Llena nuestros corazones hasta que se rompan

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English: Fill Our Hearts Till They Break

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Por Marshall Segal sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Carlos Diaz


Compramos la casa debido a una ventana.

Estábamos cansados de mirar, y el sol estaba atacando el mercado de bienes raíces antes otro invierno en Minnesota. Las imágenes en línea eran lo suficientemente pobres que no deseaba conducir incluso dos cortas millas para verla. Pero mi esposa se impuso, y fuimos.

Cuando ustedes entran por nuestra puerta principal, atrapa su atención desde fuera de la habitación. Cuatro pies de alto y cinco pies de largo, cinco árboles inmensos en nuestro patio, cada uno de cincuenta pies de alto. No habíamos visto aún un dormitorio o un baño, pero estábamos vendidos. Cuando observamos esa gran y hermosa ventana, vimos a un Dios más grande y más hermoso. Viendo tanto de él hizo que nuestra casa se sintiera hogar incluso antes que nos mudáramos.

Contenido

Indicios del más alto

Mientras más mirábamos esa ventana, más habíamos experimentado el placer de Dios en su creación y la belleza de Dios mismo en su creación. Como escribe John Piper,

Dios quiere que busquemos su creación y digamos: Si el mínimo trabajo de sus dedos está lleno de sabiduría y poder y grandeza y majestuosidad y belleza, ¡cómo debe ser este Dios consigo mismo! Estas no son más que las posaderas de su gloria, como si existieran, vistas oscuramente a través de un vidrio. ¡Cómo será ver al mismo Creador! ¡No sus obras! Billones de galaxias no cumplirán las expectativas del alma humana. Dios y sólo Dios es el fin del alma. (Los Placeres de Dios, 94)

El borde blanco alrededor de nuestra ventana enmarca un clamor grande y hermoso: ¡Cómo será Dios!

Si el cielo puede ser de este azul, y los árboles pueden crecer tan alto, y las pequeñas aves pueden mostrar tal color, ¡qué tan grande, poderoso, creativo y grato debe ser Dios! Piper continúa, “El mensaje de la creación es este: hay un estupendo Dios de golria, poder y generosidad detrás de todo este asombroso universo; ustedes pertenecen le pertenecen a Él; Él es paciente con ustedes al sostener su vida rebelde; giren y depositen su esperanza en él y deléitense en él, no en sus obras.”

Qué tan desesperadamente necesitamos escuchar ese mensaje en el medio de los estrés y desafíos de la vida cotidiana. Y aún así no lo escuchamos si no nos detenemos y buscamos. ¿Dónde vemos o escuchamos, u olemos, o saboreamos, o sentimos la creación indicando la gloria de Dios?

Las aguas se elevan

Seis meses después nos mudamos, el calentador de agua se dañó y botó treinta galones dentro de nuestros globos. Recién habíamos terminado de pintar, poner alfombras y arreglar los muebles, volvimos a quitar las alfombras, raspar las paredes, y sacar los muebles. La ventana de repente parecían más pequeñas por pocos días.

Parándonos en una alfombra esponjosa, rodeada por montones de posesiones húmedas y suciedad desde las paredes, la ansiedad se apresuró en donde el agua estaba comenzando para secar. Meses de trabajo arruinado. Gastos e inconvenientes inesperados. Ajustadores de seguros, especialistas de mitigación, contratistas generales, y tiempos de entrega (inevitablemente) perdidos o retrasados. Semanas o meses de trabajo por delante. ¿Cómo haríamos todo? ¿Qué hay de nuestros planes para este mes? ¿Cómo pagaremos por el daño?

Luego el espíritu se nos acercó, como lo ha hecho muchas veces anteriormente, pero ahora de una nueva e inesperada forma, “No estén ansiosos sobre su vida” (Mateo 6:25).

Consideren los tulipanes

Era Octubre cuando vimos por primera vez la casa, luego la mayoría de las hojas ya se habían caído. Ahora, a lo largo del último mes, estamos descubriendo el amor por las flores por décadas de los dueños anteriores. Primero salieron narcisos amarillos brillantes cerca del buzón, luego un par de docenas de tulipanes a lo largo del frente de la casa, luego las peonias blancas explotaron en el patio. Nuestro vecino no dice que más florecerán a lo largo de agosto.

A medida que contemplábamos nuestra ventana favorita, tentados a rendirnos ante la ansiedad sobre el agua, la pérdida, y la construcción, la creación floreció con las palabras de Jesús,

“Miren cómo crecen las flores del campo: y no trabajan ni tejen, Pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como una de ellas. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen! (Mateo 6:28–30).

“Les digo, no no estén ansiosos por su vida”. “Consideren los narcisos, los tulipanes, las peonias, y sepan que Yo me haré cargo de su sótano inundado. Sepan que yo me haré cargo de ustedes.

Llena nuestros corazones hasta que se rompan

Justo a semanas, incluso días, luego de abrirse, todos los tulipanes se han ido. Los narcisos han desaparecido. Incluso las peonias han comenzado a marchitarse. Más flores vendrán, pero también se irán tan rápido como salgan. El mensaje en todos los pedales sobre el suelo es tan profundo como las flores más grandes y más brillantes,

“Al final no serán los mares o las montañas, o los cañones o las arañas acuáticas, o las nubes o las grandes galaxias que llenarán nuestros corazones hasta romperse con maravillas y llenarán nuestras bocas con alabanza eterna. Será Dios mismo”. (Los Placeres de Dios, 94)

No serán los tulipnes o las peonias, los sótanos reparados o las facturas pagadas, el progreso en obra o la relación remendada que llenen nuestros corazones hasta que se rompan con maravillas. Cada una es una ventana a Dios mismo, otra esquina de la creación gritando que él sólo complacerá, otro claro eco de la voz de Jesús, “Busquen primero su reino y su justicia, y se les darán también todas esas cosas” (Mateo 6:33).

Si la ansiedad amenaza con refrenar su gozo en Dios o socavar su confianza en él, levanten sus ojos desde sus problemas y miren más de cerca a todo lo que él ha hecho.



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