Mencionando su importante Nombre Santificado

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English: Sanctified Name-Dropping

© Desiring God

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Por Jenny Frank sobre Oración

Traducción por Carlos Diaz


En el nombre de Jesús, amén.

A menudo monitoreamos esta frase justo al final de nuestras plegarias fuera del hábito. Quizás debido a nuestro condicionamiento cristiano, o quizás debido a que simboliza que hemos terminado nuestro turno en las veces de plegarias en grupos, repetimos regularmente esta frase, ¿pero realmente pensamos sobre su significado? Orar en el nombre de Jesús no es una formalidad. Nos acercamos a Dios en la oración a través de Jesús ya que Jesús es el motivo por el cual Dios escoge escucharnos.

Jesús habla a sus discípulos extensivamente sobre la oración en Juan 16, preparando a sus seguidores para no sólo su muerte, sino para su posterior ascención en resurrección a la mano derecha del Padre — un momento cuando nunca más serán capaces de depender de su presencia física. Este capítulo en particular es útil al recuperar el significado potencialmente diluido de la plegaria en el nombre de Jesús. A través de este pasaje, obtenemos una impresionante vista dentro de la relación entre Jesús y su Padre. Vemos una bonita relación de la sumisión encantadora de Jesús hacia su Padre, y la exaltación imperturbable del Padre a su amado Hijo.

La Prueba Está en la Plegaria

Con respecto a la plegaria, esta relación única entre el Padre y el Hijo tiene implicaciones profundas sobre la forma que los seguidores de Jesús están de alcanzar a Dios en la plegaria. A medida que Jesús habla a sus seguidores sobre los pesares y alegrías que pronto experimentarán, Él establece un patrón de oración que busca glorificar a su Padre y simultáneamente valida su identidad, todo a la plenitud de nuestro gozo:

Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. (Juan 16:23–24)

De forma similar en Juan 16:26–27, a pesar de considerar al Padre inalcanzable, Jesús esclarece que el Padre está dispuesto y animado a responder nuestras solicitudes cuando venimos en su nombre:

Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.

Dios escoge escucharnos ya que hemos amado a Jesús y creemos que Dios lo envió. Dios responde a aquellos que preguntan sobre Él en el fundamento de Jesús y su trabajo de evangelización, ya que Dios está comprometido en confirmar la legitimidad de quién está en Jesús. Dios ama a aquellos que reconocen a su Hijo como la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15), la marca exacta de su naturaleza (Hebreos 1:3).

Mencionando su Nombre Divino

Hasta cierto punto, la “mención de nombre” — ese arte delicado de implicar una conexión personal a alguien de significancia con el fin de establecer una audición y sentido de credibilidad más grande — es lo que está pasando cuando oramos en el nombre de Jesús. Estamos empleando una clase de “mención de nombre” santificado — aunque no implicamos solamente una relación. Todos los que crean en Jesús son niños de Dios (Juan 1:12). Oramos como los hijos e hijas del Padre en Cristo — aquellos a quienes Él ha escogido antes de tiempo, los ha rescatado en la plenitud de tiempo, y estarán con Él por el resto de todo ese tiempo.

Debido a que sabemos del amor inquebrantable de Dios por su Hijo, y debido a que estamos hallados en su Hijo, podemos estar seguros que Dios nos escucha. Dios está deseoso de responder a nuestras solicitudes cuando vamos hacia Él por el propio beneficio de Jesús — ya que Dios quiere hacer mucho en nombre de Jesús.



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