a sí mismo significa el fuerte interés por la salud, la seguridad y la felicidad propias.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” no es un mandato a amarse a sí mismo. Es un mandamiento para tomar el ya existente amor por sí mismo y convertirlo en una vara medidora del amor por los demás. No existe otro mandamiento en la Biblia tan difícil como este. Significa: querer alimentar a los hambrientos, tal como deseamos alimentarnos nosotros cuando sentimos hambre. Significa: Buscarle un trabajo al prójimo, de la misma manera que nos sentimos contentos porque conseguimos un trabajo. Significa: Querer ayudar a un compañero de estudios para que obtenga una nota alta, en la misma medida que deseamos obtenerla nosotros. Querer ayudar a alguien que se encuentra atascado en la autopista, de igual manera que nos sentimos contentos porque no nos atacamos en la autopista. Querer darle a un jugador de softbol malo una oportunidad para jugar, tanto como nosotros deseamos jugar todo el partido. Querer compartir a Cristo con nuestro prójimo, en igual medida que nos sentimos contentos porque conocemos a Cristo. Usen toda la creatividad, energía y perseverancia para hacer cosas buenas por los demás, tanto como las usan para ustedes mismos. Preocúpense sobre lo que le pasa a otros, tanto como lo hacen con ustedes mismos. Pueden imaginarse cómo sería la iglesia si todos fuéramos así: considerar al que está a nuestra derecha o a nuestra izquierda y anhelar la felicidad de ellos tal como anhelamos la nuestra. No solo se cumpliría la ley, sino que este lugar irradiaría alegría y, sin lugar a dudas, la gloria de Dios estaría entre nosotros. ¡Y la gente se convertiría! Seamos así por el poder del Espíritu Santo.

La trágica Alternativa al Amor

Si no amamos, el versículo 15 nos da la alternativa trágica: “Si os mordéis o devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros”. Una iglesia en donde la gente no se sirve mutuamente por amor se destruirá a sí misma. Dios ha sido bueno con Bethlehem, al derramar un espíritu de amor sobre la gente durante 112 años. Mi plegaria es que abunde el amor entre unos y otros, y para con todos los hombres (1 Tesalonicenses 3:12).

Y recuerden que solo podemos amar si somos libres. Es decir, el amor se motiva con la alegría de compartir nuestra plenitud, no por el deseo de llenar nuestro vacío. ¿Es una coincidencia que el versículo 15 describa lo que los animales salvajes hacen cuando están hambrientos, no cuando están satisfechos (vacíos en vez de satisfechos)? “Si os mordéis o devoráis los unos a los otros, tened cuidado no sea que os consumáis los unos a los otros”. Cuando no estamos llenos de Dios, resulta gratificante comer al enemigo.

Pero, hermanos y hermanas, Dios nos convoca a la libertad de la plenitud desbordante de amor, no a la esclavitud del vacío que nos muerde y nos devora sin satisfacerse nunca. En Cristo Jesús, Dios nos ofrece el perdón, su ayuda, su guía y la esperanza del más grande futuro que podamos imaginar. Todo gratis, pagado con la muerte de Jesús y recibido por tener únicamente fe. El secreto del amor es la libertad y el secreto de la libertad es la completa confianza en el amor de Dios.

Lo cual nos da la clave (retornando a nuestro punto de partida) de por qué una persona puede dar todos sus bienes y entregar su cuerpo para que lo quemen, y aún no sentir amor. Una persona tal no puede actuar en libertad. No puede estar motivada por la alegría de compartir la plenitud que Dios nos da, sino por un anhelo profundo de llenar su vacío. En ese caso, no está actuando con amor y no honra a Dios como la fuente de plenitud que lo satisface todo.



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