Lo que millones dicen en silencio

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English: What Billions Say in Silence

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Mariana Ramirez

Los sermones ensordecedores de las estrellas

“Cuando veo a las estrellas, veo a alguien más.” (Switchfoot)

Cuando David miró cerca del cielo nocturno del Este hace 3.000 años, lo que vio casi le quitó la respiración. Intentando expresar el asombro que lo inundó mientras contemplaba lo diminuto que era en vista de tal vastedad, y el diseño de Dios en medio de todo esto, hizo algo muy humano: convirtió su asombro en arte.

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que tú has establecido,
digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes,
y el hijo del hombre para que lo cuides? (Salmo 8:3-4 LBLA)

Los “cielos”, ese misterioso reino de luces maravillosas, ha asombrado a la humanidad desde nuestros primero días. Cuando vemos los cielos hoy en día, nuestro entendimiento de lo que vemos, debido a los avances en la ciencia y tecnología, excede el entendimiento que tenía David. Él solo tenía una pista de lo pequeño que era en relación con los cielos. Nuestro combustible para el asombro es astronómicamente mayor. Sabemos más, pero ¿Nos maravillamos más?

Sermones silenciosos de las estrellas

El cielo iluminado por las estrellas está hablando. En el Salmo 19, el cual C.S. Lewis consideraba “una de las mejores líricas en el mundo” (Reflexiones sobre los Salmos), David de nuevo escribió,

Los cielos proclaman la gloria de Dios,</p> y la expansión anuncia la obra de sus manos.
Un día transmite el mensaje al otro día,
y una noche a la otra noche revela sabiduría.
No hay mensaje, no hay palabras;
no se oye su voz.
Más por toda la tierra salió su voz,
y hasta los confines del mundo sus palabras.(Salmo 19:1-4)

Si los cielos son obra de las “manos” de Dios, y si están declarando la gloria de Dios, ¿Qué nos están diciendo estos predicadores silenciosos? Para escuchar más de cerca, me he apoyado en el libro de David Blatner, Spectrums: Our Mind-Boggling Universe from Infinitesimal to Infinity para ayudarme a capturar la maravilla de lo que con demasiada frecuencia damos por sentado.

Todo lo que (no) sabemos

Cuando David examinó el cielo, parte de lo que vio pertenecía a nuestro sistema solar (sol, luna, un par de “estrellas” que en realidad eran planetas), otra parte pertenecía a nuestra galaxia, la Vía Láctea, y parte eran estrellas distantes y (probablemente) otras galaxias lejanas. David apenas habría tenido idea de lo enormes que eran y lo lejanos que estos cuerpos celestes estaban.

Para darnos un poco de perspectiva, Blatner escribe, “Si nuestro sistema solar… fuera del tamaño de un grano de sal, la Vía Láctea sería cerca del tamaño de un campo de fútbol”. Esa línea “láctea” que podemos ver en una noche despejada y oscura, es una densa colección de estrellas en uno de los brazos espirales de la Vía Láctea - ¡Está aproximadamente a 1,000 años luz! Estos brazos estrellados están dando vueltas alrededor de un supermasivo agujero negro, llamado Sagitario A, que se encuentra a cerca de 27,000 años luz de distacia de nosotros. Los científicos estiman que nuestra galaxia tiene alrededor de 100,000 años luz de ancho.

Si vemos el cielo a simple vista, como hizo David, podemos ver miles de estrellas a lo mucho. Pero, “mira a través del telescopio, haz los cálculos, y verás que hay alrededor de 200 y 400 mil millones de estrellas en la Vía Láctea.” ¡Son muchas estrellas! Pero nuestra galaxia vecina, Andrómeda, parece tener un billón de estrellas más.

Eso no es ni siquiera la punta del iceberg cósmico. Recientemente se estimó que el número de galaxias en el universo es de 150 a 200 mil millones, pero el Telescopio Hubble está indicando que el número real puede ser diez veces más. En lo que respecta al total de estrellas, en realidad no lo sabemos. Un estimado es alrededor de 1 cuatrillón (eso es un “1” seguido por 24 ceros). Todo esto habita en un universo que tiene un radio estimado de 46 mil millones de años luz.

Esta información ni siquiera es la tapa de todo lo que como especie ahora sabemos. Y los científicos dicen que lo que ahora sabemos no es nada en comparación con todo lo que aún no sabemos.

¿Qué están declarando los cielos? Si los cielos declaran la gloria de Dios, ¿Qué estan declarando?

Después de pasar horas revisando exposiciones científicas sobre los sermones silenciosos de las estrellas, lo primero que quería hacer era poner mi mano sobre mi boca. Quiero decir con Job que muy a menudo “He declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.” (Job 42:3 LBLA). Temo trivializar lo que es inefablemente profundo.

Estos heraldos de la gloria no tienen tres puntos y una aplicación. Se unen a todos los que en la presencia de Dios claman “¡Gloria!” (Salmo 29:9); se unen a todos los que en presencia de Dios claman, “Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir” (Apocalipsis 4:8). Me parece que la oración de adoración es la única respuesta apropiada.

Orando a través de los cielos

Señor Dios Todopoderoso, cuando miro a tus cielos, me uno al coro para atribuirte la gloria absoluta. Repito lo que dijo David, “¿Qué es el hombre, que habita en este punto azul, un ácaro en los vastos cielos, para que seas consciente de Él? ¿Quien soy yo, un hombre tan a menudo consumido con el pequeño microcosmos de mis propias preocupaciones, para hablar de ti, quien hace que todo este cosmos sea realidad? En efecto, “'no hay nadie como tú'” (Salmo 86:8).

Cuando miro a tus cielos, los escucho declarar que no hay nadie que posea la sabiduría que tu tienes. Pues tú, Señor, “con inteligencia [estableciste] los cielos” (Proverbios 3:19), “Cuenta el número de las estrellas, y a todas ellas les pone nombre” (Salmo 147:7), y conferiendo a cada una aspectos únicos de tu gloria (1 Corintios 15:41). Declaran que tu sabiduría es infinitamente más grande que la nuestra: ”Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:9). En vista de tal sabiduría, me arrepiento de haberme apoyado en mi propio entendimiento (Proverbios 3:5).

Cuando miro a tus cielos, los escucho declarar que no hay nadie que posea tal poder como tu. Ya que “Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca.” (Salmo 33:6). Eres solo tú “...quién ha creado estos astros: el que hace salir en orden a su ejército, y a todos llama por su nombre. Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poder no falta ni uno” (Isaías 40:26). Sí, “Tuya es, oh Señor, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra… y tú te exaltas como soberano sobre todo.” (1 Crónicas 29:11). En vista de tal omnipotencia, me arrepiento de haber confiado en la fuerza del hombre. (Salmo 118:8).

Cuando miro a tus cielos, los escucho declarar tu pura inmensidad, ya que incluso “los cielos de los cielos no te pueden contener” (1 Reyes 8:27). Declaran tu creatividad incomparable, ya que “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles” (Hebreos 11:3). Declaran tu suprema autoridad, ya que “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Declaran tu soberanía (Salmo 115:3), tu justicia (Salmo 50:6), tu fidelidad (Génesis 15:5-6), y tu misericordia (Salmo 136:9). En vista de tal gloria, me arrepiento de mi tonto y egoísta orgullo, me arrodillo y confieso con mi lengua que Jesucrito, la Palabra por la que el cosmos fue creado (Juan 1:3) y la Palabra que se hizo carne (Juan 1:14), “es Señor, para la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11).

Más valioso que las galaxias

Cuando David miró a los cielos, no sabía lo que nosotros ahora sabemos: la extensión y alcance insondables del universo. Cuando él pregunto, “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?” (Salmo 8:4), él no sabía lo que nosotros ahora sabemos: la extensión y alcance insondables de el cuidado de Dios hacía nosotros al enviarnos a Jesús encarnado “como propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10).

Los cielos no nos dirán que Jesús vino o por qué. Solo la revelación especial de las Escrituras nos lo dicen. Pero los cielos declaran con un grito silencioso, literalmente alrededor del mundo, cosas gloriosas sobre el “eterno poder y divinidad” (Romanos 1:20) de nuestro Creador y nuestro Salvador.

Todo lo que está involucrado en la creación y en la redención es nada menos que atemorizante y maravilloso. Mientras más profundizamos en estas cosas, más atemorizante y maravilloso se vuelve todo. Un niño puede alegrarse con el sol, la luna, las estrellas y la tumba vacía. Los eruditos nunca sondearán las profundidades de cosas tan gloriosas. Pero los niños y los eruditos pueden tener consuelo en esto: el Dios que recuerda el nombre de un cuatrillón de estrellas, y conoce todo el cuatrillón de moléculas en una gota de agua, nos conoce y recuerda a nosotros.

Dios no mide el valor o importancia en tamaño, sino en su diseño creativo. La cruz nos recuerda que Él es consciente de nosotros en maneras que las galaxias nunca sabrán. ¿Cuanto más vales tú que las galaxias?


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