Muertos a la Ley, Sirviendo en el Espíritu, Parte 2

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Sobre esta Traducción
English: Dead to the Law, Serving in the Spirit, Part 2

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written

Traducción por Desiring God


Romanos 7:1-6 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? 2 Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al marido. 3 Así que, mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es adúltera aunque se una a otro hombre. 4 Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. 6 Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.

Contenido

Un Océano en Profundidad y Majestuosidad

La semana pasada dije que había un océano de significados oculto balo el versículo 6, especialmente la frase, “de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”. Hoy quiero mostrarles algunas de las costas de ese océano y zambullirnos en él. Uno de los beneficios de hacer que recibiremos será poder sentir la profundidad y majestuosidad de la forma en que Dios salva.

Quiero decir que si usted es un creyente en Jesús Cristo—si él es su atesorado Salvador y Señor—entonces usted está atrapado en algo que no es nada pequeño o insignificante, sino profundo y majestuoso. Esta majestuosidad comienza en la eternidad, en el momento en que Dios planeó su salvación, y fue preparada para usted durante miles de años de historia hasta la encarnación de Jesús. Dios estaba obrando, obrando grandemente, en la historia para que usted pudiese ser salvado. Lo que ocurrió para volverle un cristiano (para eliminar todos sus pecados, y quitar su condenación, y hacerle un hijo de Dios, y darle una comunión personal con el Cristo viviente, y llevarlo a la vida eterna) lo que ocurrió para que usted pudiera disfrutar de todo eso, es tan profundo y tan grandioso que es como un océano en profundidad y majestuosidad.

Y usted amará más a Dios y a Cristo si conoce algo de este océano en profundidad y majestuosidad que yace bajo su salvación. Y esta es la razón por la que quiero demorarme en la segunda mitad del versículo 6 y llevarlos a algunas de las costas de este océano en otra parte de la Biblia. Quiero que conozcan lo que Dios ha hecho, y por qué lo hace, para que crean más en él y lo amen más. Más que nada necesitamos confiar en Dios a toda hora, a fin de que él guíe nuestras vidas y supla todas nuestras necesidades, y de que sea nuestro Tesoro. Porque e objetivo práctico de la vida es amor, y el amor viene “de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera” (1 Timoteo 1:5; ver Gálatas 5:6).

Aclaremos primero el contexto inmediato.

¿Por qué la Libertad Produce Amor, no Ausencia de Ley?

Estos seis versículos son la respuesta de Pablo a la pregunta: ¿por qué estar bajo la gracia y no bajo la ley, produce amor y no ausencia de ley? Pablo está explicando su respuesta a la pregunta hecha en romanos 6:15, “¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!” ¿Pero por qué no? ¿Por qué ser liberado de la Ley no resulta en ausencia de ley, sino en un servicio de amor sacrificial?

Pablo hace una comparación entre el matrimonio y la Ley, por un lado, y el creyente y la Ley, por otro lado. En los versículos del 1-3 dice que si alguno de los cónyuges del matrimonio muere, es anulada la ley que condena el segundo matrimonio. Así que la muerte libera de la Ley. Ese es el punto de la comparación que es retomado en los versículos 4-6.

Y el versículo 4 dice, “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la Ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro”. En otras palabras, por fe hemos sido unidos a Cristo (como dice 6:5) a fin de que su muerte se vuelva nuestra muerte. Y por tanto, dice Pablo, hemos muerto a la ley. Cristo soportó el castigo que demandaba la ley, y cumplió con la obediencia perfecta que exigía la ley. Así que en Cristo somos liberados de la ley. Como puede verse en el versículo 6a: “Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto a lo que nos ataba”.

Pero el versículo 4 sigue y nos dice cuál es el propósito de Dios al arreglar esta muerte para nosotros en Cristo: “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la Ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro”. Así somos liberados de la Ley, según Pablo, como la mujer en el matrimonio, a fin de que podamos casarnos de nuevo sin romper la Ley —y el matrimonio que Pablo tiene en mente es la unión con el Cristo Jesús resucitado y vivo: “…para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos”. Entonces, su salvación es una liberación de la ley y una unificación con un ser vivo, Jesús Cristo—quien, según Romanos 6:9, nunca morirá de nuevo. Lo que quiere decir que su salvación es eterna y segura.

El versículo va un paso más allá y explica no solo por qué morimos a la Ley (es decir, para ser unidos al Cristo viviente), también explica para qué somos unidos a Cristo—“a fin de que llevemos fruto para Dios”. Este fruto es amor. De modo que ahora tenemos la respuesta de Pablo a la pregunta: ¿por qué ser liberado de la Ley no produce ausencia de Ley, sino amor? Por nuestra nueva unión con Jesús. No somos cortados de la Ley para que podamos flotar en el aire, libre de toda guía y ayuda. Somos libertados de la Ley precisamente para ser unidos a Jesús. Nuestra relación con Cristo se vuelve todo. Pablo dijo: “vivir es Cristo”. Vivir no es guardar la Ley. Vivir es Cristo.

Ahora, el versículo 6 dice simplemente lo mismo que el versículo 4, pero con palabras diferentes, y nos lleva hacia el borde del océano de lo que la Biblia llama el “nuevo pacto”. Veamos el versículo 6 y luego veamos las costas del “nuevo pacto”

“Pero ahora hemos quedado libres de la Ley [ya lo vimos en el versículo 4], habiendo muerto a lo que nos ataba [ya lo vimos], de modo que sirvamos [es lo mismo que decir, “a fin de que llevemos fruto”. Pero ahora llegan las palabras que están cargadas con un significado de “nuevo pacto”: “de modo que sirvamos…] en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”.

Note el contraste entre Espíritu y letra. Esta es una de las diferencias entre el antiguo pacto y el nuevo ¿Qué quiere decir? ¿Qué significa la vida cristiana (nuestra vida) está “en la novedad del Espíritu” y no “en el arcaísmo de la letra”?

Bien, visitemos algunos lugares en las costas del océano de significados del nuevo pacto. Aquí es donde averiguaremos de qué está hablando Pablo.

El Nuevo Pacto

Primero permítanme mostrarles porque pienso que Pablo está, de hecho, hablando de algo que se llama Nuevo Pacto. Considere 2da a los Corintios 3:5-6. Pablo dice, “no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios, el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”. Aquí tenemos el paralelo más cercano a Romanos 7:6, donde se dice que servimos “en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”. En 2 da a los Corintios, Pablo dice que los apóstoles son “ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”, y aquí declara explícitamente que está hablando del “nuevo pacto”.

De modo que cuando Pablo habla de servir bajo el Espíritu y no bajo la letra está hablando de la forma en que funciona el nuevo pacto Entonces, ¿qué es el nuevo pacto? Regresemos a las promesas del Antiguo Testamento para averiguarlo.

En Jeremías 31:31-34 el profeta predice esta promesa:

He aquí, vienen días—declara el Señor—en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, 32 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos—declara el Señor; 33 porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días—declara el Señor—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande—declara el Señor—pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.

Este es el texto clásico sobre el nuevo pacto. El libro a los Hebreos lo cita varias veces como el fundamento de la enseñanza del nuevo pacto ¿Qué aprendemos en él acerca de los términos del nuevo pacto?

  1. Aprendemos que en el nuevo pacto la Ley ya no será algo externo, escrito en una piedra (es lo que significa “letra”), será principalmente interna, escrita en el corazón (versículo 33). En otras palabras, lo decisivo de la ley ya no será una demanda externa, sino un deseo que nacerá del interior.
  2. O, como se expone en el versículo 34, conocer la voluntad de Dios ya no será más un mandamiento externo sino una experiencia interna
  3. Y la última cláusula del versículo 34 da las bases para esta experiencia interna proveniente de la gracia: "pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado”. Así, en el nuevo pacto, Dios provee un camino para limpiar todos nuestros pecados, darnos la experiencia de conocerle personalmente, y escribir la Ley en nuestro corazón para que le amemos y agrademos.

Entonces usted debiera preguntar, «Pero, ¿qué hay del Espíritu? Veo el contraste entre la demanda externa, o la letra; y el deseo interno; pero ¿dónde está “la novedad del Espíritu”?».

El la Novedad Del Espíritu

Para eso vamos al profeta Ezequiel donde él ofrece una promesa similar, pero con palabras diferentes. Primero considere 11:19-20. “Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios”. Luego miren a Ezequiel 36:26-27. “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”.

Estas son promesas de lo que Jeremías llama el “nuevo pacto”, diferente del pacto hecho con Israel cuando salieron de Egipto, o sea, diferente de la Ley, del pacto Mosaico, del escrito en la piedra, del “arcaísmo de la letra”.[1]

Ahora, ¿cuándo comienza este nuevo pacto? La respuesta es: en la obra de Cristo —específicamente en su muerte y resurrección, y en el derramamiento del Espíritu sobre el pueblo de Cristo. Jesús dijo las palabras decisivas en Lucas 22:20, durante la cena del Señor, “De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: 'Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros'”.

Esto significa que la muerte de Cristo (la sangre derramada por Jesús), es el fundamento de las bendiciones del nuevo pacto. Cuando Jesús dice que el nuevo pacto está “en mi sangre”, se refiere a que todo lo que prometía el nuevo pacto estaba suministrado por la sangre de Cristo.

  1. Por la sangre de Cristo, son perdonados nuestros pecados, como promete Jeremías 31:34.
  2. Por la sangre de Cristo, nos es dado el Espíritu Santo, como promete Ezequiel 36:27.
  3. Por la sangre de Cristo, conocemos a Dios personalmente.
  4. Por la sangre de Cristo, es escrita la ley en nuestros corazones, no solo en piedras.

Y, ahora regresemos a Romanos 7:6, “Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”. Ahora bien, vemos que estar muertos a la Ley —la letra— y “sirviendo bajo el nuevo régimen del Espíritu” significa servir como beneficiarios del nuevo pacto. Dios planeó la descontinuación del “antiguo pacto” teniendo en vista la gran superioridad de nuevo pacto en Cristo (para que Cristo obtuviese mayor gloria). El antiguo pacto fue diseñado para guiarnos a Cristo y a su Espíritu y a su fe. Si queremos honrar a Dios como debemos, y disfrutarle como debemos, entonces debemos ver la grandeza de la obra de Dios en el nuevo pacto (que yace bajo nuestra salvación como un océano en profundidad y majestuosidad).

Resumámoslo, ahora, ¿qué significa ver que nuestras vidas, nuestro servicio “en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”, es una bendición del nuevo pacto?

El Fundamento Bajo Nuestras Vidas

Significa, primero, que bajo nuestras vidas está el macizo fundamento de la sangre de Cristo—la “sangre del pacto eterno” (Hebreos 13:20) ¡Oh!, nunca olviden que nuestras vidas fueron compradas con sangre. Piensen en ello a menudo. Justo ayer leía que una razón por la cual la fantasía es tan popular en la literatura contemporánea es, que “la especie humana no puede soportar mucha realidad”. Pero el comentarista Cristiano decía, “este no debe ser el caso para los que han estado en la cruz”.[2] ¡Oh!, nunca se aparten de la cruz. La cruz es y será su sabiduría en la vida y su comodidad en la muerte. Todos sus esfuerzos están comprados con sangre.

Segundo, significa que nuestra liberación de la Ley se debe a lo que Cristo hizo en la cruz. Cristo soportó el castigo que impuso la Ley, y cumplió las exigencias de la Ley por todos aquellos que creen en él. La condenación y la perfección que demandaba la Ley han sido satisfechas para todos los que estamos en Cristo. Entonces, como dice el versículo 6, “hemos quedado libres de la ley”. Esta es una bendición del nuevo pacto comprado con sangre ¡Gloríese en ella por amor a Cristo!

Tercero, Como todos sus pecados han sido perdonados. “pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado”. Auto-predíquese esta verdad durante esta semana cuando Satanás le asalte con acusaciones. Recuerde a Satanás y a usted mismo la promesa de Jeremías 31:34 y el pago todo suficiente de la sangre de Cristo.

Cuarto, a usted le ha sido dado un espíritu nuevo; Dios ha puesto su propio Espíritu dentro de usted. Su cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Él es el Espíritu de Cristo, y el Espíritu del Padre.

Quinto, por ende, usted conoce al Padre no solo como el primer gran mandamiento, sino como una experiencia dada por el Espíritu. Y usted tiene comunión con el Hijo por su Espíritu. Usted murió a la ley a fin de poder ser unido a otro. Usted lo conoce, camina con él, y está en comunión con él. Vivir es Cristo.

Y por lo tanto, finalmente, la Ley de Dios está siendo escrita en su corazón. La voluntad de Dios no le está atravesando desde afuera con sus demandas de inalcanzable perfección. Esa Ley es satisfecha en Jesús. Ahora, la voluntad de Dios se levanta en su corazón a medida que el Espíritu transforma sus deseos y le libera.

¡Oh,Cristiano comprado con sangre, conozca sus bendiciones! ¡Conozca sus privilegios! ¡Conozca qué es ser un beneficiario del nuevo pacto! Y usted, que no cree, esta salvación es gratuita para todo aquel que cree. Apártese de la autosuficiencia y reciba a Cristo como al Tesoro de su vida.


  1. Vea también Deuteronomio 30:5-6, “Y el Señor tu Dios te llevará a la tierra que tus padres poseyeron, y tú la poseerás; y El te prosperará y te multiplicará más que a tus padres. 6 Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”.
  2. Richard John Neuhaus, “While We’re At It”, First Things, Febrero 2001, no. 110, p.71

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