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English: Standing Firm

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Por Donald Whitney sobre el Evangelismo
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Álvaro Jimeno


"Jesucristo es el único camino al cielo . . . pero, entonces, ¿qué sé?”

Mmm... Algo acerca de presentar la verdad destruye el propósito, ¿verdad? Si compartiéramos el Evangelio de ese modo con alguien no creyente en un esfuerzo por manifestar la humildad cristiana en nuestro evangelismo, estaríamos tocando el nervio de nuestra certeza y osadía a la vez.

¿Y el enfoque contrario? Imaginaos insistir en uno de vuestros amigos no cristianos: "Jesucristo es el único camino al cielo . . . ¡y sé que tengo razón!" Bueno, he aquí una afirmación segura y resuelta de una verdad bíblica, pero hay que tener en cuenta la más que probable falta de humildad.

La tensión entre humildad y certeza es real, y no sólo al presentar el Evangelio a los no conversos, sino en muchas otras áreas de la vida cristiana. ¿Cómo comunicamos de forma resuelta la verdad de las Escrituras con la humildad que la Biblia también exige?

Hace poco comí con un joven estudiante de seminario que es, aún, bastante tímido y cohibido ante las congregaciones. Le insté a que debía predicar con decisión y certeza. Al igual que él, los profesores que enseñan sobre la Biblia en la iglesia del pueblo a menudo temen parecer, por una parte, demasiado rígidos o dogmáticos o, por otra, medusas teológicas. Pero no son únicamente los profesores quienes afrontan esta dificultad; todo cristiano se topa alguna vez con este problema. Una mera discusión acerca de los asuntos de Dios con compañeros creyentes requiere más convicción que preguntar: "¿Quién sabe lo que eso quiere decir?" y más respeto que exclamar: "¡He estudiado esto más que tú y sé lo que quiere decir!". Incluso en asuntos privados como la garantía de la propia salvación, la humildad inapropiada puede conducirnos a negar la obra de la gracia de Dios en nuestra vida, ya que una certeza muy resuelta puede parecer hasta presuntuosa. ¿Debemos vivir tal y como dice la Biblia: "Escogeos hoy a quien sirváis: humildad o certeza"?

LUTERO: DOS TIPOS DE HUMILDAD

La humildad se puede contemplar desde varias perspectivas. La Biblia habla de la humildad hacia Dios y hacia la gente. Por lo tanto, podemos contraponer la humildad hacia uno mismo y la humildad hacia los demás. De un modo similar, existen la humildad verdadera y la falsa. Ahora que estamos hablando de esto, Martín Lutero habló amablemente de la humildad hacia la verdad de Dios y de la humildad del amor. La primera es humildad que profesamos a la doctrina y a la fe, y la segunda tiene lugar cuando amamos al próximo.

En las Escrituras, primero expresamos humildad al entusiasmarnos por aprenderla y someternos a obedecerla. Cuando nos convencemos de que la Biblia instruye sobre un tema, la humildad hacia la verdad de Dios quiere decir que confesamos lo que dice sin titubear. Hablar con un espíritu del tipo "¿Y yo, qué sé?" y sembrar la duda allí donde Dios es claro y conciso o comprometer lo que Él ha revelado por parecer humilde no es humildad. Lutero recalcó que si él fuera "humilde" en ese sentido y dijera: "'Querido Papa, queridos obispos, haré encantado lo que me pidan', sería una humildad verdaderamente diabólica y detestable. . . . Una humildad así no tendría nada de bueno".

Con esto no me refiero a que las criaturas finitas pueden tener certeza absoluta sobre algo. La certeza absoluta es el privilegio del Omnisciente. La revelación de nuestro Dios omnisciente es, de hecho, inerrante, y nosotros somos meros intérpretes imperfectos de ella. Por lo tanto, la humildad requiere que reconozcamos que podemos equivocarnos en nuestro discernimiento de la verdad. Pero tenemos que mantenernos firmes en algún lugar, y por la gracia y la fe debemos mantenernos firmes en lo que dice la Biblia. Y debemos mantenernos firmes de que nos hallamos en la verdad, al menos hasta que veamos en las Escrituras que estamos equivocados. Cuando nuestro error se haga patente, deberíamos cambiar humildemente nuestra postura al respecto.

Ésta era exactamente la actitud que refleja Lutero en sus palabras más célebres. En el Concilio de Worms (1521), cuando presionaban al "hereje" para que se retractara, Lutero respondió: "A menos que me condenen las Escrituras y la razón, y no acepto la autoridad de Papas ni de concilios porque se han contradicho los unos con los otros, mi conciencia es presa de la Palabra de Dios. No puedo ni pienso retractarme de nada, ya que ir en contra de la conciencia no es bueno ni seguro. Así me mantengo y no puedo hacer lo contrario. Que Dios me ampare. Amén".

Si esto es "humildad hacia la verdad de Dios", ¿qué hay de la "humildad del amor"? El reformador dijo que, en las relaciones personales con la gente, "Si entonces no me humillo ante ti y no soporte heridas que me hayan infligido a mí, si entonces no cedo lo que es mío y lo que Dios me ha dado, si entonces no quiero perdonarte y lavarte los pies, me lo podrás reprochar". Llevar la carga de los demás o los errores que cometen en contra tuya es un tipo de humildad, pero soportar los errores en contra de la verdad no es humildad hacia nadie.

LA HUMILDAD Y LA CERTEZA EN JESÚS

Jesús, claro está, era la personificación de la humildad del amor. Rara era la ocasión en que se describía a Sí mismo, pero una vez dijo: "Soy paciente y humilde de corazón" (Mateo, 11:29). Recibió a niños, pobres y aquéllos rechazados como "pecadores" por el resto de la sociedad. Habló de tomar el asiento más bajo de un banquete. Le enseñó a Sus discípulos: "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mateo, 23:11-13).

Pero pensar en Jesús como alguien humilde de ojos pacientes y rostro amable en todo momento se contradice con el retrato Suyo de los Evangelios. No era la humildad del amor sino la humildad hacia la verdad de Dios la que pesaba sobre Él cuando se flagelaba una y otra vez en el capítulo de la limpieza del templo (Juan 2:15) o cuando gritaba repetidamente: "Mas ¡ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas!" (Mateo, 23:13-36).

Jesús siempre mostró la humildad del amor, menos cuando, de hacerlo, comprometía la verdad.

HUMILDAD CERTERA/CERTEZA HUMILDE

Mientras buscas mantener el equilibrio adecuado que dice la Biblia entre humildad y certidumbre, plantéate lo siguiente:

Cuidado con excusar tu carácter. Si tu carácter se inclina más por una humildad de certeza inflexible o dubitativa, es más fácil excusar tu estilo natural que santificarlo. Todos tendemos a decir "Es que así es como soy", antes que "Eso es pecado". Todos necesitamos trabajar en nuestra humildad y en nuestra certeza, pero quizá más en una que en otra.

Cuidado con la humildad comprometedora. Pablo se lo reprochó a los corintios después de que toleraran "bellamente" a falsos profesores (2 Cor. 11:4). No creáis que la orden de "competir de todo corazón por la fe" (Judas 3) contradice a la de ser "humilde en espíritu (1 Pedro 3:8).

Cuidado con la certeza orgullosa. Los detestables y los arrogantes siempre siempre tienen opiniones fuertes. Incluso si tienen razón, nadie quiere escucharlos. Al igual que Apolo, podemos hablar con poderosa certeza y no dejar de ser humildes aprendices (Actos 18:24-26).

¿Son, entonces, la humildad y la certeza compatibles? ¡Ciertamente!


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