Mi sueño de soltería

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Revisión a fecha de 02:31 25 jun 2020; Kathyyee (Discusión | contribuciones)
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English: My Dream Singleness

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Por Leanna Branner sobre Relaciones

Traducción por Adriana Blasi

Un himno para mujeres solteras

Como mujer en mis veintitantos años, sé que varias temporadas de soltería estarán cargadas muchas veces de desilusión y angustia. Deseo tener un marido y una familia cercana a mi corazón, pero también deseo aún más, que Jesús esté cercano. Al final de mi vida, casada durante cuarenta años o soltera durante setenta, me gustaría que se dijera de mí, "ella era fiel a Jesús".

Casada o soltera, pertenecemos a otro.

Quizás mi estado civil en mi declaración impositiva diga "soltera" pero no por ello signifique que no he sido reclamada. Yo sí le pertenezco a alguien. Y esto no implica que sea un ilusorio futuro cónyuge. Estoy hablando de Cristo. Soy suya.

Dado que fuimos comprados por la sangre de Cristo, nosotros no somos nuestros propios dueños (1 Corintios 6:19-20). No fuimos salvos para este reino, sino para otro, un reino espiritual. Y en este reino, las personas no están casadas o solteras, según expresó Jesús claramente. Aunque el matrimonio es hermoso y sagrado, no fuimos creados para una vida matrimonial llena de dicha. Esto debiera liberarnos de proyectar grandes sueños de soltería, mientras esperamos casarnos.

Fuimos creado para Cristo, para ser uno en él. Él y yo, predestinados uno para el otro (Efesios 1:5-6). Esta es una pareja creada en el cielo, y para el cielo. Él es nuestro, y nosotros de él. Y esta unión puede satisfacer todo otro anhelo. Aún si uno de los cónyuges fallece, nos abandona, desilusiona, o aún aparece en el mejor de los casos, nosotros tenemos una unión perfecta de gloria y alegría que nos espera y que sobrepasa cualquier tenue copia que pudiésemos poseer por un tiempo aquí.

La soltería es buena

Pablo, era aparentemente soletero, al menos durante gran parte de su vida, y se expresó acerca del matrimonio de manera elogiosa. La soltería es buena, y es un don de Dios (1 Corintios 7:7-8). Puedo despertar mañana confiada que no estar casada es bueno para mí, y que además es mi llamado. Dios no nos da dones de segunda categoría. Esto no significa que le he pedido pan a Dios para que solo me ofrezca una piedra a cambio (Mateo 7:9). No, la soltería y el matrimonio son dos dones diferentes, cada uno con sus desafíos y bendiciones, pero son igualmente buenos.

Elisabeth Elliot escribió:

Con más de 41 años de soltería, he aprendido que este estado es sin dudas un don. No es uno que elegiría. No es uno que muchas mujeres elegirían. Pero uno no elige sus dones, ¿recuerdas? Los recibimos a través de un Dador divino que distingue el fin del principio, y quiere darnos a sí mismo por sobre todas las cosas.

Sea lo que sea que los años venideros me ofrezcan, sé que él me ha llamado hoy al don de la soltería, sin importar lo pesado que este don signifique algunos días. Cuando Dios nos da un don que nos hemos elegido, también se ofrece de una manera que de otra forma no hubiésemos conocido.

Este mundo no es nuestro hogar

Aquellos que aún no se han casado anhelan el amor y un lugar que puedan llamar su hogar. Deseamos lo bueno y nuestro dolor es legítimo. Pero nos desilusionamos fácilmente con los tesoros mundanos, olvidando que este sitio que nos hiere y nos llena de cicatrices no es nuestro hogar para siempre. Ningún matrimonio durará eternamente. Aún los mejores llegarán a su fin con la muerte. Esto implica que tanto casados como soleteros deben enfocarse en esta verdad:

De ahora en más, que aquellos que tienen esposas sean como si no las tuvieran, y aquellos que lloran como si no llorasen, y los que se alegran como si no se alegrasen, y aquellos que compran como si no poseyeran, y aquellos que se relacionan con el mundo como si no se relacionaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. (1 Corintios 7:29-31)

Pablo no le está indicando a sus lectores que descuiden sus familias, sino cambiando nuestros paradigmas, preparándonos para vivir como peregrinos en un mundo destinado a la destrucción. Esto significa que los casados deberían vivir como si sus cónyuges no fuesen suyos para siempre, y los solteros deberían vivir como un cónyuge al que nadie puede tomar para sí. Al final de los tiempos, aquí en la tierra, sólo sobrevivirá nuestra unión con Cristo.

La soltería es para ser devoto

Desde el apóstol Pablo hasta Elisabeth Elliot, todos están en realidad diciendo lo mismo. La soltería es para ser devoto, regirse por el evangelio y amar a Cristo.

“El soltero se preocupa por las cosas del Señor, y cómo agradar al Señor. Y la soltera o casada se preocupa por las cosas del Señor, y cómo ser santa en cuerpo y alma”. (1 Corintios 7:32, 34)

Dios nos ofrece la soltería como una oportunidad para seguir a Cristo con ímpetu. Ser devoto no es un mero pasatiempo mientras aguardamos la llegada de alguien perfecto. No, esto es lo que hemos estado esperando. A Cristo. La Persona Perfecta ha llegado, y se ha entregado a sí mismo. Hemos estado aguardando que llegase la felicidad, y aquí tenemos un amor que es más grande de lo que podamos comprender y una alegría mayor al sueño más disparatado.

Que se diga, que, como mujeres solteras nuestra mayor preocupación es agradar al Señor, y que nuestro mayor objetivo, es una devoción incondicional a Cristo. Que este sea el estandarte que sobrevuela el balance de nuestros días, nuestro único mantra, estemos casadas o solteras.

Tu fuiste elegida para disfrutar lo único que trasciende la belleza del matrimonio y que dura para toda la eternidad. Buscadlo primero a él y disfrutarás lo mejor de la soltería o el matrimonio, cualquiera sea el don que Dios te ha concedido.


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